Los personajes de Inuyasha pertenecen a la gran Rumiko, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener.
En uno de los viajes de regreso a casa lo vio, encontrándose en ocasiones con él y solo le observaba de lejos, se había convertido en un amor platónico, porque, para ser honesta, no sentía que tuviera la mínima oportunidad de llamar su atención.
EN EL BUS
I.- Primer Encuentro.
Una joven de ojos chocolate, cabello azabache y overol de mezclilla con manchas de pintura, caminaba a toda prisa por el campus de la universidad, no se había percatado y era tardísimo, se había quedado de más en la biblioteca. Ya había llamado a su familia para decirles que iba en camino y no se preocuparan por ella, pero aun así no le gustaba dejar a su madre con el pendiente. Miró su reloj de pulsera, al ver la hora se dio cuenta que todavía podía alcanzar el bus, corrió más de prisa, pero se le dificultaban el andar a causa de su pesada mochila y los charcos hechos por la reciente lluvia. Faltaba poco para llegar a la parada, solo un esfuerzo más, pero en eso tropezó y su lapicera voló, los colores y pinceles se regaron en el suelo, se agachó a recógelos lo más rápido que pudo ¡El bus ya había llegado! En el momento que recogió el último pincel el bus arrancó y respiró resignada.
Al llegar finalmente a la parada miró su reloj de nuevo, 9:03 PM. Había perdido el bus de la ruta más directa a su casa, el próximo pasaría en tres cuartos de hora y la otra ruta más larga solo hacia 15 minutos más; si abordaba el siguiente no llegaría a su casa tan noche, en definitiva mejor tomaba el siguiente bus.
Cuando llegó el bus, solo iban tres personas, lo abordo y fue a sentarse en uno de los asientos libres de la parte izquierda trasera, cerca de la puerta de bajada. En la siguiente parada subió más gente, la mayoría gente mayor, ya que era la parada del "Centro para la tercera edad", junto a ella se sentaron tres señoras de avanzada edad, una se sentó junto a ella y las otras dos en los asientos traseros.
― Buenas noches.― saludo la señora que se sentó junto a ella.
― Buenas noches.
― ¿Vienes de la universidad?
― Así es.
― ¡¿Pero que te paso?!― preguntó al verle los jeans manchados de lodo y en las manos leves raspones.
― Tropecé intentado alcanzar el anterior bus, no me había dado cuenta.― contestó con honestidad al ver que estaba lastimada.
― Debes tener más cuidado, toma esto para que te limpies.― le dijo al ofrecerle un pañuelo.
― Muchas gracias.
― Soy Hauchiwa Kaede y estas dos señoras son Hibiki Shoga y Shibadu Wakaba.
― Soy Higurashi Kagome, mucho gusto.
En la tercera parada, el bus se detuvo en el hospital, subió más gente y los asientos libres se ocuparon, solo quedo uno vació, un asiento individual junto a la ventana derecha. Fue cuando vio al joven más apuesto y varonil que jamás había visto, parecía modelo de revista; pero por la vestimenta supo que era médico, tenía ojos miel, piel ligeramente bronceada, cabello corto negro alborotado y se notaba cansado, le vio tomar asiento en el asiento que quedaba vacio, ponerse sus audífonos y relajarse. Durante los siguientes minutos lo veía disimuladamente, eran tan guapo, ojalá el médico de su abuelo fuera como él, así hasta iba con más gusto a acompañarlo a sus chequeos.
Pasaron tres días y de nuevo salió tarde, esta vez no corrió, no quería volver a tropezar, además de nuevo acaba de llover. Abordó el bus del camino largo, se sentó en el mismo asiento de la última vez y en la siguiente parada se encontró de nuevo con las tres señoras.
― Hola otra vez.― saludo Kaede.
― Buenas noches.
― Hoy no tienes lodo, pero si pintura en la cara.― señalo Kaede al ofrecerle un kleenex.
― ¿En verdad?― miró su reflejo en el vidrio y vio que en la mejilla tenía oleo.
― ¿Qué estudias?― preguntó Shoga, mientras la azabache se limpiaba.
― Diseño.
― ¿Te falta mucho para terminar?― quiso saber Kaede.
― Un semestre, acabo de comenzarlo.
― Mucha suerte, ya estás más cerca del final.― alentó Wakaba.
Al llegar a la parada del hospital inconscientemente observo por la ventana, esperaba ver de nuevo al joven médico. Cuando la gente comenzó a subir miraba atenta y sus ojos se iluminaron al verlo subir, otra vez se veía agotado, esta vez se sentó un poco más lejos pero aún así ella lo podía ver. Llegó a su parada demasiado rápido para su gusto, bajo del bus y dio una última mirada para verlo.
De esa manera pasaron dos semanas, en donde ya no corría por alcanzar el bus de las 9:00, ahora esperaba a tomar el de las 9:15 solo para ver al joven médico.
En ese tiempo vio como otras chicas se le acercaban e intentaban hacerle platica, pero él apenas si les respondía, entonces ella suspiraba con tristeza, si él no les prestaba atención a esas chicas bonitas, ella jamás tendría alguna oportunidad. Lo que daría por ser un poco más bonita, especial, alta e inteligente (porque tenía que admitir que no vestía a la moda, su ropa siempre tenía pintura; medía 163 cm; muchos pensaban que había escogido diseño por no ser inteligente y ella ya se lo creía; ¿especial? ella era más que común), si fuera todas esas cosas podría armarse de valor e ir y hablarle, de esa manera si la rechazaba podría alegar que él era gay y no haría el ridículo, pero si ella iba y la rechazaba solo conseguiría que se burlaran de ella.
Le vio recargarse en el vidrió y bostezar, ¡Era tan adorable!, su corazón se acelero y se sonrojo. Fue en ese momento que deseo estar en un manga shojo, ya que si fuera así, seguramente terminarían juntos.
Pero no todo era deprimente, había encontrado tres buenas compañeras de viaje y poco a poco las fue conociendo mejor. Kaede era viuda y jamás tuvo hijos; Wakaba también era viuda desde hace mucho, tenía un hijo, Jinenji, él era agricultor y tenía dos hijos; Shoga jamás se casó, pero ahora estaba detrás de un anciano simpático que conoció en el centro. Las tres ancianas se conocieron en el centro de ancianos, tomaban clases de yoga, tejido y arreglos florales.
Un día la azabache iba repasando para una exposición de historia del arte, tan concentrada iba que no se dio cuenta cuando sus longevas amigas ya estaban con ella, solo se percató de su presencia cuando Kaede dijo algo que la desconcertó.
― Deberías hablarle.
― ¿Cómo dice?― preguntó sin entender.
― Al joven médico, se nota que te gusta, salúdalo.― aclaró Kaede y provocó que el rostro de Kagome se tiñera de rojo.
― Yo... yo... no podría, sería vergonzoso... Seguramente tiene novia o puede ser gay.― intentó excusarse, ella creyó que nadie se había dado cuenta.
¿Y si él ya se había dado cuenta? ¡Qué vergüenza!
― No lo creo, es médico, no tienen tiempo para esas cosas.― meditó Shoga.
― Ya aborda.― les avisó Wakaba al verlo.
― Tú puedes.― animó Kaede.
― No, de ninguna manera.― negó y siguió leyendo sus notas, no iba a verlo más, ya no.
Las tres señoras se miraron con complicidad, Kagome era la única chica que no había intentado nada con aquel joven médico, ellas creían que tenía oportunidad y le ayudarían. Las tres mujeres le vieron sentarse ahora casi enfrente de ellas al lado contrarió y pusieron en marcha un plan.
― Disculpe joven.― llamó Kaede, Kagome al escucharla se puso nerviosa y pidió a Buda que no fuera hacer alguna locura.
Aquí yo con esta historia que me rondaba la cabeza desde hace mucho, originalmente iba a ser OneShot pero me extendí mucho y decidí que la publicaría en capítulos más cortos de lo que acostumbro a escribirlos y en esencia no es tan larga.
Espero les guste. Y a quienes les debo sus regalos, no desesperen, que son tipo Rapunzel y cumplo mis promesas :D.
25/04/2015
