Disclaimer: ni los personajes ni el universo SNK me pertenecen. Escribo por gusto y sin ánimos de lucro.
N/A: Si bien el torneo tiene un alcance mundial con combates realizándose en distintas locaciones del globo, esta historia transcurre en la ciudad ficticia de South Town para facilidad de comprensión (y escritura XD)
N/A2: Este equipo es mi favorito en el KOF 2003, y al que no hay mucho escrito de ellos (creo que solo he visto 2 fics en español donde son incluidos como personajes principales /3) decidí que debia colaborar y escribir, esta vez incluyendo a Gato (pues ya he publicado un fic YamaBilly). Este fic es obviamente yaoi, ya aclarado en el summary. Habrán algunas referencias a la pareja mencionada anteriormente, pero la atencion recae en Gato y Billy.
Espero y sea de su agrado!
Aclaraciones: —Diálogo
"Pensamiento"
Énfasis.
El torneo The King Of Fighters de ese año se desarrollaba con normalidad y el trío fuera de la ley estaba entre los mejores equipos. Billy sonrió para sí mismo mientras pensaba en lo exitosa que estaba resultando la misión que tenía junto a Yamazaki y Gato, y en lo satisfecho que estaría Geese al terminar la competencia. Más que nada, le gustaba hacer bien su trabajo. Estiró los brazos y dio un profundo suspiro, leyendo las últimas líneas del reporte que estaba escribiendo para Geese y al concluir en que estaba bastante bien, guardó el archivó y apagó el computador, ya era hora de dejar el trabajo un momento. Giró en la silla y se sorprendió a ver a Gato sentado en silencio en una de las camas de la habitación, posiblemente meditando. No tenía idea de que estuviera allí.
Si bien Geese les había dicho que no esperaba nada parecido al trabajo en equipo entre ellos, les había ordenado a que ganaran el torneo, y Billy no tenía en mente decepcionarlo. Recordó molesto el día que se reunió con Yamazaki y Gato, y como habían empezado con el pie izquierdo. Aunque las semanas que habían pasado juntos como compañeros de equipo habían limado un poco las asperezas, estaban muy lejos de llevarse bien. Además de haber sido contratados por Geese para estar en el mismo equipo, no tenían nada más en común.
El rubio se reclinó un poco en su silla mirando a su compañero. Sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre sus rodillas, los ojos cerrados con fuerza, lejos de estar relajado se veía tenso por alguna razón. Billy no recordaba realmente haberlo visto alegre o tan solo menos serio, pero el sujeto parecía ser un amargado todo el tiempo, y aunque tuviera un motivo, Billy no estaba enterado de ello y se le dificultaba entenderlo, cosa que lo ponía un poco nervioso. No tenía idea de cómo podría reaccionar Gato frente a algunas situaciones, ni cómo podría calmarlo, o distraerlo, no tenía idea de nada. Yamazaki en ese aspecto era todo lo contrario, extrovertido aunque misterioso a su modo, reaccionaba con gusto frente a la violencia o el dinero, y se aburría de la palabrería disfrazada. Billy ya lo conocía, desde hacía años que lo conocía.
Pero Gato era un arcón cerrado con llave.
Se quitó la bandana de la cabeza en un suspiro y la dejó sobre el escritorio. Para su sorpresa Gato lo miró y gruñó, al parecer molesto. Billy no pudo evitarlo pero rio divertido frente a la actitud del otro.
— ¿Cuál es tu puto problema? — Gato gruñó de nuevo frente a la pregunta de Billy, obviamente molesto por haberse visto perturbado.
— Ninguno, y no tengo interés en discutir contigo — respiró profundamente y cerró los ojos de nuevo, parecía un poco menos tenso esta vez. Billy lo miró desconcertado, aunque podría haber sido peor.
Geese le había contado muy poco acerca de su nuevo compañero: buscaba a su padre y su posible hermana lo buscaba a él. Billy pensó en su relación con Lilly. Su hermanita era lo más importante que tenía y no podía imaginarse ignorándola o huyendo de ella, como lo hacía Gato con su hermana. El tipo le resultaba cada vez más odioso. ¿Qué podría ser tan malo que había logrado convertirlo en un hombre tan cruel y detestable?
Gato por su parte no podría estar más desinteresado por sus compañeros aunque lo intentara, ninguno le agradaba demasiado, pero tampoco los odiaba. Billy no era más que un perrito faldero y Yamazaki un desquiciado, no podía verlos de otra forma. Le molestaba estar atado a ellos, por lo menos hasta que ganaran el torneo, pero aquello era un mal necesario, y la recompensa le convenía mucho. Tenía la mitad del plan resuelto, pues ganar no sería tan difícil, estaba demasiado seguro de sí mismo, y al ver el desempeño de sus compañeros, al ver lo fuertes que podían ser, se había permitido confiar en ellos al menos en ese aspecto.
Podía sentir los ojos de Billy fijos sobre su persona, escudriñándolo, como si quisiera descubrir sus secretos. ¿Pero que podía interesarle al rubio? ¿Su padre? ¿Hotaru? Seguro habría quedado con la duda luego de la reunión en la oficina de Geese, quien impunemente había mencionado al hombre y a la chica frente a sus ahora compañeros. Billy de seguro ya habría hablado con el viejo, y sabría la mitad de su historia, y eso le molestaba de sobremanera, pues eso era privado. Aunque no se lo habría preguntado directamente, podía darse cuenta de que Billy moría por saber más de él. Yamazaki le era indiferente, no le interesaban él, o Billy, si no el dinero y los enfrentamientos. Él le parecía más indiscreto, aunque difícilmente le dirigía la palabra, pues parecía más interesado en hacer enojar a Billy y forzarlo a pelear, aparentemente para saldar una vieja deuda.
Después de haberlo atrapado observándolo, estaba seguro del interés de Billy en él, y sin mucho esfuerzo podía imaginar su rostro con una expresión de intriga, torciendo la boca en duda, viéndose ridículo si no fuera por su ceño fruncido, que de alguna forma lo hacía ver más malo de lo que realmente era. Quiso reír por lo tonto que le resultaba su compañero, pero solo esbozó una sonrisa y movió la cabeza de lado a lado, despectivo. La estrepitosa voz de Billy y su molesto acento lo sacaron de su letargo nuevamente.
— ¡Sabes reír! Ya era hora, maldito odioso.
— Pensando en tu tonta cara, cualquiera aprende a reír.
Mal educado como la primera vez que hablaron, Billy decidió que no sería buena idea comenzar una pelea pues podría arruinar todo lo que habían logrado los tres hasta el momento, por lo que optó por hacer la vista gorda frente a la respuesta de Gato y reír, como si de un buen chiste se tratara.
— Tienes mi permiso de hacerlo más seguido, ¡hasta parecías agradable! Menudo desperdicio.
— No busco agradarte, ni a ti ni al otro sujeto — sacudió la cabeza apartándose el cabello de la cara, dándose a su vez aires de superioridad, y continuó — No me sirve de nada agradarte, y no sirve que te agrade a ti.
— Oh verás, si sirve, estoy harto de este ambiente de porquería, tan tenso por nada…hablo de cuestiones básicas de convivencia, solo eso.
— Pues convive con alguien más, que no me interesas, ni siquiera puedes mantener una conversación inteligente.
Billy se sintió un tanto herido al ser tomado por idiota, por lo que dejó de contestar. Apretó los puños, no en señal de amenaza, sino por los nervios. Gato podía ser cruel sin perder la calma y hablando correctamente, igual que su jefe. Gato chasqueó la lengua despectivamente, había puesto a Billy en su lugar, y no le había costado demasiado. El rubio miró a su alrededor, casi maldiciendo a Geese por haberlos obligado a quedarse en una habitación no muy amplia de hotel, con la excusa de que estando juntos le sería más fácil vigilarlos. No eran un trío de niños revoltosos después de todo, pero no iba a quejarse, menos ahora.
Billy rápidamente pensó en que un cigarrillo lo calmaría. Le desconcertaba que algo que le molestara tanto lo relajara, pero no iba a pensar mucho en ello. Se levantó y fue directo a la mesita junto a la cama donde Yamazaki dormía de vez en cuando. Revolvió el cajón sabiendo que encontraría una caja de cigarrillos, después de todo su compañero se llevaba ese vicio asqueroso a todos lados, y siempre tenía más por cualquier eventualidad. Sonrió, Yamazaki estaba loco, aunque no era un idiota.
Gato lo miraba con intriga, sin poder imaginarse que podría estar buscando. Su actitud le pareció algo turbia, husmear en las cosas de alguien más le sonaba a hurto, y aunque Billy le pareciera un delincuente de poca monta, no le parecía un ladrón. O simplemente no podía hacerse una idea de qué podría querer robarle a Yamazaki. Impulsado por la duda se movió un poco para verlo mejor, cuando Billy se sentó en su cama mientras encendía un cigarrillo, como si se hubiera olvidado de que no estaba solo en la habitación. El humo hizo toser a Gato, pues claramente no estaba acostumbrado. Billy exhaló en su dirección, solo para molestarlo un poco.
— Tenía entendido que no te gustaba esa porquería.
— Pues no, no me gusta — dijo, mientras le tendía la pequeña caja —, pero bueno, tampoco es tan malo.
Gato lo miró no muy convencido y rechazó la oferta. No había fumado nunca y no estaba en sus planes empezar a hacerlo. Billy pudo casi adivinar lo que estaba pensando.
— Ah, no sabes, debí suponerlo.
— ¡No es eso! — respondió molesto y bufó ante la sonrisa burlona que se formaba en los labios de Billy. De un manotazo tomó la caja y se fijó unos segundos en la marca y la advertencia sobre los riesgos de fumar, aunque eso no iba a detenerlo, no iba a echarse hacia atrás con algo tan trivial, mucho menos frente al inglés que parecía ansioso de tener algo con que burlarse de él. Después de sacar un cigarrillo y llevárselo a la boca levantó la vista para pedirle el encendedor a Billy, pero éste ya lo tenía con la llama frente a su cara. La sonrisa antes burlona, ahora desafiante, como si aún esperara a que Gato se arrepintiera. Frunció el ceño intentando no verse incómodo, el accionar de Billy le había dado algo de vergüenza, y se inclinó hacia adelante sosteniendo el cigarrillo entre dos dedos, aspiró con fuerza ni bien tocó el fuego y se apartó. Tenía idea de cómo encenderlo, pues había visto a Yamazaki hacerlo incontables veces, sin mencionar a gente en la vía pública, aunque no tenía idea de cómo fumarlo, por lo que se ahogó de inmediato. Apartó el cigarrillo por inercia y tosió con fuerza, disgustado por el sabor del tabaco y el humo, que para peor le hacía arder los ojos.
De haber sido alguien más, tal vez se hubiera reído, pero haber convencido a Gato para hacer algo le parecía un triunfo y no iba a arruinarlo por el gusto de burlarse. No pudo evitar pensar en que Yamazaki lo habría hecho.
— Esto es una porquería.
— Hey sólo traga y echa el humo por la boca, vas a encontrarle el gusto pronto — dijo en el tono más amigable que pudo, para luego demostrar lo que le había dicho. Esto podría contar como trabajo en equipo.
Al ser más sencillo que discutir, Gato siguió las indicaciones de Billy, sin mucho éxito. Como su terquedad le obligaba a no darse por vencido siguió intentando, fumándose casi la mitad de la caja en un periodo de tiempo demasiado corto. La cabeza le daba vueltas y le dolía. Habiéndose probado así mismo, lanzó la caja y el encendedor al otro lado de la habitación, en evidente hastío.
— ¿Pero qué rayos? — La indignación en el tono de voz de Billy le dio gracia, se cruzó de brazos y habló con una mueca de superioridad —: Ya basta de este vicio asqueroso, perdedor.
Billy carraspeó incrédulo, aquello parecía una broma: un avance. Dejó caer la colilla del cigarrillo que acababa de terminar de fumar al suelo, pisándola apenas con la bota.
— Apenas aprendes a no ahogarte y ya te crees el mejor, ¿ah?, hace media hora no tenías idea siquiera a que sabía el tabaco — levantó la vista y agregó airoso —, y apuesto a que hay otras cosas que tampoco sabes hacer.
Gato lo miró intrigado y se acercó un poco a él, mostrando interés en lo que Billy pudiera decir después.
— Ah, entonces tengo razón.
— Eso depende, no estoy enterado de qué es lo que aprendes siendo un delincuente.
— ¡No soy un delincuente!
— Liarte con delincuentes te hace uno, no vas a decirme que el loco de nuestro compañero o el viejo de tu jefe no son delincuentes.
— Ahora es tu jefe también, idiota.
— Digo la verdad, perrito faldero, no seas tan susceptible.
Gato tenía una forma cruel de bromear, sin duda, pero Billy ya había aprendido a darse cuenta de ello. No le había gustado para nada que insultara a Geese, ni que le llamara perrito faldero, sin embargo no iba a dejar que eso lo enfadara más de la cuenta.
— Pues este perrito podría hacer que toda la información encontrada sobre tu-sabes-quién sea lanzada a la basura — sonrió al ver que había dado en el clavo, pues Gato frunció el ceño molesto.
— Ya, ya, si te ofendes por una tontería así, no sé cómo logras llevarte bien con Yamazaki, quien he escuchado, te dice cosas peores, tonto.
— ¿Llevarme bien? ¿Qué clase de chiste estúpido es ese? ¡Odio al maldito infeliz, y voy a acabar con él cuando termine este estúpido torneo!
— Si lo odiaras tanto, habrías acabado con él hace tiempo, listillo, pero tú mismo te detienes, ¿no?
— No es algo que importe demasiado.
— No a mí, pero a ti sí — se inclinó hacia adelante y le dio un leve golpecito en la frente, como si quisiera hacerlo reaccionar y continuó —: oye, te agrada y ya, no sé por qué te esfuerzas en negártelo, tonto.
No era como si sólo le agradara, el asunto iba más allá de eso, pero no iba a decírselo a Gato. Recordó con mucha vergüenza las veces que había intimado con Yamazaki. Por un tiempo se había acostumbrado a que el mayor lo arrinconara contra la pared, lo besara hasta hacerle doler la boca, lo tocara con sus toscas manos o que lo hiciera suyo las veces que quisiera. Prefería engañarse creyendo en que simplemente uno había utilizado al otro y ya, aunque no era cierto, pues sabía bastante bien que le gustaba y que incluso podría haber sido más que eso. Movió la cabeza, como si intentara apartar sus pensamientos, ya podía sentir su rostro arder. Maldijo mentalmente a Gato por hacerle recordar el malsano y efímero romance que había tenido con esa bestia años atrás, por hacerlo recordar lo que sentía por él y por hacerle ver lo tonto de su actuar al seguir molesto por el episodio violento que se sucedió en la oficina de Geese.
— Ah, sí, tienes razón, — dijo mientras se frotaba la nuca, aun absorto en sus pensamientos —, pero esa tonta cara suya, ¿no vas a decirme que no te provoca darle un golpe?
— En verdad me provoca darles un golpe a los dos, pero aun no decido el orden.
A pesar de que no se consideraba un entrometido, el pasado de sus compañeros le interesaba en la medida de que podría ayudarle a entenderlos, le parecían un par de idiotas pero seguro tenían sus motivos. Estaba a punto de agregar algo más, cuando vio que Billy esbozaba una sonrisa tímida sin mirarlo directamente, Gato pensó entonces que no sería buena idea darle un golpe, pues arruinaría su rostro. Gruñó molesto frente a su tonto pensamiento, ¿acaso le parecía lindo? ¿Acaso le daba lastima, verlo tan vulnerable?
Sí, y tal vez.
Se había mostrado odioso y lo había insultado desde que se conocieron, pero conforme pasaban los días Billy le agradaba cada vez más, no había caso en no aceptarlo. Efusivo, festejando sus victorias y halagando de forma exagerada sus movimientos, el rubio tenía facilidad para ser simpático o por lo menos para aparentarlo. De temperamento volátil, se alegraba por los triunfos, se enfurecía frente a un insulto a su jefe a quien le guardaba un profundo respeto, se amargaba ante la idea de fracasar y estallaba en rabia si llegaba a escuchar algo de otro luchador, con quien aparentemente había hecho equipo hacia ocho años, pero las cosas habían terminado muy mal. Y ahora, en su cara podía ver una expresión de vergüenza, podría decir de dolor. Le había hecho remembrar un recuerdo lastimoso sin intención y casi se sintió mal por ello, porque ni siquiera lo había querido así. Conocía muy bien aquella expresión, pues la había visto en el rostro de Hotaru, al negarle su parentesco. La muchacha habría insistido, Billy por su parte prefirió sonreír derrotado.
Gato se veía distraído aunque serio, característica por defecto en su rostro duro pero joven. Una sonrisa que no fuera sardónica simplemente no le quedaría bien. Su obrar lo hacía parecer un hombre mayor, aunque sus comentarios airosos y egocéntricos delataban que tenía menos de treinta años. Su estilo indicaba que estaba muy lejos de ser un sujeto de ciudad, "como yo" pensó Billy. Tosco, cerrado en sí mismo, no podían ser más diferentes. Tal vez por ello es que se sentía súbitamente interesado en él. Aprovechando lo abstraído que estaba el otro, se acercó y del mismo modo que lo había hecho con él, le golpeó la frente.
— Hey, ¿qué te…?
Con un movimiento fugaz, Gato lo tomó vigorosamente por la muñeca, llevó su brazo a la altura de los hombros y lo empujó con fuerza contra la cama sin soltar el agarre, mirándolo como una fiera, como si de un enemigo se tratara. La respiración de Billy se aceleró ante la explosiva reacción de su compañero, propia de su entrenamiento en Kung Fu. Un escalofrío recorrió su cuerpo al tenerlo tan cerca y de aquella forma, más por esos ojos negros mirándolo fijamente. Una sonrisa de triunfo se dibujó en el rostro de Gato, haciendo que Billy se sonrojara de golpe. ¿Qué rayos?
— ¿Por qué esa cara? ¿No dijiste que parecía más agradable?
Una burla, por supuesto que era eso.
Bufó y se soltó del agarre de Gato, para cubrirse el rostro avergonzado —: maldito imbécil, yo…yo creí… — "creí que iba a besarme" concluyó para sus adentros.
Y como si la humillación no hubiera sido suficiente, su compañero lo agarró por ambas muñecas forzándolo a dar la cara. Billy lo miró, la expresión en su rostro era diferente: no le parecía tan tosco como antes y lo observaba de una forma extraña, como estudiando cada centímetro de su cara, la tonalidad de su sonrojo o la frecuencia en el temblor de sus labios. Pudo distinguir un dejo de fascinación en sus ojos negros.
Gato ahora estaba seguro de que no le parecía lindo, sino que realmente lo era. Su rubia cabellera alborotada, sus ojos azul claro, el rubor en sus mejillas. "No me sirve de nada agradarle", "no me interesa", se repetía para sí, mientras sentía una opresión en el pecho y un ligero calor en el rostro. Se inclinó sobre Billy y lo besó sin más. Ya tendría tiempo para cuestionarse luego.
N/A: Sé que Billy no soporta la idea de fumar (linda chaqueta!), pero a mi parecer ayuda a destacar su personalidad contradictoria (delincuente, chico malo / hermano amoroso y atento). Me basé en mi propia experiencia para describir a Gato aprendiendo a fumar XD
Espero que les haya gustado, y en lo posible subiré el siguiente capitulo pronto. (Lo habia pensado como one-shot, pero en medio del camino tuve mas ideas...asi que decidí porque tuviera unos cuantos capitulos.)
Hasta el próximo capitulo! Dejad review con cualquier duda, critica o sugerencia, lo apreciaria mucho :-)
