Tomó un pequeño sorbo de su café deleitándose con su dulce sabor mientras se dirigía hacia su oficina. Con la mirada al frente y mordiéndose el labio debido a las miradas que le dirigían mientras el ruido de sus tacones retumban por los pasillos.

Se sintió poderosa.

Sonrió. Por primera vez desde aquel terrible día, Bella se sentía una mujer nueva preparada para todo. Llevaba por lo menos tres años en el FBI contando con tan solo 25 años y todos los días los sentía como el primero.

Entró cerrando la puerta detrás de sí, dejando su café sobre el escritorio se sentó inspirando el aroma de lo desconocido mientras esperaba los pormenores de su nuevo caso.

Ella era así. Ansiosa pero eficaz. Y con una morboso gusto por encerrar a esos miserables tras las rejas.

Suspiró. Aunque le desagradaban, ella no descansaba hasta encontrarlos y hacerlos pagar por lo que habían hecho.

Asesinos, violadores, viudas negras, ladrones de cuello blanco…

A través de los años Bella había visto eso y mucho más.

Cerró los ojos y frunció el ceño.

Lo peor era cuando debía habla con las familias. Lo evitaba lo más que podía, porque le partía el corazón ver a familias destrozadas por esos miserables que no merecían vivir. Una lágrima escapó de su ojo derecho y se apresuró a limpiarla.

No le preocupaba si su maquillaje se corría porque en realidad usaba lo mínimo posible. Un poco de corrector de ojos por aquí, brillo de labio por acá y tachán. Palabras textuales de Emmet, "quedaba echa una muñequita de porcelana".

Sonrió de nuevo.

Emmet.

Cuanto lo amaba. Su hermano mayor. Tenía 29 años y se comportaba como un niño de 6.

Como cuando quería ganarle en llegar a la cocina cuando ella preparaba galletas y la lanzaba contra el sofá riendo a carcajada limpia. O cuando se burlaba de ella por no poder llegar al estante más alto de su amada biblioteca o…

Un estruendo la hizo sobresaltarse y por poco derramó su café.

-¡Bells! – o como ahora. Pensó

Corrió y se sentó sobre sus piernas tratando de no aplastarla inútilmente.

-¡Emmet!

-¿Qué?- Dijo inocentemente batiendo sus pestañas.

-Me aplastas- murmuró debido a la falta de aire.

-Lo siento- se disculpó rápidamente, pero la sonrisa que luchaba por ocultar lo delataba.

-¿Qué quieres?- le gruñó juguetonamente. Ellos eran inseparables. Tanto que a Bella le costó aceptar a la escultural novia de su hermano, Rosalie. Hasta que él le aseguro que siempre estaría a su lado. Y ella le cayó bien a pesar de su adicción a las compras.

Se estremeció recordando la última vez que la acompaño al centro comercial. Nunca lo volvería a hacer.

-Nada, yo solo…- Pero se interrumpió debido a que la canción Gentleman inundo la habitación.

-Hola Eddy. No…. Si… ¿¡ QUE!? Pero ella está bien. ¿verdad? Voy para allá. Su rostro mostraba preocupación.

-¿Qué sucede?- Pregunto Bella debido al cambio brusco del estado de animo de su hermano.

-Te cuento en el auto. Tienes que ayudarme.

Y con eso la arrastró mientras llamó a Rosalie para que se encontraran en la Casa de los Cullen.

Lo que dejó más confundida a bella.