Bueno, lo primero dar las gracias a todos los lectores que saquen algo de tiempo para leer este fic. Debo decir que lo subí hace tiempo y bajo otro nombre, pero como fue de los primeros que escribí, la trama poco a poco fue perdiendo puntos, por lo que acabé eliminando la historia. Ahora la he retocado bastante y creo que por fin ya está lista para que vosotros la disfrutéis :)

Y ya les dejo con el primer capítulo, que es como una toma de contacto con los personajes principales.


Iniciando la aventura: Ace, Luffy, Sabo y Saya

Hace 10 años, mientras jugaban en los alrededores de la cabaña en la que vivían junto con Dadan y su banda de bandidos de la montaña, Luffy, Ace y Sabo encontraron a una pequeña de 7 años inconsciente y herida. La pequeña yacía en posición fetal en un enorme agujero y estaba completamente desnuda. Su pelo castaño estaba despeinado y sucio, al igual que ella. En una de sus manitas sujetaba con fuerza lo que en un principio les pareció una cadena que resultó ser su única pertenencia: un collar de un valor aparentemente elevado, la cadena era plateada, como el colgante, que constaba de una gema redonda transparente de brillo plateado bordeada de plata en forma de pequeñas hojas, y en lo que parecía el tallo de la flor que simulaba el colgante había otra gema redonda, pero más pequeña, y de brillo azul cielo.

Los tres discutieron largo sobre qué hacer, pero la gravedad de sus heridas les hizo llevarla con Dadan, quien en un principio no se lo tomó muy bien, pero el estado de la pequeña era sumamente delicado.

- Oye, vieja… - comenzó Luffy en la cena - ¿Cómo está la chica?

De inmediato todos los movimientos se detuvieron y las miradas expectantes de todos los presentes se posaron sobre Dadan, quien se había encargado de la cura de la pequeña.

- No lo sé. Sus heridas eran tremendas, tiene golpes en todo el cuerpo y bastantes cortes, como si hubiese caído desde muy arriba. Pero lo más sorprendente es que su cuello no deja de sangrar, de igual lo que haga o cómo trate de curarlo. Sangra y sangra sin remedio.

Volvió a morder el trozo de carne que sujetaba del hueso con su gran mano. Algunos siguieron comiendo, otros no podían.

- Es sólo una niña, nadie tenía derecho para hacerle tal cosa.

Nadie habla, pero las miradas afirman que están de acuerdo con Ace. El resto de la noche, los tres amigos descansan junto a la cama en la que la pequeña lucha por su vida. Lo que no saben es que despertarán solos.


En el bosque, cerca de la cabaña, Dadan y compañía inspeccionan el lugar donde encontraron a la chica. En el agujero donde ella reposaba hay un polvo brillante plateado y un par de plumas inmaculadamente blancas.

- Recojamos esto, es peligroso dejarlo así.

Toman las plumas y comienzan a cavar para tapar el hoyo.

- Es un agujero grande ¿verdad, jefa?

Dadan comienza a sufrir otro de sus trastornos de humor. De triste y preocupada pasa de golpe al enfado.

- ¡Como pille al desgraciado que fue capaz de hacerle eso a una niña tan pequeña…!

No llega a terminar, pero es suficiente para que sus dos amigos teman a su jefa.


"¿Dónde… estoy?"

Se siente cansada. Y mareada. Y dolida. Y fría. Y asustada.

"¿Qué es esto?"

Alza su mano con cuidado. Abre y cierra los dedos.

"Se siente extraño. ¿Por qué este mundo es tan oscuro?"

Entonces siente los párpados.

"¡Claro! Para ver, en este mundo se requiere del uso de los ojos"

Los abre lentamente, acostumbrándolos a la tímida luz del amanecer que comienza a entrar por la ventana.

"Raro"

Se incorpora en la cama, pero en seguida se arrepiente y cae de nuevo, con sus pequeñas manos tapando algo que arde en su cuello.

"¡Quema!"

Abre los labios y un débil quejido de dolor sale de ellos. Se sorprende.

"Mi propia voz…"

Algo en frente suyo refleja toda la habitación. Se pone en pie, esta vez con más cuidado, y camina hasta ello. Se sorprende al ver que imita sus movimientos, pero se sorprende aún más al reconocerse en él.

"¿Esa… esa soy yo?"

Casi no se lo cree. Se toca la cara con las manos, de dedos largos y finos. Cambia de peso su cuerpo, de un pie a otro, comprobando su estabilidad. Sus piernas son largas y su cintura también delgada. Es muy pequeña para tener pecho pero sabe dónde situarlo.

Los que antes ha reconocido como sus ojos, están bordeados por una sedosa y densa línea de negras pestañas, dándole una profunda mirada de color… ¿qué color es ese?

"Es como el mar… es, es azul"

Azules. Sus ojos son azules. Una pequeña nariz de curva suave y tamaño perfecto para su dulce rostro desciende hasta sus labios, de un carnoso color rojizo, que están entreabiertos a causa de la sorpresa de verse a sí misma por primera vez.

Sigue recorriendo su cuerpo vendado, y se descubre el cuello. Frunce el entrecejo, intentando comprender hasta que lo recuerda.

"El sello"

Pasa la mano por encima, aún está rojo y desprende algo de calor. Cierra los ojos y trata de concentrarse en minimizar todo lo posible su aura, de lo contrario, el sello la asfixiará hasta conseguirlo. Le cuesta más de lo que esperaba, ser humano es demasiado simple.

Una vez conseguido el sello se vuelve del mismo color azul zafiro de sus ojos, y contrasta sobremanera sobre su blanca piel. El sello no tiene una forma clara, está formado por grabados celestiales, incomprensibles para los hombres, a los que les parecería un bonito, original y abstracto tatuaje.

Un movimiento detrás suyo acapara su atención.

"¡No!"

Humanos. Hay tres humanos durmiendo en el suelo a su lado. El miedo la paraliza, pero aún no encuentra su voz para gritar por ayuda, aunque claro… en la Tierra, ¿qué ayuda recibiría que no fuese por parte de más humanos?

"Tranquila"

Suspira, tratando nuevamente de controlar su aura, pues el sello vuelve a quemarle la piel, indicándola que sus poderes no están bajo control. Ha de parecer humana en todo y para todo.

Toca su pelo. Es castaño, de reflejos dorados con la luz solar. No es muy largo todavía, le llega hasta los hombros, pero sabe que crecerá. Un chico con un sombrero de paja suspira y cambia de posición. Ella tiembla ante la sola idea de que despierte, pero él sigue durmiendo. Mira por la ventana, va a amanecer.

"¿Qué debo hacer ahora?"

Se quita las vendas y queda desnuda, descubriendo el leve rastro que queda de los golpes recibidos a causa de la caída que provocó su inconsciencia. El dormir un poco la ha ayudado a regenerarse con rapidez.

"¿Cómo llegaría yo aquí?"

Detiene su mirada en los muchachos que descansan rodeando la cama.

"¿Fueron ellos?"

Negó con la cabeza. Imposible. Los humanos eran seres egoístas, impulsivos y mentirosos. No eran buenos. Aunque podía haber excepciones, como en todas las razas vivas, incluso en la suya.

Salió del cuarto, sus pies apenas rozaban el suelo al andar, con una delicadeza y elegancia digna de un dios. Escuchó un ruido que reconoció como ronquidos y se asomó al cuarto en el que una mujer bastante grande descansaba bocarriba en una cama mucho más pequeña que ella.

"No parece mala gente"

Abre su armario y toma una sábana limpia.

"Siento cogerla sin permiso"

La enrolla alrededor de su cuerpecito desnudo y la ata a la cintura con una cuerda que encuentra en el suelo, afirmando su sujeción. De pronto sus tripas rugen.

"Los humanos tienen necesidades corpóreas"

Se dirige a la cocina y encuentra un saco de manzanas.

"Esto servirá. Los siento otra vez por tomarlo sin permiso"

Y dándole pequeños mordiscos a la manzana, abre la puerta y abandona la casa, perdiéndose en la espesura del bosque.


- ¡Estira bien el brazo… PUÑETAZO!

El golpe de Luffy parte por fin el tronco de sus entrenamientos en dos.

- ¡Síiii! ¡Lo logré! ¿Lo habéis visto, Ace, Sabo?

- ¡Luffy! – ambos le llaman sonrientes.

Luffy.

¡Luffy!

¡LUFFY!

El pequeño pirata despierta ante los bruscos movimientos que su hermano le está dando.

- ¡Luffy, despierta!

- ¿A-Ace? ¿Qué pasa? Por fin lo había logrado… - murmura enfurruñado.

- ¡Es la chica! ¡Ha desaparecido!

Aquello le despierta.

- ¡¿Qué? ¿En su estado?

- Sabo y algunos bandidos la están buscando pero tenemos que buscar todos, venga ¡levántate! ¡Esa chica estaba muy herida, no puede haber ido lejos!

Luffy se levanta rápido, y medio dormido sale de casa robando un trozo de carne a modo de desayuno. Su hermano mayor le apremia.

- Date prisa Luffy, más vale que no se encuentre con el tigre o el oso… ¡hay que encontrarla!

Ambos empiezan a correr, buscando y recorriendo cada centímetro del bosque, esquivando al tigre y encontrando a Sabo en su huída.

- ¿La has visto?

- Para nada, ¿vosotros?

Los dos morenos niegan con la cabeza. No tienen tiempo de preocuparse más por la chica cuando en su huida del gran depredador, acaban en la Grey Terminal.

- Mierda – es todo cuanto suelta Ace al verse rodeados de piratas de Bluejam.

- Aún nos debéis un tesoro – murmura Porchemy.

Y deja caer su gran sable sobre los tres pequeños.


Ella lo ha visto todo. Desde que los chicos despertaron armando un gran alboroto, había seguido sus movimientos oculta entre las ramas de los árboles, hasta que les había visto caer en la emboscada de esos maleantes.

"Están en problemas por querer ayudarme"

Así que sí hay excepciones entre los humanos. También los hay de buen corazón, como esos tres muchachos cuyas vidas peligraban por ella: una desconocida a la que no sólo habían ayudado a sanar, sino que también se habían preocupado por ella.

Se agazapó sobre la rama en la que se encontraba y saltó sobre el hombre cuya espada caía sobre los rostros de los tres jóvenes.


"Esto… esto es sangre. Y es roja"

Un grito de horror y varios de sorpresa alcanzan sus oídos. No sabe de qué boca a salido cada uno de ellos pero no le importa. Hay algo más importante que eso. Baja su mirada hacia su brazo derecho, el cual ha sido atravesado por la espada de Porchemy en su intento de defender a los hermanos.

"Y esto que siento… esto es… esto…"

Y por fin encuentra su voz.

- ¡Duele!

Se lleva la otra mano a la herida mientras analiza su propio sonido. A pesar de haber gritado, su voz suena agradable y dulce, suave y confortable. Le gusta. Un escalofrío la saca de sus cavilaciones y se encuentra con su atacante, preparándose para rematarla. Le mira con frialdad.

- Largo.

Lo dice sin amenazas y sin anunciar consecuencias, pero algo en su voz hace que todos los piratas sin excepción den un paso atrás. Los chicos estásn sorprendidos y sólo Ace es capaz de acercarse a ella.

- ¿Estás bien?

Ella no contesta en seguida.

- Lo estaré.

Porchemy la mira un instante, furioso.

- ¡Volveremos a vernos enanos! ¡Y la próxima vez esa entrometida no podrá hacer nada por salvar vuestro apestoso culo de ladrones!

Y dicho esto, él y sus hombres abandonan el lugar. Ella cierra los ojos y cae de rodillas agobiada por el intenso dolor que nace de la herida de su brazo, la cual no para de sangrar, pero no puede regenerarse ante los chicos o harían preguntas. Muchas preguntas.

Ante su sorpresa, el chico del sombrero se raja la camiseta y usa el fragmento de tela para cubrir su herida y frenar su sangrado. Sus miradas se cruzan.

- ¡Guau, eres increíble, les has hecho huir!

Ante un comentario tan aparentemente halagador, su cuerpo se sonroja.

- Gra-gracias.

- Por cierto, soy Luffy y tengo 7 años – dice orgulloso –, y ellos son mis hermanos mayores. El rubio es Sabo y el otro Ace. Tienen 10 años.

Ella asiente a modo de saludo y Sabo la ayuda a levantarse.

- ¿Estás bien? No deberías poder moverte así en tu estad…

Calla de golpe al no ver ni un atisbo de herida o arañazo bajo la tela manchada en sangre que Luffy le había puesto en el brazo. Mierda, se había distraído tratando de controlar sus humanas sensaciones y su poder se había vuelto a descontrolar. Ace lanza una exclamación ahogada y le levanta el brazo, apartando la tela y dejándolo al aire.

- Imposible – murmura.

Todas las miradas se fijan en ella, quien se levanta y trata de irse, pero Ace la retiene con una calculadora mirada.

- ¿Quién eres?

- Yo… - aún no se acostumbra a su voz – mi nombre es Saya.

- ¿Saya? – El pequeño sonríe amistoso - ¿Qué nombre es ése?

- Es nombre de mujer japonés, significa "flecha rápida".

- Tiene sentido viendo la velocidad a la que te mueves, casi no te vi aparecer – comenta Sabo –. ¿Y de dónde vienes? O mejor, ¿qué eres? Porque no es normal esto – y señala su brazo intacto.

- Pues… yo… esto…

Los nervios comienzan a atosigarla y pierde el poco control que tiene sobre sus poderes y el sello toma el relevo. Un grito de dolor escapa de sus labios mientras se lleva las manos al sello.

- ¡Quema, quema, quema!

Las lágrimas comienzan a salir de sus ojos y se siente extraño, su primer llanto.

Los chicos se acercan asustados, intentando ayudarla de algún modo, y se muestran horrorizados al comprobar que lo que tanto la daña está grabado en su piel.

Poco a poco recupera el control de sus emociones y el sello vuelve a dormirse.

- Yo, no puedo deciroslo… no me creeríais o me delataríais.

Los jóvenes amigos se miran unos a otros y Luffy se le acerca.

- Entonces hagamos un pacto. Tú te conviertes en nuestra hermana y así nosotros te protegeremos siempre.

Su sonrisa es tan feliz y sincera que se contagia en el rostro de Ace y Sabo, quienes parecen de acuerdo. No se conocen pero hay algo… sienten algo, como un fino cable llamado destino uniéndolos entre sí.

No la obligan a hablar aún. Primero la llevan hasta Dadan, quien se sorprende por su buen aspecto y lo celebra preparando el oso que cazaron entre todos los bandidos al medio día.

El ambiente animado de la cabaña atrae a Saya, quien va tomando confianzas rápidamente. Descubre la carne y la bebida, los chistes, las bromas… escucha conversaciones y se entera del pasado del sombrero de Luffy y la antigua vida de Sabo, quien en un susurro le revela la identidad del padre de Ace. Pero claro, ella no sabe quién es él.

- ¡¿Qué no lo sabes?

Sabo se tapa la boca corriendo y tira de ella hasta la habitación, dejando a un sorprendido Luffy con otro aún más sorprendido Ace al lado.

- ¿De verdad que no sabes quien fue Gold Roger?

- En serio. Es que yo… no soy de por aquí.

Sabo niega con la cabeza.

- En todas partes del mundo se le conoce, Saya, ¿cómo no le vas a conocer? ¡Fue el rey de los piratas!

Entonces la puerta se abre de golpe y un enfadado Ace entra por ella, seguido de Luffy, que aún tiene un trozo de carne en la mano.

- ¡¿Se lo has contado?

- ¡Ace! Verás, pensé que como ella ahora era nuestra hermana pues… que debía conocernos un poco y… le conté sobre el pasado de todos, no sólo tuyo… y… yo…

- Lo siento Ace, yo le insistí en saberlo.

La voz de Saya les sorprende, se nota a leguas que miente y eso consigue sacarle una sonrisa a Ace.

- Qué mal mientes.

Ella se sonroja y mira hacia otro lado, pero sabe que debe decírselo.

- ¿Puedo… podemos hablar?

Los tres asienten y se sientan en el suelo, formando un pequeño corro. Saya se estruja los dedos, nerviosa, no sabe por dónde empezar.

- Veréis, yo... hace un momento Sabo me hablaba de piratas y de Gold Roger y se sorprendió cuando le dije que no sabía nada de ellos. No le culpo, supongo que por aquí no hay nadie que no haya escuchado nunca sus nombres. Els caso es que… yo no les conozco porque, bueno, porque…

Todas las miradas demuestran la impaciencia de los muchachos, pero ella está cada vez más nerviosa. Ace la ayuda.

- Eres diferente ¿verdad? ¿Eres una poseedora de las frutas del diablo?

"¿Diablo?"

- ¡No, claro que no!

Su reacción les sorprende.

- ¡Yo no tengo nada del diablo, soy pura porque soy…! – Apenas le da tiempo a callar – Soy… un… un ángel.

Ya está. Lo ha soltado de golpe. A los chicos les sorprende la revelación, pero como de costumbre, Ace es el más receloso.

- ¿Y cómo es eso?

- Bueno, yo soy… soy un ángel que se está adaptando todavía a su condición. Quiero decir, al nacer, nacemos ya como ángeles, pero nuestra vida, la vivimos en la Tierra, mezclados con los humanos evitando ser descubiertos, atándonos sólo a la familia. Por eso al convertirnos en hermanos me vi en la obligación de contároslo.

- ¿Y tienes alas?

Ella asiente.

- Verás, para mí este cuerpo es un auténtico descontrol. Tengo sentimientos, sensaciones, emociones… es muy complejo. Un ángel no es corpóreo, es una esencia. No sé muy bien cómo explicarlo en vuestros términos. Podéis imaginároslo como un aura de forma más o menos humana y de tonos blancos o rosáceos y lilas. Vivimos en el cielo hasta que se decide que podemos bajar. A mí en cuestión me expulsaron porque mi padre se corrompió y se convirtió en un ángel caído.

- ¿Ángel caído, puede pasar algo así?

- Sí – dijo ella con algo de tristeza –. Sucede cuando un ángel se entrega a los deseos carnales de su cuerpo humano. Normalmente se puede superar y no caer, pero ha habido casos en los que no se ha podido o no se ha querido evitar, y en consecuencia, ya no puedes volver jamás al cielo.

- ¿Y tú puedes volver?

- Podré si logro permanecer sin caer en la tentación hasta la mayoría de edad. Es por eso que dije que estoy en adaptación, si logro superar la prueba, seré reconocida como un ángel de plena categoría y podré regresar siempre que quiera, pero si cedo al deseo, mis alas se oscurecerán y aunque pueda volar, las puertas del cielo no volverán a abrirse para mí.

De pronto Luffy empezó a gimotear.

- Hey, Luffy, ¿qué pasa?

Ace no comprendía lo que le pasaba a su hermano hasta que esté lo soltó.

- Es que como ella es un ángel… no querrá nada conmigo… por haberme tomado… la fruta del… diablo – y continuó lloriqueando.

- ¿Qué es la fruta del diablo?

Ahora era el tiempo de Ace, Sabo y Luffy de explicarle el mundo en el que se encontraba, que se encontraba dominado por la Era Pirata.

Aquella noche durmieron juntos, sellando de ese modo su hermandad. Saya durmió con una feliz sonrisa en el rostro. Los chicos habían hablado tanto acerca de los piratas, de sus fantásticas aventuras y sus respectivos sueños que ella también había elaborado su propio sueño.

Ser el primer ángel pirata de la historia.

Y juntos habían jurado con un vaso de shake que lo conseguirían, cumplirían sus sueños.

Por desgracia para los chicos, la felicidad duró hasta el día en que Sabo fue obligado a volver a su vida como noble. Los tres pequeños trataron de recuperarle, pero no lo lograron. Tras el incendio en la Grey Terminal, Dogura, uno de los bandidos, les dice que en la búsqueda de Ace y Dadan se fue a la ciudad y vio a Sabo zarpar en un barco y luego ser disparado por un buque. Aquello les hizo polvo y les costó recuperarse, pero tenían una promesa, la de cumplir sus sueños y ahora estaban más decididos que nunca a lograrlo.

Después de mucho entrenar, 7 años después ya eran unos aventureros. Ace tenía ya 17 años y se marchaba, izaba velas hacia su destino mientras un joven Luffy de 14 y una crecidita Saya de 13, junto con Dadan, los bandidos y algunos aldeanos más, le deseaban lo mejor en su destino.

Tres años después, con los 17 recién cumplidos, Saya y Luffy decidieron que también había llegado su momento de ir a cumplir sus sueños.

Ace, con 20 años, formaba parte de la tripulación de Barbablanca y su recompensa ascendía a los 98 millones de berries.

Luffy acababa de encontrar a su primer miembro: Zoro Roronoa.

Y Saya había acabado deslizándose por los ríos de la vida hasta desembocar en el mar del Sur. Llevaba allí un par de meses, en una pequeña aldea tranquila y sin demasiados ataques piratas. No había buscado aún una tripulación, pero por su propia cuenta ya tenía una recompensa elevada que se encontraba en los 80 millones de berries. En el pueblo la conocían, pero aún sabiendo de su condición como pirata, recurrían a ella cuando alguien enfermaba o era envenenado de algún modo. Eran una gran curandera.

Ya pensaba que toda su vida sería igual de agradable y tranquila hasta que una mañana, los gritos de unos niños la despertaron, y al salir, supo que su destino acababa de cambiar drásticamente.

Porque ante sus ojos se encontraba el hombre que dificultaría aquel último año de prueba, el hombre cuyo rostro le perseguiría por igual en sueños y pesadillas. El hombre cuya espada reposaba ahora sobre su cuello, con una gran arrogancia en la mirada.

- Salvarás a mi hombre.

Y le mostró a uno de sus piratas en un estado máximo de envenenamiento.

- Y si no lo consigues morirás en el mismo instante en que su corazón se detenga.

Saya simplemente le miró. Sí, sobrevivir a Eustass Kidd iba a ser toda una proeza.


Continuará...

¿Qué les pareció? Hay que decir que en este capítulo los cambios casi no se aprecian, pero espero que disfruten igualmente del fic.