Él suelta una carcajada burlona y ella forma una sonrisa tímida. El cabello rubio se mueve con el viento y las hebras rojizas terminan en unas patillas alargadas. Los ojos verdes tienen malicia, los azules encanto. ¿Qué se puede concluir? Siempre hay tiempo para Elsa... y también Hans.
Disclaimer: Por aquí o por allá, ni asomo de mí encontrarán. Si de casualidad llegan a reconocer algo, pues no es mío. Todo pertenece a sus respectivos creadores, aunque no me enojo si desean darme una mínima porción.
Aclaraciones/advertencias: Helsa-Hansla-Iceburns. Modern AU. OC. Puede que en algún momento llegue a tener OoC. Conjunto de historias sin orden aparente pero interconectadas entre sí. Los géneros se aclararán al comienzo de cada capítulo. Tal vez de lo que se carezca un poco sea de revisión. Me imagino que podrían haber momentos Fluff.
Genre: Family/Humor.
Un momento u otro
Rumbo a las clases
Las coletas castaño rojizo se movían de un lado hacia otro mientras su dueña observaba los diferentes objetos en los estantes, los ojos verde azulado de la menor curioseaban los artículos en venta de la tienda.
-¡Mami, Tinkelbel! -exclamó la pequeña sentada en el asiento del carrito de compras, señalando un bolso escolar de Tinker Bell, colgado en lo alto de uno de los estantes blancos.
Elsa rió ante el entusiasmo de su hija menor, que disfrutaba de la variedad de objetos en la tienda de útiles escolares. Tocó la naricita de su pequeña y asintió.
-¿Te gusta, cariño? Cuando tengas la edad de Phillip podrás tener una así, recuerda que ahora no necesitas una muy grande -la niña se cruzó de brazos, pero le miró intensamente sin decir palabra, recordándole a Elsa las veces que su hermana Anna lo hacía. Se inclinó y besó la mejilla de su hija-. Lo siento, Emma, no funcionará.
La chiquilla de casi tres años infló sus cachetes y abrió los ojos al ver a la persona que se acercaba.
Elsa suspiró y se giró.
-No, Hans -dijo al mismo tiempo que su hija exclamaba '¡Papi!'.
El pelirrojo tragó saliva, mirando entre su princesa y su esposa, la última señalaba con sus ojos azules a un punto sobre sus cabezas.
Hans sonrió de lado al comprender el intercambio que ocurría. Definitivamente era cierto lo que Elsa decía, consentía demasiado a sus hijos.
Desvió la mirada y observó la diversión de su hijo de seis años, próximo a entrar a la escuela elemental. Phillip iba tomado de su mano porque se habían alejado para 'inspeccionar críticamente' un par de cajas de lápices de colores.
Su pequeño rubio se soltó y colocó el artículo en el carrito, para luego tomar la mano de su madre.
Él, por su parte, se acercó para reclamar nuevamente el mando del carrito.
-Mamá tiene razón princesa, no podemos comprar la mochila ahora.
-¿No? -susurró Emma, mirándole con ojos llorosos.
¡¿Por qué le hacía eso?!
-Porque alguna niña grande querrá tenerla, si la compramos nosotros ella no podrá utilizarla y tú tampoco, porque estás muy pequeñita para usarla. ¿Te gustaría que otra niña no pueda tener una para ir a la escuela? -utilizó su tono de abogado, esperando que funcionara con su pequeña.
Ella lo pensó unos momentos, observó con ojos brillantes la bolsa y aplaudió animada.
-¿Cuando yo sea glande? -cuestionó sonriendo. Hans asintió, procediendo a empujar el carrito.
-Ésa es mi princesa, sólo no crezcas tan rápido -pidió sonriente mientras avanzaban en el pasillo número seis, donde pensaban escoger cuadernos.
Observó a su esposa revisar tres de ellos, con diferentes imágenes de los personajes favoritos de su hijo. Pasó tras de ella.
-Me la pagarás -murmuró en su oído.
Ella rió, los mechones de cabello rubio se agitaron. Hans robó la lista que cargaba en su mano, escrita por su tendencia a ser organizada.
-¿Qué prefieres cariño, Capitán América, Bob Esponja o Phineas y Ferb? -propuso Elsa, enseñándole los tres cuadernos a su pequeño.
Hans negó, ambos conocían la respuesta, pero respetaban la opinión de los menores.
-¿Cuál de los tres crees que es mejor? -le preguntó él a su hija, que desvió la mirada de una imagen de Winnie Pooh y Piglet. Emma rió.
-¡Uno de cada uno! -exclamó su hijo, brincando en su lugar.
-¡Plincesa! -gritó la pequeña, señalando otro cuaderno junto a los que había tomado Elsa.
El pelirrojo revolvió el cabello de su hijo.
-¿Para qué uno si se pueden los tres? -discretamente le ofreció un guiño a Phillip.
-Hans Westergaard -musitó su esposa mirándole firmemente. Se imaginaba el discurso de que no había que consentir en exceso a sus hijos, aun cuando tuvieran los medios suficientes para hacerlo.
Ella tenía razón, pero era mucho más divertido sacarle de sus casillas.
-Papi tiene ploblemas -su princesa sonreía. Su pequeño campeón se alejó inocentemente a colocar los cuadernos en el carrito.
-¿Verdad que es divertido, Em? -dijo su hijo. Elsa ignoró a Hans, escogió cinco cuadernos más de la pila y se dispuso a cargarlos. Él los tomó de sus manos y los colocó en el carrito.
Ella le ignoraba intencionalmente.
-Phil, corazón, ¿cómo va la cuenta? -pidió a su hijo amablemente. Él sonrió a su padre antes de seguir las instrucciones de su madre.
-Uno, dos, tres -señaló con sus dedos mientras los enumeraba-, cuatro, cinco, seis, siete y ocho. ¡Son ocho!
-Muy bien -Elsa tomó con delicadeza la lista que Hans cargaba en sus manos y buscó entre su bolsa negra el bolígrafo con adornos de copos de nieve-. Yo iré leyendo la lista y lo buscarás en el carrito.
-Sí mamá -concedió emocionado el menor de los hombres Westergaard, sintiéndose un niño grande.
Hans apoyó sus antebrazos en la manilla azul del carrito, bufando ante la poca atención de su esposa. Se inclinó y besó la cabeza de su hija, que rió antes de colocar sus pequeñas palmas en su rostro para acercarle y darle un beso en su frente.
-¿Tú no serás malo con papá? -Emma negó y pasó sus bracitos alrededor de su cuello-. Buena niña.
-Crayones -siguió su querida rubia, Phil alzó la caja, como había hecho con los lápices de color, el paquete de gomas de borrar, los cuadernos, la tijera de poco filo, el sacapuntas azul, el diccionario, la regla de treinta centímetros y otros artículos en el carrito-. Muchas gracias, caballero -manifestó Elsa sonriéndole a su hijo.
-De nada, mami -expresó el menor, inclinando la cabeza como había visto que hacían los hombres en las películas de princesas que su hermana y prima veían.
Hans se apartó con delicadeza de Emma, que se había entretenido 'tratando' de hacer una trenza como las que usaba su madre; revolvió sus cabellos para que se deshicieran los nudos provocados por los experimentados dedos.
Alzó una ceja cuando Elsa sonrió en su dirección.
-¿Podrías ir a buscar las hojas de colores mientras Phil y yo vamos por un pegamento? -instruyó la rubia, cruzando sus brazos sobre el vestido azul que cargaba.
Él suspiró y asintió.
-Vamos princesa -le indicó a su hija, que movió su mano despidiéndose de su madre. Aprovechó a dar un beso en la mejilla de su esposa cuando pasó a un costado de ella, que negó divertida.
Elsa soltó la mano de su hijo para decidirse entre dos folders, donde colocaría los dibujos que sus alumnos acostumbraban a obsequiarle. Dirigió una breve mirada a Phil cuando sintió que se apartó de su lado, él se encontraba a unos pasos, leyendo los nombres de las marcas en los estantes.
Se encogió de hombros y decidió que llevaría el que tenía a Mickey y sus amigos. Alzó su cabeza al percatarse que la voz de su hijo no se escuchaba.
Lo buscó con la mirada rápidamente.
Suspiró al hallarle a unos metros de ella, acercándose a una pequeña torre de lápices adhesivos.
-¡Ya encontré el pegamento! -gritó Phillip con alegría antes de tomar uno de la base.
-¡No! -exclamó Elsa, mirando inútilmente cómo caían los objetos de la pirámide. Uno a uno rodaban en las losetas blancas del establecimiento.
Se acercó con rapidez y observó que los ojos verdes de su hijo se habían abierto por la impresión.
-Lo siento -susurró el pequeño, mirando el artículo en su mano. Elsa pasó una mano alrededor de su hombro y besó su cabeza.
-Fue un accidente, cariño, pero siempre hay que tener cuidado, ¿te asustaste? -él negó lentamente-. Vamos a recogerlos entre los dos, ¿te parece?
Phil asintió, ambos se hincaron para reunir los objetos desperdigados en el suelo.
El pequeño rubio se alejó para buscar los que estaban a una distancia mayor, Elsa se dedicó a juntar los que estaban cerca.
Una mano tomó el pegamento que iba a levantar.
Alzó la mirada y se encontró con un par de ojos marrones.
-No se preocupe señorita, yo los ordenaré por usted. Fue un accidente de su pequeño hermano -le dijo el hombre y ella se sonrojó por las palabras, con casi treinta y un años era un halago escuchar eso-. Además es mi trabajo -el joven señaló el letrero que portaba en su pecho, donde se podía leer 'Soy Jack'. Trabajaba en el establecimiento perfectamente surtido de útiles, aun cuando tenía aspecto de universitario.
Elsa asintió y él le ofreció su mano para levantarse.
Su hijo se acercó con una mirada enojada dirigida al joven veinteañero.
-Muchas gracias -manifestó Elsa soltándose sin brusquedad, con sus ojos advirtiendo a su hijo de no hacer alguna maldad al empleado. Phil juntó sus manos en gesto de súplica, pateando el aire como ejemplo de lo que haría.
La rubia negó y el pequeño resopló con fastidio, entregándole el adhesivo al castaño que ofreció su ayuda.
-No te preocupes, compañero, no hubo algún daño -expresó amable el joven-. No se le cobrará nada a tu hermana -sus ojos marrones miraban con admiración a Elsa-. Es mi trabajo acudir en ayuda a quien lo necesite.
Hans empujaba el carrito platicando con su hija de los colores que habían en el paquete de hojas.
-Rrojo -pronunció Emma con esfuerzo, él asintió observando los artículos de oficina que se ofrecían en la tienda. La silla de su estudio necesitaba cambiarse.
-¿Qué es rojo? -preguntó con interés. Ella llevó su dedito a su mentón.
-¡Frresas! -el pelirrojo rió.
-Fresas -corrigió sonriente, Emma asintió y sus ojos brillaron ante la información, tal como hacían los de su esposa al aprender algo nuevo.
-Manzana de Blancanieves -agregó la niña-. Brruja mala.
-Sí, la bruja es mala, princesa -Emma asintió y señaló una mochila roja-. También es rojo, muy bien.
Bajó la mirada al paquete de hojas. Sonrió de lado al observar que era turno del color favorito de su esposa y su hijo.
-Sigue el azul -comentó tocando con su dedo el apartado donde se apreciaban los tonos de hojas.
-Azul, ¡mami! -exclamó la castaña. Hans asintió y miró tras su hija cuando se aproximaban a salir del pasillo con los paquetes de folders.
Encontró una escena que le irritó, empujó el carrito con rapidez para aproximarse.
Un mocoso adolescente miraba atontado a su esposa.
-No se le cobrará nada a tu hermana. Es mi trabajo acudir en ayuda a quien lo necesite -dijo el muchacho sonriente. Claro que la naturaleza de la rubia no era ser grosera y por eso no le había apartado. Elsa era demasiado buena, ¿él?, no.
-Exactamente, es su trabajo ayudar, no coquetear con mi esposa -pronunció en un falso tono amigable, fingiendo como en los juzgados. Elsa soltó una risita al voltearse.
El joven tragó con detenimiento observándole, asintió sin demora.
-De verdad agradezco la ayuda, mi hijo no tenía intención de derribar la pirámide, está emocionado porque inicia su primer año -explicó la ojiazul tranquilizando al jovencito. Hans bufó y su hijo se acercó a chocar su palma con él.
Emma volteó.
-La ropa de mami es azul -aseveró sonriente.
-Sí, Em -concordó Phillip, tomando una esquina del carrito para irse, despidiéndose del joven castaño con la mano que restaba. La pequeña imitó su acción.
-¡Adiós! -agitó su manita como despedida.
Elsa rió negando, mientras su esposo sonreía con arrogancia ante las acciones de sus hijos.
-Es prácticamente un niño, Hans, me encerrarían por prestarle atención -ofreció bromista marcando el pegamento y las hojas en su lista, de cualquier forma sabía que no eran celos-. Sólo falta la mochila para Phillip.
-Otros veinte minutos -masculló el pelirrojo. Emma seguía señalando los interminables objetos azules, abundantes en el lugar.
-Cariño, sólo puedes llevar una de las dos, escoge la que te guste más -arguyó Elsa tras diez minutos de 'razonar' con su hijo, ya cuatro mochilas habían sido descartadas. Era un gran problema que Phillip se pareciera a su esposo y su hermana. Insistentes hasta el cansancio y listos, sumamente listos.
-Pero papi dijo que para qué tener uno -replicó el menor mirando con orgullo a su padre, que parpadeó al recibir una mirada enojada de la rubia. Interpretándola como un 'tú tienes la culpa, tú deberías arreglarlo'.
-Phillip, amor, ¿necesitas ambas? -él titubeó antes de negar-. ¿Sería correcto comprar las dos? -el rubio mordió su labio y observó al Rayo McQueen en el bolso rojo, luego miró a Perry el Ornitorrinco en la mochila de color turquesa. Suspiró rendido antes de señalar a Perry-. Te verás muy bien con el Agente P.
Phil sonrió animado y tomó la mochila para colocársela en su espalda.
-¡Perry! -exclamó Emma, aplaudiendo ante la elección de su hermano mayor.
-¿Fue muy difícil? -cuestionó Hans con una sonrisa ladina. Elsa enarcó una ceja-. Sabes que tú también los consientes, no finjas Elsa -ella exhaló débilmente-. Aproximémonos a la caja, esperemos que no se encuentre muy llena.
Elsa asintió y ambos observaron cómo su hijo imitaba a los espías mientras su hija exclamaba asombrada.
La rubia acomodó a Emma en el asiento especial ubicado en la parte trasera del automóvil y verificó que Phillip hubiera abrochado su cinturón de la manera correcta.
Cerró la puerta trasera al mismo tiempo que Hans terminaba de guardar las compras en el baúl del auto. Lo vio aproximarse a ella con la sonrisa ladeada que le caracterizaba.
Podían escuchar al rubio platicándole a Emma lo que haría cuando estuviera en clases.
-¿Ya no estás enfadada conmigo? -preguntó el pelirrojo con un susurro burlón.
-Tendría que estarlo -musitó Elsa cruzándose de brazos, frunciendo el ceño. Él rió en voz baja.
-Estoy seguro que este pequeño tendrá más de ti que de mí -Hans llevó una mano al imperceptible vientre de la rubia-. Ser el último le dará el beneficio de parecerse más a su madre -se inclinó y besó levemente los labios sonrosados de su esposa.
-¿Qué te hace pensar que no será mujer? -se interesó ella. Él suspiró.
-No me importaría, pero sería de gran ayuda para ahuyentar los pretendientes de Emma, ella será igual de hermosa que su madre -halagó el pelirrojo.
Phillip tocó la ventana del auto.
Hans rió.
-No hay que prometerle helado -recordó. Elsa negó divertida.
El pelirrojo abrió la puerta del automóvil negro y anunció:
-¡Vamos por el helado!
Sonrió a la rubia antes de cerrar la puerta y rodear el auto, dentro los niños aplaudían emocionados.
¡Hola!
Llegado a este punto creo que por lo menos habrá alguien que me conozca XD, creo que la categoría Elsa x Hans tiene bastante de mí. Mi nombre aparece en muchas partes.
Bueno, ¿qué es esto? Sencillo, yo aumentando el Helsa, entreteniéndome mientras tanto ;) -puede que igual a ustedes-.
En la parte de arriba he escrito más o menos qué es (o será). Planeo hacer diferentes OS's relacionados unos con otros. Lamentablemente no tendrán orden, pero giraran en torno a un mismo universo, espero no provocar grandes confusiones, trataré de aclarar las edades o algo XD. Mi memoria de Dory resentirá hacerlo, mas aquí podré agregar historias de diversos tipos. Puede que en el siguiente se retroceda o avance en el tiempo, no lo sé con sinceridad, pero quiero hacerlos relacionados. Será a como llegue la inspiración.
En realidad éste había surgido como una posible continuación a 'Disfrutando el fin de semana' o 'Una y otra vez', sólo que en el primero los personajes mencionados ya serían antiguos y en el segundo no me parecía que tuviera demasiada relación con el título y la idea en general. De manera que ha nacido 'Un momento u otro', ¡Helsa!, tal como a mí me gusta, alimentando mi mal gusto por las parejas extrañas.
No les mentiré, las actualizaciones pueden ser en cualquier tiempo, un día, una semana, un mes a partir de ahora, no tengo la más mínima idea. También el fic será guardado como completo, porque al ser diferentes historias no tiene sentido decir cuándo, cómo o dónde termina.
Otra cosa, como no todos escriben -o si lo hacen-, si a alguno le gustaría leer alguna escena particular puede decírmelo y si puedo formará parte (sólo bastaría identificarse para que yo se los reconozca). Este fic es un intento de disfrutar momentos de la extraña parejita.
Pasando a otro punto, este OS, pues me acordé cuando de pequeña mi familia y yo íbamos de compras antes de volver a la escuela [ya soy "vieja" T-T], hay padres que van solos, pero nosotros acostumbrábamos a ir juntos y escoger lo que nos gustara -además de pasar tiempo en familia-. Quiero pensar que en alguna parte otras personas hacen las compras de útiles, ¿o de dónde aparecen?
Creo que hasta aquí lo dejo,
¡un enorme saludo y un gran abrazo acolchonadito de Olaf!
Cuídense mucho,
HoeLittleDuck
