Cálida confesión

Disclamer: Los personajes de MHA no son míos.

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Ochako parpadeó tres veces ante las desconcertantes palabras que había oído. No era posible, ¿o sí?

No, definitivamente no.

Bajó la mirada hacía sus manos; las palmas estaban comenzando a sudarle y el corazón se le encogía al sentir los penetrantes ojos de Todoroki estudiando cada uno de sus gestos, parecía observar hasta el pequeño temblor en el labio inferior que nunca antes alguien había notado.

—Todoroki-Kun...no entiendo muy bien lo que quieres decir... —murmuró en un hilo de voz trémula. En realidad si entendía. Escuchó tan claramente las palabras que el joven delante de ella pronunció antes que acabó por asustarse.

—¿Quieres que vuelva a decirlo?

Ochako sintió las mejillas arder y la latente amenaza de su corazón con escapársele del pecho. Se atajó con las manos o al menos lo intentó, moviéndolas levemente en señal negativa. Quería huir, salir corriendo, pero hacerlo solo retrasaba las cosas. Ya no era una niña, era una futura heroína que debía enfrentar cualquier situación que la vida le presentara.

—No me refiero a eso...-comentó una vez más intentando calmarse—, pero... ¿estás seguro? ¿el quirk de alguien no te hizo un efecto raro? —suspiró con fuerza y se cruzó de brazos, esta vez, con el ceño fruncido—. Es una broma ¡Mataré a Denki! Seguro fue él quién te mandó. Me pregunto qué te habrán dicho para convencerte a hacer algo como esto.

Todoroki mantenía el semblante estoico de siempre, aunque ahora, era él el confundido. "¿Las mujeres son así cuando alguien se confiesa?"

Por un instante creyó haber dicho mal las palabras, pero mientras la castaña intentaba hallar un culpable, el repasaba internamente cada oración.

—Me gustas, no creo haber dicho nada erróneo, ¿aceptas salir conmigo sí o no?

La castaña volvió a escandalizarse, mas esta vez aplacó tan solo un poco aquellos nervios que la atosigaban. Iba a propinarse un pellizco para despertar del sueño, pero Todoroki por primera vez actuó a tiempo y la interrumpió.

Fue la calidez del tacto.

Fue la genuina sonrisa que se plasmaba sobre los labios de Todoroki lo que la hicieron caer en cuenta que nada era mentira; tampoco un sueño, sino, una realidad.