EL ESPECTACULO DE LUNA NOVA.

Había pasado ya 14 años de su graduación en Luna Nova, las chicas habían dejado de ser niñas para convertirse en todas unas señoritas.
Akko, ahora tenía 29 años a nada de cumplir su tercera década de vida, estaba casada…. Con nada más y nada menos que con la hermosa Diana Cavendish con quien tenía una pequeña hija de 4 años, Diakko era su nombre, una combinación perfecta entre ambas mujeres. Tenía los ojos, la actitud e hiperactividad de su mamá Akko y el cuerpo, delicadeza e inteligencia de su mami Diana.
Ahora viven en el castillo Cavendish, remodelado gracias a la gran fortuna que Akko amasó con sus espectáculos de magia.


-Buenos días, cariño. –Saludó la rubia, dejando dos tazas de té y dos tartas sobre la mesa. Miró el gran jardín de su casa y a Diakko, que jugaba junto a una ardilla y un pato en el fondo tras el gran lago.

Akko se tomó el té de un sorbo, dejando salir un eructo al terminar. – ¡Delicioso como siempre, Diana!

La rubia sonrió. –Es increíble, ¿No?

-"¿Quef cofaft?" –Dijo Akko con un gran trozo de tarta en su boca.

-Hace 14 años estábamos en Luna Nova. Luchábamos entre nosotras. Tú estabas reuniendo las palabras del Shiny Rod, soñando con ser como Shiny Chariot…. Ahora estamos casadas, eres mucho mejor de lo que fue Chariot, y tenemos una hija, nuestra pequeña pronto entrará a la escuela. En nada será una gran bruja, tanto como tú, Akko.

-Como nosotras. –Corrigió. Le dio un beso fugaz en la mejilla, sonrojando a la rubia y dejando muchas migajas sobre la nívea piel de su esposa. – Tú eres el árbol de la familia.

-Akko… Eso no me hace sentir bien. –La japonesa ahora le robó un beso en los labios, el cual fue correspondido con mucho placer por la europea. –Juegas sucio, Kagari.

Empezaron una lucha de besos apasionados, disfrutando de cada dulce movimiento y cada eterno segundo… eso hasta escuchar un fuerte rugido.

!UN DRAGÓN!

Ambas corrieron a enfrentar a la bestia, en defensa y rescate de su pequeña resguardada entre los arbustos.

Akko blandeó su vara, lanzando un rayo de hielo sobre el dragón, quien vio perturbado su vuelo. La bestia lanzó una llamarada contra la chica, quien también respondió con fuego, disparando una llamarada ardiente, haciendo que el dragón cayera sobre el lago del jardín.

-¡ES TU FIN!. –Gritó e invocó un rayo eléctrico, que cayó en el agua, impidiéndole al dragón seguir, siendo apenas capaz de lanzar humo por el hocico.

-Metamorphie Faciesse. –Aquella bestia regresó a su forma original. "Cuack" fue lo que dijo el ahora indefenso pato.

-¿Están ambas bien?.

-Sí. –Respondió rápidamente la rubia con Diakko en sus brazos, muy asustada.

-Mi amor. –Se dirigió a su hija. –Tu mami y yo te hemos dicho cientos de veces que sólo utilices el "Metamorphie Faciesse" para trasformar a los animales en otros inofensivos.

La niña se encogió entre los brazos de Diana. –Lo siento. Sólo quería demostrar que soy tan buena como ustedes.

-Diakko. Sólo la próxima vez llámanos, ¿Sí, cariño?. –Dijo Diana. Consolando a la pequeña.

-¿Estoy castigada?.

-No. No. Para nada, mi niña. Estoy muy orgullosa de ti. –Contestó rápidamente la japonesa.

-Estamos. –Añadió la rubia.

-Pocas brujas pueden transformar animales en dragones o unicornios. Sólo las más expertas. Yo a tu edad… apenas era un sueño realizar tal hazaña. –Terminó de explicar, besó su frente y le cargó en sus brazos.

-Dejemos que Hanna y Barbara limpien este desastre. Vamos adentro, haré galletas para mis dos brujitas.


-¡Akko! ¡Akko! ¡Despierta!. –Diana le sostenía de las manos, mientras luchaba con sus lágrimas. –Necesito que vuelvas conmigo, amor.

Y era en ese preciso momento cuando la calidad acogedora de su hogar desaparecía, para transformarse en la frialdad de aquel viejo manicomio.

-Necesito que seas fuerte, Akko. Por ti, por mí, por Diakko. –Sollozó, su voz se cortó y su corazón se oprimió. –No puedo hacerlo sin ti. –Otro sollozo. –Rec… Recuerda el acci… accidente, Akko.

Aquella noche era lluviosa, pero eso no impidió que la velada fuese maravillosa. Cenaron, pasearon por la playa, fueron al cine y luego a la feria.
Las risas de Diakko bailaban con las gotas de lluvia al chocar con el suelo.
Akko y Diana no tenían que emitir palabra alguna para demostrar su felicidad, el silencio entre ambas era cómodo, simplemente acompañado con la sonrisa de ambas y sus manos entrelazadas, bailando al ritmo de sus manos, al son de sus brazos.
Subieron las escaleras en dirección al estacionamiento. "Mi varita" gritó Diakko, su juguete cayó por las escaleras hasta la base de la misma.
"Yo iré". Dijo Akko, besó la frente de su hija y a su esposa en los labios.
Levantó la varita mojada del asfalto. Sonrió al recordar la película "Skirym" era el título. "¿Cómo algo tan pequeño pudo destruir a un dragón?. La magia de creer en tu corazón, supongo."

En el último escalón, el zapato de Akko resbaló, la varita voló por los aires, la cabeza de Akko golpeó con fuerza un escalón y su sangre se derramó…

Los gritos de las mujeres de su vida se fueron desvaneciendo entre un absoluto silencio.


-Hace 1 año, Akko. Pensé que te había perdido. 9 meses en coma y ahora estás aquí… Al menos estás viva. –Besó las manos de su esposa.

-¿Cómo está Diakko, Diana?.

El silencio fue pesado. – Está bien. –Mintió. –Te extraña mucho. Sólo pregunta por ti.

-¿Aún tiene su linda sonrisita?.

-Antier fue su primer día en la escuela, Akko. Ella ya tiene 5. Cada mañana corre al dormitorio o a la puerta cuando llaman. Deseando que seas tú, que estés ahí.

-Señorita Cavendish. –Interrumpió un enfermero. –El horario de visita ha terminado. Debe irse.

Diana se levantó en silencio, beso en la frente a su esposa, tomó su bolso y se dirigió a la puerta.

-¡¿Volverás?!.

-Como cada tercer día, Akko. Te amo. –Y sin ninguna otra palabra desapareció tras el lumbral de la puerta.

Pero Akko tenía miedo.
Diana era joven, apenas tenía 30 y era hermosa.
En cualquier momento podría decidir en reconstruir su vida con alguien más y olvidarla.

"Dokidoki no Wakuwaku" –Susurró.

Olvidarla en aquel infierno, aquel infierno llamado Luna Nova...