-o-o- cambio de escena en el mismo lugar
-/-/-/- cambio de escena total
Pensamientos
-Diálogos.-
"Recuerdos mega rápidos, no flash back"
-f-f-f-f- inicia-termina flashback, cambio de escena en flashback
"Cosas en carteles o cartas"
(Aclaraciones)
.S.
Empieza sueño/cambio de escena en sueño
-S- termina sueño
(N/A: notas de autora)
-
-
Los diálogos no son muy fieles al juego porque:
a)
se me olvidaron.
b) me dio hueva verlos de nuevo ¬¬
c) los
cambié porque se me dio la gana ;w;
-Disclaimer: Los personajes son de sus respectivos autores, hago esto sin fines de lucro. Sólo lo hago por que soy una fan enamorada de la Saga de Zelda (y el ZeLink ;D).
-o-o-
Capítulo I
La lluvia caía inclemente en toda la región de Lanayru. Las frías gotas de agua otoñal enfriaban hasta los huesos a cualquier desprotegido que caminara fuera.
Un
pequeño niño, de cuatro, a lo mucho cinco años, caminaba solo por
el sendero donde los mercaderes se guarecían de la lluvia.
Solo,
chorreando agua, tanto de la lluvia como de llanto.
Sucio y magullado, se sentó cerca de la puerta principal.
A lo lejos, se veía una gran movilización de personas, con grandes lanzas y brillantes armaduras que goteaban agua helada. Gritaban y corrían en todas direcciones en el mercado, mientras que un hombre los conducía por todo el mercado.
-¡Encuentren a mi hija!-
-¡Si señor!-
El
niño miraba sin emoción alguna el panorama. Las lágrimas caían
por sus mejillas empapadas.
De pronto, sintió cómo el agua no
caía sobre él más. Levantó la vista, para ver a una niña de su
misma edad tapándolo con un paraguas oscuro.
Ella vestía un traje gris. Y su corto cabello rubio castaño claro estaba recogido en dos trenzas.
-¿Estás bien?- preguntó con toda la inocencia que una niña de cuatro, a lo mucho cinco años podía tener- ¿Porqué lloras?-
-Porque mi mamá me empujó de la carreta. Ella y papá me lanzaron antes de ir a un hoyo negro en el suelo.- le dijo sollozando- Y me pegué...-
-Uhm... ¿y dónde están ahora?-
-Sólo gritaron y ya no volvieron... y me cansé de esperarlos. Mejor vine a ver aquí... ¡pero me duele mucho mi brazo!-
-Yo me perdí. No encuentro a mi papá.-Pausa- La lluvia es fría.-
-Si...-
-No llores.- ella sonrió- Eres muy lindo como para llorar... Bueno, ¡adiós!- salió corriendo en dirección a la plaza grande. Dejándolo solo de nuevo. Él la miró irse.
Dos hombres caminaban hacia la puerta. Estaban ansiosos.
-Fue un milagro que encontráramos a la niña,- suspiró- se armó un alboroto.-
-Y que lo digas Auru.- el otro hombre se limpió la frente, evitando que más agua le llegara a los ojos.
-Oy, mira Rusl. Un niño.- señaló al chiquillo.
-Hijo, ¿qué te pasa, te perdiste?-
-Mi mamá... me empujó de la carreta.-
-/-/-/-
Rusl,
aquél hombre ordoniano afable, recogió al chiquillo, llamado
Link.
Lo llevó a su casa, en la sureña provincia de Ordon, donde
lo cuidaron él y su esposa Uli.
Según lo que pudieron entender del niño, iba con sus padres en una carreta, y que por la lluvia, perdieron el control de los caballos, antes de que cayera toda la pequeña familia al abismo, la madre había logrado salvar al niño tirándolo lejos. Y cayeron por el oscuro hoyo...
Link no recordó mucho de lo pasado ese lluvioso día.
Entre todos los habitantes de la pequeña aldea Ordon se encargaron de su cuidado y manutención. Se hizo un amigo muy cercano de la hija del alcalde, Ilia, dos años menor que él, y recibió con alegría a los demás niños que con el paso de los años, llegaron a villa de Ordon.
Link se volvió un experto en el rancho, junto con Fado, que le llevaba cinco años, y juntos trabajaban en él. Experto en tratar animales, excelente jinete, potencial espadachín gracias a Rusl y muchas cosas más, era la larga lista de cualidades del joven (no mencionemos lo malo).
Y el hyliano vivió feliz con su nueva familia, disfuncional, poco común, pero al fin y al cabo familia.
-/-/-/-
El cielo... era color rosáceo anaranjado, y las cenizas volaban del suelo al cielo como todos los días, negras y constantes.
El enorme palacio negro y rojo se cernía en lo alto de un monte, ante la gran cantidad de construcciones negras, azules y rojas que tapizaban los islotes flotantes de aquel mundo irreal.
Sus habitantes, humanoides altos y bicolores, con divertidas marcas azules zurcando sus cuerpos; viajaban de isla en isla en unos cuadros brillantes gracias a la energía de los Soles, que la Familia Real había provisto a la comunidad desde hacía siglos.
Pareciera
que los pecadores vivían de ensueño en su mundo... pero ellos no
conocían el día, la noche, ni el amanecer...
Desterrados por las
Diosas Din, Nayru y Farore, los pecadores acusados de querer tomar en
sus manos la trifuerza y apoderarse del reino sagrado, vivían en un
letargo eterno en el ocaso.
El otro lado de la moneda.
El crepúsculo.
-o-o-
La baranda negra soportó de nuevo el peso de la jovencita. Que había corrido desde dentro del enorme edificio hacia el balcón, para tomar aire.
Una ceniza oscura voló enfrente de su cara. Y ella la siguió con la vista hasta que desapareció en el cielo anaranjado.
Sus ojos rojos contrastaban con el amarillo de sus córneas, y sus amplios labios morados se curvaron en un suspiro.
-¡Midna!- alguien venía corriendo tras de ella- ¡Princesa Midna!-
Ella volteó para verlo, aún recargada sobre el barandal.
-No debiste haber corrido así de repente... todos los sacerdotes te miraron feo.-
Ella se rió, con una mano tapando su boca.
-Y creo que por eso mandaron al aprendiz a buscarme, ¿verdad?-
-¡Hey! Que sea el aprendiz no significa que no sepa nada... ¡oye! Ni siquiera soy aprendiz, soy el nuevo sacerdote primario, hijo del sumo sacerdote.- se golpeó en el pecho orgulloso.
El chico, twili al igual que ella, y más alto; compartía el mismo tono saludable azulado de los de su raza. Con dos enormes ojos amarillos y marcas tatuadas en la frente (símbolo de su estatus sacedortal), era muy chistoso a la vista, pero era fuerte en sus convicciones.
-Como digas Zant.- suspiró la princesa twili, y volvió a la posición anterior.
-No te pongas triste, Midna. De seguro tu padre se recuperará.-
-No creo. Ya lleva mucho tiempo enfermo...-
-No te deprimas... tú preocúpate por él, y ya nosotros elegiremos al nuevo monarca, no tienes por qué hacer un berrinche cada vez que tocamos el tema.-
Midna le lanzó una mirada venenosa. Por eso habían mandado a Zant a hablar con ella, era el único que podía hacerla medio entender, debido a su carácter algo fuerte y temperamental.
Zant era su único amigo en la corte. Casi su hermano.
Y ahora que su padre estaba al borde de la muerte, le atormentaba pensar en quién sucedería al viejo monarca en el trono. Ella podría ser la indicada, pero también cualquier otro sacerdote, incluso el mismo Zant; ella estaba demasiado confundida para eso. El viejo rey sería quién decidiría a su sucesor el mismo día de su muerte.
Y Midna no quería que eso sucediera. ¡Era su padre, demonios!
-Si soy elegido Rey, veré que sigas siendo la misma de antes, y la gente estará mejor.-
Midna le dedicó una mirada comprensiva, y miró el cielo rosa-naranja-amarillo. Las cenizas volaban muy alto.
-Zant. Promete que, sea quién sea el nuevo monarca, hará lo mejor para toda la gente.-
-Lo prometo Midna-sama.- hizo una reverencia muy educada a la princesa twili.
-¡Zopenco!- y el puñetazo que le propinó en la nuca lo dejó seminoqueado en el suelo.
-o-o-
"...y es así, como en otro mundo paralelo a este, la bestia sagrada era un conejo rosado con largas orejas, y vestido con ropas verdes.
Según cuentan las leyendas, nuestra bestia sagrada es una especie de animal de cuatro patas y cola, parecido a los lobos del mundo de la Luz. Que en momento de necesidad, y según el cumplimiento de la caída del Crepúsculo junto con la mezcla de éste y la Luz, aparecerá para mantener el equilibrio junto con el otro elegido por nuestras desterradoras.
Y sólo podrán entrar una vez, seres luminosos no sobreviven en el Crepúsculo; así como seres del Crepúsculo no sobreviven en la Luz.
Siéntanse desdichados los hijos de aquellos traidores a las Diosas, vivirán en su eterno ocaso..."
La mano del twili pasó por la gran pared negra del palacio, llena de caracteres azules fosforescentes que narraban la historia del pueblo. Al dejar de tocar la lisa pared, los símbolos desaparecieron. Él quedó con la cabeza gacha, mirando al suelo.
-¿Estás bien?- la chillona vocecita de la princesa lo sacó de sus pensamientos.
-Pensaba que... fue muy injusto lo que hicieron las Diosas con nuestros antepasados.-
-¿Ya vas a empezar con eso? Nosotros no tenemos la culpa, así que no me interesa.- le dijo con aire pedante, volteando la cara.
-Es sólo que... está mal.- comentó simplemente y salió de su vista, entrando al castillo.
Midna resopló enfadada, y se quedó contemplando la pared.
-o-o-
-Su Alteza, ¿puede venir?- preguntó uno de los sacerdotes más viejos del lugar, con ropas parecidas a las de Zant- ¿Cómo lo tomó mi hijo?-
-Aún no se lo digo.-
-¿Podría... ser leve con él? Es que pensaba que sería el próximo monarca, y no quiero que sufra.-
-No se preocupe ministro. De seguro lo entenderá.-
La princesa twili salió de palacio, nerviosa, la nueva tiara que la calificaba como futura reina pesaba en su cabeza, y estaba buscando a Zant. Para darle la noticia, para compartir con él su nuevo mundo.
Lo encontró jugando con varios niños, que reían ante las chistosas muecas que gesticulaba.
-¡Zant-sama es divertido!- chilló uno de ellos.
-¡Zant-sama, juegue más!-
El twili notó a la princesa caminar hacia ahí, y despidió a los niños.
-¡Hola Mid...! ¡Wooooooooow!- la señaló asombrado- ¡Woooooooooooow!-
-¡Zant?!- ella lo miraba asustada.
-¡Midna!- se lanzó y la abrazó fuertemente, mientras comenzaba a dar vueltas, riendo- ¡Lo eres, lo eres!-
-¡Ah!? ¡Bájame! ¡Bájame!- los gritos de la twili se convirtieron en risas, que junto a las de Zant, llamaron la atención de los que pasaban cerca.
-¡Increíble!- un tanto mareado, la bajó, aún entre sus brazos- ¡Eres la próxima reina!-
Ella sonrió, mareada también.
-¿Y qué te parece?-
-¡Serás la mejor! ¡Tú padre no pudo haber elegido me...!- se calló al ver a la chica bajar la mirada- Lo siento.-
-Nah. No es para tanto.- le dio un golpecito en el pecho- Puedes... hum, ¿soltarme?-
-¿Eh?... ¡Ah! ¡Si!- la soltó y se rascó la nuca nervioso.
-Nos veremos... Primer Sacerdote.- hizo una reverencia y entró de nuevo al castillo.
Zant se quedó mirando la oscura puerta, y suspiró. Estaba feliz por Midna, pero al mismo tiempo derrotado. ¿Es que al padre de ella le había parecido incompetente?
A él le habría gustado ser el nuevo monarca, pues se sentía preparado para serlo. Aunque reconocía que Midna había tenido un poco más de preparación que él, y era la hija del rey.
Medio sonrió, melancólico. ¿Entonces eso significaba que no sería bueno para ella?
No.
Su corazón se oprimió, y su mente se llenó de la tristeza de no poder ser útil para alguien. Pero él sabía que siempre la apoyaría en todo.
-Midna siempre ha sido mi más íntima amiga...- y la última palabra resonó en su mente y suspiró hondamente.
Caminó del otro lado del palacio, y se hincó en el suelo para liberar su frustración. Era la forma más sana para él de hacerlo, o estaría de mal humor por días.
-¡Kyaaaaaa!- golpeó el suelo ahogando un grito, y suspiró de nuevo, alejando todo mal pensamiento.
Cerró los ojos, y tomó aire pausadamente.
Un sonido extraño lo hizo voltear, y una enorme cantidad de energía oscura y maligna flotaba ante él. El twili observó asustado y asombrado, era un poder impresionante.
De repente, se dibujó una diabólica cara, riendo nefastamente, el ser miró al twili.
-Encerraré en ti mi poder... Si hay algo que tú desees, entonces yo lo desearé también.-
Zant se asustó, y paralizado del miedo, sólo observó cómo esa energía oscura engullía todo su ser al acercarse y siendo penetrado por esa oscuridad, maligna oscuridad.
-o-o-
Midna se encontraba en su balcón, mirando al cielo. Recordaba a su padre, y la tristeza la invadió.
Pasos suaves detrás de ella, y supo en seguida quién era.
-Zant, ¿qué quieres?- volteó a encararlo.
Se detuvo, se veía diferente. Sus chispeantes ojos amarillos parecían haber perdido vida y su piel... era grisácea.
-¿Estás bien?-
Zant se acercaba a ella amenazadoramente.
-Princesa twili, tú no cumples con tu deber. Por eso debes ser removida de tu cargo...-
-¡Qué dices!?-
-...y yo ocuparé el lugar del nuevo monarca.-
-¡Zant! ¡Estás jugando!? ¡No te burles de mí!- comenzó a retroceder, amenazada; sus piernas temblaban.
-Hemos de regresar al mundo de la Luz, así lo ha predispuesto mi señor.-
-¿Zant...?-
No
articuló más palabras por tremendo golpe que le propinó en la
cara.
La princesa twili caía, caía...
Y en el suelo se dio cuenta que no era la misma que había estado parada momentos antes.
Su cuerpo... era el de una especie de duendecillo deformado; dos puntiagudas orejas negras sobresalían del cabello anaranjado amarrado en el aro de metal que siguió conservando.
-¡NOOOOOOOOO!-
La criatura deformada salió corriendo del lugar como podía. Al entrar al palacio observó a toda su gente deformada en seres iguales entre ellos, cabeza plana, brazos largos, que se lamentaban horriblemente sin saber que hacer.
Zant ni se inmutó en perseguirla, desde el balcón, donde se veía gran parte del reino, lanzó la misma maldición sobre cada habitante del Crepúsculo.
Había comenzado la revuelta.
-o-o-
Midna corría, y llegó a su cuarto. No entendía lo que pasaba, porqué estaba su gente así. ¿Era el palacio, o también todo el reino?
Tembló ante ese pensamiento, y tembló al pensar en Zant. ¿Qué demonios le había pasado?
Miró la pared, donde se suponía estaban viejas reliquias twili, llamadas Sombras Fundidas. Casi gritó al no verlas, y atónita se acercó a ver la única que quedaba, un casco roto.
Siempre le habían dicho que esas Sombras contenían magia poderosa, capaz de tornar la Luz en Ocaso. Eran de respetarse, y se preguntaba, ¿dónde estaban las otras tres?
-Zant...- no dudó mucho tiempo.
Debía
huir, era lo mejor, después pensaría un plan para arreglar
todo.
Los habitantes del castillo, deformados, gritaban
lastimosamente; ella tomó la sombra, y salió del castillo.
-o-o-
Zant entró a la habitación. Dio un vistazo, y masculló maldiciones.
-Esa cosa, se llevó la última, justo cuando iba a usarla en el último espíritu.- llevó las manos al cielo- ¡Señor! ¡Espere, que yo la recuperaré!-
-o-o-
Midna caminaba hacia las afueras de la pequeña aldea. En efecto, todos los habitantes eran esos horribles seres deformados. Le dio asco la idea, y suspiró pues sabía que ella era uno de ellos.
Miró la sombra fundida, que flotó en su mano con un aura de oscuridad y tranquilidad.
"Pero es una energía maligna, mi niña. Hagas lo que hagas, deberás usarla sólo para una emergencia."
El artefacto corrompió la serena cara de la twili, transformándola en una mueca despreciable.
-Salvaré a la gente... no importa lo que deba hacer. ¡Zant... yo te...!- cerró la boca de golpe.
Y caminó sin rumbo a parajes desconocidos del Ocaso.
-/-/-/-
-Se siente un aura maligna...- susurró la hyliana viendo a la puerta de la sala del trono.
-No se preocupe Su Majestad. No ha de ser nada.-
Ella le lanzó una mirada de reproche al soldado, se levantó tranquilamente.
-Prepare a los hombres, sargento. Algo se acerca. Y por favor, tráigame mi espada... esto se pondrá feo.-
El hombre miró a la chica asustado, asintió y salió corriendo del lugar.
La joven se quedó viendo el cielo encapotado. Se llevó las manos al pecho, en plegaria silenciosa a las Diosas.
-¿Nos están probando... verdad?
-o-o-
Una muchedumbre de soldados estaban apiñados en torno al trono. La joven princesa se encontraba preparada con su espada empuñada. Varios de sus más leales hombres junto a ella.
Una bruma inundó la entrada, que pronto se convirtió en humo negro.
Ella tragó saliva, asustada.
Del humo, salieron criaturas desconocidas: cabezas planas, largos brazos, y el cuerpo negro con símbolos rojos brillantes. Atacaron a varios soldados; varios protegieron a la chica, otros se lanzaron a combatir, pero la resistencia fue inútil, los monstruos acabaron con varios y se quedaron inmóviles de repente, unos con algunos soldados atrapados en sus garras, los pobres hombres se desgañitaban por el agarre asfixiante.
El humo desapareció, y dejó ver a un hombre o ser con un casco de metal, altísimo, con dos de esos monstruos a su lado. Caminaba imponente hacia el trono, y se detuvo a pocos metros.
-Es tiempo para usted de elegir: ríndase o muera.- ordenó fríamente- Ah si, es una pregunta para toda la gente de Hyrule...-
Ella lo miró serena.
-¡Vida o Muerte!?-
Los soldados a su lado la voltearon a ver, temerosos. Ella tomó aire, y juntando los dientes con furia... dejó caer su espada al suelo, donde rebotó varias veces antes de ceder.
Los soldados gritaron. El hombre del casco rió, y levantando una mano, sus tropas comenzaron a incendiar el castillo.
-Todos se van menos ella.- señaló autoritariamente.
-¡Espera...!-
-Alto...- le dijo apareciendo a su lado- Ya no tienes autoridad para decir nada. Observa el nuevo mundo...-
Todo el lugar comenzó a hacerse de un tono naranja, y cenizas comenzaron a caer del suelo al cielo.
La princesa sintió el cambio de energía radical y cayó al suelo derrotada.
Zant sólo hizo un movimiento de cabeza y varios monstruos llevaron a la chica a un lugar apartado del palacio.
-Pronto mi señor... todo Hyrule será suyo.- rió satisfecho, mientras veía cómo toda la región de la ciudad sucumbía silenciosamente al ocaso.
-/-/-/-
-¿Qué es eso?-
La pequeña twili, con su nuevo aditamento ajustado en su cabeza, se asomó por lo que veía era una planta extraña. Era grande, y con algo verdoso en la parte superior.
-Se parecen a los árboles de mi... mundo.-
Abrió más el ojo que le quedaba libre. Si había hecho bien y habiendo seguido a una de las invocaciones de Zant a través de su sombra, se tele transportó a el lugar donde Zant se encontraba.
Flotó, gracias a su nuevo poder, hacia donde habían más de esos extraños árboles y cerca de ahí había un letrero.
-"Ciudadela del Palacio de Hyrule"- eran caracteres extraños, pero los había aprendido en su clase de historia.
Momento.
¿Acaso estaba en el Mundo de la Luz? ¿Aquel de donde sus antepasados fueron desterrados?
-¡De dónde demonios sacó esto Zant!?-
¿Qué tramaba? ¿Por qué se había puesto así!?
Midna flotó hacia donde una especie de sendero la conducía, un edifico gris con grandes puertas. Pasó por la ciudadela viendo los cientos de flamas azules, que supuso eran los habitantes del lugar.
"Por que los seres del Mundo de la Luz no pueden vivir en el Ocaso".
Miró la gran edificación del fondo, llena de hollín y semi destruida. Era el castillo de Hyrule, pensó ella.
Hyrule, nombre tan mítico. Siempre le enseñaron que era el lugar preferido por las Diosas. Ahora se convertía en el mundo de los pecadores, ¿qué pensarían las Diosas ahora?
A Midna no le importó. Debía encontrar una forma de regresar al Crepúsculo original, darle una buena patada a Zant y recuperar su mundo.
-Zant... eres un bastardo...- y tragó la amarga saliva producida por la angustia.
-/-/-/-
¡Nuevo fic, advertencia de nuevo fic!
Primero que todo, NO ESTOY TRATANDO DE COMPETIR/COPIAR A NINGUNO DE LOS AUTORES QUE HA HECHO FICS BASADOS EN EL TP.
Creo que, como muchos, están desilusionados por la falta de participación de la hyliana más hermosa de todas.
Así que ahora me toca a mí dar mi versión de la historia, que englobará mi teoría MidZant y afianzará un ZeLink que DEBIÓ HABER APARECIDO en el juego.
Ruego eviten comparaciones. Esto apenas comienza, y es desde mi muy personal punto de vista, espero les agrade.
¿Dudas, quejas, sugerencias, se me fue una palabra mal escrita, error gramatical, amenazas de bomba?
Conoces el cuadrito de Go, ¿no?
xD úsalo.
(Abril 9 2008)
