BIEN... hola, primero que nada...
Segundo, estoy nerviosa, esto es algo nuevo, no he visto creo, nada parecido a esto en ningún lado, por lo que me pareció original... repito, SI ERES FAN DE YAOI NO LO LEAS, te decepcionarás, por que Mihael y Mail no terminan juntos...o, tal vez si, ¿qué se yo?... Lo escribiré sobre la marcha...
Este Fic estará dedicado a mi y a las personas que me han apoyado, de FF y de mi vida fuera de la computadora...
Así que, éste, va dedicado a Rocío Villalba Travín, mi mejor amiga en todo el maldito mundo, el mi compañera de locuras y travesuras... gracias por todo, y aun que no lo lea, es necesario que este primer capítulo sea suyo...
Trataré de subir a cada semana un capítulo... pero veremos...
les dejo, ojalá que les guste y que lo lean...
Primer día...
El pelirrojo despertó con aquel primer rayo de sol filtrándose de entre las cortinas del cuarto, que fue a dar justo a su rostro.
Algo molesto, trató de desperezarse, pero algo se removió cuando él, por accidente, golpeó con su codo, causando un susto bastante grande en el chico. Notó, entonces, la presencia de cierto rubio a su lado. Aquel primer sentimiento de sorpresa, jamás asistió, en su lugar aparecieron una sonrisa satisfecha y un leve rubor en su rostro, al recordar por qué estaba durmiendo en la cama del chico y por qué estaba tan ligero de ropas él mismo y por qué lo último que recuerda la noche anterior es al rubio.
Se inclinó y besó los cabellos del chico, que se revolvió y murmuró algo entre sueños, todas cosas sin sentido alguno. Ante eso, solo sonrió más plenamente y se levantó tratando de no despertar al otro. Se vistió de modo correcto y trató de salir del cuarto, cuando…
- ¿Piensas dejarme aquí? – escuchó a sus espaldas; giró, encontrándose con Mello ya a su lado, obviamente despierto, con una sonrisa cálida en su hermoso rostro.
- Te veías demasiado adorable durmiendo, no podía despertarte – dijo acariciando su rostro.
- Me desperté a penas… – comenzó a hablar con voz extraña, muy aguda y, al parecer, lo había notado, ya que su rostro reflejaba la mayor sorpresa. Dirigió sus ojos al reloj que descansaba sobre la mesita de noche al lado de la enorme cama de casi tres plazas y luego al calendario que colgaba de la puerta de su ropero, para salir corriendo del cuarto. Matt quedó quieto y, luego de recomponerse de todo ello, siguió los pasos del rubio.
- ¿Mello estás bien? – preguntó encontrándolo sentado de modo extraño en el suelo de la cocina con dos barras de chocolate entre sus labios – ¿Y si comes de a una? – sugirió viendo la urgencia del menor que negó con fuerza con la cabeza – como prefieras – dijo encendiendo la cafetera. Se sentó en la mesa de la cocina y observó a Mello, que con la mirada perdida devoraba aquellas pobres tablas de chocolate al mismo tiempo.
- Ducha – de pronto susurró poniéndose de pié, caminando a su cuarto. Matt entendió enseguida a qué se refería, siguiéndolo, pero antes que pueda entrar, cerró la puerta en sus narices.
- ¡Mello! – se quejó, no enojado.
- No – gritó detrás de la puerta y se entristeció ante aquel comentario; pero… ¿De qué le servía a Mello provocarlo, si luego no lo dejaría entrar a bañarse con él? Después de todo anoche había sido su primer noche para ambos ¿No quería repetirlo? Él, Matt, si quería, mucho.
Suspiró y fue hasta la cocina a servirse se café y a preparar algún submarino para cuando Mello saliese. Pero no alcanzó a llegar a su amado café, que la puerta del cuarto se abrió, cediendo el paso a un urgido rubio, bastante urgido.
- Matt, debo salir, vuelvo en diez minutos, préstame tus llaves – dijo veloz, deteniéndose al lado del pelirrojo, extendiendo la mano, esperando las llaves.
- ¿Cómo? ¿Salir? Voy contigo – dijo queriendo alistarse.
- No es necesario que lo hagas – dijo torciendo la boca, hacía eso cada vez que se ponía nervioso.
- Mello ¿Qué pasa? ¿Estás bien? – preguntó acercándose al rubio, al estar lo suficientemente cerca, lo abrazó, correspondiéndole el otro de modo automático.
- Necesito ir a una farmacia – dijo contra su pecho.
- ¿Te duele algo? ¿Te lastimé anoche? ¿Te sientes bien? – habló algo asustado, levantándole el rostro por el mentón, para verlo a los ojos, notando que había incomodidad en aquellas orbes azules – ¿No quieres que vaya yo? – preguntó preocupado.
- N-no, necesito ir yo – dijo firme, queriendo separarse, siendo sorprendido por el pelirrojo al sentir un tirón y que luego lo besaba.
Sus párpados cayeron y envolvió la cintura del otro, hundiendo sus labios en los ajenos. Matt lo llevó a la mesa del living y lo sentó allí, comenzando a colocarse sobre él. Quería sentirlo de nuevo, pero había cierta resistencia por parte del rubio.
- M-Matt – alcanzó a escuchar como un suspiro mientras devoraba su cuello con parsimonia – Ahora no, es urgente lo de la farmacia – dijo y Matt se separó a regañadientes de su piel.
- Okay, pero me lo debes – dijo algo enojado, pero no mucho. Tomó al rubio por la cintura para ayudarlo a bajar, notando que no se lo veía muy bien.
- Gracias Matty – dijo el chico envolviendo el cuello del hacker con sus brazos, pero no lo soltó luego de que éste lo ayudase; Matt sintió el peso total del rubio en sus brazos, no era mucho ni nada, pero era todo y eso no era algo normal.
- ¿Mello? – lo tomó de forma nupcial, notando que su rostro carecía de cualquier vestigio de sangre.
- Farmacia – contestó débil, cerrando los ojos.
- Dime qué necesitas, yo iré, Mell, no puedes salir así –dijo caminando al cuarto.
- Farmacia – repitió señalando la salida con dificultad – por favor – pidió mirándolo a los ojos.
Matt vaciló, pero decidió tomar las llaves de su auto, sus dos abrigos y salir por la puerta cargando al rubio.
Depositó al menor en el asiento de copiloto, entregándole su abrigo, cerrando la puerta; mientras daba la vuelta para poder subir, se colocó él mismo el abrigo; abrió y de inmediato arrancó.
La farmacia más cercana, se encontraba a unos 10 minutos en auto, pero tardaron el doble, ya que Mello comenzó a hacer un berrinche por haber olvidado su chocolate. Matt debió pasar a comprar a medio camino.
Una vez en el lugar del estacionamiento, comenzó a ayudar al rubio a levantarse, pero éste se rehusó.
- Espérame en el auto – dijo saliendo solo.
- Ni de broma, no me separaré de ti – respondió parándolo al tomarlo del brazo.
- Matt, obedece – dijo firme, pero sonó más a un petitorio que a una orden. Matt miró al rubio, notando que el color aún no volvía a su rostro, pero que parecía encontrarse mejor.
- Okay, te esperaré aquí – dijo y el ojiazul le sonrió, para luego caminar hasta las puertas del local, que se abrieron, tragando su figura por completo al cerrarse.
Matt miró la puerta por un minuto, algo preocupado, pero luego sacó sus cigarros y, encendiendo uno, se apoyó en el capó del auto a esperar. '¿Qué diablos le pasaba a Mello? ¿Por qué no había querido que él fuese a comprarlo lo que sea que tuviese que comprar con tanta prisa? ¿Por qué se había desvanecido tan repentinamente?' pensaba; la verdad era que estaba actuando por demás extraño. Entre sus cavilaciones, terminó su cigarro; con un suspiro apagó y lanzó la colilla, para escuchar la puerta automática abrirse. Sus ojos volaron a ella y, hasta la última gota de su sangre hirvió.
Un castaño bastante, bastante alto y bastante buen mozo, de ojos marrones, sostenía al rubio por la cintura con una mano, ayudándolo. Mello era una masa gelatinosa, incapaz de mantenerse por si solo en pie, que rodeaba el cuello del muchacho con uno de sus finos brazos de modo débil, arrastrando los pies con pesadez.
El pelirrojo se acercó rápidamente, comiéndose con los ojos al "aprovechado".
- Gracias por tu ayuda, a partir de ahora me encargo yo – escupió despectivo; el castaño frunció el ceño.
- ¿Cómo se que eres su conocido y que puedo confiar en ti? – preguntó entrecerrando los ojos. Matt se sintió más ofendido que en toda su vida, aquel desconocido, le había desconfiado a Mello, como si él, Mail, fuese un extraño, y no aquel quién-sabe-cómo-se-llame, castaño. Fue entonces que Mello abrió sus ojos un poco, notando la tensión de la escena.
- Matty – susurró tendiéndole su brazo libre de modo casi imperceptible; Matt se acercó nuevamente, tratando de cargarlo, pero el castaño se lo impidió. Matt apretó la mandíbula, lanzando chispas por los ojos, tratando de no golpear en la cabezota al metido ese.
- Permíteme, por favor – siseó.
- Espera, ¿Lo conoces? – preguntó mirando al rubio, cosa que hizo dar un respingo a Matt, ya que sus rostros de hallaban a menos de diez centímetros de distancia. Mello afirmó una sola vez con la cabeza.
- Es mi Matty – dijo con voz rasposa. El castaño puso una expresión asombrada, lo que dio al pelirrojo oportunidad de actuar.
- ¿Ves? – dijo arrebatándole el cuerpo de Mello, pero sin lastimar ni nada al rubio – Gracias – masculló secamente, dándose la vuelta, queriendo alejar a Mello lo más posible de ese pervertido.
- Espera, olvida su compra – gritó a su espalda el castaño, alcanzándolo. Matt se las ingenió para sostener con una sola mano al rubio, para recibir la no-pequeña bolsa con su mano libre.
- ¿Alcanzó a pagar? – preguntó.
- No, pero olvídalo, se ve débil – dijo dándose la vuelta, caminando la entrada del edificio.
Matt volvió sus pasos hasta el auto, donde dejó al rubio acostado en los asientos traseros, mientras él se metía en el de piloto y arrancaba.
Espero que les guste... y esperen a que suba el resto...
Si quieren insultar y criticar las fanáticas de Yaoi, pueden hacerlo y dejar reviews también (mala escusa)...
Saben que las quiero, lectoras...
Ayiw
