En Noviembre del 2004, Sabrina había viajado junto a sus padres a la ciudad de Lobos de la provincia de Buenos Aires.
Sus padres eran tenistas y ,siempre, viajaban por muchos lugares para jugar torneos. Ese mes, tenían un torneo muy importante en la Estancia " La Loba". Esta estancia, aparte de tener su casa principal, era una especie de club, ya que tenía canchas de tenis, rugby, de polo, etc.
Sabrina era una adolescente de 14 años, que tenía muchos sueños e ilusiones. Ella soñaba muy alto. A veces, tenía aspiraciones que eran imposibles para la vida que llevaba. Sin embargo, nadie podía prohibirle soñar.
Había llegado, un domingo a la tarde, a la Estancia. Llovía mucho y había mucho barro. Los dueños del lugar, les habían dado dos habitaciones para hospedarse. La habitación de Sabrina daba a un pasillo, donde había habitaciones de unos chicos extranjeros. Ella cuando llegó, había escuchado un idioma que no era el suyo. Le había parecido que era inglés, pero no le dio importancia. Se fue a dormir, pues estaba muy cansada del viaje y también, hacía mucho calor y llovía.
Al otro día, fue a desayunar junto a sus padres. Era un desayuno tipo continental, donde sirven de todo.
Ella se levantó de la mesa y se fue a servir café con leche, jugó de naranja y dos medialunas. Cuando estaba sirviéndose un café, ve alguien (alto) que se para a su lado. Sólo alcanza a ver, que es un chico de unos 18 años, aproximadamente. Lo observa de costado. De pronto, el chico le habla pero en inglés:
- Disculpa, ¿Qué es esto que hay en la Jarra?
Ella sólo le entendió, disculpa. En su inglés básico le contestó .
- Perdón, no hablo inglés.
Él, solamente, le hace una sonrisa como disculpándose. Ella, tímidamente, le sonríe. Y no puede olvidar esos ojos azules profundos, que la miraron. Le había parecido verlo antes, pero no se acordaba de dónde había sido.
Ella, vuelve a la mesa, a desayunar sorprendida y hasta sus padres, la encuentran embobada.
Ya habían pasado dos días de ese encuentro, con ese chico inglés. Ella había estado buscándolo por todos los lugares de la Estancia, pero ni una pista del chico.
El amigo de su padre(el que organizaba el torneo. La había invitado, para ir a visitar y ver los caballos a los establos. Ella, si quería, podía pedir que le den un caballo para cabalgar. Pero como no sabía, sólo se contentó con ir a verlos.
Entró a los establos y fue observando uno por uno. En un rincón había un poco de alfalfa, la agarró y le empezó a dar a una yegua muy linda (era alazana).
-Veo, que le caes bien. - dijo un muchacho en un español raro.
Sabrina se sobresaltó y se asustó. No sabía, que alguien, la había estado observando todo ese tiempo.
- ¡Ohh, perdón! Yo solo le daba de comer.- dijo la joven
- Yo sólo vine a traer mi caballo y te vi. No te asustes.- dijo el muchacho
- No, está bien. Disculpa. Ya me retiro- dijo Sabrina, alejándose.
- Espera, no te vayas. No te quise asustar. Discúlpame a mí.- dijo el apuesto chico.
Ella paró su caminata y se volvió, hacia donde estaba el chico.
El joven la incomodaba. Lo observó bien y lo pensó y se dijo, a si misma:
No puede ser. Será quien, cree que es. Y si es él. No sabía que hablaba español.
- No sabía que hablabas español .El otro día en el desayuno me hablaste en inglés.- Le dijo acercándose un poco a él.
Con una sonrisa, él se acerca un poco más
- ¿Así, que me recuerdas? - le preguntó, pícaramente.
Ella se sorprendió con esa pregunta. Quería salir corriendo.
- Bueno, eres extranjero y por estos lugares no hay gente de otros países. Por eso te recuerdo- Ella le contestó.
-ok, ¿y cómo te llamas? - le preguntó él.
- Soy Sabrina. Vos me pareces conocido de algún lado. ¿Cómo te llamas?
- Me llamo Harry- Le dijo sonriente.
De pronto, llegó un hombre de negro y dijo.
- Su Alteza, venga, su auto lo espera para ir al aeropuerto.
Sabrina quedó en shock. Había escuchado bien. Le dijo su Alteza. No estaba errada, era el Príncipe Harry de Inglaterra. El hijo de la mujer que más había admirado, aunque, ya no vivía.
- Lo siento, me tengo que ir fue un gusto conocerte. No suelo decir esto. Pero ojalá algún día te vuelva a ver. Adiós.
Sabrina no se movió, no pudo decir nada. Sólo vio como el Príncipe, se alejaba.
Esa imagen y las palabras de Harry, las recordaría toda su vida.
