¿Drabble?
Iwaoi.
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El aliento caliente choca contra sus labios y lo siente en todo el rostro, se extiende, y por su paso deja un aroma a menta y frutilla que se le antoja como a perfección. Ve sus ojos color chocolate a unos escasos centímetros de los suyos y se siente languidecer. Su piel pálida, sus mechones chocolate también, su nariz perfilada, la fragancia masculina que despide su pecho, el conjunto de todo ello lo tienen a un paso de fenecer.
Oikawa lo vuelve loco. Arrasa con él, desmorona todo su ser, le arma y desarma a su antojo.
Sus labios vacilan de un lado a otro y su boca vibra, deseando poder tenerlos justo encima de los suyos. Sus narices rozan y siente un cosquilleo que de pronto le recorre el cuerpo; va de un lado a otro como sangre corriendo por las venas.
Tooru le está dejando al borde de la locura. Le acorrala con sus besos, con sus manos inquietas tocando todo su terreno, sus frases melosas le hacen querer cruzar la línea y no volver jamás.
No entiende cómo logra tanto con tan poco; cómo el aliento a unos chicles que comió durante las prácticas le saben a gloria, cómo es que sus ojos le hacen derretirse, cómo es que la fragancia a perfume de hombre le hace sentirse por los cielos.
Porque cuando el armador le mira y le sonríe se desarma en sus labios rosados, y cuando le llama y levanta el balón para él, como si fuese sólo para él, se vuelve a armar en sus brazos y la confianza que le tiene.
Entonces lo sabe. Le ama y lo anhela tanto como el día a la noche. Por eso se siente así. Porque es él, Oikawa Tooru, su amigo de la infancia, quien estuvo ahí desde que eran unos críos que perseguían mariposas y escarabajos, quien lo guió a lo que más ama después de él mismo: el vóley. Es Tooru, su pareja, con quien va a pasar el resto de los días y lo que más pueda, amando con locura lo que los unió todavía más.
No resiste más la lejanía de su boca con la ajena y la corta de cuajo acercándose bruscamente a probarlos queriendo saber si acaso la menta y la frutilla mezcladas se sienten más dentro de la boca del otro. Y en efecto, es así. El sabor que le deja en la boca se lo ha asegurado. Y quiere saber si ese beso fue más especial por eso o si acaso (como en el fondo sospecha) es porque simplemente es Oikawa, quien tiene la magia de hacer sentir un beso después de años y tantas veces como el primero, y jamás como el último.
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Notas de Autor.
Iba a subir esto en una historia de drabbles y así, pero como ya hice uno de otro fandom en Gaypad y no lo actualizo desde hace mucho, bueno... no quería hacerlo acá. No soy constante, I´m sorry. (?)
