Capítulo 1: Girl
"- Felicidades, están esperando una hermosa niña."
Estando acostados en su cama, Yuuri recargado en el hombro de Víktor, y la mano de este sobre el vientre crecido de su esposo, aún estaban procesando la noticia que recibieron poco menos de una hora atrás. ¿Cómo se suponía que iban a criar a una mujer? Por eso se pensaba que lo mejor era un varón, pues sabrían lo que quiere y como tratarlo con base en ellos mismos. Pero una niña… eso rompía por completo los planes.
Destino gracioso y cruel.
—Estás muy silencioso, Yuuri -hizo notar el ruso, dibujando círculos en la piel inflamada.
—No es mi intención. Es sólo que… estoy pensando.
—Yo también. En verdad, nunca creí que terminaría siendo una niña. Pero… creo que está bien -Yuuri lo miró con diversión y Víktor soltó una risita traviesa -Sólo imagínalo… la princesa de sus dos papás. Sí soy celoso contigo… no voy a contenerme cuando se trate de ella.
—Ni yo. No me gustaba que los chicos se acercaran a Mari cuando era niña. No sé cómo voy a tolerar que me diga que tiene novio o algo así.
—¡No la voy a dejar! Será nuestra niña hasta que cumpla… treinta o más si es posible.
—En realidad, dudo que puedas hacer que eso pase.
—Entonces no me conoces bien -bromeó Víktor.
Le dio un beso en los labios a su esposo y movió su cuerpo hasta que su rostro quedó a la altura de la zona del cuerpo de Yuuri que servía como refugio para su bebé. Una vez ahí, se dedicó a dejar cientos de pequeños y suaves caricias. Después de tanto estrés, era reconfortante pausar su vida y disfrutar ese momento con su esposo y su hija.
—Se está moviendo de nuevo -le dijo, y el ruso pegó sus mejillas al abdomen de Yuuri para sentir lo que pasaba.
—¡Es cierto! Apenas la siento, pero… se mueve… ¡Es hermoso! ¿No es muy pequeña para que la percibas?
-Mmm… Brendan dice que como no tiene el mismo espacio que tendría un bebé en condiciones normales, está más… apretada y por eso puedo sentirla con facilidad.
—Amazing… ¿La habías sentido antes?
—No. Ayer fue la primera vez. Es como si tuviera una mariposa en el estómago. Después de… -Yuuri se sonrojó y Víktor le dedicó un pícara sonrisa -…después de eso… se estuvo moviendo mucho en la noche.
—Lo siento si te molesté, pequeña. Es que quiero mucho a tu papá y tenía que decírselo de alguna forma.
—¡Víktor! ¿Qué sucede contigo?
—¿Qué?
—¡Es una bebé! ¡No tiene por qué saber eso!
—Oh, vamos Yuuri. Algún día va a preguntar cómo es que nació… y será interesante platicárselo -Víktor soltó una carcajada ante el rubor de Yuuri y se reacomodó a su lado.
—Pues sí… pero no ahora. Preferiría que no le preguntara.
—Yo sí. Le diré que es un hermoso milagro. Y que ella y su papá son geniales para asustarme… pero que a pesar de eso los amo.
—Vitya…
El ruso abrió los brazos para recibir el deseo de Yuuri de acurrucarse en su pecho. Sintió la calidez del cuerpo del japonés inundándolo. Tanto, que él mismo comenzó a sentirse somnoliento. Escuchó la tranquila respiración del pelinegro que le indicaba que ya se había quedado profundamente dormido. Sonriendo para sí mismo, le retiró las gafas y las dejó en la mesa de noche. Los cubrió con una sábana y al poco rato él mismo también quedó a merced de los sueños, con la deliciosa sensación de Yuuri en sus brazos y un vientre crecido rozando su abdomen. Era perfecto.
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*Quinto mes
Las dos parejas caminaban tomadas de la mano, una al lado de la otra. A pesar de tener cierta cautela por las últimas leyes impuestas sobre Rusia, aun nada les impedía salir a pasear de la mano. O ir a comprar cosas para la pequeña en camino, que ya era completamente notoria en el cuerpo de su progenitor.
—¡Aquí! -gritó el rubio cuando llegaron a una tienda por la que había pasado días atrás, en donde encontró cosas que ganaron por completo su aprobación.
Víktor asintió y los cuatro entraron al lugar. Apenas llevaban unos segundos ahí, y el mayor de los rusos prácticamente perdió la cordura al ver tantas cosas adorables. En menos de un minuto, el resto de sus acompañantes ya lo habían perdido de vista, mientras que ellos hurgaban en la sección de accesorios.
—Mira, Otabek. Esto se le verá genial a la cerdita -Yuri le enseñó a su novio un conjunto de pantalón y blusita estampados con unos pequeños y tiernos tigres.
—Muy bonito. Deberías preguntar a Yuuri si está bien para él -opinó el kazajo, mientras recibía la ropita en dos variedades de colores.
—¿Porqué? Tengo derecho a eso después de cuidarlos por dos meses.
—Víktor quería cosas con motivos de perros…
—Y tú de osos y al katsudon no le importa. Así que puedo escoger lo que me guste -concluyó Yurio, restándole importancia al asunto con un gesto de manos, ganándose una sonrisa de conformidad del kazajo.
Por su lado, Yuuri estaba buscando cosas más útiles, pues estaba seguro de que los juguetes y demás cosas innecesarias se encargarían su esposo y amigos. Tal vez Otabek sería un poco más razonable y no cedería tan fácil a los impulsos de Yurio… tal vez.
—¡Mira Yuuri! -se sobresaltó y dejó caer uno de los biberones que estaba revisando cuando escuchó el grito de Víktor detrás de él. Antes de que siquiera hubiera dicho algo, ya tenía a su esposo de rodillas frente a él, abrazándolo por las rodillas y sollozando - ¡Perdón! ¡Lo siento! ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Soy un tonto!
—No pasó nada, amor -le dijo, acariciando su cabello a la vez que se sonrojaba porque más de una persona los había volteado a ver.
—¿Estás bien? ¿Asusté mucho a la bebé? ¿No le hice nada?
—No, ya levántate. Estamos bien. ¿Por qué no me dices que es lo que querías que viera? -incitó Yuuri, levantando y tratando de animar a su acongojado y asustadizo esposo, que vivía en constantes arrepentimientos por creer que lo que hacía podía alterar a los dos seres que más amaba.
-Yo… ¡Yo te iba a mostrar una hermosa cuna! ¡Quiero esa para nuestra bebé!
Yuuri sonrió con diversión por la emoción de su esposo y lo siguió hasta donde le indició. Resultó que la cuna no era sólo eso. Se trataba de toda una habitación para bebé. Tenía que reconocerlo. El gusto de Víktor era, incluso paras su hija, exquisito, pero conservaba la ternura y femineidad que debería tener para una bebé. Además de que a Yuuri también le había parecido hermosa.
Predominaban en ellas los colores blanco y rosa, además de unos sutiles grises. Tenía una cuna blanca vestida con sábanas blancas y rosas, con motivos de un lindo perro con largas orejas, adornada de unas esponjosas almohadas del mismo tipo. También incluía una camita parecida a la cuna, con una transparente tela que caía a los lados y que la hacía lucir como el lugar donde reposaría una princesa, un mueble color marfil para cambiar de ropa a la bebé y para guardarla y una cesta en donde la pequeña podría estar despierta o tomar una breve siesta. Por último, había un cómodo sillón que cumplía con la función de ser la zona donde podrían darle de comer a la pequeña. Yuuri hizo nota mental de preguntar a Brendan sobre ese asunto.
—¿Qué opinas? ¿Verdad que es muy bonita? -preguntó Víktor, con su mirada brillante e insistente.
—¡Sí! Es hermosa… me encanta -le contestó Yuuri entusiasmado. Podía imaginarse perfectamente cuidando de su pequeña en ese lugar.
—No me gusta -interrumpió Yurio, llegando a la escena y despreciando con la mirada la elección del peliplata. Señaló a otra decoración de habitación junto a esa que, por supuesto, tenía animal print de tigre -Esa es genial.
—Pues cuando tengas tu hija, le compras esa. Es mi bebé y le compró lo que Yuuri y yo queremos -replicó el ruso, provocando un feroz sonrojo en el rubio y su novio, que solo escuchaba y que se divirtió ante la exclamación de Yurio de que nunca haría lo mismo que hizo Yuuri.
Víktor terminó por aceptar las pequeñas cosas que había escogido su pareja le pidió a una de las chicas que atendía el lugar que se llevara eso para pagarlo. En el camino a la caja registradora, al ruso se le presentaron más cosas, mismas que no dudó en añadir a todos los artículos que llevaban, como una carriola y una andadera.
—Víktor… es demasiado -exclamó Yuuri cuando vio el costo total de las cosas que llevaban.
—¿Y? Es para nuestra niña. Se merece eso y más. Todavía no creo acabar con las compras. ¡Me falta la ropa!
—Pero Yurio, Otabek y yo ya hemos comprado algunas cosas…
—A mi bebé le harán falta más…
—¿Tú eres el papá? -una anciana, acompañada de su esposo, interrumpió la inocente discusión que mantenían Víktor y Yuuri.
—Sí, señora. Yo seré su papá -contestó el peliplata, orgulloso.
—Su esposa debe estar muy contenta de tener un hombre tan consentidor -dijo el anciano.
—Eh… bueno, en realidad esposo. Él es mi esposo -Víktor atrajo al japonés a su lado, quien había apartado la mirada al escuchar de una "esposa".
—¿Qué? -la mujer parecía incrédula, aunque Víktor no estaba muy seguro de si era por la sorpresa o por otra cosa.
—Pues sí… La medicina moderna es fantástica y nos va a permitir tener un bebé -respondió Víktor, todavía algo confundido.
—¿Quieres decirme que ese hombre va a tener un bebé? -cuestionó el hombre mayor, con una expresión desencajada, casi de completo horror. Yuuri asintió temeroso y llevó las manos a su vientre, protegido por un amplio abrigo - ¡Pero qué cosa tan más desagradable!
—¡Oiga! ¡No le permito…!
—A ustedes no se les debería permitir nada. Es espantoso que hagan cosas como esta. Los homosexuales están degradando a nuestra pobre Rusia -la mujer señaló el abdomen de Yuuri, quien se vio horrorizado por la expresión que la mujer le dirigió -Esa… cosa… ni debería nacer. No es normal y estará en desgracia si la dejan vivir.
—¡Vieja estúpida! -Yurio, que estaba detrás de ellos y que no había perdido detalle de la conversación y ante las horribles palabras de la mujer, perdió por completo los estribos - ¡La única desgracia que hay aquí es usted y su imbécil esposo!
—Muchacho insolente… ¿Cómo te atreves? -Otabek, que estaba sujetando el hombro de Víktor, llegó a tiempo para detener a su novio, quien estaba a punto de abalanzarse contra el hombre.
—El muchacho tiene razón. Ustedes no tienen derecho de hablar así de mi esposo y mi hija -Yuuri pocas veces había visto furioso a Víktor. Pero no era que se exaltara. Su voz era casi como una cuchilla, su mirada se tornaba gélida y filosa, y su cuerpo se tensaba.
—Lo digo en nombre de esta nación que va en decadencia. ¡Ustedes lo van a arruinar! ¡Mira que abominaciones como esta se estén dando! ¡Es…asqueroso!
—¡Basta! ¡No se atreva a volver a hablar así de ellos! ¡Los únicos insolentes en este lugar son ustedes! -Yuuri sujetó el brazo de su esposo, pidiéndole que se calmara y que se fueran de ese lugar.
—Caballeros… -una de las dependientes del lugar se acercó a donde estaban discutiendo - ¿Cuál es el problema?
—¡Ellos! No entiendo como permiten que a personas tan anormales les sea permitida la entrada a lugares como este. Lo que ellos llaman bebé ni siquiera…
—Señor… -la chica interrumpió al hombre antes de que Víktor, Yurio y Otabek saltaran sobre él, pues hasta el kazajo parecía estar perdiendo la paciencia -Tiene razón. Yo también lamentó que personas con una mente tan ridícula entren aquí. Así que le agradecería que usted y su esposa se retiraran de la tienda.
—¿Pero qué tonterías estás diciendo? Nosotros no…
—Ustedes no entienden que simplemente ellos se quieren y ahora tendrán una bonita familia, lo cual es casi maravilloso. Si no lo comprenden, no tienen cabida aquí.
—Patrañas. Bebé, o como le quieran llamar, esa pobre criatura solo va a terminar mal por sus tonterías. Por ustedes es que las nuevas leyes tienen que aprobarse ya ¡Insensatos! -murmuró la vieja, arrojando a un lado la compra que iba a hacer. Tomó a su esposo del brazo y salieron del lugar inmediatamente.
—Lamento mucho lo sucedido -se disculpó la joven - ¿Su esposo se encuentra bien? ¿Quiere que le traiga un vaso con agua?
Hasta ese momento, Víktor y Yurio fueron conscientes de que Otabek había tenido que sujetar a Yuuri, pues un fuerte mareo se había apoderado de él a causa del estrés. Ambos hombres corrieron a su lado y lo ayudaron a sentarse.
—Tranquilo, mi amor. Todo está bien -lo consoló Víktor, tomando su mano con firmeza -El agua estará bien, gracias.
La joven fue corriendo a buscarla, mientras que tres hombres trataban de serenar a Yuuri, quien estaba entrando en lo que parecía ser un cuadro de ansiedad.
—Mi bebé no es una abominación… no es una desgracia -murmuraba mientras se sujetaba la cabeza con una mano y apretaba con firmeza su vientre.
—Por supuesto que no, amor. Ella es solo una bebé. Una muy linda. No tiene la culpa de nada. Y nosotros no hemos hecho algo malo.
—¿Pero por qué dicen eso? ¿Les hicimos algo?
—¡Claro que no, Yuuri! -intervino Yurio, tomándolo del brazo - ¡Sólo vas tener una bebé! ¿Qué tiene de malo eso? ¡Nada! Ambos la quieren mucho, al punto de ser empalagosos. Eso es bueno.
—Pero los demás no la quieren… A ella… la pueden tratar mal…
—Yuuri, ninguno de nosotros permitiría eso -le aseguró Otabek, mirándolo a los ojos cada vez más cristalinos.
—Eso es cierto, amor. Yo la voy a proteger. Nadie le dirá ninguna de esas cosas horribles.
—Dijeron que no debería nacer… y yo… hace dos meses quería… yo… ¡No! ¡Víktor! ¡No! ¡No quiero que a mi bebé le pase nada!
—Yuuri, amor, no le va pasar nada -Víktor se apresuró a abrazarlo con fuerza y juntar la mano con la de Yuuri sobre su vientre -Ella va a estar bien. Será sana y…
—¿Pero si no es así? ¿Qué tal si al final por mi culpa le pasa algo? Tú lo dijiste… lo hombres no tienen bebés… ¿Y si… y si… muere? ¿Si por mi culpa muere?
—¡No! Eso no va a pasar. Nuestra bebé estará bien -Víktor sintió un escalofrío recorriendo su columna y haciendo temblar cada fibra de su cuerpo. Ni siquiera quería pensarlo como una posibilidad. Su bebé iba a estar bien. Su Yuuri iba a estar bien.
—Joven… su agua -la chica volvió y le tendió un vaso de cristal a Yuuri. Víktor lo tomó por él y después de separar un poco a su esposo de él, le dio la bebida, que el japonés bebió con nerviosismo.
—Ya, Yuuri, ya pasó -le dijo su esposo mientras acariciaba su espalda.
—Katsudon, tienes que tranquilizarte. La bebé…
—Señor… en serio lamento lo que pasó hace unos momentos. Jamás esperé que unas personas se portaran así. Ustedes no merecen eso.
—¿Eh? -Yurio la miró confundido.
—Yo los conozco… los cuatro son patinadores -dijo la chica con una enorme sonrisa -Y… cuando vio al señor Katsuki entrar y desabrocharse la chamarra… recordé que había escuchado que iban a tener familia. Pero no me imaginé que fuera así -ella posó su mano con precaución en el vientre de Yuuri -Tengo que decir que es hermoso.
—¿De… de verdad?
—¡Por supuesto que sí! Por las cosas que llevan supongo que es una niña.
—Sí, será una hermosa princesa -indicó Víktor, tratando de animar a Yuuri, quien se había tranquilizado un poco.
—Con papás como ustedes, no lo dudo. Su hija será una niña afortunada.
—Gra… gracias -tartamudeó el japonés. La chica asintió y regresó a la caja registradora.
—Víktor, tal vez deberías llevar a Yuuri a tu casa para que descanse. Yura y yo nos podemos hacernos cargo de las compras.
—Sí, eso estará bien -Víktor abrió su billetera y le tendió la tarjeta de crédito a Altin. Sin embargo, Yurio fue más rápido y se la arrebató de las manos.
—Ya veremos qué hacemos con esto -se burló, provocando una leve risa en el japonés.
Víktor y Yuuri salieron de la tienda tomados de la mano. El pelinegro se aseguró de que su abrigo lo cubriera lo suficiente para que su vientre henchido pasara lo más desapercibido posible, cosa que su esposo no pasó por alto. Aun así, decidió caminar en silencio y no presionarlo para que se sintiera mejor. Sabía que la autoestima de su esposo era un asunto que tendía a flaquear, y si a eso aunaban la sensibilidad que últimamente provocaban las hormonas dentro de Yuuri, el japonés podía sentirse completamente derrotado de un momento a otro.
Pasados unos minutos, llegaron a casa, y lo primero que hizo Yuuri fue deshacerse del abrigo y tenderse en uno de los mullidos sillones. Víktor lo vio con ternura y fue a sentarse a su lado. Sin hablar, tomó los hombros de su esposo y dejó un suave masaje en ellos, así como en su cuello y un poco de la espalda, ante los cuales, Yuuri dejaba escapar algunos sonidos de satisfacción.
—¿Estás mejor? ¿Quieres algo? -negó con la cabeza y le pidió que continuara -Yuuri... ¿Si entiendes que nada de lo que esas personas dijeron es cierto?
—Sonaba así…
—Alguna vez te dije que Rusia no estaba lista para aceptar cosas así. Pero eso no te tiene que afectar, amor. Los que se equivocan son ellos.
—No es eso lo que me preocupa, Vitya -contestó, dándose la vuelta y exigiendo un lugar entre los brazos rusos -Me inquieta… ellos dijeron que no debería nacer. Y si… al final… ¿En realidad no nace? ¿Qué tal si le pasa algo porque esto no era lo que debía hacer?
—Yuuri… estamos siendo cuidadosos, ¿no es así? Procuramos que comas bien, que no hagas demasiado esfuerzo, te mantienes en movimiento ligero. Incluso, cuando hacemos el amor, siempre procuro ser cuidadoso y no ir demasiado rápido. ¿Por qué tendría que salir mal? Todos estamos cuidando de la bebé.
—Pero… ¿y si es algo que no podemos controlar?
—Entonces no será tu culpa. Yo sé que dolería…pero me quedaría a tu lado para superarlo juntos, Yuuri. Entiéndeme cuando te digo que no estás solo.
—Yo… gracias, amor -se acurrucó contra su pecho y Víktor sintió un agradable cosquilleo - ¡Víktor! ¡Siente! ¡Se está moviendo más!
—¡Es verdad! ¡Que linda! -el ruso se agachó hasta quedar a la altura de su hija. Posando las manos sobre el vientre desnudo, podía percibir esos movimientos, que cada vez eras más intensos -Vaya…
—¿Qué?
—¡Un flip!
—¿De qué hablas?
—Es que me imaginé que estaba haciendo algún salto dentro de ti. Y como el flip es lo que nos distingue a los dos…
—¿Estás pensando en que está haciendo una rutina dentro de mí? -inquirió Yuuri, con diversión.
—¡Sí! Imagínate que hermoso sería que ella también sea patinadora. ¡Como nosotros!
—Puede ser… -lo vio con curiosidad y luego se echó a reír -Estás loco, Víktor.
—Sí, por ustedes…
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*Séptimo mes
La puerta del consultorio se abrió en silencio y el doctor que entró se detuvo un momento para ver a la pareja que no se había dado cuenta de su presencia. El de cabellos plateados dibujaba círculos en el vientre de su esposo, quien ya estaba acostado sobre la camilla, y que reía constantemente por las cosquillas que el tacto del ruso le provocaban.
Tuvo que tomar una buena bocanada de aire antes de entrar.
—Buenos días, caballeros.
—¡Brendan! -Víktor refunfuñó en su interior ante el entusiasmo de Yuuri por ver al doctor - ¿Qué haces aquí? Pensé que no nos veríamos sino dentro de un mes.
—Lo sé. Pero me pidieron… aplicar el procedimiento en un hospital de Moscú. Planeaba venir a saludar al doctor Usmanov, pero después de que me encontré con seis patinadores en la sala de espera, supuse que estaban aquí. Así que hoy tomaré tu consulta.
—¿El doctor Usmanov no puede? -preguntó Víktor, haciendo un esfuerzo sobrehumano por no sonar arisco.
—Sí puede, pero yo sigo siendo el titular del caso de Yuuri, así que puedo atenderlo sin ningún problema -respondió el americano, con una sonrisa de suficiencia - ¿Les parece que procedamos a ver a la pequeña?
Ambos padres asintieron y el médico procedió a seguir los pasos de rutina, ante la mirada escrutadora de Víktor, quien bufó discretamente al ver la mano de Brendan pasearse con total libertad por la piel de Yuuri al repartir el frío gel. Tomó el aparato y lo pasó por el vientre. La imagen de la pequeña apareció casi al instante. Su forma era completamente perceptible y los latidos de su corazón aún más firmes, lo que provocó enormes sonrisas en Víktor y Yuuri.
—Confirmamos otra vez que es una niña, de eso ya no hay la menor duda. Tiene un peso adecuado para el tipo de embarazo.
—¿Adecuado?
—En Detroit... -Brendan hizo una pausa al ver la mirada incómoda de Víktor. Decidió cambiar las palabras -…me refiero a las primeras consultas… te mencioné que los bebés del procedimiento Detroit tendían a ser más bajos del peso de un bebé normal. Esto es porque tus músculos se resisten al crecimiento y limitan el crecimiento del feto. Sin embargo, tu bebé está en los parámetros aceptables. Eso significa que está sana, y que crece con normalidad.
—Eso es… amazing! -expresó Víktor, abrazando por el cuello a Yuuri.
—Aunque… -los dos hombres se detuvieron en seco ante la expresión un poco consternada de Brendan.
Víktor casi se va de espaldas cuando el doctor se levantó de su asiento y palpó con ambas manos el vientre de Yuuri, como si estuviera buscando alguna anormalidad. Incluso, tocó demasiado cerca de su pelvis.
—¿Qué pasa, Brendan? ¿Algo está mal? -cuestionó Yuuri, que estaba sintiendo que se le terminaba el aire con cada segundo que pasaba y con cada expresión extraña de su médico.
—No, no. Tranquilo. Es solo que… tu vientre es algo… grande considerando el tamaño de la bebé. Pero los análisis que te había hecho el doctor Usmanov no indicaron ningún problema.
—Entonces…
—Enviaré una orden para más exámenes. Pero… no creo que haya nada malo. Tal vez la niña en verdad si está ocupando mucho espacio. Eso o… -rió un poco al imaginarse un escenario bastante nuevo para él, pero estaba seguro de que no podía ser así -... bueno, no importa. Tranquilos, la bebé y Yuuri están en perfectas condiciones. Creo que es todo por hoy. ¿Tienen alguna pregunta?
—Yo sí -dijo Víktor, tomando la mano de Yuuri para ayudarlo a ponerse de pie – ¿Para qué fecha debemos esperarla?
—Estamos en el séptimo mes. A partir de ahora, comparándolo con embarazos de su tipo, cualquier momento sería propicio para que naciera. Sin embargo, debido a que está creciendo como un bebé normal, diría que para la primera o segunda semana de enero.
—Eso es pronto…
—Lo sé, Yuuri. Pero no deberías sentirte asustado o algo así. Te lo vuelvo a decir, la bebé es muy sana. Y el parto será una limpia cesárea, que yo o el doctor Usmanov atenderemos. Así que te puedo asegurar que todo estará bien -Brendan posó unos segundos su mano sobre la del japonés, para transmitirle algo de confianza. Esto crispó los nervios de Víktor, pero se contuvo lo mejor que pudo - ¿Algo más?
—Respecto a lo que hablamos el otro día, Brendan… -insinuó el ruso, ante la mirada sorprendida de Yuuri.
—Oh, claro. Yuuri… tu esposo me habló del incidente que tuvieron hace unos meses y que, a raíz de eso, desarrollaste un… temor a que tu bebé pudiera morir. Según lo que Víktor me explicó, tienes miedo a que, debido a que no estabas "diseñado para esto", algo le pudiera pasar.
—No… sabía que Víktor te había contado de esto. Pero sí… tengo esa inquietud.
—Mira, Yuuri -el doctor le tendió su teléfono, en donde estaba la foto de una pareja de chicos con un bebé entre ellos que miraba sonriente a la cámara -Ese lindo niño nació de uno de ellos, hace casi un año. Tuvo complicaciones, pero al final está aquí. Y es feliz. Lo que llevas dentro de ti es vida, Yuuri. Y eso es maravilloso, cualquiera que sea la forma en la que se presente.
—Pero y si algo al final sale mal. Yo no creo poder…
—No saldrá mal, Yuuri. Haz pasado los primeros meses, que era cruciales. Si hubiera existido algún problema, te lo habría dicho. Pero estamos en la recta final, y todo está saliendo bien. Y saldrá mejor, te lo prometo.
—¿De verdad?
—Sí. Además, es la primera niña que recibiré del procedimiento Detroit, lo cual la hace todavía más especial. Estarán bien.
—Creo que puedo estar con eso. Pero si tengo una última pregunta… ¿Recuerdas lo de la… la comida… me refiero a la… lactancia? -un gran sonrojo inundó sus mejillas, y Víktor tuvo que abrazarlo por los hombros para que no explotara de vergüenza.
—Sí, claro. Mmm… ¿Puedes quitarte la camisa?
—¿Qué?
—Víktor… es necesario que lo revise -objetó el médico ante la muy evidente molestia del ruso, misma que extrañó a Yuuri, pero que obedeció las órdenes del doctor.
Estaba un tanto avergonzado por ese cambio en su cuerpo, y sentir las manos de Brendan en su pecho turgente no ayudaba en mucho. Ese último mes había experimentado un cambio que le resultó abrumador. Como ambos médicos le habían avisado, su cuerpo se estaba preparando para cuidar de su bebé cuando este naciera. Y lo más evidente fue cuando su pecho comenzó a crecer. No era nada exagerado y, de hecho, apenas se notaba el cambio. Pero para alguien como Yuuri, además de ser algo doloroso, le resultaba vergonzoso.
—Muy bien… Esto también está preparándose. Ya puedes vestirte de nuevo -le indicó el doctor mientras se volvía a sentar -Serás capaz de aportar las defensas y los nutrientes que tu bebé necesitará para completar su desarrollo.
—Eso significa que la tendré que alimentar.
—Siempre puedes decidir que solo sea la fórmula de leche. Aunque ella agradecería lo que tú le puedes aportar. Solo piénsalo, ¿está bien? De cualquier forma, no será durante mucho tiempo. ¿Alguna otra cosa?
—No, creo que no -sentenció Víktor, con bastantes ánimos de alejar a su esposo del doctor.
—Bien. Entonces nos veremos la última semana de diciembre. Aunque el doctor Usmanov estará vigilándote a cada oportunidad -Brendan estrechó su mano con la de Yuuri y, como siempre, una agradable calidez lo embargaba con su tacto -Yuuri, quiero que estés tranquilo estos dos meses. Tú y ella lo van a necesitar.
—Sí, Brendan. Me cuidaré. Y gracias por el seguimiento.
El doctor le sonrió y se despidió de Víktor con un leve asentimiento, quien abrazaba a Yuuri por los hombros de una manera casi territorial. En cuando llegaron a la sala de espera, una avalancha de cuerpos de patinadores fue hacia ellos y los acosaron de preguntas hasta que Yuuri mostró la reciente imagen que había sido tomada a la bebé. Todos lanzaron exclamaciones de ternura, mientras que el flash de una cámara no dejaba de aparecer.
—No vayas a compartir eso en ningún lado, Phichit -le pidió Yuuri, cosa que no sorprendió al tailandés, pero que lo dejó un poco decepcionado por no poder subir las fotos tan buenas que tenía.
—Se ve muy linda. Se esmeraron haciéndola, ¿eh? -insinuó Chris, ocasionando un sonrojo de Yuuri, pero una sonora carcajada en Víktor, quien terminó por afirmar eso.
Entre tanto, Mila y Sala acosaban al único japonés para que las dejaran tocar. Por su parte, Otabek se limitaba a mirar, divertido, mientras Yurio terminaba de hacer una llamada y otro favor a Víktor.
—¡Ey! ¡Anciano! ¡Me dijeron que ya está listo! -gritó, en medio del bullicio que estaban haciendo.
—¡Gracias, Yurio!
—¿Qué está listo? -quiso saber Yuuri, rindiéndose a las caricias de sus dos amigas.
—¡Una sorpresa para ti! Pero tenemos que irnos a casa ya.
—No olvides que después de que acabe el circuito del Grand Prix haremos una fiesta para la princesa -le recordó Mila.
—No lo olvidaré -pues no había forma de que dejara pasar el evento al que había sido prácticamente forzado a asistir.
Los patinadores se despidieron entre ellos y cada uno volvió a su casa o al hotel en donde se hospedaban. Víktor lucía bastante ansioso por llegar a su hogar, y a la mínima oportunidad que tenía, mostraba su emoción por la sorpresa que había construido.
—¿Puedes ya decirme de que se trata? -pidió Yuuri cuando se estacionaron en el garaje y caminaron tomados de la mano hacia el departamento.
—Sólo espera un poco más -en cuanto estuvieron dentro de la residencia, lo guió a uno de los cuartos y puso la mano en el picaporte - ¡Ya está todo listo para recibir a nuestra hija!
—Pero, amor, ya habíamos dejado su cuarto preparado y era lo único que faltaba.
—¡No! ¡Le faltaba su familia completa!
En cuanto Víktor abrió la puerta del que sería el cuarto de su niña, el corazón de Yuuri se desbocó y las lágrimas corrieron en una inmensa alegría.
—¡Mamá! ¡Papá! ¡Mari!
—Oh, mi Yuuri -Hiroko recibió en sus brazos a su hijo, y se deshizo en llanto al ver su creciente vientre y como todo era tan real.
Toshiya y su hermana también se unieron al abrazo familiar. Mari tenía una emoción especial al ver que el esfuerzo de ambos había valido la pena, que esa parte suya cedida a su hermano estaba haciéndolo feliz.
—En verdad estás más loco de lo que pensé, Yuuri -bromeó su padre, y el pelinegro no pudo hacer otra cosa más que reírse con ellos.
—Víktor, cariño… -llamó Hiroko, al ver que este planeaba dejarlos solos -Tú también eres nuestro hijo. Ven a darnos un abrazo.
A tan solo dos meses de que el milagro se completara, una cálida escena se llevaba a cabo en una vivienda en San Petersburgo. Entre risas y lágrimas, sorpresas y asombro, una niña podía estar segura de que, si algo recibiría cuando abriera los ojos al nuevo mundo, era amor a manos llenas.
Una… o tal vez dos.
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¡Hola! Soy yo molestándolos de nuevo (no es cierto jeje). Bien, como pudieron ver, es una completa vista al pasado de la historia que sucede en "Make my own history". Aquí voy a abordar detalles que no son "relevantes para la trama", pero que me he divertido bastante imaginándolos. Son cosas sencillas pero significativas. Por obvias razones, este no será actualizado más que una vez a la semana para tener tiempo con el fic principal.
Si entraste y no sabes de que estoy hablando, te invito a leer el fic antes mencionado, que puedes encontrar en mi perfil. Si ya sabes de que va, gracias por tu apoyo con este mini proyecto y con el principal.
Espero que apoyen este como lo han estado haciendo con "Make my own history". Espero sus comentarios para saber si estoy loca o para las pedradas. No importa, todo sirve.
¡Saludos a todos!
