Conocí los libros de Cornelia Funke como se conocen las grandes obras de la literatura… por azar.

Fue un día pasando por la biblioteca de la Universidad que le encontré, un libro de pasta dura que se volvió mi adoración después de años de no encontrar un libro que me fuera tan fascinante. No solo tenía una trama envolvente, innovadora y cautivante; personajes entrañables que se ganaron mi afecto desde la primera línea sino que también cumplía el sueño de cualquier lector ¿Qué pasaría si pudieras sacar de las páginas de los libros que te gustan los personajes que se vuelven parte de ti? ¿Serían felices? ¿Desearían regresar?... Así que aprovechando fanfiction ¿Quién soy yo para desaprovechar tal oportunidad…?

Tavata

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"LECTOR"

Dedo Polvoriento observaba todo desde la última fila de bancas de la Iglesia de Capricornio.

Basta había llevado a un nuevo lector para él, Darius el lector tartamudo no le había logrado obtener ningún beneficio y Lengua de Brujo seguía sin ser encontrado. Pero, ahora al parecer había encontrado a quién le podría servir muy bien.

-¡Suéltenme!

Vaya, vaya, Basta- Capricornio se acomodó en su asiento- ¿Me has traído a un lector o a una pantera?

Debiste ver como pateaba- contestó sencillamente Basta con su aliento a menta.

Dos hombres de capricornio con sus ropas negras como cuervos tenían de rodillas en la base del altar removido a una mujer joven. Sus ojos avellana lanzaban rayos y centellas mientras intentaba inútilmente liberarse del agarre de esos dos, estaba vestida de manera casual, como cuando uno regresa a casa y se cambia de ropa para pasar la tarde. Su ojo derecho tenía un moretón que amenazaba con hacerse más grande, al parecer había peleado tratando de escapar.

Basta dice que lees mucho ¿Es cierto?- Capricornio se miraba distraídamente las uñas.

La mujer dejó de moverse. ¿Leer mucho? Sintió un escalofrío en la espalda.

Ahhhh, entonces sí lees mucho- se contestó Capricornio- sabes, a mi me gusta que me lean en voz alta, parece que tienes bonita voz, claro, cuando no estás maldiciendo.

Yo… yo…- la pobre no sabía que contestar.

Ahhh no, bonita, si tartamudeas no me sirves. ¿Qué les hacemos a los que tartamudean, Basta?- preguntó su líder fingiendo inocencia.

Basta sacó su navaja.

No harás que lea si la atemorizas- habló por primera vez Dedo Polvoriento- ¿Quieres que te traiga más hombres cuchos y tullidos?

Mira linda, creo que empezamos mal- Capricornio daba más miedo tratando de ser amable que siendo un tirano.

¡Haga lo que quiera!- la chica se armó de valor- ¡Yo no le leeré nada! ¡No importa que rompa mis huesos! ¡Qué me encarcele en un calabozo! ¡Qué me dé como cena a los leones! ¡Qué me mate!

-JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Toda la Iglesia de Capricornio estalló en carcajadas, hasta la Urraca parecía sonreír.

Basta, me trajiste a una gran lectora- dijo Capricornio complacido- Vamos a cumplirle su fantasía, enciérrala en la cripta… Eso la hará reconsiderar mi invitación para que nos demuestre que tan bien lee…

Ningún libro la había preparado para sentir un frío así, era tan fácil leer sobre las damiselas en desgracia atrapadas por esbirros de la maldad, por héroes que valientemente encontraban la forma de escapar de las rejas, pero ninguno de los autores vivos o muertos habían expresado con lujo de detalles en ninguna obra el "Oh sí, las celdas son frías, tan frías que se te entumen los dedos, que tu pobre trasero pierde sensibilidad, que puedes ver tu aliento al abrir la boca" No, los libros nunca compartían esos pequeños e insignificantes detalles.

Te luciste ahí arriba- llamaron de pronto.

La chica levantó la vista de sus rodillas, la pobre estaba abrazada así misma sobre la cripta lo más alejada que podía de las rejas que le impedían escapar.

¿Quién era? Ah sí, era el hombre delgado de la Iglesia, el que tenía la cara marcada por cicatrices en las mejillas, el único que había intercedido por ella.

Lo lamento- habló ella.

Qué raro, él no le daba miedo, era como uno más de los personajes de los libros que leía por las tardes.

¿Eres…- él pareció dudar- Eres una… bruja?

Ella se molestó un poco.

Sé que no soy una súper modelo pero no es necesario que me ofendas- se enfurruñó- ¿O es qué te mandó tu Jefe a ofenderme?

Me refiero a que si sabes leer- contestó él sin entender el enojo de la chica.

Sí, sí sé leer ¿Por qué?- preguntó ella- ¿Eso me ayudará a escapar?

Escapar es muy difícil, están los guardias, la montaña, las serpientes, Basta, su navaja, la Urraca, Capricornio- comenzó a enumerar Dedo Polvoriento.

¿Por qué hablas conmigo?- el frío hacia que estuviera de mal humor- No he leído que los centinelas hablen con los condenados…

No soy tu centinela, solo soy Dedo Polvoriento- contestó él sacando una vela y unas cerillas.

¿Para qué es esto?- preguntó ella cuando los tomó de sus manos.

Dedo Polvoriento dio un largo suspiro.

Las velas sirven para iluminar los lugares oscuros, las cerillas para encender las velas- explicó con un deje de maldad.

¡Sé para qué sirven!- la chica no soportaba que la trataran como a una tonta- La pregunta es ¿Para qué las necesito?

Para leer…- Dedo Polvoriento extrajo algo más de su mochila.

¿Leer? ¡Oh por Dios, qué es eso!- gritó sin poder evitarlo la mujer.

Ahhh es Gwin- explicó él sin darle mucha importancia- Creo que éste te podrá servir…

Aunque la marta con cuernos era lo más extraño que había visto en toda su vida… No, para que se engañaba, desde que era pequeña había visto cosas extrañas. Ella misma era una cosa extraña.

-¿Un libro? ¿Un libro puede sacarme de aquí?

-Sí, si es el libro correcto. Darious dice que es perfecto para poder escapar…

La luz de la vela era suficiente para poder leer en la cripta.

Muchas gracias- musitó ella- Muchas gracias Dedo Polvoriento…

Comienza a leer después de que me vaya- dijo él con un tono completamente diferente- y una cosa más… Saca una cuerda o una llave o lo que sea pero NO saques a nadie más ¿Entendido?

Lo intentaré- contestó ella entendiendo a la perfección a lo que él se refería- pero solo he sacado muebles, cosas. Tú entiendes, nunca he sacado a nadie…

¿Cómo te llamas?- preguntó lo que debió haber preguntado Dedo Polvoriento desde el inicio.

-Magdala, pero los amigos me llaman Mag.

En media hora cambian de guardia los centinelas, yo vigilaré afuera. Recuerda, nada de sacar a nadie…- finalizó Dedo Polvoriento.

Lo intentaré… ¿Por qué me ayudas?- preguntó antes de que Dedo Polvoriento saliera de la cripta.

-Porque sé que te espera si Capricornio te toma como lector…

No había tiempo que perder, ¡Dios si tan solo no tuviera congelado los dedos! ¿No hubiera sido más fácil si Dedo Polvoriento le hubiera dado una llave? Cierto, seguramente no la tendría y seguramente sería el primer sospechoso por haber hablado en la Iglesia.

Rápido maldita página ¿Qué difícil era encontrar una hoja con la palabra "llave" o "celda" o "chica en libertad"?

Mag ya comenzaba a impacientarse, además la vela amenazaba con terminarse ¿Cuánto tiempo llevaba? ¿Eran esos los guardias? ¿Habían gritado afuera? ¿Y si llegaba Basta? No, no era momento para temblar de miedo. ¡Listo! Por fin.

"No sacar a nadie…" Para cualquier otro, esta pequeña e insignificante frase hubiera sido una verdadera tontería, pero para Magdala era el "pan de cada día" desde que fuera pequeña, siempre que leía en voz alta pasaba algo. Una vez leyendo un libro de cuentos infantiles sacó una cucharilla de madera, en la escuela primaria un trenecito de metal apareció en su pequeño escritorio, en la preparatoria entendió que no debía sacar nada leyendo en voz alta cuando un ratón muerto apareció en lugar de sus cobijas mientras leía por la noche y así pasaba una y otra vez por lo que evitaba leer en voz alta aunque muchas veces la tentación era muy grande… Podía leer cualquier libro y siempre una mesa o un jarrón aparecían donde tenía que estar la secadora de cabello o su taza de café.

Para lograrlo se tenía que modelar la voz, pensar solo en la lectura, dejarse envolver, no pensar en nada más… solo ser uno con el libro. Como si de un trance se tratará… así comenzó a leer en esa fría cripta, sin pensar que esa misma tarde los hombres de Capricornio habían llegado a su casa después de que llegara del trabajo… sin pensar en lo frío que estaba su trasero por estar sentada en una tumba, sin pensar en nada que no fuera el libro… Y así las letras tejían palabras, las palabras tomaban sentido y de súbito lo supo… había cometido un error, el error más grande de toda su vida…

La cripta se encontró sin aviso y sin razón en tinieblas, la vela y las cerillas habían desaparecido.

Oh por amor de Dios…- musitó con horror.

Ya no estaba sola en la cripta… a pesar de la oscuridad sus ojos lograban distinguir dos formas frente a ella.

-Qu'est-ce que c'est?*

Continuara…

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*Qué es esto? (Francés)