Y entre lágrimas de felicidad, Dipper era abrazado por la persona que consideró el amor de su vida, Bill Cipher.
—Bill, te amo. Muchas gracias por haberme salvado de Mabel y sus locuras...—. Algo en Dipper le hizo detenerse—. Porque y-yo no estoy loco, t-tú existes, ¿cierto?—. El castaño se giró hacia el oji-ámbar y le miró expectante, tratando de calmar su llanto. El mayor asintió, con mirada triste, aunque el Pines no lo notó.
Al afirmar que era real, Bill sintió las suaves manos de su novio en sus mejillas, y seguido de esto los labios de Dipper sobre los suyos, moviéndolos lentamente. Sin duda, el beso tenía algo de especial para ambos.
—Dipper, amor, no tienes nada que agradecerme. Sabes que todo lo que quieras y pidas, yo te lo daré y cumpliré. Me has pedido que te salvara y te salvé—. Bill tomó en sus brazos a Dipper en un fuerte y protector abrazo—. Ahora... Ahora podemos estar juntos. Esta es mi casa y ahora también tuya.
Dipper sonrió enternecido, sabiendo que su novio podía ser muy cariñoso. Se sentía bien sabiendo que ahora viviría con el rubio, en una casa que él ya conocía perfectamente.
—Te amo— susurró el menor cerrando los ojos y disfrutando del abrazo, consciente de que el sentimiento era mutuo.
Se mantuvieron en esa posición hasta que ambos cayeron dormidos, sin romper el abrazo.
El Pines menor, quien se encontraba con los ojos cerrados, se retorcía con su camisa de fuerza, imaginando tristemente estar en su nueva casa con su novio, susurrando al vacío. A pesar de los bruscos movimientos, nada malo podría ocurrirle estando en esa celda blanca y acolchonada.
Los enfermeros vigilaban atentamente todo lo que hacía el castaño para prevenir cualquier accidente, cuando de pronto, el más joven dejó de moverse, cayendo inerte al suelo.
Con rapidez entraron al cuarto de Dipper y revisaron el cuerpo ya sin vida de éste.
Después de comprobarlo, salieron apenados de la habitación, esperando que la joven castaña, prácticamente reflejo del difunto, comprendiera la situación y no hiciese preguntas.
—¿Todo bien?—. Pero Mabel no quería comprender que había perdido a su hermano para siempre.
Simplemente se limitaron a negar, fue entonces cuando las lágrimas empezaron a brotar de los ojos cafés de la Pines.
Pero, ¿cómo es que los gemelos Pines llegaron a esta situación tan trágica?
Para responder esto, deberemos retroceder en el tiempo uno o dos meses...
