ECOS DEL PASADO

Hola ONCE UPON A TIME no me pertenece en absoluto.

Regina deja Storybrooke con la promesa de nunca volver al pueblo. Pero cuando se deja todo sin dar razones, no importa el tiempo que pase, el pasado siempre vuelve para hacerte enfrentar a tus peores miedos porque la magia siempre tiene un precio.

ECOS DEL PASADO

Las cosas habían estado muy calmadas en Storybrooke los últimos cinco años, el mismo tiempo que Regina había abandonado el pueblo. Un día ella simplemente desapareció. Emma sabía que estaba bien, ya que Regina había mantenido la comunicación con su hijo a través de mensajes de texto, correos electrónicos y llamadas telefónicas, e incluso él había ido a visitarla un par de veces, pero aparte de eso, nadie sabía dónde ella se encontraba o porqué se había ido.

Emma al principio quiso buscarla, hubiera sido fácil dar con ella siguiendo las direcciones IP de sus correos, pero decidió abstenerse, si bien estaba dolida por las acciones de Regina, si esta había decidido irse de aquella manera, sin dar explicaciones, Emma iba a respetar sus deseos, aunque no entendía que razones pudo haber tenido. Todos en el pueblo habían comenzado a aceptar el cambio de su antigua monarca, y entre ellas, las cosas también habían cambiado, se podía decir que tenían una relación que comenzaba a ser estable, así que en gran parte, su orgullo tampoco la dejó ir tras las huellas de Regina, una vez más, alguien que quería la había abandonado.

Cada noche, antes de ir a su apartamento, Emma pasaba frente a la casa de Regina, miraba como todo permanecía en calma, con las luces apagadas, como si el tiempo se hubiera detenido, se detenía un momento frente a la casa y luego de unos pocos minutos ponía el motor en marcha y se dirigía al encuentro con su hijo para cenar juntos. Esa era su rutina.

Pero una noche algo cambió, las luces estaban encendidas, con cuidado sacó su arma y rodeando la casa entró por la puerta trasera, siguiendo los ruidos que se producían llegó hasta el estudio, apuntando a la figura que le daba la espalda.

-no sé qué esté haciendo en este lugar, pero está invadiendo propiedad privada, así que gire lentamente con las manos en alto - dijo Emma mientras esperaba que el intruso se diera vuelta.

- es un alivio que cuide tan fervientemente de mis posesiones Sheriff Swan - respondió la mujer mientras se daba vuelta.

- Regina - fue lo único que alcanzó a decir Emma tras quedarse estupefacta, lo último que hubiera imaginado esa noche, era encontrarse con Regina Mills frente a frente.

- ¿te sientes bien querida? Parece que hubieras visto un fantasma - le respondió con su característico sarcasmo.

- ¿qué rayos haces aquí? - le preguntó Emma tratando de contener la rabia que sentía en aquel momento.

- si mal no recuerdo es mi casa querida - le respondió Regina de nuevo - a no ser que el estado la haya expropiado, cosa que dudo - haciendo una mueca.

- sabes qué, vete al infierno! - dijo Emma bajando el arma y dando media vuelta para salir de allí.

- preferiría permanecer en mi casa si no te molesta - fue la respuesta de Regina.

- ¿a qué volviste Regina? - le preguntó Emma.

- Estaba de vacaciones - fue la respuesta.

- ¿por cinco malditos años? Te fuiste huyendo como si fueras una criminal - le dijo Emma

- no tengo por qué darte explicaciones de mi vida señorita Swan, además… - pero antes que siguiera hablado alguien más habló en el estudio

- ¿mami ya llegamos? - dijo el pequeño niño que se restregaba los ojos para tratar de adaptarse a la luz

- si dulzura - acercándose al sofá y colocándose a su altura - ya estamos en casa, lamento haberte despertado - dándole en beso en la cabeza - ¿tienes hambre cariño? - el niño simplemente afirmó con la cabeza - te daré un poco de leche y galletas, aún no hay nada en la casa, pero mañana iremos al mercado

- ok - dijo el niño sonriendo - ¿quién es la señora bonita? - dijo apuntando hacia Emma

- ella es… - comenzó a decir Regina.

- soy Emma, la sheriff, ¿sabes lo que significa sheriff? - dijo mientras extendía su mano hacia el pequeño.

- soy Manny y tengo 4 años, un sheliff cuida las personas, como un policía - habló mientras estrechaba la mano de Emma.

- un placer conocerte Manny – respondiendo al gesto del niño.

- debo atender a mi hijo, así que si me disculpa señorita Swan, ya sabe dónde está la puerta - y sin dar tiempo a más intercambio de palabras tomó al niño entre sus brazos y desapareció rumbo a la cocina. Emma no sabía cómo reaccionar o qué pensar, sólo sabía que ahora mismo se sentía mucho peor que hace cinco años.

Emma regresó a su casa, era noche de pizza y Henry estaba colocando los platos en la mesa. Fue una cena silenciosa, podría decirse que hasta incómoda, Henry no estaba seguro si había hecho algo que molestara a su madre, así que prefirió no preguntar nada. Emma recogió la mesa, lavó los platos y se dirigió a su habitación y se despidió de Henry, pero antes de entrar volteó para mirar al muchacho.

- tu madre ha vuelto - fue lo único que dijo antes de adentrarse en su habitación.

Al día siguiente todo Storybrooke estaba a la expectativa, el rumor se había esparcido por toda la ciudad, Regina Mills había regresado, y mejor aún no lo había hecho sola.

Eran las 8 de la mañana cuando entró a la cafetería, vestida de una forma casual, sin perder la elegancia que la distinguía, y a su lado, tomado de la mano la acompañaba un niño pequeño, cabello negro con un corte muy varonil para su corta edad, ojos grises, piel clara, vestido de jeans, camisa blanca, bufanda roja y chaqueta negra. Sin darle importancia a todas las miradas que estaban puestas en ellos, Regina buscó una mesa libre, sentó a su hijo y luego lo hizo ella. Toda la cafetería estaba en silencio viendo como la mujer que por tantos años había sido su mayor amenaza, y la cuál no veían hace 5 años estaba interactuando con un pequeño niño como si nada hubiera pasado.

- Regina, es bueno verte después de tanto tiempo - dijo Ruby quien se había acercado a la mesa para tomar la orden - ¿qué van a querer esta mañana? - preguntó

- Lo mismo digo Ruby - respondió Regina - quiero dos chocolates calientes, jugo de naranja, dos platos de pancakes de manzana y huevos revueltos con jamón y tostadas, eso sería todo, gracias Ruby

No había pasado mucho tiempo cuando la campana de la puerta sonó, Regina no tenía necesidad de mirar quien acababa de llegar porque a pocos segundos aquella persona estaba de pié a su lado.

- mamá - dijo Henry sonriente, y sin esperar que Regina estuviera completamente de pié, la estrechó en un fuerte abrazo - te he extrañado mucho

- y yo a ti Henry, mira ya eres todo un hombre - hablaba tratando de contener las lágrimas - ya pedí tu desayuno.

- Gracias, hola Manny - dijo saludando al niño - ya eres todo un hombrecito - abrazando al pequeño ya haciéndole cosquillas.

- basta Henry, basta - decía el niño entre risas.

- ya basta ustedes dos - dijo Regina sonriendo,

- por qué no me dijiste que ibas a volver, a mejor decir, ¿por qué volviste? - le preguntó Henry - muchas veces me dijiste que nunca volverías a Storybrooke, y de la noche a la mañana aquí estás, como si nada hubiera pasado

- las cosas han cambiado Henry, no tuve otra alternativa - le contestó sin entrar en detalles.

- ¿está todo bien? - le preguntó preocupado a su madre.

- luego hablaremos de ello, está bien? Por ahora vamos a desayunar - tratando de ocultar su preocupación tras una sonrisa.

- mamá está furiosa, no me ha dicho nada, pero no es necesario que lo haga - le dijo a su madre - aún está dolida por la forma en que te fuiste.

- bueno, supongo que tiene motivos para estarlo - respondió Regina - la engañé Henry, y en lugar de darle la cara me fui sin decirle nada.

Antes de que pudieran seguir con la conversación Ruby se acercó con la comida - Ah hola Henry, supongo que uno de los chocolates es para ti, en un momento te traeré la canela - y dejando la comida en la mesa, regresó minutos después dejando la canela en la mesa - que lo disfruten.

Disfrutaron el desayuno riéndose de las historias y ocurrencias de Henry y Manny, cuando dejaban la cafetería se encontraron frente a frente con Emma quien simplemente los miró sin decir nada y cuando iba a seguir su camino una voz la detuvo.

- buenos días sheliff - dijo Manny sonriendo - ayer nos vimos, ¿me olvidó? - le preguntó el niño preguntándose por qué no lo habían saludado.

- oh lo lamento Manny, que grosero de mi parte, estaba distraída, buenos días para ti también - sonriéndole al niño.

- este es mi hermano Henry - señalándole al alto adolecente.

- ella ya me conoce Manny, es mi mamá, ¿recuerdas que te hablé de ella? - le preguntó Henry tratando de hacer menos incómodo el momento.

- El caballero blanco! - dijo Manny como si acabara de descubrir el gran secreto del universo.

- eso dicen hombrecito, ten un buen día - le dijo mientras le alborotaba el cabello y se dirigía al mostrador, ignorando por completo a Regina; pero el niño no parecía muy interesado en terminar la conversación tan rápido, soltando la mano de Regina y corriendo donde se encontraba Emma.

- sheliff - le habló el niño jalando un poco de la chaqueta de Emma - ¿podría darme una cita? Necesito hablar con usted.

Emma trató de ocultar su sonrisa tras las palabras de aquel niño, con su comportamiento tan propio y educado era adorable, además le intrigaba que podría aquel pequeño querer hablar con ella.

- bueno señor Mills, creo que en la tarde tendré espacio disponible para atenderlo - le respondió de la forma más seria que pudo.

- pero no soy M - estaba hablando cuando su madre lo interrumpió.

- debemos irnos Manny, la sheriff está ocupada, lamento la molestia sheriff Swan - se disculpó Regina.

- no me estaba molestando - respondió Emma a Regina sin dejar de mirar al niño - y es en serio puedo hacerte una cita en la tarde si estas interesado, dile a Henry que te lleve - dejando claro que no quería hablar con Regina.

- Gracias sheliff, la veré en la tarde - regresando al lado de Henry esperando a que su madre saliera.

- no te preocupes, le diré que tuviste que trabajar y no puedes atenderlo - le dijo Regina antes de salir

- puedo dedicarle tiempo, no me metas en tus asuntos si vas a mentirle, buenos días señora Mills - le dijo Emma dándole a entender que la conversación, si así podía llamar había terminado.

Cuando salieron de la cafetería Regina y Henry, caminaron con Manny hacia el parque de juegos y pasaron allí toda la mañana. Si bien Henry tenía tan sólo 17 años, en los últimos 5 había crecido no sólo en estatura, sino que había madurado tanto como para ser el muchas veces confidente y consejero de su madre.

- mamá - comenzó Henry - dime porqué realmente has regresado, sé que tiene que ser algo grande, porque de lo contrario te habrías mantenido en tu palabra – Regina antes de irse y al despedirse de su hijo, le había dicho que nunca regresaría a la ciudad.

- ¿Cuándo creciste tanto? - le preguntó Regina mirándolo a los ojos - necesito magia, y este es el único lugar donde existe – fueron las palabras directas de Regina.

- ¿magia? Pero prometiste no volver a usar magia mamá - le dijo Henry.

- lo sé, pero también prometí hacer hasta lo imposible por proteger a mis hijos – confesó.

- ¿qué quieres decir con eso? - preguntó Henry preocupado - ¿está todo bien con mi hermano, le pasa algo a Manny? -

Las lágrimas de inmediato comenzaron a salir de los ojos de Regina, refugiándose en el hombro de su hijo, quien sin dar espera la abrazó para darle consuelo.

- nada está bien Henry, Manny está muriendo.

Continuara…. Si?, No?

Esta es otra historia que tenía iniciada en el tintero desde hace un buen tiempo, así que me dirán su vale la pena o no seguir con ella