Bueno, este Fanfic está basado en la historia de cómo se creó Akatsuki, del juego Naruto Shippūden: Ultimate Ninja Storm Revolution. Será la historia de cada uno de los Akatsuki, cuando llegaron a la organización, cuando se formaron sus equipos y su relación juntos, hasta su muerte.
Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto~
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Welcome to the Akatsuki
1- El inmortal ninja, Kakuzu
Observó la capa que le brindaba el peli naranja, con quien varias horas antes había luchado. Aun no podía creer que había perdido, y mucho menos era capaz de entender el gran poder de Pain.
-Con esto, tu uniforme está completo –Dijo el hombre frente a él –Ahora que eres un miembro de Akatsuki, debes vestir como tal.
Kakuzu tomo la capa sin decir nada. El uniforme no era la gran cosa, de hecho, el pantalón azul era bastante simple, que decir de las medias y las sandalias, tan tradicionales y comunes en cualquier ninja. Sin embargo, aquella capa negra decorada con nubes rojas parecía ser lo que en verdad representaba a Akatsuki, lo que en realidad los haría resaltar. Por un momento, pasó por su cabeza la idea de preguntarle a su nuevo líder el porqué de esas nubes, sin embargo concluyó con que eso no tenía por qué interesarle en lo más mínimo.
-Pronto llegarán nuevos integrantes –La voz de Pain le había sacado de nuevo de sus pensamientos –Cuando sea el momento, tú también ayudarás a traerlos.
Sin nada más que decir, Pain salió de aquella lúgubre habitación. Kakuzu observó la capa una vez más, pensando si debía ponérsela o no. Para empezar, él no tenía ningún interés en un mundo de paz y amor; su único interés era el dinero. Sin embargo, debía admitir que después de tantos años estando completamente solo, alejado de su aldea, se sentía extraño pertenecer a algo una vez más.
Decidió ver esto como una oportunidad de ganar más dinero. Según lo que había dicho Pain, Akatsuki podría generar recursos a base de misiones que pudiesen pedir otros países. Eso no quería decir que él dejaría de cobrar recompensas, pero probablemente no sería tan necesario ahora que tenía un –por así decirlo– nuevo trabajo.
Dejó la capa en la cama y salió de aquella habitación –si es que ese sucio, pequeño y polvoriento lugar podía considerarse una habitación– y se dirigió a la sala. No tenía idea de a quien pertenecía esa casa, y tampoco le interesaba saberlo. Aparentemente, había estado abandonada por un buen tiempo, sin ninguna clase de cuidados ni algún intento de limpieza.
La casa era bastante grande. Recordó que Pain había dicho que necesitaban diez miembros, y que, contándolo a él, serían cuatro. Se preguntó cuánto tardarían en encontrar a los otros seis, aunque claro, él tenía todo el tiempo del mundo.
Aun a sus más de 80 años, Kakuzu aún no sentía que había hecho algo por su vida. Ganar dinero era, ciertamente, un buen pasatiempo, pero aun esperaba que llegara algo mejor. Dudaba mucho que Akatsuki fuera el mejor medio para conseguir lo que sea que fuese aquel algo, pero tal vez le daría una pista de que le faltaba o le sobraba a su vida.
Pasó a un lado de un pequeño estante de libros viejos y tomó uno. Se sentó en el sillón, casi recostándose a lo largo de este y comenzó a leerlo. Hacía tiempo que no leía (su codicia lo había llevado a abstenerse de comprar un libro) y sin embargo aún seguía siendo una de sus más grandes aficiones. Cualquiera diría que su único gusto era matar y contar dinero, y sin embargo, no tenía nada que ver con la realidad.
Si disfrutaba pelear de vez en cuando, pero la única razón por la que lo hacía era para recibir el dinero de la recompensa. Contar el dinero tampoco era tan interesante para él como otros creerían, sin embargo era necesario asegurarse siempre de que tuviera la cantidad exacta.
Aun así, él era alguien mucho más intelectual. Pudiese ser que su edad tuviese que ver un poco, pero lo que el disfrutaba era de leer libros antiguos, con sentido e interesantes –no esas tonterías modernas, como aquellos libros IchaIcha que había escrito un idiota pervertido de Konoha– además de que le encantaba jugar ajedrez. De hecho, hacia un buen tiempo que no jugaba. ¿Meses? ¿Años?
Por un momento se distrajo de su lectura. Había vivido tanto tiempo, que incluso había perdido la noción de este. Podían pasar años, y él no habría muerto. Podrían pasar décadas, y él seguiría vivo. Podría pasar el resto de la eternidad, y él seguiría ahí, solo y como si nada más existiese.
Pain había mencionado que le daría un lugar donde pasar su eternidad, y en ese momento dudo gravemente si quería pasarla ahí, en esa organización que nada tenía que ver con sus verdaderos ideales. Además, seguramente en algún momento en resto de los integrantes morirían y una vez más, el estaría solo, matando gente de aquí y allá y cobrando sus recompensas. Como siempre.
Siempre
¿Cuántos años habían pasado desde que solo hacía eso? ¿Cincuenta, más o menos? Tal vez más, tal vez menos. No estaba seguro de hacía cuanto Hashirama Senju había muerto, y la verdad, le importaba poco. No lo odiaba, de hecho lo admiraba bastante, y el hecho de que hubiese muerto lo había dejado un tanto decepcionado, pues él había esperado una revancha. Sin embargo eso ya no importaba, ni siquiera era relevante realmente. Su pasado era eso: Pasado. No había nada que cambiase las cosas, ya era demasiado tarde como para eso.
Quiso dejar de pensar en cosas tan triviales y seguir leyendo a gusto, pero una vez más su mente lo traicionó trayendo consigo una nueva duda: ¿Cómo serían los demás miembros de Akatsuki? Si eran como Pain, estaba realmente interesado en verlos. Tal vez incluso podría ganar algo de dinero si los asesinaba, con la excusa de "Eran demasiado débiles como para estar en Akatsuki". Sí, no era una mala idea.
La verdad, sentía cierta curiosidad por quién podría llegar a la organización. Quería –y esperaba– conocer a alguien fuerte e interesante. Sí, eso era lo que necesitaba. Unos cuantos corazones nuevos le vendrían muy bien, y más si provenían de ninjas fuertes, como seguramente lo serían los demás, considerando que Pain se había tomado la molestia de buscarlo a él.
Una vez más, se dispuso a continuar con su lectura; esta vez, triunfando al concentrarse en cada línea que contenía la obra en sus manos. Debía decir que estaba disfrutando bastante de eso, una tranquilidad como ninguna otra. Unos cortos mechones de su cabello castaño caían por su frente, y la máscara cubría prácticamente todo su rostro, dejando únicamente sus extraños ojos verdes visibles; los cuales recorrían las páginas de aquel libro con atención.
Después de mucho tiempo, cuando ya había avanzado bastante leyendo aquel viejo y grueso libro, escuchó como la puerta de la entrada se abrió y unos pasos se acercaban. No se molestó en moverse, mucho menos en apartar la vista del renglón donde se había quedado. Seguramente debía tratarse del integrante faltante de Akatsuki al que no había conocido aún. Si no era así, y alguien había entrado a la fuerza o algo por el estilo, ya se encargaría de matarlo en cuanto terminara de leer el párrafo.
Finalmente, dos personas llegaron a la sala. Una era una mujer vestida con la capa de Akatsuki, de pelo azul y unos hermosos ojos ámbar. El otro era un pelirrojo vestido con un chaleco café y pantalones negros. Ambos se detuvieron y lo observaron detenidamente. Él les devolvió la mirada, examinándolos.
-¿Quién es él? –Pregunto el joven pelirrojo, casi con un tono molesto que más que intimidar a Kakuzu, le hizo reír interiormente. Konan se acercó a él sin decir nada, mientras que Kakuzu solo se mantuvo quieto, viendo como ella se paraba a un metro del sillón donde estaba él.
-Tú debes ser el inmortal ninja, Kakuzu –Dijo sin mostrar ninguna emoción en su rostro. De inmediato Kakuzu supo que ella era la otra integrante, y que probablemente el chico detrás de ella fuese –al igual que él– uno nuevo –Bienvenido
Kakuzu cerró su libro y levanto la vista hacia Konan. No pudo evitar sentir que ella compartía cierto parecido con Pain, tanto en su mirada como en su forma de hablar.
-¿Y tú eres? –Preguntó alzando la ceja, esperando que ella se presentase
-Mi nombre es Konan –Respondió cerrando los ojos por un momento, para abrirlos nuevamente –Yo soy la compañera de Pain, y él… -Giró levemente su cabeza, mirando al chico tan solo por un momento –Es Akasuna no Sasori, y al igual que tú, acaba de entrar a Akatsuki para ayudarnos a cumplir nuestros objetivos, con ayuda de su fuerza.
-Akasuna no Sasori, ¿Eh? –Dijo con un tono de voz apenas interesado –Creo haber oído hablar de ti, me pregunto cuanto podría ganar se te derrotara
-¿Qué? –Sasori frunció el ceño, dispuesto a matar a Kakuzu para que este se callase, sin embargo, Konan interrumpió casi de inmediato.
-Me temo que eso es imposible. Ahora, los dos pertenecen a Akatsuki, y requerimos de su servicio. No puedo dejar que se maten entre ustedes
-Muy bien –Dijo Kakuzu, restándole importancia. Ya habría tiempo para ganar algo de dinero.
-Como sea –Sasori decidió ignorar a aquel sujeto, y se concentró en algo más -¿Quién es Pain?
-Soy yo –Dijo una voz a sus espaldas. Los tres dirigieron su mirada al hombre que acababa de llegar –Soy el líder de Akatsuki, y soy el Dios que traerá la paz a este mundo.
Sasori y Kakuzu lo miraron fijamente, sin decir nada.
-Konan –Hablo de nuevo, a lo que la chica se puso atenta a lo que llegase a decir –Dale a Sasori su capa y explícale todo lo que necesite saber.
-Sí, Pain –Respondió con seriedad, para después indicarle al marionetista que la siguiera. Este le dedicó una última mirada al líder de la organización, para después seguir a la peli azul.
Los tres desaparecieron y Kakuzu nuevamente abrió su libro y decidió continuar con su lectura. Por alguna razón, estaba de buen humor. Había escuchado que Sasori era un genio de Suna, un hombre bastante fuerte. Y sin embargo, la apariencia de pelirrojo le había sorprendido un poco, pues era cerca de veinte centímetros más pequeño que él, demasiado delgado y aparentemente muy joven. Sin embargo, no dudaba que los rumores fuesen ciertos, y que el Akasuna fuera realmente interesante y valioso. La sola idea de que todos los miembros de Akatsuki llegarían a ser así le resulto inesperadamente agradable. Quería ver y conocer a gente poderosa, y gente que le ayudará a ganar dinero.
-Después de todo, el dinero es primero.
Esperaba con ansias a conocer al resto de los miembros. Incluso esperaba tener la oportunidad de medir fuerzas con ellos. Sin embargo, aún no tenía idea de lo que sería estar en Akatsuki.
Una vez más, lo había hecho de nuevo.
Este era el sexto compañero al que mataba. Aunque, debía felicitarlo, fue el que duró más tiempo. Sabía que debía tener más paciencia, pero simplemente no era lo suyo estar cuidando de mocosos que no tenían ni siquiera un cuarto de su edad. Si había que culpar a alguien, era a esos idiotas por hacerlo enojar o, en todo caso, a Pain por hacerlo trabajar con ellos.
Estaría un tiempo solo, hasta que consiguieran un nuevo compañero para él. La verdad es que poco le importaban los sermones del líder o las opiniones de los demás acerca de la poca paciencia que tenía con sus inferiores. De todas formas, si no eran capaces de siquiera defenderse, no merecían estar en Akatsuki. Además, no es como si les importara demasiado. Sí, a veces recibía llamadas de atención, pero nunca se habían molestado realmente por las pérdidas de esos niñatos. De hecho, la única excepción era Deidara, con quien había salido en unas cuantas misiones –después de todo, Orochimaru y Sasori eran un equipo efectivo y el rubio no siempre estaba con ellos –pero debido a que, según Pain, el chico era "especial", habían decidido que sería mejor alejarlo del mayor, y dejarlo al cuidado y a la tutela del marionetista quien, a pesar de no ser muy paciente, sabía controlarse mejor que Kakuzu.
Después de tomar la decisión de que Sasori se haría cargo de Deidara, Kakuzu pasó un tiempo con Orochimaru, y debía decir que no había sido tan malo; pero tampoco había sido la mejor compañía del mundo. Orochimaru siempre parecía demasiado interesado en sus estúpidas investigaciones, mientras que él lo que quería era conseguir dinero. Supuso que esa fue la principal razón por la que no habían funcionado bien como un equipo.
Al final, siempre se quedaba solo un tiempo, como solía ser antes de entrar a la organización. No quería decir que se sentía mal por eso, pero si se sentía un poco decepcionado. Decepcionado por el hecho de que no hubiera nadie que pudiese estar a su altura o que al menos pudiese defenderse de él. Además, a pesar de que jamás llegaría a admitirlo, envidiaba un poco al resto. Cuando en un principio Akatsuki empezaba a formar equipos, todos parecían llevarse mal, hasta el punto de querer matarse mutuamente. Pero había notado que la mayoría ya tenían cierta relación especial o algo por el estilo.
Kisame y Deidara parecían profesar cierta admiración hacía sus respectivos superiores. ¿Por qué ninguno de los estúpidos con los que estuvo hacían lo mismo? ¿No se merecía el tanto respeto como el Uchiha y el Akasuna?
Y sin embargo, finalmente después de mucho tiempo, parecía que las cosas iban a cambiar. Orochimaru había recibido información acerca de un tal Hidan que, al parecer, era inmortal. Sí eso llegaba a ser cierto, tal vez al fin podría conseguir a un compañero estable.
Se encontraba esperando a Orochimaru y a Zetsu. Si el sujeto al que buscaban era realmente inmortal, estaría bastante interesado en trabajar con él.
Próximo Capítulo: El genio marionetista, Sasori
