Queridísima gente del mio cuore! Cómo están?
Yo aquí estoy una vez más arrancando con una nueva locura…
En esta ocasión, les traigo un cap que aun siendo algo breve y que se trata más bien de una introducción y adelanto de lo que se viene después, narra algunas cuestiones fundamentales alrededor de las cuales gira la trama principal de este fic.
Si bien tengo muchas ideas sobre lo que quiero lograr, sé también que algunas veces suelo 'colgarme' y otras veces 'arrebatarme' a la hora de producir y actualizar, así que no les puedo asegurar cuán frecuentes van a ser mis publicaciones… Pero confío en que conseguiré avanzar relativamente seguido…
Bueno, sin más para decir por ahora, lxs dejo leer el UNO en paz y les pido, a quienes tengan el valor de acercarse a esta nueva locura, que por favor me cuenten qué les pareció este primer cap. Saben bien que sus opiniones son sumamente importantes para mí, y que me motivan y me cargan las piletas para seguir avanzando… Así que todo es bienvenido!
Todos los personajes pertenecen a su autora Naoko Takeuchi, yo sólo los tomé prestados.
Besitos y abracitos per tutti!
Bell.-
:: Capítulo Uno ::
Era una cálida tarde de primavera, ya casi anochecía. Darien estaba de pie frente a una ventana, y desde el no tan alto piso del edificio donde se encontraba, contemplaba sin prestar demasiada atención el enorme patio que podía apreciar ampliamente desde ahí. No se fijaba en nada en particular, sólo perdía la mirada en la vista que tenía enfrente para intentar distender un poco su mente.
Hacía menos de una hora que acababa de llegar desde Tokio al pueblo donde había crecido y vivido de niño, y al cual hacía muchos años no regresaba.
Se trataba de una pequeña localidad costera al sur de Japón que, a pesar de estar próxima a una importante zona turística de la región, no contaba con una gran población ni demasiada actividad comercial. Sin embargo durante los últimos años mucha gente de las grandes ciudades había comenzado a construir sus casas de veraneo en los alrededores del pueblo, lo cual ayudó a reactivar un poco la vida cotidiana de los pobladores.
Pero para Darien era como estar en un lugar completamente nuevo, ya que casi no albergaba demasiados recuerdos de aquellas épocas de su infancia cuando vivió allí.
Y mientras pensaba en estas cosas, y repasaba en su mente cómo era su vida actual en general, intentaba reconocer cómo se sentía respecto a la situación que le tocaba atravesar ahora. Pero no podía distinguir ninguna emoción en especial, todo había ocurrido tan rápido que casi no tuvo tiempo para detenerse a reflexionar sobre lo que ocurría.
Se encontraba en una habitación del hospital central de este pueblo. Hacía un par de días, estando aún en Tokio, había recibido un mensaje en su oficina por medio del cual le avisaban que su padre se encontraba en un delicado estado de salud. Y Darien, sin pensarlo demasiado ni comprender exactamente qué lo motivaba a hacerlo, había decidido ir a verlo.
Y allí estaba, frente a esa ventana, de espaldas a la cama donde su padre descansaba, sin tener idea de qué pensar, qué sentir o qué hacer en este momento tan insólito.
Estuvo varios minutos inmóvil frente al cristal, hasta que escuchó la apagada voz de su padre llamándolo. —Darien.
Desde que había llegado al hospital casi no habían cruzado palabra, ya que el hecho de haberse reencontrado de esta forma después de tantos años, era una situación realmente muy extraña y sorpresiva para los dos. —Hijo —volvió a llamarlo al ver que no reaccionaba.
Darien finalmente volteó y lo miró con una tranquila sonrisa —Dime.
—Acércate un momento, por favor —le pidió su padre y él obedeció—. Mira, sé que hay muchas cosas que desconoces de mí, que quizás creciste escuchando algunas exageradas versiones de quien fui, pero no demasiado alejadas de la realidad. Y aunque admito que todo lo que pasó en gran parte ha sido por mi culpa, quiero decirte… —suspiró largamente—. Quiero darte las gracias, hijo —dijo emocionado—, por haberte atrevido a dejar todo eso de lado y venir hasta aquí. Me alegra mucho haber podido verte una vez más.
Darien volvió a sonreír conmovido por sus palabras. —A mí también me alegra verte, Mamoru —no se sentía triste por lo que pasaba ni enojado con él por haber estado fuera de su vida durante tantos años. Pero había algo, no tenía idea de qué podría ser, que le impedía decirle 'papá'. Quizás porque jamás lo había hecho antes, o tal vez porque lo habría olvidado. Sin embargo era completamente sincero con sus palabras—. Aunque creo que me hubiera gustado haberte encontrado antes. Pero me parece que a pesar de todo no ha sido demasiado tarde.
—¿En serio piensas que no es tarde?
—No, para mí no lo es, al contrario, considero que ha sido algo bueno volver a vernos.
—¿Eso significa que no estás resentido conmigo? ¿Que a pesar de todo lo malo que pasó, de mi larga ausencia, de todo lo que no fui capaz de hacer como padre, tú no me odias?
Darien rió. —No, Mamoru —respondió con franqueza—, no te odio.
—Vaya —dijo su padre sorprendido—, es un gran alivio escucharte decir eso. Gracias.
—No hay de qué.
Permanecieron otra vez en silencio por varios minutos más. Darien se sentó en un pequeño sillón que había junto a la cama y Mamoru esperó unos instantes antes de volver a hablar para recuperar el aliento, ya que su estado le impedía hacerlo por mucho tiempo sin agitarse.
Cuando pudo reponerse volvió a mirar a su hijo. —Darien —dijo con voz más apagada, comenzaba a sentirse muy cansado y somnoliento—, sólo quiero decirte una cosa más.
Darien se acercó un poco para oírlo mejor, ya que el tono de su voz era cada vez más débil. —Dime.
—En realidad quiero pedirte algo —le aclaró Mamoru.
Darien lo miró confundido, de repente comenzó a sentirse algo incómodo con lo que escuchaba. Si durante tantos años su padre jamás había estado presente en su vida de forma alguna ¿cómo ahora se atrevía a pedirle algo a él?
Mamoru cerró los ojos y profundizaba su respiración, aparentemente comenzaba a quedarse dormido. —Cuídala —Darien se acercó aún más al no lograr escucharlo con claridad—, cuida a mi princesa, por favor —Darien lo miró más confundido todavía al no comprender lo que le decía—. Mi princesa, cuídala —repitió Mamoru—. Por favor, cuídala mucho… —y se quedó profundamente dormido.
.
.
.
Darien volvió a acomodarse contra el respaldo del sillón y permaneció un buen rato intentando entender qué le habría querido decir su padre con esas últimas palabras. Lo observaba dormir y ahora sí podía reconocer que a partir de ese inesperado pedido comenzaba a sentirse inquieto, confundido, hasta algo molesto.
¿Quién sería esa 'princesa' que Mamoru había mencionado? ¿A qué se refería cuando le pedía casi suplicante que cuidara de ella? ¿Cómo tenía el valor de pedirle un favor a él después de tantos años sin haberle ofrecido nada? ¿Si había permitido que creciera sin un padre? ¿Si jamás había apoyado a su madre? ¿Si nunca se había preocupado por él, ni intentado volver acercarse? ¿Si ni siquiera ahora que estaba a punto de morir había tenido la intención o la iniciativa de buscarlo?
Y mientras se cuestionaba todas estas cosas y se daba cuenta de que cada vez se estaba enojando más con esta situación, creyendo hasta hacía cuestión de minutos que tenía todo bajo control, el sonido de su celular lo hizo regresar a la realidad.
Soltó un pesado suspiro sin poder sacarle los ojos de encima a su padre. Y no podía evitarlo, cada vez se sentía más enojado. Buscó el teléfono en el bolsillo de su saco y cuando vio quién llamaba decidió salir de la habitación para hablar con reserva.
Una vez afuera, atendió. —Mamá —dijo con un nuevo suspiro.
—¡Hijo, cariño! ¿Cómo estás? —Exclamó su madre desesperada—. ¿Llegaste bien? ¿Ya estás allí? Estoy muriendo de la impaciencia, Darien, no sé nada de ti desde anoche. ¿Qué pasó, hijo? ¿Cómo estás? ¿Qué fue lo que…
—Estoy bien, mamá —la interrumpió Darien impaciente—. Sí, llegué hace una hora aproximadamente —mientras hablaba atravesaba caminando un largo pasillo hasta cruzar la puerta que dividía la zona de cuidados intermedios, donde estaba internado su padre—, y vine directamente al hospital.
—Ah —su madre se tranquilizó—, ¿y ya lo viste? —preguntó temerosa.
—Sí, estoy con él ahora.
Ella demoró en volver hablar. —¿Y cómo está?
Darien cada vez se sentía más molesto e inquieto, y comenzó a deambular nervioso de un lado a otro. —Pues no lo sé con seguridad. Parece que su estado es bastante delicado.
—¿Pero qué es lo que tiene? ¿Es algo grave? ¿Se va a morir?
Darien resopló más molesto todavía. —No lo sé, mamá. No tengo idea de lo que le pasa, de quién me avisó lo que ocurría, de qué rayos estoy haciendo yo aquí ahora —no podía dejar de caminar y ahora desprendía los botones del cuello de su camisa—. Creo que tiene algo en los pulmones, no estoy seguro.
—¿Pero no has hablado con algún médico? —insistió su madre—. ¿No hay algún familiar o amigo con él?
—No, mamá —respondió él enojado—, no hablé con nadie más. Te dije que apenas llegué vine directamente hasta aquí, y sólo estuve con él —hizo una pausa al darse cuenta de que poco a poco elevaba el tono de su voz—. Y está solo, supongo que porque ya pasó el horario de visitas. Yo pude pasar a verlo porque… —suspiró una vez más con cierto pesar—. Porque les dije a las enfermeras que soy su hijo y me dejaron entrar a la habitación.
—Es cierto, eres el hijo de Mamoru Chiba —dijo ella en tono irónico—, el 'hombre invisible'.
Darien puso los ojos en blanco. —Mamá, por favor, no empieces, no es un momento oportuno para que…
—Pero si es la pura verdad, hijo —lo interrumpió ella enojada—, hace casi 20 años que tú y yo nos fuimos de ese pueblucho y él jamás se dignó ni molestó por saber algo de nosotros, jamás se preocupó por ti, jamás hizo nada para…
—Mamá, ¡basta! —la cortó él—. Si él se comportó como lo hizo habrá tenido sus motivos, aunque a esta altura de las circunstancias eso es algo que ya no tiene ni la más mínima importancia para mí.
—¿Acaso lo estás defendiendo?
—No, mamá, no lo defiendo —Darien otra vez caminaba de un lado a otro, su madre lograba sacarlo de quicio con mucha facilidad—. Pero tampoco quiero estar dolido ni enojado con él, no tengo ganas. Menos ahora que acabo de enterarme de cómo está.
—¿Entonces sientes lástima por él? ¿Compasión? —insistió su madre—. Porque si te soy franca yo pienso que ni eso se merece, por más moribundo que esté, por más que…
—No, mamá. No me refiero a eso, no es que sienta lástima, yo…
—¿Y qué es lo que sientes, Darien? ¿Qué fue lo que te llevó a tomar la decisión de ir a verlo después de tantos años, cuando él jamás hizo lo mismo por ti? ¿Para qué viajaste, Darien? ¿Acaso quieres recomponer tu relación con él? ¿Rogarle que te pida perdón en su lecho de muerte?
—Mamá, eres imposible —Darien se llevó una mano a la cabeza para intentar controlarse y no exasperarse por lo que oía—, siempre es lo mismo contigo, siempre te quejas, siempre lo insultas, siempre mezclas todo y no sabes mirar las cosas con algo de objetividad —suspiró otra vez—. ¿Quieres saber por qué vine? —ella esperó en silencio—. Pues no tengo ni la más pálida idea de por qué lo hice, mamá, ya te lo dije —retomó sus pasos de nuevo—. Él es prácticamente un completo extraño para mí, yo también lo soy para él. No sé cuán grave es su condición de salud, no sé qué va a pasar con él. No sé nada, mamá, ¿entiendes? ¡Nada!
—Bueno, si estás así de alterado creo que es mejor que hablemos más tarde —Darien de nuevo ponía los ojos en blanco al escucharla—. ¿Hablaste con Saori?
—No, aún no —respondió él un poco más tranquilo.
—Y si me llama a mí preguntándome por ti, ¿qué le digo?
—No le digas nada, yo la llamaré más tarde.
—Está bien —y se quedaron en silencio por unos instantes.
La de ellos era una relación bastante tirante. Aunque se mantenían en contacto casi de manera permanente, siempre que hablaban acababan discutiendo la mayoría de las veces. Y esta ocasión no era la excepción. Sobre todo porque después de tantos años, al tener noticias de Mamoru, muchos asuntos viejos y no resueltos se actualizaban inevitablemente, y las tensiones entre ellos se hacían más evidentes.
Pero a Darien no le preocupaba que esto estuviera sucediendo de nuevo, sino que en realidad era otra cosa lo que de forma inesperada lo tenía tan inquieto. Después de las pocas palabras que cruzó con su padre, había algo que no dejaba de darle vueltas en la cabeza. —Mamá —volvió a hablar—, recién Mamoru me dijo que… —y se detuvo de repente al ver aparecer desde el otro lado del pasillo a una joven que caminaba hacia él—. Me habló de… —le costaba sostener el hilo de lo que decía al tenerla cada vez más cerca.
Se trataba de una muy bonita chica de largo y ondulado cabello rubio y enormes ojos celestes que cuando pasó a su lado le regaló una cálida y gentil sonrisa. Darien quedó tan impactado al verla que no pudo evitar seguirla con la mirada. —Me dijo que… —continuó hablando con dificultad—. Mencionó a una 'princesa'.
—¿Una princesa? —preguntó su madre extrañada—. ¿Tu padre te dijo algo sobre una princesa? ¿De qué estás hablando, Darien?
Él no pudo escuchar más nada de lo que ella le decía. —Disculpa, mamá —dijo al ver que la joven que acababa de pasar a su lado se dirigía hacia la puerta de cuidados intermedios—, tengo que colgar, te llamaré más tarde —y sin darle tiempo a decir más nada, cortó la llamada—. ¡Espera! —se dirigió a la chica mientras se acercaba apurado—. Espera un momento, por favor —dijo al llegar junto a ella.
La joven volteó a verlo cuando lo tuvo cerca y lo miró a los ojos con una clara expresión de sorpresa, como si lo reconociera. Darien sintió una extraña presión en su pecho al encontrarse con sus ojos. No podía discriminar si esta emoción que comenzaba a invadirlo era algo agradable o no, lo único que tenía claro era que necesitaba con desesperación confirmar quién era ella. —¿Princesa? —le preguntó sin rodeos—. ¿Tú eres la princesa?
Ella lo miró con ojos enormes y no supo qué responder.
