Hola a todos!

Este fic participa del Reto Temático de Febrero "Verde y Plata" del foro "First Generation: The story before books".

Disclaimer: Todo el potterverso es de JK, obviamente.


Estás sentado en tu lugar favorito de la sala, un triste, solitario y oscuro rincón, igual que tu alma. Llevas horas leyendo la misma maldita hoja del mismo maldito libro que, por más que intentas, no puedes retener. Estaba claro que, desde que te lo regalaron por tu cumpleaños, no podía ser más que un libro en tu estante, acumulando polvo. Pero ¿Qué esperaba tu madre regalándote esa estúpida novela romántica?

De pronto, algo te saca de tus pensamientos. La puerta de la sala común se abre con violencia y se escuchan unos tacones chocar con el piso con rapidez. Y con solo el sonido de su andar, sabes de quien se trata. Cierras el libro y lo desvaneces con la varita, porque no vas a arriesgarte a que te vean con semejante historia en las manos. Te hundes en la oscuridad lo más que puedes, y la observas, cual depredador que eres.

Salta a la vista que está molesta, camina de un lado para otro sin saber qué hacer. Tiene una mano en la cadera y otra en la frente, tratando de tranquilizarse en vano. Una de las lámparas atrapa su atención, la agarra y la hace pedazos contra el suelo. Saca su varita y desata su furia contra los cojines, haciendo que la sala se llene de plumas blancas.

Después de lo que parecen horas, se deja caer al suelo y abraza sus rodillas contra su pecho, que sube y baja arrítmicamente. Y en esos momentos de dolorosa paz, la ves con detenimiento, y te memorizas cada parte de su cuerpo.

Su cabello es tan oscuro como la noche y largo hasta la cintura, e inmediatamente te acuerdas de cómo lo llevaba el día que la conociste, hasta los hombros, y no pudiste quedar asombrado de lo bien que le quedaba, y de cuanto te gustaba, a pesar de que tu tipo de chica eran aquellas rubias de cabello infinito y ondulado. Hasta ese día.

Sus ojos, aunque ahora están cerrados, sabes que son de un color tan extraño que ni tú mismo te puedes decidir si son verdes o son miel, y te hipnotizan. Sabes que cada vez clava su mirada en ti, tus piernas tiemblan con sutileza y tu respiración se agita, pero es imposible evitarlo.

Te fijas en sus mejillas, que en este momento están encendidas de color rosado por la rabia, y te preguntas si se teñirían del mismo modo si su cuerpo fuera víctima de tus expertas caricias. Y así te pierdes, fantaseando en las mil y un maneras en que harías que su respiración se agite y su cuerpo sude, y su voz susurre tu nombre.

Detienes tus pensamientos antes de que hagas algo de lo que, no estás seguro, te arrepentirás. No te das cuenta el momento en que se quedó dormida, recostada sobre la vieja alfombra verde. Te levantas y te acercas con lentitud, con miedo de despertarla. Cuando estas a su lado observas su frágil figura, y te dan ganas de reír cuando ves los absurdamente altos tacones que lleva puestos, porque sabes que su mayor complejo es su estatura, y como desearía ser tan alta como Daphne y Tracey. En ese momento te das cuenta que la conoces demasiado bien, tanto que te asusta.

Después de dudar un segundo, la tomas en brazos y rezas por no disturbar sus sueños, pero ella está completamente dormida. La llevas a su habitación, y das gracias de que sus compañeras de cuarto tienen las cortinas de la cama cerradas. Tus impulsos te dicen que la arropes y beses su frente, pero tu cobardía te detiene. Y te vas, sabiendo que en la mañana ella despertará pensando que fue Draco el que la llevó a su cama. "Como el caballero que es" piensas con acidez.

Porque sabes, que aunque esa chica solo tiene ojos para Draco, tu no tienes ojos para otra. Y has pasado cientos de noches sin conciliar el sueño, porque al cerrar los ojos, solo la ves a ella, llorando y gritando de desesperación. Y te has levantado con ganas de estrangular a tu compañero de cuarto, pero la cobardía te detiene.

Y también sabes que tú eres perfecto para ella. Que nunca la harías sufrir, y matarías al que provocara sus lágrimas, a menos que esas sean de felicidad. Que rodearías su cuello y dedos de diamantes y perforarías sus orejas con esmeraldas. Que harías lo que fuera por escuchar su risa, que te contagia como nadie más puede. Que cumplirías cualquier deseo y capricho que se le ocurra.

Te acuestas en tu cama y encuentras en ella el libro que tenías en manos hace un rato, y una sarcástica carcajada sale de tu garganta. Piensas que es irónico que tu madre te regale libros de romance, con la esperanza de enseñarte su significado, cuando tú de romance eres un experto. En dado caso debería regalarte un libro sobre valentía, porque es lo único que te falta para tenerla.

Maldita cobardía.


N/A: Después de querer escribir sobre Andrómeda, Astoria, Severus y Daphne sin éxito, me decidí por escribir de Blaise, porque no hay suficientes historias sobre él en Fanfiction. Y no es secreto que es uno de mis personajes favoritos.

Espero que les haya gustado, y gracias por leer.

¿Review?