El Cierre
Tantos años habían pasado… realmente ya había perdido la cuenta. Podía calcular el número exacto, lo sabía, pero eso solo le daría un sentimiento de realidad al cual ella no estaba preparada.
El día de la separación se había despedido con tranquilidad; había caminado hacia el sufrimiento con la cabeza en alta.
Que tonta había sido entonces.
Y sin embargo, no importando las distancias, tanto impuestas por ellos como las naturales, había podido seguir. Sabía, que aunque lejos, él estaba ahí.
Ya no era así. Ya solo quedaba un cuerpo inerte en aquella horrible caja de madera.
De alguna forma, le hacía sentir algo mejor que fuesen causas naturales. Quizás no hubiese podido soportarlo si fuese de alguna otra manera.
Dios, como odiaba los funerales.
Se abrió paso entre la gente, personas que ni si quiera le conocían. Hipócritas que venían a despedir a uno de los héroes de la guerra. Ella sabía que Severus Snape lo hubiese encontrado irónico, y ese pensamiento le hizo sentir como si no pudiese respirar por un momento.
Cerró los ojos, deseando que las lágrimas volviesen a dónde debían de estar –en su interior, guardadas en lo más profundo.
El publico comenzó a abrirle el pasó al reconocer quien era la desconocida que hacia su camino hacia el difunto. Ella jamás notó el gesto.
Con pasos lentos, que de alguna manera ridícula hacían denotar su desesperación, se acercó más al ataúd. Tantas imágenes daban piruetas en su cabeza, jugando con su sanidad.
Todos dieron un paso hacia atrás al ver como Hermione Granger –cincuenta y tantos años, Orden de Merlín primera clase, Líder de los Aurores y muchos otros títulos- se dejaba caer en la orilla del ataúd con movimientos precisos que delataban su profesión.
Sin así decidirlo, su mano encontró el camino hasta la mejilla del difunto. Después de tantos años, él seguía ahí. Después de tantos años, seguía poseyendo todas las características que se habían grabado en su cabeza.
Y, después de tantos años, se dio cuenta de que había cometido el error de su vida.
Después de tantos años…
…se dio cuenta de que aún sentía lo mismo.
Las lágrimas rodaron por su rostro desapercibidas, aterrizando sobre la pálida piel del Slytherin.
Ese era el verdadero final. Aquella sería su conclusión.
Delicada y torpemente, levantó la parte superior. Los dedos de su mano izquierda continuaban acariciando su rostro, mientras su brazo derecho le sostenía con fuerza.
Aquella sería la última vez que sentiría su delicada piel debajo de sus dedos. Jamás volvería a ver su rostro.
Nunca volvería a oír su calmada voz, haciendo un comentario sarcástico pensado para hacerle irritar.
En lo que le quedaba de vida, no volvería a sentir aquellos labios que alguna vez le habían hecho temblar bajo la influencia de aquel hombre.
Sus labios rozaron los de él suavemente, despidiéndose de él para siempre. No le importaba la gente, que miraba atónita cada uno de sus movimientos.
Una parte de su menté se preguntó si había muerto pensando en ella, en Lily o en alguna otra mujer. En el día de su muerte¿había amado a Lily?. ¿o a ella?. Trató de no pensar en alguna otra.
Lily Evans había muerto pensando en su único hijo. El día de su muerte había amado a James Potter con toda su alma.
Y en ese momento, aferrada al cuerpo inerte de Severus Snape como si su vida dependiese de ello, se dio cuenta de que ella moriría pensando en él.
Ella moriría amándole a él.
