Hola chicas. Regreso con un fic cortito, tiene solo 14 capítulos. Su original es francés, de Sedgie. El título original es Mascarade. Creo que lo titularé Mascarada, a no ser que se me ocurra uno mejor.
Resumen: Una estrella del cine corre tras su gloria perdida y se ve interpretando una gran farsa con una joven desconocida encontrada por casualidad en un ascensor para recobrar su popularidad.
Por supuesto es AU, y espero que os guste. Es mucho más light que otros fics de Sedgie, pero aun así tiene algunos momentos emocionantes.
Encuentro
¿No os pasado nunca esperar algo tanto como temerlo? ¿Tener ganas con impaciencia de algo, pero al mismo tiempo querer huir de ello? ¿Tener ese sentimiento de deseo y de miedo a la vez?
Cuando acababa cada película, Gina Mills tenía esa impresión.
Estaba ansiosa, como un niño la mañana de Navidad, pero tan febril como cuando se esperan los resultados de un examen.
Sola en su salón, golpeaba nerviosamente con sus uñas la mesa de cristal. Detestaba ese estado de nerviosismo y de miedo, detestaba encontrarse débil ante una sencilla cifra. Ella, que había estado bajo las luces de los focos gran parte de su vida, hoy esas luces no eran tan vivaces y cada una de sus nuevas apariciones en las salas oscuras era un desafío que detestaba sufrir.
Cuando el timbre de la puerta sonó, se sobresaltó, ya que estaba hundida en sus pensamientos. Cuando el timbre insistió, Gina ya no dudaba de quién estaba tras la puerta.
«¡Sí, sí, ya voy!»
Abrió la puerta con hastío antes de divisar a una fogosa pelirroja de ojos verdes de pie en su umbral.
«¡Hola, Darling!»
«Zelena…¡Qué disgusto verte!» soltó la joven
«No seas tan cínica, sabes que es mi pequeño ritual con cada estreno ¿Puedo?»
«Entra»
La bella pelirroja pasó por delante de Gina, destilando su dulce perfume de manzana a su paso, seguida de Gina irritada, como mínimo.
«¿Aún sin noticias?»
«Ninguna…»
«Lla película ha salido esta mañana…las cifras no deberían tardar. ¡Tengo un buen presentimiento esta vez!» se entusiasmó la joven
«Si tú lo dices…»
«Si tú misma no crees en el éxito de las películas que ruedas…»
«No soy pesimista, soy lúcida. Aún no sé por qué acepté rodarla»
«Hm, déjame adivinar: ¿porque estás sin blanca? ¿Y porque desde hace más o menos…cinco años que ya no estás abonada en las películas a las que estabas acostumbrada desde los 17 años?»
«Cállate…» gruñó la joven frunciendo el ceño «Y no estoy sin blanca, como dices. Aún tengo generosos ahorros»
«Has aceptado rodar una película de segunda sencillamente para estar ocupada, no para buscar el suceso del siglo. Debes sospechar que no va a entrar en el panteón de las películas de éxito»
«Mientras pueda seguir ejerciendo mi trabajo…»
«¿Pero en qué condiciones? Mírate: ya no tienes 20 años Gina…Tus años "estrella en alza de Hollywood" han quedado atrás. Tienes que admitir que cerca de los cuarenta, solo Charlize Theron y Julia Roberts tiene aún posibilidades»
«…»
«O abandonas el cine y te vuelcas en la tele. Mira Mujeres Desesperadas, ha relanzado las carreras de actrices que estaban de vuelta y todas en sus cuarenta»
«Se supone que eres mi agente, te toca a ti decirme que tengo que hacer o no»
«Cierto, soy tu agente, pero también y antes que nada, soy tu hermana. Y como tal, no deseo ver a mi hermana hundirse en películas de serie B, y después en el olvido. Fuiste la novia de Hollywood, has rodado con los más grandes, fuiste la compañera de otros. No espero que recuperes la notoriedad de antaño, pero no quiero tampoco que caigas en el olvido»
De repente el teléfono de la bella pelirroja vibró y cuando leyó el contenido del mensaje, hizo una mueca
«¿Veredicto?»
«Menos de 30.000 entradas…» suspiró la joven «Lo siento»
Gina entonces se levantó, gruñendo de frustración y empezó a caminar de arriba abajo por su salón, yendo de la chimenea a la mesa y viceversa, bajo la mirada apenada de su hermana.
«Gina…»
«Tengo una entrevista en el Hilton en una hora» la interrumpió la bella morena
«Lo sé» suspiró Zelena «¿Te llevo?»
«No, yo…me gustaría estar sola…»
Zelena asintió antes de sacar una hoja de su bolso
«Estas son las preguntas que la periodista se supone te va a hacer. Pero hay muchas posibilidades que comience con las cifras»
«Lo sé»
La fogosa pelirroja entonces se levantó y se acercó a su hermana. Vaciló un momento antes de dedicarle un tierno gesto, no habían vuelto a tener un contacto de verdad caluroso desde que el éxito había tocado a las puertas de Gina.
Joven puertorriqueña criada en el Bronx, Gina siempre había soñado con un futuro espectacular. No sabía por qué, pero siempre había sabido, en su interior, que sería alguien.
Así que cuando durante un curso de teatro la llamaron para un casting, se presentó con toda la esperanza y la frescura de sus 17 años. Y para su gran sorpresa, fue convocada para un segundo papel que la catapultó a Hollywood.
Después, poco a poco, había subido los escalones, yendo de una película a otra, captando los focos sobre ella y sobre su joven carrera. Pronto fue bautizada como la pequeña novia de Hollywood a quien todo le sonreía, encadenando película de éxito tras película de éxito, encadenando entrevistas en las grandes cadenas, encadenando también conquistas que eran sus compañeros en la pantalla, la mayor parte de las veces.
Después el tiempo pasó, Gina fue envejeciendo y aunque aún era una mujer muy bella a sus 36 años, otras jovencitas habían tomado su sitio en el corazón de los productores y de Hollywood, empujándola suavemente hacia la salida.
Pero Gina era una mujer segura y orgullosa que aún no había dicho su última palabra. Sabía que había nacido para eso, ya no se veía haciendo otra cosa. Pero las ofertas eran cada vez más escasas y pronto la notoriedad se fundió como nieve al sol.
Por supuesto, su familia siempre había estado ahí para ella, pero cuando consiguió el éxito en Hollywood, ella se apartó de ellos y olvidó casi de dónde provenía. Solo la presencia de Zelena le recordaba de dónde venía.
Zelena era su hermana mayor, que estaba estudiando derecho cuando su hermana fue llamada por el éxito hollywoodiense. Sabiendo muy bien que ese mundo solo estaba lleno de tiburones, prefirió seguir la carrera de su hermana y convertirse en su principal agente y abogada.
Y aunque su hermana se las hacía pasar a veces mal, tratándola como una esclava, Zelena nunca la había abandonado, nunca le había dado la espalda como pudo hacer la mayoría de su familia. A pesar de los cambios de humor de su hermana que se estaba precipitando hacia el declive en su carrera, Zelena siempre había tenido fe en ella.
«Tenme al corriente» dijo la bella pelirroja ya frente a la puerta
«Prometido»
Y cuando la puerta se cerró, Gina suspiró revirando los ojos
Ella sabía que era injusta con su hermana, la única que la apoyaba y creía aún en ella. Sin embargo, habría merecido más indiferencia por parte de Zelena teniendo en cuenta lo odiosa que ella había sido a veces con ella, sus cambios de humor eran inversamente proporcional a la audiencia de sus películas. Y si, en ese momento, se sentía en peligro una vez más, volcaba su cólera y su frustración sobre su hermana.
Pero a pesar del amor que se tenían, indudablemente, la una como la otra habían instaurado una distancia entre ellas, borrando los lazos fraternales para no mantener sino el lado profesional: una era la agente de la otra, punto y final.
Y de esa manera iba también su relación: los gestos de ternura eran raros entre ellas, y, quien mirara desde fuera, apenas podrían imaginarse que era hermanas.
Una vez sola, Gina tecleó en su teléfono a la búsqueda de las primeras impresiones de la película. Tenía que saber lo que le esperaba durante la entrevista. Las críticas no eran en realidad malas, pero el interés de la trama no captó el de los espectadores.
¿Además cómo luchar contra las grandes producciones hollywoodienses que solo funcionaban a golpe de grandes efectos especiales? Maquinaria de la que ella formó parte hacía un tiempo…un tiempo ya bien alejado.
Entonces cogió su chaqueta, su bolso y la hoja con las preguntas antes de salir de su casa y meterse en su Mercedes, uno de los únicos vestigios de su vida de estrella.
Cuando llegó delante del hotel, Gina suspiró pesadamente: las entrevistas formaban parte de este juego. Al comienzo de su carrera, los periodistas la adoraban, se empujaban por obtener la preciosa clave que les permitiría conocer a Gina Mills, LA estrella en alza de Hollywood.
Ahora, casi tenía que suplicar, aunque nunca se rebajaría a eso para obtener una entrevista, aunque fuera en una sencilla revista.
Así que llena de esperanza y entusiasmo, imaginando que esa entrevista podría relanzar el interés del público hacia ella, entró en el inmenso hall de mármol, dorados y brillos donde se erigía una gigantesca fuente.
Se dirigió hacia recepción.
«Perdóneme, tengo una cita con…Miss Walters»
«Sí, ¿está usted aquí para la promoción de Cowboys and lovers?»
Gina apretó los dientes cuando se dio cuenta de que la joven de la recepción ni siquiera la había reconocido, aun formando parte de la película, un papel secundario, cierto, pero de todas maneras…
«Eso es» dijo con la boca pequeña
«Planta doce, habitación 1237»
«Gracias»
Gina levantó la cabeza antes de girarse hacia los inmensos ascensores acristalados que daban directamente hacia el hall. No le gustaban mucho esos ascensores, el vacío no le daba miedo, pero no estaba tranquila. Sin embargo, no tenía elección: no tenía tiempo y era imposible que subiera 12 plantas.
Se metió entonces en la caja del ascensor y cerró los ojos brevemente antes de sentir que el ascensor ascendía. Al cabo de varios segundos, las puertas se abrieron y Gina saltó fuera, aliviada por estar en «tierra firme» Miró a la derecha, después a la izquierda antes de tomar la izquierda, buscando con la mirada el número de la habitación.
Justo antes de tocar, lanzó una ojeada a su reflejo en un espejo del pasillo y se recolocó sus cabellos antes de retocarse la pintura de los labios. Se dio valor y finalmente tocó.
Algunos segundos más tarde, la puerta se abrió dejando ver a una mujer de unos veinte años, pequeña, de cabellos oscuros y cuyo rostro estaba realzado por unas pequeñas gafas redondas.
«Buenos días, Miss Mills» dijo entusiasmada la joven, visiblemente contenta por conocer a la actriz
«Buenos días»
«¡Póngase cómoda!»
Gina entró y vio in inmenso poster de la película así como dos sillones, uno frente al otro. Se sentó en uno, mientras la periodista se sentaba en frente.
«Usted es la tercera que recibo hoy»
«¿Ah sí?»
«Sí, ya he entrevistado a John Ashton y Maria Carter»
«Hmm, sí…»
Evidentemente, Gina pasaba después de las dos estrellas de la película: John y Maria eran jóvenes promesas que en este momento estaban en la cumbre. Gina recordaba con nostalgia sus primeros años en los que ella estaba en lugar de esa Maria: fresca y llena de esperanza.
Ahora, pasaba a un segundo plano, relegada a papeles secundarios, pero vitales y beneficiosos para su cuenta bancaria. Era respetada, por su pasado lleno de éxito, pero en ese momento, tenía la etiqueta de «Ha sido» y solo podía interpretar, como en esa película, a madres de jóvenes actrices.
«¿Comenzamos?»
«Perfecto»
La joven encendió su dictáfono y cogió su cuaderno.
«Bien,,, Hablemos de las cifras que han salido este mediodía»
Gina, entonces, se crispó…Esa entrevista sería muy larga…
Salió de la habitación 1237 con una migraña del diablo y calambres en las manos de lo crispada que se había quedado ante las diferentes preguntas. La periodista no había cesado de ponerle delante de las narices la cifra bastante baja de las entradas en sala y había puesto el acento sobre la relación entre el poco éxito que tenía en el cine y su edad…
Evidentemente, como toda buena actriz, Gina había fingido y no había mostrado nada de su desagrado frente a esas preguntas que consideraba estúpidas por parte de la periodista, que parecía que estaba empezando en su trabajo.
Cuando salió de la habitación, se masajeó las sienes dolorosas, antes de alcanzar el ascensor. Estaba tan irritada que su vértigo ni se hizo sentir cuando el ascensor comenzó a bajar cinco plantas antes de que las puertas se abrieran para dejar aparecer una joven de cabellos rubios atados en una alta cola. Regina le lanzó una rápida y curiosa ojeada: la joven tenía unos treinta sin duda, bastante estilizada y alta. Gafas con montura negras sobre su nariz respingona. Llevaba unos simples vaqueros y suéter a rayas, un café Starbucks en una mano, desentonando toralmente con el sitio en el que se encontraba: un hotel de cinco estrellas.
Curiosa, pero poco más, Regina volvió a masajearse sus sienes cuando el ascensor volvió a ponerse en marcha.
«Hm,,, ¿usted no es…?»
Gina suspiró anticipadamente: ¿cuántas veces le habían hablado empezando la frase de ese modo…? Ya se esperaba tener que firmar un autógrafo en un trozo de papel o una servilleta que probablemente habría robado de un carrito en un pasillo.
«¿Sí?»
«¿Es usted Gina Mills?»
La bella morena reviró los ojos antes de inhalar y exhalar.
«Sí, soy yo»
«¡Oh, guay!»
Gina arqueó una ceja, extrañamente divertida por la actitud como poco fuera de lugar en el sitio en que estaban. La joven se giró entonces hacia ella, con demasiado ímpetu, ya que el café que sostenía en la mano se derramó sobre la blusa blanca y la falda gris antracita de la bella morena.
«¿Podría usted…? ¡Oh, mierda! ¡Lo siento, lo siento!»
Gina se sobresaltó ante la sorpresa con su boca formando una "O" abierta. Levantó los brazos antes de mirarse y ver las manchas arruinando sus preciadas prendas.
«Pero…»
«Lo siento, yo…déjeme ayu…»
La joven colocó una rodilla en el suelo antes de sacar un pañuelo de papel de su bolsillo y frotarlo en la falda.
«¡Basta, pare!» dijo enfadada Gina
«No, no, espere, lo siento, no es…Lo siento, de verdad. Oh, mierda…»
Y cuando iba a insistir en la falda, Gina la agarró por los hombros y la obligó a incorporarse.
«¡Se lo ruego, deje eso!»
La bella rubia entonces se quedó quieta, mirándola con lágrimas en los ojos y solo en ese momento Gina vio el color de estos: ojos azul-verdosos con motas doradas en su interior, volviendo su mirada extraña e hechizante. Solo al escuchar la voz de la joven frente a ella, salió de sus pensamientos.
«Lo siento terriblemente…»
«No…no es nada…Ha sido un accidente» constató Gina soltando los hombros de la joven rubia
Esta última intentó sonreír, apenada, antes de colocarse un mechón vagabundo detrás de la oreja.
De repente, la puerta del ascensor se abrió, haciendo casi sobresaltarse a las dos jóvenes, y Gina salió rápidamente, seguida de la misteriosa rubia. La actriz echó una ojeada hacia atrás, pero la bella rubia ya no estaba allí. La única huella de su paso residía en su blusa y su falda.
Se colocó la chaqueta para esconder las manchas y su bolso delante de la falda hasta subirse en su coche. Ese día no podía ser más catastrófico: entre los resultados de su película, la entrevista y ese incidente en el ascensor…sí, las cosas no podían ir peor...Al menos es lo que creía.
Fue el estridente sonido del timbre lo que la sacó de su sueño. Dos días habían pasado desde la salida y la caída de su película, y Gina había decidido «celebrar» eso encerrándose en su casa y bebiendo más de lo razonable parte de la noche ojeando uno de sus antiguos books donde todavía era joven y llena de esperanzas en su futuro en el cine.
No se podía decir que tuviera una vida infeliz, pero el éxito fulgurante había hecho la caída más dura y difícil para la joven. Los proyectores y los flashes de las cámaras de fotos habían dado paso a un desierto de rodajes y noches solitarias, ella que había sido amante de muchos hombres, muchos de ellos grandes actores y productores.
Cuando sonó el timbre por enésima vez, Gina gruñó antes de salir con dificultad de su cama, una gran resaca le martilleaba el cráneo como si una manada de elefantes pisara en sus sienes.
Echó una mirada al despertador cuyas números escarlatas indicaban 10:32 de la mañana. Así que se levantó, se estiró, haciendo sonar su columna vertebral, antes de bajar y lanzar un suspiro de fastidio al ver que se trataba de su hermana la que estaba tras la puerta.
Cuando abrió la puerta, tuvo el tiempo justo de ver un tornado pelirrojo pasar a su salón gruñendo como una bruja.
«¡No me lo puedo creer!» gruñó ella
«Buenos días a ti también, querida hermana…» dijo cansada Gina
«¡Pequeña mentirosa!»
«¿Perdón?»
«No me habías di…¿estás borracha?»
«Apenas…»
«Tienes una cara espantosa…» dijo irónicamente Zelena
«Encantadora…» contestó ella dejándose caer en el sofá mientras se masajeaba la sien
«¡Bueno, podrías habérmelo dicho!»
«¿Decirte qué?» se irritó la bella morena
«¡Esto!» Zelena dijo enarbolando una revista sobre ella con una gran sonrisa
«¿Qué es eso?»
Como una respuesta, la bella pelirroja le tiró la revista sobre las rodillas y cuando Gina le dio la vuelta y vio la portada, su corazón se detuvo en seco.
«Pero…¿esto qué quiere decir…?» suspiró mirando la foto de la portada
Lo que le impactó en primer lugar no fue la foto, sino el titular en letras amarillo chillón «Gina Mills: ¿una asumida salida del armario?» Después su mirada fue del titular a la foto, escrutando cada detalle: sí, se reconocía en la foto, era innegable. Estaba en lo que parecía un ascensor, acristalado, con la cabeza alzada mientras que a sus pies…una persona, una mujer.
El rostro de esta estaba desafortunadamente escondido por un reflejo de la pared de cristal, apenas se distinguía su cola de caballo dorada. Su posición, que podía llevar a equívocos, a los pies de Regina, sugería que ella estaba dando placer a la bella morena que parecía, por lo que se veía, más que receptiva.
«¿Qué es esta abominación?» gritó ella tirando la revista hacia su hermana que la atrapó al vuelo.
«Lo que has visto…Habrías podido decirme que eras…»
«¿Que era qué?»
«¡Carne y pescado!» rio ella «Oh, no me molesta…siempre he creído que eras la más estrecha de la dos»
«¡Cierra la boca! ¡Solo es una sarta de mentiras!»
«Sin embargo, eres tú en el ascensor, que pareces muy a gusto»
«¡Es ridículo, ni siquiera conozco a esa mujer!»
«Esto va cada vez mejor…Espera, ¿no me digas que era una prostituta?»
«¿Q…qué? ¡Pero tú estás loca!»
«En todo caso, pareces que te gusta…y no has visto las fotos interiores» dijo Zelena ojeando la revista
Gina saltó del sofá y le arrancó la revista de las manos a su hermana
«¡Dame eso!»
Pasó las páginas a toda prisa hasta encontrar el artículo a doble página. No se tomó la molestia de leer la columna, solo se detuvo en las tres fotos del artículo: la primera, era la misma que la de la portada, y las dos siguientes mostraban a Gina y a la misteriosa mujer de pie, la una enfrente de la otra, Gina parecía agarrarla por los hombros. También ahí la mala calidad de las imágenes y los reflejos hacían imposible ver la identidad de la mujer que estaba con ella.
«Entonces, ¿me vas a contar lo que pasó?»
«¿Dónde ha encontrado esto?»
«Está en los quioscos desde ayer por la tarde. ¿Has hibernado o qué?»
«No, trasnoché» gruñó la joven mientras leía ahora el artículo que no decía nada nuevo fuera de su fulgurante carrera y su caída.
Zelena se sentó en uno de los sillones y cruzó las piernas, serena
«En estos últimos tiempos…está bien ser gay»
Gina le lanzó una oscura mirada, cerrando con agresividad la revista antes de dejarla, o más bien tirarla, sobre la mesa.
«¡Magnífico!» ironizó Gina
«No, en serio…¿Dónde ha estado estás últimas 24 horas?...Gina, ¿has visto las cifras de ayer?»
«¿De qué hablas, por Dios?»
Como toda respuesta, Zelena sacó su teléfono sobre el que se puso a teclear antes de pasárselo a su hermana que lo cogió con fastidio. Cuando esta miró la pantalla, desorbitó los ojos
«Pero…¿esto es…verdad?»
«Absolutamente. Desde la aparición de esa revista contigo en la portada, las entradas a la película se han doblado»
Gina no podía creerse lo que veían sus ojos. Ella, más que nadie, debía saber el impacto que podía tener un artículo. Sabía que el poder de las imágenes era innegable, sobre todo cuando se era conocida.
«Gina, ¿te das cuenta de que gracias a esa foto tu cota de popularidad está ascendiendo como la espuma?»
«Imposible…»
«Como acabo de decirte: ser gay está de moda»
«¡Yo no soy lesbiana!» dijo irritada
«¡Pero eso da igual! Lo esencial es que la gente lo crea y aprovecharse de eso. Después se hace un desmentido. Pero ahora…¡eso te hace más popular que nunca!»
Gina miró la revista antes de cogerla y quedarse observando la portada.
«Entonces, dime, ¿quién es esa joven que parece apreciar tanto tu presencia?» rio la bella pelirroja
Tras algunos segundos de silencio y miradas hacia la foto, suspiró
«No tengo ni idea. Ni siquiera sé cuándo fue sacada esa foto»
Zelena suspiró antes de coger la revista.
«A ver…ese ascensor es el del Hilton, sin duda. ¿Cuándo estuviste en el Hilton?»
«Ni idea…»
«¡Haz un esfuerzo!»
Como si su migraña se apoderara de sus recuerdos, Gina se masajeó la sien, y en ese momento un recuerdo le vino
«¡La entrevista! Fui a una entrevista hace un par de días a ese hotel. Con esa estúpida periodista que apenas conocía su trabajo y…»
«Stop. Recapitulemos, hace un par de días te subiste a este ascensor y te cruzaste con esta mujer»
Gina miró de nuevo la imagen, intentando recordar ese día.
«Yo…Sí, me acuerdo. Ella llevaba gafas, y ¡tiró su café sobre mí! Sí, eso es: estaba secando el café de mi falda» dijo señalando la imagen con su índice
«Ok, de acuerdo, entonces, ¿qué pasó después?»
«¿Después? Las puertas se abrieron y salimos cada una por nuestro lado»
«¿Ni una palabra intercambiada?»
«Yo…no lo sé…Creo que ella me reconoció y ciertamente se disponía a pedirme un autógrafo cuando su café aterrizo en mi blusa de 500 dólares»
«Ok, entonces no sabes nada de ella»
«Absolutamente nada»
«Bien, imaginemos que gracias a esta revista, tu popularidad y las apariciones en películas aumentan, no nos convendría que ella se reconociera en estas fotos. Podría desmentirlo y todo se arruinaría»
«Entonces, ¿qué debemos hacer?»
Zelena se quedó pensando un momento antes de señalar la revista.
«Tenemos que encontrarla. Debemos comprar su silencio, ¡o mejor hacer que se implique en la farsa!»
«¿La farsa? ¿Qué farsa?»
«Piensa Gina: si la gente cree en tu homosexualidad, serás de nuevo popular. Mira el impacto que una simple foto ha tenido en dos días. Imaginemos que las dos fingen que son pareja: hacen salidas oficiales y no oficiales, se dejan sacar fotos por algunos paparazzi…Alimentar la cosa, imagina las repercusiones en tu carrera. Volverías a recuperar el interés de la gente»
«Pero…¡yo no soy lesbiana!»
«Lo sé. Tú lo sabes. Pero, los beneficios están más allá de nuestras expectativas»
«¡Eres una agente malísima!» dijo enfadada la bella morena
«Cierto, pero como lo sigo siendo, hago pasar tu carrera en primer lugar, y créeme cuando te digo que no es sino el comienzo»
«¿Y si la gente se entera del engaño? Seré el hazmerreír de todo Hollywood»
«Es un riesgo que hay que correr. Mira dónde estás: interpretando papales secundarios en películas penosas»
«Pero al menos me iría con la cabeza alta haciendo lo que amo, no simulando un idilio con una mujer»
«Tómalo como el papel de tu carrera, ese que no puedes dejar escapar»
Gina suspiró, lanzándola otra ojeada a la revista.
«Está bien todo eso, pero olvidas algo»
«¿El qué?»
«Esa mujer. Imagina que no quiere entrar en el plan. Imagina que decide contarlo todo»
«Oh, créeme: el afán de lucro no deja a nadie insensible» sonrió la pelirroja maquiavélicamente
«¿Quieres que le pague para salir conmigo? ¿Sabes que eso tiene un nombre?»
«Supongo que algo entre prostitución y mentira»
«¡Es estúpido!»
«Quizás, pero lo hagamos o no, hay una cosa que de todas maneras debemos hacer»
«¿Qué?»
Zelena señaló con su dedo la silueta de la joven rubia
«Tenemos que encontrarla»
¿Qué tal? ¿Cómo pinta?
