LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN. SOLO ESCRIBO ESTA HISTORIA CON FINES DE ENTRETENIMIENTO.

-¿Por qué me haces esto, Akane?

Ella escuchó su ronca voz demasiado cerca de su oído y pudo percibir su agitado aliento justo sobre su hombro. La tenía aprisionada contra la pared del Dojo, ambas manos a los costados del cuerpo de ella para evitar que escapara de él y sus caderas demasiado próximas como para ocultar el estado de excitación en el que él se encontraba. Ambas respiraciones estaban alteradas.

-¡Yo no te he hecho nada!- contratacó conteniendo el deseo de lamer la piel que se encontraba a la altura de su boca. Se mordió el labio inferior conteniéndose.

-¿Qué crees que siento cada vez que te pones tu nuevo uniforme de entrenamiento cuando sales a correr por las mañanas? ¿O cuando estás practicando aquí en el Dojo, tan cerca de mi?

-¡¿Cómo quieres que lo sepa?! No te adivino el pensamiento, mi único propósito es entrenar, tú eres el que se obstina en ver cosas que no son.- contestó conteniendo el deseo de comenzar a recorrer con sus manos ese delicioso cuerpo que tenía enfrente.

-No me gusta. Eres mi prometida - fue la posesiva respuesta de Ranma.

Ese nuevo uniforme de entrenamiento había tenido la culpa: un pantalón ajustado negro, de tiro corto que llegaba hasta el muslo; un top ajustado, cruzado en la espalda, le llegaba justo al final de las costillas; ese conjunto dejaba ver su trabajado abdomen, su amplia cadera, la fina cintura, el redondo y firme busto, sus torneadas piernas, aquel trasero despampanante, todo a la vez, era el paraíso llamado Akane Tendo.

¿Cómo habían llegado a aquella situación? Todo comenzó entrenando, un agarre por aquí, una llave por allá, demasiado calor, demasiado deseo reprimido desde hacía años. Cuando menos se dio cuenta, Ranma había arrinconado a Akane con su propio cuerpo, dominándose apenas lo suficiente para no arrancarle salvajemente ese nuevo uniforme e introducirse impetuosamente entre sus piernas.

-Quítate- apenas pudo pronunciar Akane, deseaba con todo su ser que Ranma la hiciera suya, en ese momento y en ese lugar, inmediatamente.

-¿O qué? – contestó el joven de la trenza, apretando los dientes con el fin de mantener su lengua dentro de su boca y no comenzar a deslizarla por el níveo cuello de ella.

Akane levantó su rostro y lo giró en dirección al joven de ojos azules, este volteó apenas lo suficiente como para sostenerle la mirada. Ambos se estaban desafinando con los ojos, sin ganas de retirarse de esa posición pero sin el valor de dar el siguiente paso.

-No tienes el valor, Saotome- le desafió la joven.

-¿Acaso me estás retando?- contestó el hombre de oscuro cabello mientras se relamía maliciosamente los labios.

-Tómalo como quieras- contestó altiva la mujer mientras giraba su rostro, dejando su cuello tentadoramente desprotegido.

Ese fue el detonante que el joven necesitaba. Deslizó rápidamente su mano por la cintura de su pareja, atrayéndola aún más a su cuerpo, hundió su rostro en el espacio indefenso entre su hombro y su lóbulo y comenzó a succionar apasionadamente.

La chica del cabello azulado apenas pudo contener el gemido de placer que la acción de Ranma le provocó, colocó sus manos en la espalda del varón, sujetándolo con tanta fuerza que sus uñas se internaron en la carne del chico, haciendo que él también exclamara una ronca queja de placer; para él aquello solo fue el banderazo de salida para que continuará con más ahínco en lo que estaba.

Recorrió ansioso el cuello y hombro de Akane; lamía, succionaba, mordía toda la piel que aquel dichoso top del nuevo uniforme dejaba expuesta, pero pronto eso fue insuficiente, necesitaba más y lo necesitaba pronto. Una de sus manos comenzó a recorrer la cintura de la chica, de atrás hacia adelante y a la inversa; la otra mano comenzó haciendo el mismo recorrido pero pronto abandono esa ruta para comenzar a subir hacia uno de los pechos de la pelíazul, masajeando por encima de la ropa aquel delicioso monte inexplorado. Con toda la palma acariciaba la redondez de ese pecho, mientras con los dedos apretujaba la carne que alcanzaba, pronto comenzó a notar que el pezón se erguía bajo esa estimulación, le llamaba, requería de su atención.

Por su parte, la chica Tendo sentía enloquecer bajo las manos de Ranma, estaba haciendo lo que quería con ella y ella lo estaba disfrutando, peor aún, deseaba más. Colocó sus manos al frente, en el pecho de él, instintivamente comenzó a desabotonar la camisa de su acompañante para poder tocar más de aquellos poderosos pectorales que la aprisionaban, de un solo movimiento abrió la camisa y la bajó de los hombros del joven, él saco rápidamente las manos de las mangas para poder retomar donde se había quedado segundos antes, dejando caer al piso la estorbosa prenda. Aprovechando la distracción en las manos del joven, Akane también arrancó de ese varonil torso la camiseta que le impedía poder tocar a su antojo aquella anhelada piel.

Ahora era el turno de ella. Estaba recorriendo vorazmente, con los labios y la lengua, cada centímetro de la piel de Ranma que tenía a su alcance. Comenzó haciendo cadenciosos círculos sobre sus pectorales, logrando arrancarle uno que otro suspiro al muchacho, sin embargo, el ronco gruñido de placer que le indicó que iba por buen camino lo había logrado al succionar apasionadamente la bronceada piel.

No pudo más, buscó con brusquedad la boca de ella, abriéndose camino con su lengua hasta tocar la de Akane; el salvaje beso fue correspondido con bestial energía, era una lucha de deseo, y los dos eran demasiado orgullosos para dejarse vencer.

Las caderas comenzaron a rozarse lujuriosamente, ella estaba lista para darle la bienvenida y el estaba más que dispuesto para abrirse paso hacia aquel paraíso. La mano que se había ocupado de acariciar la piel de la cintura, desde hacía rato había descendido al glúteo de la mujer de corta cabellera, apretujándolo intensamente con la intención de sentirse cada vez más cerca el uno del otro. Las bocas continuaban en su batalla sin tregua, mordiendo los labios, saboreando sus lenguas, succionando sus alientos. Las manos iban y venían por debajo de la ropa, buscando aquel contacto que por tanto tiempo habían contenido, anhelando desfogar la furia del temperamento de ambos jóvenes de otra manera que no fuera discutiendo.

En un arrebato Ranma entrelazó sus dedos con los de Akane, los sujetó fuertemente y colocó sus manos a ambos lados de la cabeza de la chica y la miró profundamente a los ojos durante varios segundos. Su mirada estaba cargada de deseo, manifestaba la decisión que había tomado, no se acobardaría; se acercó a su boca dejando apenas un centímetro de distancia entre los labios para susurrarle

-Eres mía-

Inmediatamente colocó su boca en el cuello de ella, comenzando a succionar impetuosamente, solo concluyendo hasta que consideró que había dejado suficientemente marcado lo que consideraba su territorio; mientras tanto, ella había intentado al principio zafar sus dedos de su agarre, mas cuando sintió la boca del joven en su cuello, comenzó a perder la fuerza, experimentando un tremendo placer que culminó en un suspiro en forma de palabra.

-Ranma…-

Sin dejarla recuperarse de la emoción, la lengua del chico recorrió el tramo que lo separaba del escote, en un rápido movimiento y por encima de la ropa, colocó entre sus labios la turgente cima del pecho de ella y apretó, fue un movimiento suave pero lo suficientemente firme como para que ella profiriera un sonoro gemido. Eso agradó bastante al chico, le pareció una invitación para continuar y no la desaprovecharía. Soltó el agarre sobre las manos de Akane y colocó las suyas por debajo del top, la miró a los ojos pidiendo permiso para deshacerse de aquella prenda que tan celosamente cuidaba los secretos de la chica. Ella respondió despegando su espalda de la pared, tomando la ropa por la orilla y alzándola por encima de su cabeza; aún no terminaba de zafarse la prenda de su brazo cuando sintió el agarre del chico rodeándola para aproximarla a él.

Los hasta ahora vírgenes pechos de la persona que más deseaba en el mundo se le estaban entregando en todo su esplendor, ni en sus más remotos sueños hubiera imaginado que sucedería. Vertiginosamente pasó su lengua por la cumbre más próxima con suma delicadeza, saboreando al profanar por primera vez aquel inexplorado territorio. Poco a poco subió la intensidad de las caricias hasta que comenzó a succionar ávidamente el pecho. Akane demostraba su satisfacción enredando sus dedos en la oscura cabellera de él, atrayéndolo cada vez más hacia ella. Él se alternaba entre las dos cumbres de su amada mientras sus manos acariciaban con rudeza las nalgas. Detuvo sus caricias para erguirse, levantándola en el camino, haciendo que Akane le abrazara la cintura con las piernas, logrando así una caricia más íntima, más ardiente. Buscaron sus bocas con necesidad, mientras comenzaban un vaivén con sus caderas, generando aquel roce un nuevo placer para ambos.

Aunque estaban embebidos en el momento, sus instintos les alertaron que alguien se aproximaba. Rápidamente se separaron y acomodaron sus ropas como mejor pudieron, estaban algo descompuestos y agitados. Ranma recargó su frente en la pared en la que hasta hacía unos momentos estaba la espalda desnuda de Akane intentando normalizar su respiración y esperando que bajara su tremenda erección; ella por su parte se colocó a su lado y se dejó caer hasta quedar sentada en la duela del Dojo, colocándose una toalla sobre el cuello con el propósito de que cubriera sus aún excitados pechos.

Por la puerta apareció la dulce Kasumi con un par de vasos con limonada.

-Creí que estarían exhaustos de tanto entrenar, así que les traje algo para que se refresquen. ¡Oh,vaya que les hace falta, sí que están agotados!- dijo mientras dejaba las bebidas en la entrada y se retiraba canturreando hacia la casa.

-Esto no se va a quedar así, Akane. O te deshaces de ese nuevo uniforme de entrenamiento o no respondo de mí- sentenció Ranma con gutural voz.

-Me pondré lo que me venga en gana… y si estás tan preocupado por lo que me pongo, ni se te ocurra asomarte a mi ventana por la noche, también me compré ropa nueva para dormir y te va a gustar menos que lo que traigo ahorita- contestó Akane mientras salía del Dojo llevándose el vaso a la boca, esbozando una pícara sonrisa que Ranma no alcanzó a ver.

-¿Acaso me estás retando?- dijo Ranma más para sí mismo que para ella, imaginando cómo sería la nueva ropa de dormir de su prometida y planeando una visita nocturna al cuarto de Akane.