NOTA: Espero que les guste este fic, es el primero de Rurouni Kenshin que hago en Universo Alterno, es un cambio de estilo para mí, no estoy muy segura... aunque igual espero que les guste. Ah! La serie ni sus personajes me pertenecen, son de Nobuhiro Watsuki.

Siempre tú y yo

Por Sumire-chan

Capítulo 1: Nuevos vecinos

El sol brillaba imponente en toda la ciudad de Tokio, y precisamente en esta calle iluminada con las sonrisas de la gente, ruidos y más ruidos, que se convierten en los sonidos que le dan vida. A mitad de esta preciosa avenida atravesada una y otra vez por toda clase de personas, se encuentra una hermosa casita, de paredes blancas recientemente pintadas y dos pisos con un balcón matizado por las flores que lo decoraban. Al lado de la residencia, un imponente dojo con un cartel de letras negras: DOJO KAMIYA.

La puerta de la casa se abrió y una muchacha salió corriendo disparada, se trata de Misao Kamiya, de cabello negro enlazado en una larga trenza y ojos verdes, una de las hijas del matrimonio fundador del dojo. Habían sido los padres de esta quienes siendo jóvenes tuvieran el sueño de enseñar el arte del kendo, pero un accidente dejaría solas a sus hijas con esa gran responsabilidad, eso nadie lo había esperado.

- ¡¡Misao!! ¡¡Misao!! ¡¡Espera!! ¡¡Olvidas tu almuerzo!! - esta voz como melodía era Kaoru Kamiya, la segunda hija del matrimonio, de cabellos negros azulados y ojos de un matiz tan profundo como el agua del mar. Su hermana menor ya no la escuchaba y su voz se perdía en el aire.

Esta jovencita era la kendoka oficial de la familia, la que llevaba adelante el dojo, la que enseñaba allí. Por su parte sus hermanas no le prestaban mucha atención. Ella seguía los pasos que su padre le había indicado y se esmeraba por sacar adelante la casa. De fuerte espíritu y gran determinación, Kaoru había terminado la carrera de derecho con un último examen positivo, pero no tenía mucho tiempo como para ejercer; pero eso podía cambiar.

La muchacha entró dentro de la casa, al tiempo que sus hermanitas menores la rodeaban con dulzura.

- Kaoru-neechan!!!

El cariño que le brindaban las pequeñas no podía compararse con nada, y como si algo le impidiera alejarlas de ella, caminó así hasta la cocina.

- Ohayo, Megumi-neesan.

- Ohayo, Kaoru. Niñas, prepárense que las llevo al colegio.

Esta mujer es Megumi Kamiya, la hija mayor, atractiva y seductora, de ojos almendrados y cabello negro. De veintidós años, trabajaba en una clínica cercana a la escuela de sus hermanas menores, por lo que todas las mañanas las llevaba al escuela, dejando a Kaoru un tiempo para ella misma antes de empezar las clases en el dojo.

- ¡¡¡Suerte!!! ¡¡Mata ne!!

Kaoru se despidió con una mano antes de entrar a su casa, un poco preocupado. Claro que confiaba en Megumi para llevar su automóvil pero aveces solía ser un poco descuidada con los semáforos y ciertas leyes de tránsito. Pero ya se estaba acostumbrando... pronto no se preocuparía más. Subió las escaleras hasta su habitación, pero antes pasó por las tres restantes, al ser pequeñas Suzume y Ayame compartían la habitación, Misao tenía la suya propia y obviamente Megumi también. Pero al ser la única que se quedaba en casa, era su responsabilidad mantener todo en orden. Luego de recoger algunos juguetes, y volver a tender la cama de Misao, se dirigió a su recámara.

Se vistió velozmente con su hakama y su gi para comenzar la clase, miró su reloj, y aún tenía tiempo. Las clases no empezaban hasta las 8:30, pero a ella le gustaba calentar un poco antes de que los demás llegaran. Bajo las escaleras y abrió la puerta que comunicaba la casa con el salón del dojo y entró.

Kaoru tomó su bokken que estaba colgada en la pared más cercana a la puerta y comenzó a hacer unos movimientos. Se sentía tan bien haciéndolos, estaba en su sangre y eso la llevaba a encargarse del dojo de su padre. Luego de un rato, miró su reloj, faltaban minutos para las ocho y media, así que abrió las puertas del lugar.

Un auto se aparcó en la casa del frente, que según sus recuerdos se encontraba vacía y en venta. Luego, lo siguió una camioneta y otro auto más.

- Nuevos vecinos... - susurró Kaoru.

Del primer auto bajó un muchacho y Kaoru abrió los ojos bien grandes, era muy atractivo, de cabellos como el fuego largos, atado en una cola baja y ojos de un extraño matiz, parecían ser violetas; aunque la kendoka no estaba segura por estar en la otra calle. Luego, las personas que parecían ser de la mudanza comenzaron a bajar las cosas de la camioneta. Y dos personas más se bajaron del auto; una niña pequeña y una mujer alta de cabello negro largo y ojos del mismo color.

- Oye, busu, ¿Estás bien?

Kaoru volteó y se encontró con Yahiko Miyouhin, se trataba de su vecino pero era más lo que pasaba en su casa que en la de él, así que ella lo trataba como un hermano menor, además estudiaba en su dojo y era, por propio descubrimiento de la kendoka, su mejor alumno.

- ¿uh? Buenos días, Yahiko-chan.

- Oye, que no me digas - chan, busu.

- Y tú no me digas busu. Ya entra...

El muchacho, cargado su Shinai en la espalda entró al dojo, con pereza pero una singular alegría. Y dejó a Kaoru contemplando nuevamente a los vecinos. Ya había más personas en la vereda junto al pelirrojo e inquieta de que la vieran la kendoka entró. Al poco tiempo, todos sus alumnos estaban dentro del establecimiento, practicando duramente.

Kaoru pasaba a su lado y podía sentir los pequeños suspiros que daban los muchachos, cierto que era bonita y no había muchacho que no la mirara al pasar, pero ella no encontraba a la persona ideal, por lo que siempre terminaba rechazando las invitaciones que les daban. Según ella, sólo se trataba de aprovechados, que en la primera cita pretendían algo más de ella.

- Eso es todo por hoy... - dijo Kaoru con firmeza. - han estado muy bien, la clase que viene anunciaré quiénes participarán en el torneo.

Así es, faltaban tres semanas para que en Tokio se realizara un torneo de artes marciales y todos estaban ansiosos por competir. Cuando digo todos... me refiero a todos.

Misao volvía prácticamente saltando por la vereda, el sol aún debatía con la luna, y un hermoso atardecer se matizaba en el cielo. Estaba sinceramente ansiosa, por el Torneo... por su vida. Ella había sido todos sus dieciocho años una chica muy alegre, y ahora no podía pedir más. Tan distraída venía que no notó que alguien venía enfrente de ella cargando unas bolsas que le impedían ver, no lo notó... hasta que cayó al suelo y todos los víveres la rodearon.

- Ugh... ¿Qué fue eso? - susurró mientras intentaba levantarse.

- ¿te encuentras bien?

Ella levantó su vista, enfrente suyo estaba el ser más hermoso que ella hubiera visto jamás, de grandes ojos azules claros y cabello negro corto.

- Eh... yo... ugh... - trató de levantarse e inmediatamente cayó al suelo, debido al golpe se habría doblado su tobillo y ahora le dolía. - oh... no, no... esto no me va a pasar, yo voy a participar en el torneo, sea como sea.

Se repetía las palabras casi para si misma, pero ni siquiera podía levantarse.

- No estás bien, espera.

Y sin que ella pudiese hacer algo, el muchacho ya la había levantado en brazos y la llevaba cargando.

- ¿Dónde vives? - preguntó, por primera vez, Misao pudo sentir lo fría y seria que era su voz.

- En la siguiente esquina, en el dojo. ¿y usted?

- Enfrente.

- ¿De verdad? Uh... Mi nombre es Misao Kamiya. ¿cómo se llama?

- Aoshi Himura. [Gracioso, ne? ^^]

- Uh... ¿vive sólo?

- No, con mis hermanos.

Sus respuestas eran tan serias que Misao prefería no preguntar. Tan rápido fue el recorrido, pero Misao se sentía segura en los brazos de Aoshi, tenían una calidez que sus palabras no emitían. Él tocó la puerta.

- ¡¡Ya voy!! - gritó Kaoru. - ¿si? ¡¡¡Misao!!!

- Hola, Kaoru-neesan, es que... me caí... y bueno... yo...

- ¡¡Megumi!!

Al cabo de un rato, había una mujer frente suyo, seguramente preocupada por su hermana menor, la cargó e intentó irse, pero Misao parecía tan apenada que le susurró muy cerca de su oído un Arigatou y se dejó llevar.

Aoshi había quedado un poco aturdido con un leve tinte rojizo en sus mejillas, pero se recuperó para hablar con la muchacha que tenía enfrente suyo.

- Muchas gracias, señor. Misao es muy descuidada, siento que lo haya chocado. Pero... Su nombre es... - Kaoru le sonreía.

- Aoshi Shinomori. No se preocupe, pero ya tengo que irme. Adiós.

Misao se las veía venir, aunque estaba feliz por haber sido a ese muchacho al que chocara, pero ahora tal vez no podría participar en el torneo, y para colmo escuchar los reclamos de Kaoru.

- Misao Kamiya, pobre hombre... pero bueno, ¿Porqué has venido tan distraída?

- Es que... se han terminado las clases... venía muy contenta...

- Megumi-neesan, ¿Crees que se recupere?

- Si, sólo se ha doblado el pie, mañana estará bien.

- De acuerdo... ahora duerme, Misao-chan.

- Lo intentaré... "Pero cómo dormir si tengo en mis pensamientos a un ser tan hermoso como Aoshi-sama..."

Fin del capítulo

NOTA: Espero que les haya gustado el primer capítulo de mi fic, bueno no es la gran cosa, pero les prometo algo más para el próximo. Lo que sí deseo YA es sus lindos y encantadores reviews, de verdad, me encanta recibirlos y los ¡¡¡necesito!!!

Yoshi, no me altero. Pero porfis... ¡¡¡REVIEWS!!!

Sayounara!! ^_~