*Capítulo 1

"Tengo que irme, pero te prometo que volveré a por ti"

Hacía casi un año que lo había visto por última vez, a Thor. Al principio, Jane lo extrañaba, solo Dios sabía cuanto, pero con el paso de los días ese sentimiento fue desapareciendo, dando paso al entendimiento de que lo que sentía por él no fue más que algo pasajero. Sentía un gran cariño por él, era un gran hombre, o un gran Dios, pero no había amor.

Por otro lado, había estado muy ocupada, trabajando en el desarrollo de la teoría Foster, para viajes entre mundos, o reinos, como Thor le dijo que los llamaban.

Poco después de que él se fuera, un hombre llamado Nick Fury, que al parecer era el jefe de un grupo de agentes y espías de una sociedad secreta de nombre S.H.I.E.L.D., los llamó a ella y a Erik Selvig para trabajar en un proyecto de alto secreto con una fuente de energía supuestamente ilimitada, rescatada de una nave que llevaba hundida en algún lugar del ártico más de medio siglo, o al menos eso le habían dicho. Una especie de cubo radiactivo, aunque a ella casi no le permitían acercarse, todo lo contrario que a Erik, quien era el encargado de supervisar todos los avances que se hacían con respecto al cubo.

Al principio todo fue tal y como lo había imaginado, la gente la respetaba y escuchaba, y podía trabajar haciendo lo que más le gustaba y desarrollar su teoría al mismo tiempo. Pero poco más de un mes después una extraña sensación la mantenía en vela prácticamente toda la noche, y la desconcentraba durante el día mientras trabajaba. La incómoda sensación de tener un par de ojos inquisitivos sobre ella, pero cada vez que miraba a su alrededor no había nadie observándola.

Pero lo peor no era solo eso, si no que hacía poco más de un par de semanas habían decidido apartarla de cualquier cosa relacionada con la investigación, mandándola a casa hasta nuevo aviso, lo que la enfureció bastante, sobre todo porque Erik no movió un dedo para impedirlo, excusándose diciéndole que lo mejor era que se tomase un descanso, que estaba sometida a mucha presión.

Era verdad que esa incómoda sensación la traía de cabeza, pero eso, aún distrayéndola un poco mientras trabajaba, no la hacía cometer errores, es más, la hacía esforzarse para demostrar que podía hacerlo bien, por lo que se sintió bastante extraña cuando, de vuelta a su casa en Nuevo México, siguió sintiéndola, y si a eso le sumamos que se veía limitada a usar sus antiguas herramientas (obsoletas en comparación con las de S.H.I.E.L.D.), últimamente estaba bastante irritable.

Los días se sucedían mientras Jane seguía con su estudio y desarrollo de la teoría Foster, siguiendo el mismo patrón cada día: observar el cielo, buscar anomalías y estudiarlas a medida que aparecen; todo ello con aquella presencia cerniéndose sobre ella.

Hasta que un día, una llamada del agente Phil Coulson, de S.H.I.E.L.D., lo cambiaría todo.

*Capítulo 2