Disclaimer: Ningún personaje de Digimon me pertenece, todos son propiedad de su respectivo autor.
Soleil
Capitulo uno: Pleuvoir
(Lluvia)
Una ligera brisa húmeda azoto su piel bronceada y ella arrugó la nariz nerviosa, aquello no estaba bien. No podía llover en ese momento; no cuando estaba sola en la carretera y un ligero vestido blanco era lo único que abrigaba su cuerpo.
Pero una gota que cayó en su nariz le indicó todo lo contrario; Si podía llover, incluso en los momentos más inoportunos.
Llovía.
En Los Ángeles, Llovía.
¿Que mas podía esperar de aquel desastroso día? ¿No había sido suficiente martirio el tener que soportar a aquel viejo que intentaba manosearla en el bus? ¿O aguantar las rancheras que la señora al lado suyo escucho durante todo el viaje?, No, al parecer no había sido suficiente, Dios había destinado que aquel seria el día de "Jode a Sora de todas las formas existentes".
"Vamos Tai, Apúrate", se dijo a sí misma con la esperanza de avistar el volvo azul de su primo por la carretera, pero en lugar de eso, solo obtuvo una fina llovizna que empapó su vestido. ¿Dónde estaba Tai?, se suponía que iría a recogerla en el cruce hacia media hora, y no había ni si quiera un mensaje de él en su celular. Mojada y con una rabia extrema, alzó su mochila al hombro y con su cartera en la mano derecha comenzó a caminar por la orilla de la carretera.
La lluvia se intensificó, pero aquello fue algo de lo que Sora no se percató estaba más preocupada de un problema mayor que la maldita lluvia ¿Cuál era el camino a casa de sus tíos? A pesar de haber ido cada verano desde que tenía cinco años, sin excepción alguna a visitar la casa de sus tíos en Los Ángeles, siempre su tío Takashi junto a su hijo Tai habían ido a recogerla, y recordaba perfectamente que siempre se quedaba embelesada mirando los arboles de un bosque que había que atravesar, como previo a la casa. Pero ¿era el primer o el segundo bosque el que tenía que atravesar?
A unos metros se divisaba un bosque exactamente igual que al que estaba justamente frente a ella. Poseía los mismos arboles al comienzo del camino, y la misma barra de contención para no salirse del sendero. ¿Cual era?
Reconsideró las cosas; llovía, tenía frio, estaba comenzado a oscurecer, y lo peor de todo: tenía un hambre inmensa.
Sora siempre se había caracterizado por ser una persona racional, de sentido común y su mejor característica era pensar antes de actuar; pero aquel día dejo de lado aquellas cosas para alimentar sus instintos, que le gritaban entrar al bosque por algún motivo desconocido.
Y se encaminó por el sendero de tierra y hojas, abrigándose con la oscuridad que se cernía sobre ella.
Cuando la oscuridad la cubrió completamente, vino a caer en la cuenta que se había salido del sendero y estaba completamente perdida ¿y si aquel no era el bosque? ¡Iba a morir de hambre y de frío!
Se detuvo un momento a tomar aire y a meditar lo que haría. Sacó el celular de la cartera y vio con enojo como en la pantalla decía "Fuera de cobertura" ¿cómo llamaría a Tai para decirle donde se encontraba?
Unas luces se avistaron a lo lejos y cuando comenzaron a acercarse se dio cuenta que era un automóvil, pero no el de Tai. Era conducido por un joven, y de adentro se escuchaban risas y gritos. La remota posibilidad de hacer para el automóvil y pedir ayuda la acompaño durante un instante. Pero luego la desechó, Tai había sido muy específico al decir que la gente allá aparentaba lo que no era.
Se escondió tras la corteza de un árbol esperando a que pasaran de largó y no la vieran.
Sintió como algo caminaba por su pierna, tapó su boca para no gritar y hacer que ellos notaran su presencia, y sacudió el pie violentamente haciendo que lo-que-fuera- que se había trepado, cayera al piso. Pero no pudo evitar gritar fuertemente cuando una araña del tamaño de su cartera le saltó al pelo ¡Maldito bosque!
El auto frenó unos metros más adelante, retrocedió y dio una vuelta haciendo que las luces la apuntaran al rostro, encandilándola unos momentos.
-¡Pero miren lo que tenemos aquí!- Gritó la voz de un hombre dentro del auto. La puerta del conductor se abrió, y tras él pudo ver a un hombre joven avanzar hacia ella. Retrocedió, nerviosa y choco contra un árbol.
-Tranquila preciosa- susurró con voz ronca-No voy a lastimarte-
Y cuando dijo eso, un pánico increíble azotó cada uno de sus sentidos. Intentó calmarse, gritarse mentalmente que todo estaba bien. Y en voz baja, murmuró- ¿Que quieres?-
-¿Que quiero?- murmuró el también, solo para que ella lo escuchara - ¡Te quiero a ti!- gritó dándose vuelta al vehículo. Gritos de euforia se escucharon dentro de el.
Con una rapidez increíble, la acorraló contra el árbol y pudo ver brillar a la luz de los focos del auto, sus ojos cafés con malicia. Gritó, con todo el aire que le quedaba en los pulmones, pero él simplemente tapó su boca con una mano, y con la otra atrapó sus ambas manos por sobre su cabeza. Con la lengua, comenzó a lamer el cuello expuesto de Sora incesantemente.
Las lágrimas surcaron su rostro sin saber que hacer, y pataleo e intento golpearlo en reiteradas ocasiones. Pero cada vez que intentaba volver a golpearlo, el pegaba su cuerpo contra el suyo hasta dejarla imposibilitada de aire. El olor a cigarrillos y alcohol estaba impregnado en cada fibra de su ser, y a los pocos minutos los gritos de auto se comenzaron a apagar lentamente, y pudo ver por el rabillo del ojo como los cinco ocupante estaban pegados en los cristales observando morbosamente la escena.
Mierda, tenía que hacer algo. Esperó hasta que él se separa un poco de ella para tomar aire, y le dio una patada en la entrepierna. Cayó de rodillas al suelo, y golpeó su rostro con la mochila.
"¡Eres libre!" gritó una voz en su cabeza y comenzó a correr hacia alguna parte del bosque cuando sintió que las puertas del automóvil se abrían y los habitantes de el salían a buscarla y a socorrer a su amigo.
Tenía miedo, mucho miedo. Y por un momento en lo único que pensaba era en cuanto la harían sufrir antes de decidirse a matarla. Había sido una muy mala idea entrar a aquel maldito bosque y no quedarse a esperar a Tai en la carretera, pero algo inexplicable la había llamado a entrar, ¿desde cuándo sus instintos le jugaban una tan mala pasada?
Los pasos de los demás hombres parecieron comenzar a acercarse hasta donde ella estaba. Aterrada, miró en todas direcciones sin saber donde estaba, pero si su sentido común no la engañaba, por el ruido de los automóviles, la carretera debería de estar a algunos metros. Corrió para llegar hasta ella, pero tropezó y rodó por una pequeña cuesta desnivelada, quedando llena de ramas y hojas en todas partes. ¡Genial!, ahora tenía que subir la ladera para poder llegar hasta la carretera.
De pronto, con miedo, escucho gritar a una voz- ¡Allí esta!- y la luz de una linterna la apuntó, tirada, en el suelo.
Unas carcajadas resonaron en el silencio del bosque.
Estaba muerta. Realmente lo estaba. Esos hombres le harían cosas horribles hasta que se hartaran de ella, y luego, la matarían. Vaya forma de terminar su existencia ¿No?, abandonada, en un bosque desierto y lejos de la gente que amaba.
Dejó de sollozar cuando escucho a unas llantas patinar en el barró, cerca de allí. No se oía como el automóvil de los otros tipos; El motor rugía más fuerte y el piso vibraba fuertemente. Gritó con el poco aire que le quedaba en los pulmones, esperando que alguien la escuchara y la rescatara.
Segundos más tarde, las grandes ruedas delanteras de un Jeep aparecieron por entre la oscuridad, quebrando ramas y troncos tras su paso.
- ¡Entra!- gritó el conductor, y sin pensarlo dos veces, Sora se deshizo de la mochila que llevaba en la espalda y agarró la cartera con una mano, subiéndose en el asiento del copiloto del gran Jeep.
El motor rugió fuertemente bajo ella y en menos de cinco segundos estaban en la carretera. A lo lejos, pudo ver como los tipos hacían señas y lanzaban blasfemias al jeep.
El conductor soltó una carcajada – Apuesto a que esos tipos no son tus amigos-
Su voz era suave, y armónica, casi musical. Volteó a verla, y unos ojos celestes la examinaron de pies a cabeza.
-¿Supongo que tú no eres Mimi Tachikawua?- murmuró sin esperanzas, pasando una de sus manos entre sus rubios cabellos.
-No…- Respondió Sora, aturdida por el gran atractivo físico que expulsaba aquel chico. Nunca antes había visto a alguien parecido en el, ni si quiera en las películas- Soy Sora Takenouchi-
-Soy Takeru Takaishi. - Saludó el alzando una mano en el aire para chocarla con la mano de Sora. Ella, rio divertida.
Al fin, el peligro había pasado. No sabía porque, pero algo le decía que Takeru no era una mala persona y que la ayudaría. Aunque, aquélla vez, no diría que era instinto, ya que su jodido instinto casi la había matado hace pocos minutos, simplemente diría "Sexto sentido femenino".
Takeru le sonrió pacíficamente. -¿Hay algún lugar al que pueda llevarte, Sora?-
- Si…En realidad sí. Voy a casa de los Yagami, ¿los conoces?- preguntó, esperanzada. Tal vez el podría llevarla a casa de los padres de Tai y finalmente, podría respirar tranquila.
-¿Ya… Yagami?- susurró él, con voz queda.
Sora asintió silenciosamente.
Takeru golpeó con una mano el volante-Maldición, no, no puedo llevarte allí ahora-
Sora lo miro extrañada.
-¿Por qué?-
Takeru comenzó a disminuir la velocidad- Créeme Sora, no quieres saberlo- dijo, con voz trémula.
Ella dio un respingo en el asiento- ¿Sucede algo malo?, ¿Los conoces? ¿Le paso algo malo a Tai? ¿Hikari?- sabía perfectamente que las preguntas salían de su boca sin que llegara a pensarlas, pero ellos eran la única familia aparte de su madre que tenia, no quería perderlos. Y Takeru acababa de decir que no podía llevarla allá ¿había sucedido algo?
-Algo así- explico el- Digamos que Tai, está enfrentando su destino- Sora lo miro desconfiada- Conozco a Tai desde hace mucho tiempo Sora, no te alarmes- le dijo con seguridad.
- Oh…- exclamó ella, desanimada. Recordaba en unas vagas conversaciones con su primo que tenía un par de amigos, rubios, ¿Takeru seria alguno de ellos?
Luego, una duda la asaltó, si no podían ir a casa de Tai por "X" motivo ¿dónde irían?
Takeru pareció leerle la mente- Te llevare a mi casa. Somos un aquelarre de siete personas, a si que no te asustes si vez mucha gente-
-Está bien…- susurró ella sin mucho ánimo. La sola idea que a Tai o a su hermana les hubiera pasado algo malo, la aterraba.
- De casualidad ¿tú eres la prima de Hikari? Ella comentó que una persona que ella quería mucho llegaría en estos días- Comentó Takeru, intentando amenizar la situación.
- Sí, soy su prima- Murmuró Sora- ¿Has hablado con ella?-
-Algo por el estilo- Respondió Takeru, con una sonrisa en el rostro. La luna, extrañamente, brillaba en sus ojos.
Sora observó extrañada aquella situación ¿sería aquel el novio de Hikari?, era poco probable, después de todo, amabas se contaban todo lo que les pasaba, Hikari no olvidaría contarle sobre un novia perdido. Una sensación de vértigo y mareo la inundo, era como si tuviera ganas de vomitar y le quemara el estomago. "Seguramente es por el buen porrazo que te has dado al caer", se dijo a sí misma, intentando calmarse.
El resto del trayecto hacia la casa de Takeru fue en silencio.
Sora observó atreves de los rayos de la luna, que Takeru parecía tener la piel increíblemente blanca y tersa, sin ninguna imperfección o algo por el estilo. Pero, lo que las la sorprendió era que el no aparentaba tener más de dieciséis años, y manejaba un Jeep a todo terreno. Ella, con suerte, tenía un pequeño automóvil escarabajo.
Luego sonrió; a pesar de todo, aquel tipo le daba muy buena espina.
El jeep rebotó en los baches cuando entraron a un angosto pasaje, y al final de camino se podía ver una majestuosa casa con todas las luces encendidas.
Takeru se detuvo, sorpresivamente, en medio del camino.
Su mirada azul vago por el único auto estacionado en las afueras de la casa: Un ostentoso Mercedes.
- Escucha Sora, esto es lo que haremos- susurró, hablando en voz baja y lanzando sendas miradas al Mercedes- Entraremos, y diremos que eres Mimi Tachikawua-
Sora abrió los ojos sorprendida-¿Qué?
- Si, eso haremos. Luego, si nos descubren, que es algo que obviamente van a hacer- razono para el mismo- Dirás que yo te obligue a que mintieras ¿bien?
-Si…. Espera, ¿qué pasa?-
- Solamente promételo-
Sora lo miró, dudosa. Luego, al comprender que Takeru tenía la determinación de no decirle nada volteo la cabeza y suspiro sobre el cristal-Lo prometo-
-Bien- y apretó el acelerador. Al llegar, se estaciono junto al Mercedes.
Bajó del jeep y dio la vuelta para abrir la puerta de Sora ayudándola a bajar. Sus ojos se detuvieron un momento en el sucio vestido y las hojas que colgaban del cabello pelirrojo, pero no dijo nada.
Le indico que caminara hasta la entrada junto a él.
Desde cerca, la casa se veía mucho más hermosa, la puerta de cristal con una perilla plateada. Unos grandes ventanales ambos lados de la puerta eran cubiertos por unas cortinas color rojo sangre.
Takeru sacó del bolsillo la llave y abrió la puerta, haciendo un ademan para que Sora entrara primero. Por dentro la casa era absolutamente hermosa; el living era adornado por unos sillones de cuero negro que contrastaban con las paredes blancas, la alfombra también era negra. Del cielo raso colgaba una enorme lámpara que parecía estar hecha de diminutos cristales, de diferentes colores. Extrañamente, parecía estar vacio.
En el momento en el que Takeru cerró la puerta tras su espalda, dos personas bajaron por la escalera en forma de caracol a una velocidad increíble.
Sora parpadeo confusa, aquella no era velocidad de un humano normal, se asimilaba más bien a la de un animal o un depredador.
- Ella es Mimi Tachikawua- Susurró Takeru, bajamente. Sin embargo, los dos habitantes lo escucharon perfectamente.
- No…- susurró la voz del que parecía mayor. Tenía los ojos color miel, su piel era cobriza y su cuerpo musculoso- ¡No es Mimi Tachikawua!- vociferó, y un fuerte rugido, parecido al de un león salió de su pecho.
Sora retrocedió asustada, chocando con el pecho de Takeru.
- He visto fotografías de ella, Mimi es morena Takeru, no pelirroja ¿Te ha engañado una humana?- preguntó el otro hombre, de cabello marrón y contextura delgada.
"¿Una humana?" se preguntó Sora, confusa.
-Sí, lo es- afirmó Takeru, sin temor en su voz.
Ambos hombres caminaron en dirección hacia él, peligrosamente.
-Cristóbal, Andrew, atrás- Gritó Takeru ganándose como un escudo frente a Sora.
A pesar de que la voz de Takeru sonaba segura y autoritaria, los hombres no se detuvieron.
- ¡Atrás!- ordeno por última vez. De su pecho nació un potente rugido gutural que dejo en silencio la estancia. Sora chilló asustada, ¿que eran todas aquellas personas? ¿Por qué Takeru se comportaba así?
-Relájate Tk, la mataremos de forma rápida y sencilla, no sentirá nada. Te ha engañado, no merece tu misericordia- Dijo con voz calmada, Andrew.
- No van a matarla- Siseo Takeru peligrosamente, enseñado sus enormes colmillos a ambos muchachos, que retrocedieron unos pasos.
¿Qué sucedía?, se preguntó Sora, asustada. ¿Matarla? ¿Por qué? ¡Ella era inocente! Por primera vez, un pánico mayor que el que sintió en el bosque la azotaba, más que por el hecho de que querían matarla, era por lo que Takeru aparentemente NO era; Un ser Humano. Y al parecer, sus acompañantes tampoco lo eran.
Sora observó con sorpresa, como cinco personas estaban sentadas al pie de la escalera mirando la escena. Dos de ellos eran mujeres, los otros tres, hombres. ¿Cuando habían bajado?, no los había escuchado.
-¿¡Que mierda es todo este jaleo!?- Gritó una voz desde el piso superior. Los pasos de una persona bajando por las escaleras alertaron a los cinco sentados al pie de ella, y se pusieron de pie para dejarle pasar.
A los pocos segundos un flamante joven vestido solamente con jeans y una musculosa deleito la mirada de Sora. Era rubio, de contorno musculoso, y sus ojos eran tan azules como el zafiro y sin duda, diez mil más veces atrayentes que los de Takeru. Sora contuvo la respiración durante unos minutos, realmente aturdida.
Andrew se apresuro a responder- Takeru ha traído a una humana que no es Mimi Tachikawua-
-Y no deja que la matemos- añadió rápidamente Cristóbal, como si lo usara en defensa propia.
- ¿Es verdad eso Takeru?- preguntó el rubio, mirando directamente a Takeru, sin si quiera reparar en Sora.
- Pero hermano…-
-¿¡Es verdad o no!?- Preguntó, esta vez con voz ronca.
-Si…- murmuró Takeru, abatido.
-¿¡Porque!?-
-¡Porque ella es prima de Hikari!- Respondió Takeru, gritando también.
La postura del hermano de Takeru se relajo – Tú y tus malditos sentimientos van a terminar matándonos, Tk- Susurró quedamente- ¿Puedo ayudarlos en algo? Cuando traigamos a Tachikawua, les avisaremos- Aseguró mirando en la dirección de Cristóbal y Andrew.
Ellos negaron con la cabeza y se marcharon rápidamente, maldiciendo por lo bajo. Sora pudo observar que entraban al Mercedes estacionado en la entrada.
- Tenemos que hablar Takeru- Dijo el joven, mirando a su hermano directamente.
- Si… Claro-
- Tu- Dijo apuntando a Sora con la mano- ¿Cómo te llamas?-
-Sora Takenouchi- Se apresuró a responder Takeru. Iba a objetar algo más, pero la mirada escrutadora que su hermano le dirigió lo hizo callar.
-Bien, Sora, acompáñame- Dijo el hombre subiendo por la escalera.
Takeru le dio un empujón a Sora para que lo siguiera, pero ella no se movió un milímetro.
-Takeru…- Murmuró Sora con voz suplicante.
-Ve- le ordenó él, en tono autoritario.
Sora subió las escaleras con su mirada absorta en la espalda del rubio.
Cuando ya estaban en el segundo piso, se detuvieron frente a una habitación.
- Toma una ducha, Izumi te traerá ropa limpia- Dijo el joven, dándose la vuelta.
-Espera- Logró murmurar ella- ¿Quien eres?-
- Matt Ishida- Respondió el, mirándola fijamente. Sus ojos zafiros la observaron durante un momento, removiendo todo en su interior
De pronto, un mareo como el que había sentido en el jeep la azotó, y esta vez, no pudo evitar caer de rodillas.
Lo último que vio fue a Matt Ishida corriendo hacia ella.
Nota de la autora:
¡Hola a todos! no sé si alguno se acordara de esta historia o no, pero la escribí hace tres años y ahora me dio por editarla y volverla a subir, para terminarla
Espero que me dejen sus comentarios con sugerencias o cualquier otra cosa :) Va a ser un fanfic en plan MUY sobrenatural, se los advierto.
Gracias!
