Para Bell-Star porque Miss Caps Lock se merecía algo y pensé que Sukka sería un bonito regalo. Compi tuitera, espero que te guste :)


Sukka Week

Day 1 Prompt: Reunion

Reencuentro


-¿Hace cuánto tiempo no se ven? -pregunta una.

-Algo así como diez meses, creo -responde la otra y Suki presta atención, tiene un presentimiento de que sabe de que hablan sus compañeras Kyoshi.

-Guau, es mucho tiempo -admite la primera-. Yo no sé si podría soportarlo tanto tiempo... -Y se alejan de la puerta que comunica la cubierta con el interior del barco, probablemente con la intención de ver desde una mejor posición el último ocaso en el mar antes de llegar a la capital del Polo Sur.

Durante días, Suki ha insistido tanto que el sol reflejado sobre el mar y los hielos eternos es un espectáculo maravilloso que las guerreras han salido incluso antes que ella para presenciarlo. Porque Sokka se lo ha descrito innumerables veces y le ha prometido que es incluso mejor que los banquetes de Zuko y el rey Kuei juntos; es obvio que si Sokka cree que algo es mejor que la comida es porque debe ser realmente bueno. Múltiples veces, Suki ha prometido no perderse el atardecer en su primer viaje al sur, sin embargo ahora sin darse cuenta, al quedar rezagada, está a punto de perdérselo. Pero no puede evitarlo, algo en las palabras de su amiga la obliga a recostarse contra la pared de acero. Necesita algo de lo que aferrarse porque de repente todo le da vueltas.

Diez meses. ¿Sólo diez meses? ¿En serio? Se siente casi como una eternidad. Pero debían de ser diez meses; tras la fiesta post-guerra en Ba Sing Se y el atentado contra Zuko ellas tres formaron la guardia principal cuando Mai lo pidió, por lo que desde aquel entonces, y tras una discusión bastante acalorada no había visto a Sokka (y casi que había perdido la noción del tiempo) Así que en su primer descanso, cuando al fin se gozaba algo de tranquilidad en el Palacio Real y Zuko casi que les había ordenado que dejaran de seguirlo a todos lados y que fueran a donde quisieran, fue que Suki sugirió el Polo Sur. Porque Hakoda había pedido que Sokka volviera a casa para planear la reconstrucción y quería verlo y, bueno, si nadie más tenía planes, ¿por qué no? Era la única nación que les quedaba por conocer.

¿Pero realmente ha pasado tan poco tiempo? Diez meses, solo diez meses, porque los siente al menos como dos años. Porque casi no puede recordar sus enormes ojos azules iluminándose cuando la ven, cuantos centímetros los separan en altura ni como se sienten las manos de él sobre su piel; todo lo tiñe su memoria y sabe que no debe confiarse de eso. Su estadía en la Roca Hirviente vuelve algunos recuerdos más terroríficos de lo que son y convierte a otros en su mente le provee para ayudarla a olvidar otras escenas menos agradables.

Regresa sobre sus pasos casi sin darse cuenta y entra en la habitación que comparte con sus amigas. Cierra la puerta silenciosamente tras de sí y se observa atentamente en el espejo colgando junto a la puerta. El rostro sin maquillaje, el cuerpo sin el traje de Guerrera, solo con las simples ropas de una viajera. Ella no nota diferencia alguna, pero él quizás sí y se le hace un nudo en el estómago y se le cierra la garganta. Pero de repente y despacito una voz que suena mucho a la de Zuko recita: la ausencia es al amor lo que el fuego al aire, apaga al pequeño y aviva el grande.

Y cierra los ojos con ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Las ganas de ver a Sokka comienzan a inundarla con la misma intensidad de momentos antes cuando corría a ver el sol ponerse sobre un blanco puro y un azul interminable. Y piensa lo mucho que desea ver si se ha puesto más alto, más robusto; si finalmente se ha dejado crecer la barba como amenazó en infinidad de cartas. Nunca ha tenido tiempo de pensar porque nunca han planeado un encuentro pero esta vez es como si su cerebro no pudiera callarse y como si solo pudiera darle malas noticias. Una risita tonta se le escapa preguntándose si se verá más guapo mientras trata de no pensar en lo que él dirá al verla.

¿Se percatará de las cicatrices en el cuello? ¿Querrá asesinar a Zuko por un par de quemaduras en sus piernas? (Gajes del oficio, gajes de querer entrenar con un maestro fuego que no sabe darse por vencido) ¿Le dirá que está tan bella como siempre? ¿Que no importan las ojeras de innumerables noches de guardia, o el par de kilos perdidos por la presión constante y las amenazas de peligro inminente; que el cabello largo le sienta mejor y que el color que le da el sol de la Nación del Fuego a su piel le sienta muy bien a sus ojos azules siempre brillantes, y que él siempre la querrá? ¿Le dirá algo remotamente parecido a eso? ¿O la mirará y no reconocerá la chica que dejó en Ba Sing Se casi un año atrás? ¿Y tendrán que volver a empezar todo de cero? O peor, ¿él se volverá distante y la apartará como aquella vez, más lejana aún, en el Paso de la Serpiente?

Y otra vez, como por providencia divina, la voz que repite: la ausencia es al amor lo que el aire al fuego, apaga el pequeño y aviva el grande. Y se vuelve un mantra, y sale de la habitación y sube a cubierta con la frase en los labios.

-La ausencia es al amor lo que el aire al fuego, apaga el pequeño y aviva el grande. La ausencia es al amor lo que el aire al fuego, apaga el pequeño y aviva el grande -Le sonríe a sus amigas que se vuelven a verla con el sol destellando sus rayos moribundos sobre ellas y se acerca casi corriendo a la barandilla, porque no quiere perderse el espectáculo más promocionado de su vida. Porque con solo posar sus ojos en él se da cuenta que es algo grande, magnífico, impresionante. Y le late el corazón desbocado, y solo lo puede relacionar con aquel instante en que lo vio en la Bahía de la Luna Llena buscando la manera de cruzar el Paso y no podía creerlo.

Y empieza a reír y se le escapan lágrimas también; ansiedad, miedo, nervios y excitación se mezclan en su interior. Y las chicas la miran al principio sorprendidas pero luego comprenden, en el amor siempre hay un poco de locura.


Sokka otea el horizonte sentado sobre una roca en la nieve. Se lleva las rodillas al pecho y las rodea con los brazos; el sol se está poniendo, pero no despega la vista del océano. No puede soportar que pase un día más sin ver el barco que trae a Suki cortando las olas hasta el puerto solitario. Pero no llega y los minutos pasan y el frío empieza a traspasar la ropa y suspira. Se lleva las manos a la cabeza y cierra los ojos.

Sokka gruñe por dentro. Hay una ansiedad en su interior que no lo deja en paz. Necesita que el día acabe y que el maldito barco esté en el puerto y Suki atrapada en un abrazo. Porque para ser honesto, Sokka no desea estar con nadie en ese momento si no es Suki. Y frunce los labios porque teme que vaya a escapársele un grito de frustración por no poder estrecharla entre los brazos y nunca dejarla ir. Será cursi y todo, pero es lo único que siente ganas de hacer en ese momento. Demasiado tiempo han estado separados, ya está harto de las cartas, de intentar retener su sonrisa en la memoria el tiempo que le lleva leer las respuestas porque es difícil concentrarse en eso y seguir sus aventuras con el Señor del Fuego que puede verla todos los días y que ni siquiera la trata como ella merece. Porque Zuko es un tonto, bueno, para nada que no sabe cuidarse solo; porque si supiera Suki probablemente hubiera viajado con él al Polo Sur y no hubiera antepuesto sus deberes para con la Nación del Fuego. Patea la nieve con furia y se tira hacia atrás.

Está molesto con todos, y aún más con Gran Pakku, quien ese día parece haberse ensañado con él cargándolo de trabajo. Pakku es quien se encarga de la construcción de los sitios importantes, y la noche anterior ha pedido por Sokka especialmente. Por lo que ese día el pobre chico ha pasado la mañana y gran parte de la tarde llevando y trayendo materiales para reparar algo o darle el detalle final a alguna construcción en particular.

-No todo puede surgir del hielo, muchacho, -le repetía con una sonrisa burlona el anciano cada vez que lo veía pasar con el ceño fruncido y sudado. En lugar de haber estado planeando una sorpresa para Suki, había pasado casi todo el día transpirando y soportando las burlas del anciano, a quien todos consideraban el monumento de la perseverancia solo por seguir enamorado casi cien años de la misma mujer.

-Eso es obsesión, damas y caballeros, no perseverancia -le explica a la nada y lanza nieve al agua sin levantarse del lugar.

El anciano, sin saberlo había arruinado el plan que tenía de preparar algo romántico para Suki. Había pensado en algo que involucrara velas, algunas bebidas, una cena deliciosa y algún que otro arrumaco. Pero para darle forma a la pobre idea que tenía en mente necesitaba tiempo y el viejo se lo había arrebatado sin miramientos. Y lo peor de todo es que durante el almuerzo Kanna había tratado de convencerlo que la idea de Pakku había sido que no tuviera tiempo de pensar. Porque según ella, Pakku sabía lo que era la ansiedad de la espera, cómo tu propia mente puede estar en tu contra, y bla, bla, bla. Sokka había salido de la casa con su plato de comida y terminado el almuerzo solo en el futuro cuartel para la Orden del Loto Blanco.

Y ahora se pone de pie de un salto; por mucho que le pese, se da cuenta que el anciano tiene razón y se apresta a mantenerse ocupado en las últimas horas que le quedan. Está decidido a no dejar que su cerebro hable porque por lo poco que ha empezado a decir, no se viene nada bueno. Corre frenéticamente hasta el muelle y se sube en uno de los botes amarrados. Rápidamente y haciendo caso omiso de las voces que lo llaman se hace a la mar. Cuando ha puesto una buena distancia entre él y la costa, se gira de cara al océano, mete los remos en el bote y otea nuevamente el horizonte. Suspira. Nada. Frustrado, se echa sobre el piso del bote y contempla el cielo con los ojos bien abiertos, observándolo cambiar de color.

Sus ojos están fijos en el firmamento, pero realmente no lo ve. Su mente maneja cifras en ese momento, no colores. Diez meses, catorce días y tres horas. Esa es exactamente la cantidad de tiempo que hace que no ve a Suki.

Recuerda cuando la vio por primera vez, y todo lo que tuvo que hacer para que suavizara su expresión con él. Había sido un patán, pero supo enmendar las cosas. Y cómo luego lo había sorprendido en el Paso de la Serpiente, como se le había acelerado el corazón sin que pudiera controlarlo; guardaba el mejor de los recuerdos de ese encuentro. Ni hablar de cuando la vio en la prisión de la Roca Hirviente, nunca pensó que un lugar así pudiera brindarle una alegría semejante.

Un poco tristemente sonríe cuando rememora lo hermosa que se veía cuando se despidieron, a pesar de que habían discutido apenas unas horas antes y que todavía tenía la mirada severa. Y se le eriza la piel al acordarse del beso apasionado que fue su despedida, como las manos de ella se aferraban a él y como él mismo la había estrechado contra sí, queriendo extender ese instante para siempre. Al diablo con el oxígeno, realmente no era tan necesario.

Pero finalmente ella fue la que se alejo para estudiarlo atentamente. Quería memorizarlo porque era incierto su próximo encuentro, y aunque no vaya a admitírselo a nadie, a Sokka se le llenan los ojos de lágrimas mientras recuerda como le brillaban a Suki las pupilas azules tanto tiempo atrás. Y se le hace un nudo en el estómago mientras la vuelve a escuchar decir que no se pierda, que ahora la tribu lo necesita, de la misma forma que Zuko y Mai la necesitan a ella y a las guerreras; pero que ella, Suki, siempre lo va a necesitar, porque es una guerrera pero también es una chica. Y como en aquel entonces, con esa confesión alborotada más propia de él que de ella, Sokka siente que se le hincha el corazón y que está perdidamente enamorado de ella y que no importa cuanto tiempo pase ni cuantos kilómetros haya en medio porque siempre la va a querer.

Pero la voz perniciosa de Pakku le corrompe los pensamientos. Sin embargo la gente cambia. Tú eres un ejemplo perfecto. ¿Acaso no decías que las chicas no podían ser guerreras?

Sokka se lleva las manos a la cabeza, quizás debería tirarse en el agua helada y acabar con el hilo de pensamientos tan desesperanzadores pero la idea no es de las mejores y queda en el lugar autotorturándose.

¿Y qué si ella se daba cuenta que él no era lo suficientemente bueno para estar con ella? ¿Si pensaba que en realidad no había cambiado? ¿Qué tal si en verdad venía a decirle que ya no quería estar más con él, porque se daba cuenta que no eran el uno para el otro o… porque había conocido a alguien más? ¿Qué tal si a ella, como a Kanna, Katara y a Pakku le disgustaba verlo con barba?

Angustiado, se incorpora en el bote y mira hacia la costa. Aunque ya está casi oscuro del todo todavía puede ver apenas el muelle del que ha salido. Perjura y levanta un puño, amenazador, al cielo. El agua lo ha llevado aún más lejos por lo que tardaría por lo menos una hora y media en regresar, y no podría afeitarse antes de que llegue el navío…

Por fin las fichas empiezan a caerle y se gira. Inmediatamente empieza a gritar y a saltar, balanceando peligrosamente su embarcación. Agita los brazos y vuelve a darse cuenta que es inútil. El barco de la Nación del Fuego todavía está lejos como para que puedan escucharlo aunque quizás el vigía lo haya visto. Pero sabe que no debe confiarse; se sienta de nuevo, toma aire, acomoda los remos y empieza a remar con una energía tal que en menos de una hora está a tan poca distancia de Suki que casi puede sentirla.


Las chicas, ahora en el puente de mando, continúan contemplando el paisaje, que por momentos se vuelve peligroso por la cantidad de icebergs que pueblan las aguas. Hablan de nada en particular; Suki ha contagiado a las otras dos de su ansiedad y por momentos no hacen más que reírse y pegar grititos; no pueden esperar a que su líder se reúna con su amor. El capitán les ha dicho que al menos en dos horas más llegarán y ya comienzan a ver destellos de luz en la distancia, por lo que permanecen en cubierta; además, la noche promete estrellas y están dispuestas a verlas cuando unos gritos desesperados les interrumpen la conversación.

-¡Oigan! ¡Oigan! ¡Suki! ¡Suki! ¡Capitán! ¡Teniente! ¡Timonero! ¡Suki! ¡Suki! ¡Estoy aquí! ¡Oigan! ¡Marineros! ¡Suki! ¡Aquí abajo! ¡Suki! ¡Oigan!

La mitad de la tripulación se abalanza hacia las barandillas de popa sobresaltada por el griterío, y las chicas corren con ellos. Suki se sube a la barandilla porque sabe que solo una persona puede gritar de esa manera, solo una persona puede haber remado casi dos horas para verla, solo una persona puede comprender perfectamente el malestar que siente y acabar con él.

Allí, en el agua, bien frente al barco, que a duras penas y con gran trabajo han logrado dejar quieto, alejándose y volviendo a chocar contra el casco hay un botecito de madera y Sokka en él, ansioso, y eufórico al descubrirla.

Y Suki, como aquella vez en la Roca Hirviente cuando no lo pensó y lo besó, vuelve a no pensar y abraza la idea de lanzarse sobre él. Porque nunca ha pensado en encontrarlo cuando lo encuentra. Porque sus reencuentros son así, inesperados y especiales.

-¡Mas vale que me atrapes, eh! –Grita y la cara de Sokka, antes sonriente, al descubrir sus intenciones termina descompuesta; pero cuando ella ya está en el aire recupera la compostura y la recibe en los brazos.

-¡Guau! –Exclama y el bote entero se bambolea por el impacto y todos aplauden, silban y gritan- ¡Eso salió mejor de lo que pensé! –las carcajadas de Suki le inundan los oídos y ya no existe sonido más perfecto. La mira y ella se queda seria, a duras penas conteniendo una sonrisa.

Él la baja sobre el bote que vuelve a tambalearse y ella le rodea el cuello con los brazos, sin dejar de mirarlo. Los espectadores desde cubierta aguardan, silenciosos, expectantes.

-Te… ves bien… -Y rompen a reír porque no saben quien de lo dos lo ha dicho primero.

-Te extrañé –dice ella, deteniéndose a centímetros de sus labios.

-Yo también –y le toma el rostro entre las manos y se besan mientras la audiencia rompe a reír.

No importa nada, a pesar a pesar del tiempo y la distancia han vuelto a encontrarse.


N/A: Hola :) Hace cuanto que no subía algo mío eh... Mil años y medio. Espero que haya alguien del otro lado, y espero que lo haya disfrutado :)

Bueno, esto es mi aporte a la Semana Sukka que justo cacé en tumblr. Siempre he llegado tarde para todo, así que estoy muy nerviosa y realmente quise hacerlo bien esta vez, jaja espero que eso se note en el trabajo final.

Puede que estén un poquito OOC pero no sé, para mí no, es decir, yo creo que es normal estar un poco inseguro si vas a ver al "amor de tu vida" tras un tiempo. Por lo menos a mí me pasa. Mi novio y yo estudiamos en ciudades diferentes, y a veces viene él y a veces voy yo... y sea cómo sea, yo entro en un estado de ansiedad y alteración que me pongo insoportable. No sé que hacer, me cambio veinte veces, no puedo comer, y cualquier cosa me afecta... Y creo que esto no les interesa. Perdón

Y nada, ya saben, si les gustó ya no está el botoncito del Go, ahora se puede escribir directamente en la misma página y nada. Vale todo desde conti please, hasta anda a traducir La caída... querida y dejate de payasadas :)

Que tengan un buen sábado :)