Hola! Aqui les dejo este one-shot que intenta mostrar un poco de lo que, a mi parecer, sentía y pensaba Asmita en el momento de su muerte. Espero que les guste!

Réquiem.

Uno. Dos. Tres. La música suena ya, lenta, trágica. En medio de una silenciosa noche que presagia muerte. Quizás se escucha en todas partes; quizás sólo la escucha él. Eso no importa; simplemente, ahora lo comprende. Ahora que los latidos de su corazón siguen el compás de los instrumentos invisibles.

Sonríe para sí, pensando que su cometido debe de ser cumplido; mientras cada célula vibra en su interior. El presagio acompañado por el réquiem, mientras el viento helado rompe en la habitación y se vuelve caricia al contacto de su cara. Lo más cercano al dulce contacto de otras manos. Lo más cercano al enfrentamiento con sus miedos.

El preludio sigue, acercándose a su fin; invitando a sus cabellos a la suave danza de la muerte. Invitando a su cosmos a romper las ataduras del plano terrenal; mientras su mente se abre a las puertas de la comprensión y la verdad se asoma completa por primera vez.

El sonido se oye ya en todo su esplendor, permitiendo a sus sentidos disfrutar de la visión que ella le provee, la hermosura detrás del sufrimiento y la destrucción. La esperanza del futuro que yace a la espera. La perfección de saberse imperfecto y entender lo que reside detrás del significado de ser humano.

La espesura de la noche contrasta con el brillo de su cosmos, que se consume rápidamente. Las estrellas anuncian, sin embargo, un buen presagio; mientras la promesa se sella y se cumple. Mientras Ella lo acaricia y lo abraza con su cosmos, agradeciendo las lágrimas que en silencio ha derramado su alma al saberse dudoso, y al comprender que no necesitaba más razones que aquello que le provee con tal facilidad que asusta.

Aquello a lo que se negó tantas veces por pensarlo incorrecto, por no poder definirlo en medio de su sabiduría. Porque gracias a eso, se sentía más humano, más cercano al sufrimiento. Aquello que rechazó una y otra vez, al comprenderse vulnerable, transparente; por ser la razón de sus temores.

Pero ahora, ahora él sabe que daría su vida mil y una vez más por preservar aquella sonrisa tan cálida que le hace olvidar todo lo demás. El miedo ya no existe, la música se apaga. La verdad se cuela entre sus dedos y sus ojos se abren a la luz. Su cometido está cumplido y puede, por fin, descansar y dejarse llevar; aún cobijado por Ella. "El mundo es hermoso", piensa al contemplar las luces que se asoman a lo lejos, al comprender que el sufrimiento es sólo un lado de la moneda y un pequeño pago para recibir aquello que ahora entra por cada poro de su ser. Al comprender que aún en medio de la desgracia, cada persona ríe y sueña. Y ama. Cómo él.

Se desvanece, pensando que aquél niño, tan igual a Ella, terminará lo que ha empezado. Pensando con satisfacción que él, Asmita de Virgo, ha ayudado aunque sea un poco. La música cesa, los violines se apagan, el viento acaricia una vez más su tez y el cuerpo terrenal desaparece, dejando la armadura vacía. Su mirada se dirige hacia aquél niño una vez más "Tenma, te encomiendo a Athena". Y, con el último acorde, su alma viaja hacia otro lugar, llena completamente de paz. Sí, es un buen día.

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