Disclaimer: Ningún personaje de The last of us me pertenece, solo mis OC. Los demás pertenecen a Naughty Dog.
I
Ellie se encontraba sosteniendo su arma con muchísima firmeza, apuntando hacia una mujer mientras el sudor y la sangre recorrían su frente. Su mirada era dura como una roca e inmutable. Frente a ella, una joven también sostenía una pistola, apuntándola, y con una mirada poco amigable. Ellie frunció aún más el ceño y respiró profundamente mientras estiraba sus dedos con delicadeza.
—Suelta el arma —ordenó la mujer en frente de ella.
—Ni sueñes —respondió al instante. La otra joven chistó.
Ambas mujeres se mantuvieron enfrentadas unos segundos hasta que su atención se desvió hacia un camión de carga que pasaba lentamente al otro lado del denso bosque. Ambas prestaron atención a lo que sucedía sin soltar sus armas. El camión frenó con un chirrido agudo y tres hombres robustos bajaron de él.
—Encuentren a la chica. La quiero cuanto antes —se escuchó a uno de ellos. Ellie se volvió hacia su oponente y notó que esta la estaba mirando fijamente.
—¿Perteneces a su grupo? —preguntó sin tapujos.
—No —respondió la pelirroja.
La mujer la miró dudosa, infló el pecho con aire y finalmente lo soltó. Entonces, las jóvenes notaron que los hombres del camión descendían por la colina que se adentraba al bosque y cayeron en cuanta de que no tenían demasiado tiempo para discutir o enfrentarse.
—¡Entonces corre! —exclamó la desconocida bajando su arma y echando a correr hacia el centro del bosque.
Ellie dudó por un momento, pero la siguió al verse acorralada por los hombres que, en otra oportunidad, la habían atacado. Tras un par de metros, vio a la chica agacharse rápidamente y esconderse detrás de un arbusto. Siguió sus pasos y se puso a su lado sin bajar la guardia en ningún momento.
—¿Te están siguiendo? —indagó la mujer.
—Es posible —atinó a decir.
Ellie miró a la joven y pudo admirarla mejor que antes ya que ahora no estaban a cinco metros de distancia ni tenían un arma apuntándose a las cabezas. La joven tenía ojos azules y una tez muy blanca. Su cabello era largo, de color negro azabache y estaba sujeto con una cola de caballo, mostrando que los costados detrás de sus orejas estaban rapados. La chica no parecía ser mucho más grande que ella y era probable que tuvieran la misma edad. Su cara era delgada, al igual que su cuerpo, y tenía una nariz pequeña y algo respingada, a la vez que sus labios eran sonrosados, gruesos y carnosos. Realmente era una mujer muy atractiva. A diferencia de Ellie, llevaba simplemente una blusa blanca sucia, una chaqueta negra cubriendo sus brazos y unos shorts azules algo cortos.
La azabache miró a través del arbusto y comprobó que, luego de unos minutos, los extraños comenzaron a marchar hacia el camión. Suspiró con alivió y se fijó en su acompañante pelirroja.
—¿Cómo te llamas? —quiso saber mientras analizaba su rostro.
—¿Te importa? —Ellie continuó con su actitud defensiva.
—Pues sí... Acabo de confiar en ti por si no lo has notado —repuso algo molesta—. Como sea... soy Nerea —se presentó— ¿De dónde conoces a esos malnacidos?
Ellie bajó la mirada levemente. No tenía ánimos de recordar todo lo que había sucedido en el último mes. Sin embargo, la chica a su lado no parecía tener malas intenciones. La miró nuevamente y contestó.
—Mataron a mucha gente de mi grupo. Estoy aquí por venganza —su voz sonó tajante y cruda. Nerea le lanzó una mirada algo compasiva.
—Un grupo ¿eh? —repitió— ¿Eran muchos?
—Algo así.
Nerea respiró profundamente y enfundó su pistola. Al ver esto, Ellie la imitó solo para inspirarle confianza y no generar que la mujer a su lado la atacara ante alguna sospecha.
—Bien —se puso de pie—. También pertenezco a un grupo... solo que ellos no están muertos. Pero nos hemos enfrentado a estos malditos un par de veces y tememos que pronto nos ubiquen —explicó–. Lamento haberte apuntando... creí que eras uno de ellos —se disculpó mientras le extendía la mano.
—Descuida, yo creí lo mismo —contestó mientras aceptaba su ayuda y se ponía de pie. Ellie sacudió un poco sus jeans y la miró fijamente. Nerea notó el increíble tatuaje que poseía en su mano derecha.
—Entonces... ¿vas detrás de ellos?
—Eso intento —respondió.
—¿Hace cuánto estás viajando sola?
—Solo un par de meses —Ellie se acomodó la mochila suavemente y arregló un poco su cabello—. Como sea... gracias por no matarme —expresó—. Tengo que seguir el rastro de esos imbéciles —comentó mientras se daba media vuelta y comenzaba a caminar.
—Espera —la frenó. Ellie se quedó quieta y volteó algo extenuada—. Puedes... puedes descansar en nuestro refugio si lo necesitas.
—¿Qué?
—Vivimos a unos pocos kilómetros de aquí. Puedes quedarte un día y recuperar fuerzas —explicó. Ellie la miró con recelo y la chica puso los ojos en blanco–. Escucha, no voy a ofrecértelo dos veces. Si quieres, ven. Y si no, puedes morirte de hambre antes de cazar a esos imbéciles.
La azabache le dio la espalda y se dirigió hacia donde estaba su zona segura. Ellie la contempló unos segundos y pensó que tal vez no sería tan mala idea. Hacía días que recorría sola los bosques y comía los pocos animales que podía cazar; sin contar las escasas horas que dormía por el hecho de estar alerta en todo momento. Quizá el grupo de Nerea podía darle seguridad aunque sea un día. Sí, realmente le convenía.
La pelirroja caminó rápido e hizo crujir las hojas secas del bosque. Nerea se volteó al escucharla y le dio una pequeña sonrisa.
—¿Vienes?
—Solo un día —sentenció. La joven movió los hombros y asintió.
—Como digas, chica.
Ambas mujeres caminaron por el bosque alrededor de treinta minutos. El otoño traía consigo vientos levemente frescos que hacía estremecer la piel descubierta de Nerea. Ellie, por su parte, contemplaba la inmensidad del bosque y sus altísimos árboles; las pocas hojas verdosas que quedaban y el suelo inundado de hojas secas y amarillentas. Los pies de ambas hacían crujir el suelo aunque intentaran ser sigilosas y eso era lo que más las mantenían atentas. Corredores o chasqueadores podrían escucharlas.
Tras superar el bosque, Ellie y Nerea llegaron hasta una ruta abandonada y comenzaron a seguir su recorrido. Al cabo de veinte minutos más, la ruta pasaba por un barrio completamente abandonado y, al fondo de este, se veía una gran muralla. Ellie entrecerró los ojos para ver mejor y supuso que el muro tendría alrededor de tres metros de alto; sin embargo, no podía ver sus extremos ni cuánto medía de ancho.
Al cabo de un rato, ambas jóvenes estaban paradas frente a una gran puerta de metal, rodeadas por autos y casas abandonadas. Ellie miró hacia arriba y vio que un hombre barbudo de mediana edad las miraba con el ceño fruncido y sosteniendo un rifle de caza desde una torre de vigilancia.
—Antes de entrar debo pedirte algo —le dijo Nerea mientras se detenía a mirarla.
—¿Qué es?
—Necesito que me des todas tus armas.
—Ni de broma —objetó.
Nerea soltó un suspiro y recargó su mano derecha sobre su cintura.
—Vamos, chica... No lo hagas difícil para mí —pidió—. Tenemos niños dentro. No podemos dejar que cualquier extraño entre portando armas ¿Entiendes?
Ellie se mordió la lengua ligeramente.
—Bien... —la chica se sacó la mochila a duras penas y tomó la pistola oculta dentro de su pantalón— Pero sé bien defenderme. Si tramas algo... te aseguro que te asesinaré.
—Wow... tranquila, chica ruda —sonrió.
Nerea tomó la mochila y metió la pistola, seguido la puso sobre sus hombros y golpeó con fuerza la puerta de metal. Luego de un momento, la puerta se deslizó de izquierda a derecha y dejó a la vista un magnífico predio con casas cuidadas y hermosas. Ellie admiró el lugar sorprendida mientras seguía a su compañera.
—¿Quién es? —preguntó otro tipo más joven.
—Tranquilo, es inofensiva —contestó echándole una mirada rápida a Ellie—. La llevaré con Layla.
—No le agradará mucho —advirtió.
—Pf...
La pelirroja siguió a su guía mientras continuaba mirando las casas. Todas lucían muy limpias y estaban pintadas con colores claros y delicados. El camino por donde caminaban estaba completamente limpio e incluso el pasto estaba cortado.
—Diablos... —susurró Ellie— Viven como unos putos reyes.
—Sí... es lindo ¿verdad?
—¿Cómo hicieron para mantener todo esto tan perfecto?
—Esfuerzo —respondió al instante—. Literalmente la gente que vive aquí se rompe el lomo para que todo funcione. Por eso mi gente está muy paranoica con esos malditos. No quieren que destruyan lo que tenemos.
—Mi grupo también se esforzaba, sin embargo nunca tuvimos esta clase de lujos.
—Bueno, también tuvimos suerte de encontrar este barrio casi intacto. Solo la construcción de los muros se llevó la mayor parte del trabajo —expuso. La chica aminoró el paso mientras se acercaba a una de las casas—. Es ahí —señaló.
—¿Quién es Layla?
—Básicamente es la líder —explicó—. Tiene que entrevistarte antes de que te quedes. Ah, y pase lo que pase, no digas ni una sola palabra sobre que estás siguiendo a esos imbéciles —indicó seriamente y Ellie accedió sin más.
Nerea subió los peldaños de madera y acercó su puño a la puerta principal. Dio un par de golpes y esperó a que la puerta se abriera. Dentro de la casa, una mujer que rondaba los cuarenta años, de ojos grises cansados y cabello rubio con algunas canas, las recibió.
—Nerea... —musitó con sorpresa— Creí que tardarías más en volver.
—Bueno... me encontré a una muchachita por ahí afuera —comentó divertida mientras señalaba a su compañera. Ellie le lanzó una mirada fastidiada.
—¿Quién es? —preguntó tajante— No me agrada que traigas desconocidos si ni siquiera los hemos investigado.
—¿Investigado? —repitió Ellie.
—Chica, no hables hasta que te lo pida —ordenó Nerea.
—¿Quién mierda te crees que...?
—¡Ya! -interrumpió la azabache— Layla, ¿puedes entrevistarla?
—¿Por qué la trajiste? —quiso saber la mayor.
—Le salvé el culo de los tipos que nos perseguían —respondió.
—Eso es una puta mentira —repuso Ellie con enojo.
—Le da vergüenza admitirlo —insistió Nerea con una sonrisa—. Anda, Layla... déjanos pasar y arreglemos esta mierda.
—Pasa de una vez —ordenó cansada mientras abría la puerta completamente.
Ellie y Nerea entraron a la casa. La invitada quedó perpleja con el orden y la limpieza del hogar. Era inmenso, de dos pisos, y muy bien decorado. Había electrodomésticos que parecían nuevos y daba la impresión de que gozaban de electricidad.
—Mierda... —dijo en voz baja.
—¿Cómo se llama? —Layla le preguntó.
—No tengo idea —contestó la joven mientras se encogía de brazos.
—¿Trajiste a una extraña y ni siquiera te molestaste en averiguar su nombre?
Ellie se sintió un poco mal por el enojo que estaba soportando su guía así que nuevamente volvió a intervenir.
—Me llamo Ellie.
Ambas mujeres la miraron y Ellie notó una leve sonrisa por parte de Nerea.
—Lindo nombre, chica.
—Ellie, pasa al living y te haré unas preguntas —pidió.
Ellie siguió a las dos mujeres hasta una habitación con unos grandes y cómodos sillones. Ellie contempló las decoraciones mientras tomaba asiento. Definitivamente, esos sillones eran más cómodos que cualquier otra cama en la que había dormido en toda su vida. Layla y Nerea se sentaron en unos sillones individuales frente a ella. Layla cruzó las piernas y después de ponerse cómoda, comenzó a hablar.
—Bien, Ellie, cuéntame cómo y por qué llegaste tan cerca de aquí.
—Llegué porque unos tipos me perseguían —comenzó mientras miraba a Nerea—. Antes estaba con un grupo pero nos separamos hace un tiempo y simplemente quedé a la deriva. Así que no tengo idea de cómo llegué aquí. Simplemente vine a pie.
—¿Quiénes eran los que te seguían? —preguntó Layla.
—Unos hombres en un camión de carga. No tengo idea de quiénes son, solo que hicieron que mi grupo y yo nos dispersemos.
—¿Y de dónde es tu grupo?
—Jackson County
—Eso no queda muy cerca.
—Estuve a la deriva varios meses.
—Entiendo... ¿Nerea te ayudó realmente? —inquirió incrédula mientras la nombrada comenzaba a reír.
—Claro que no. Sólo estuvimos apuntándonos a la cabeza —aclaró Ellie.
—Estaba jodiendo con ustedes —rio la Nerea y Layla rodó los ojos.
—Bien, Ellie... ¿Alguna vez te has enfrentado a uno de estos tipos?
—Claro que sí —afirmó—. Miles de veces desde que tengo memoria. Este mundo está lleno de esos malditos.
—No todos son así de todas formas —refutó la azabache—. Asumo que tu grupo tampoco ¿verdad?
—Claro que no.
—¿Cuánto tiempo deseas pasar aquí? —indagó la más grande.
—Sólo necesito un día.
—¿Un día?
—Quiero encontrar al resto de mi grupo.
—Están muy dispersos ¿En serio crees que puedes encontrarlos?
—No somos ingenuos, tenemos algunos puntos de reunión por si las dudas. Sólo necesito un mapa y saber dónde estoy y me iré cuanto antes.
—¿Crees que te diremos la ubicación de este lugar sin más? ¿Y correr el riesgo de que vuelvas con cazadores?
—Dudo que sea parte de ellos —intervino Nerea.
—Escucha —continuó Ellie—. Entiendo que es difícil confiar, pero incluso yo lo he hecho y he dejado todas mis armas a su disposición. No soy una maldita cazadora ni me interesa su comunidad. Sólo quiero encontrar a los míos.
—Yo puedo acompañarla —ofreció la azabache—. Yo puedo llevarla lejos de aquí y darle esa ubicación y un mapa. No necesariamente debe saber dónde se encuentra nuestra comunidad —explicó.
—No voy a dejar que te vayas de nuevo —objetó Layla—. Eres una de mis mejores protectoras.
—Oh, vamos, Layla. No pasará nada. Pueden vivir sin mí —aseguró sonriendo por el bello y poco común halago de su compañera.
Layla cerró los ojos y masajeó su sien. Estaba bastante frustrada con toda la situación actual y la llegada de Ellie no le traía calma en absoluto.
—Lo decidiremos en la noche —sentenció—. Asígnale una casa y una habitación a la chica ¿de acuerdo?
Nerea hizo una mueca poco convencida y miró a Ellie. Levantó las cejas levemente y le dio una media sonrisa. Finalmente, se puso de pie y la pelirroja la imitó algo insegura.
—Bien. Vamos, Ellie —indicó.
Antes de salir de la habitación, la invitada se dirigió a Layla.
—Gracias por dejar que me quede —dijo—. Lamento que no puedan confiar tan fácil pero juro que no tengo nada en contra de su comunidad —y salió.
