Prologo
La misma escena una y otra vez no importa cuanto se repita, siempre es lo mismo un cuadro grotesco algo que la mente no puede dejar de condenar, a mí alrededor solo un bosque cubierto por la noche, mas oscuro de lo normal parece que el propio ambiente condena y censura lo que ocurre.
Serán una decena tal vez, dos o tres, imposible llevar la cuenta de los cuerpos que hay apilados es tan difícil viendo que están desmembrados, mutilados y regados como si fueran desperdicios de lo que antes eran seres completos, solo queda una escena asquerosa en la que se funden los restos de miembros cortados, los órganos que salen de estos, y la sangre… esa sangre que fluye ahora como un río carmesí a lo largo de toda esa pila.
El olor se vuelve insoportable, no importa cuanto lo respire una y otra vez jamás nadie se puede acostumbrar a esto, no es olor de los cuerpos, de la sangre o de cualquier cosa, no nada de esto lo vuelve así es el olor de la muerte lo que hace todo pesado, asqueroso provoca ganas de vomitar con solo sentirlo y soltarse a llorar amargamente.
Sin embargo en el centro de todos los cuerpos se encuentra la razón de todo, un hombre que muchas veces he dudado que lo sea, como siempre hay esta no importa que sea uno o mil siempre termina así, el sobrevive y termina con todos muchos lo llaman suerte pero creo que para el es mas una maldición.
Aunque hay veces que pienso si eso es verdaderamente sobrevivir, mas bien parece que con cada lucha muere mas y mas una parte de el jamás regresa, en medio de un jardín de muerte y un río carmesí siempre queda el lleno de heridas dejando hay su propia sangre, jadeando como un animal moribundo, con los ojos cerrados encerrando solo en su mente junto a las imágenes de la cruel matanza.
Lo que no cambia es simplemente ese abrazo, entre el y su arma mas parece el abrazo de dos enamorados en un invierno, transmite sus sentimientos a quizás la única cosa en todo el mundo que llegaría a entenderlo, el objeto con el cual arranco esas vidas su mas grande tesoro o tal vez, el ni siquiera lo vea como un objeto para el es una extensión de su cuerpo.
Es como si la propia monstruosidad de arma que posee le diera el consuelo y la fuerza de seguir adelante y llegar al día siguiente, como una madre alentando a su hijo mientras ella se mantiene erguida y el la abraza arrodillado.
El ambiente tan pesado, el sentimiento de muerte y su enfermizo olor aun con semejante cantidad de cuerpos la mayoría de eso proviene de el y su compañera inseparable.
Sigues con vida – dijo un extraño ser pequeño que vuela haciendo círculos – por un momento imagine que esta vez morirías.
Mírate estas cubierto de heridas – dijo nuevamente mientras se acerca – siempre me confundes si estas vivo o muerto.
¿Aun me sigues insecto indeseable? – dijo el hombre entre jadeos mientras con mucho trabajo intenta ponerse de pie.
Deberías agradecer que alguien en este inmenso mundo siquiera se preocupa por alguien como tu – dijo el ser reprochando.
Jamás te he pedido que lo hagas – dijo el hombre con la voz adolorida pero llena de enojo – jamás le he pedido a nadie que vea que existo.
Espera – dijo el ser mientras se comienza a retorcer – tu enojo…
Por fin el hombre se incorpora lentamente dejando claramente ver que las heridas y el cansancio lo hacen casi desfallecer, mientras el pequeño ser poco a poco también se incorpora, viendo avanzar a su compañero.
Y dime Egil esto ¿Eran necesario? – pregunto el ser mientras ve tristemente el escenario - ¿esta matanza era algo que no se podía evitar?
Míralos – dijo Egil mientras con esfuerzo apuntaba con su brazo a los cadáveres despedazados – cuatro decenas de seres que todo son, menos humanos.
Aun así… - dijo el ser mientras inclina su cabeza - ¿Qué sentido tiene esto?
Un ser mágico – dijo Egil riendo dolorosamente – preocupado por un montón de seres malditos, de escoria demoníaca.
Los de su clase solo entienden el lenguaje de la sangre – dijo Egil mientras comienza a caminar – vida por vida ellos matan y mueren y nosotros somos solo una mera diversión para ellos.
Poco a poco la oscuridad se va desplazando mientras los primeros rayos del sol caen sobre el bosque mostrando semejante matanza, y ambos comienzan a avanzar sin siquiera ver eso, caminando lentamente Egil adolorido dejando una línea delgada de su sangre mientras anda, y el otro ser lo acompaña a cierta distancia.
¿Qué ocurre kerbtier, al fin te vas a largar? – dijo Egil mientras camina balanceándose.
Tu olor, lo sabes es algo que intoxica si estoy cerca – dijo el ser mientras se tapa el rostro – tienes suerte de que pueda estar a esta distancia sin morir.
Pequeño kerbtier – dice Egil mientras de su boca sale un poco de sangre – tu pequeña voz siempre es molesta.
¿Cuántas veces debo decirte que tengo nombre? – dijo el ser mientras se agita enojado – mi nombre Enlil.
Para mi eres un kerbtier molesto solamente – dijo Egil mientras lucha por continuar conciente – es de día será mejor que descanse un poco, después de todo han pasado tres días desde que dormí.
Creo que eres más demonio tu, que los que mataste allá atrás – dice Enlil mientras comienza a acercarse.
Al llegar a un nuevo claro Egil busca un lugar y se sienta recargándose en un árbol, donde nuevamente toma su arma abrazándola mientras cierra sus ojos, sintiendo como su cuerpo palpita por las heridas siente que el viento quema sus raspones su cuerpo ahora resiente cada uno de los golpes que recibió.
Esto es un ciclo que vive ese hombre llamado Egil, la vida de un demonio seguida por un humano pelear, matar o morir en todo el tiempo que llevo con el solo eso se, nunca habla nunca dice que piensa no tiene pasado y no parece tener futuro, soy algo así como su único lazo con la cordura.
Ahora esta simplemente hay quieto, con una paz fingida, no es verdadera paz tal vez una tan sincera que ningún otro jamás ha experimentado pero… ¿Cuánto podrá descansar?, segundos, minutos, quizá horas, o mas bien cuanto tomara el próximo ataque, por ahora se encuentra moribundo aunque su propio orgullo le impida aceptarlo, y ese olor siempre presente poco a poco de condensa a su alrededor volviéndose una especie de aura que lo protege o tal vez lo comienza a devorar suavemente.
