La mayoría de estos personajes pertenecen a J. K. Rowling, nosotras solo los tomamos y los deformamos para conveniencia de nuestro fic. Debemos agregar que esto es un slash (relación chico/chico) y si no les gusta este tipo de literatura, mejor no lean. No aceptamos reclamos posteriores.

Aceptamos toda crítica constructiva mas no ofensiva. Dejen reviews

Este capítulo se trata básicamente de Draco Malfoy fuera de Hogwarts, no nos preocupamos de Harry porque ya lo hemos visto bastante con sus tíos. Pero no teman, al final aparece el chico de las gafas. Nos quedó un poquito largo pero era necesario. Esperamos que disfruten el cap.

Capítulo 1

Huida y salvación:¡¿porqué tenía que terminar aquí?!

Los cascos de los pura sangre avanzaban a paso ligero por los verdes terrenos de la mansión Malfoy. El viento jugaba con el follaje de los árboles, meciendo sus ramas suavemente, para luego viajar junto con el fresco aroma de la vegetación hasta los rostros de los jinetes, dejándoles disfrutar de su caricia a cambio de desordenarles el cabello. Disminuyeron el paso hasta llegar a un prado, en donde estaban lejos de cualquier árbol que pudiera dar guarida a algún espía.

La luz del ocaso se reflejaba en el brillante pelaje de los caballos. Uno de ellos dio un giro al detenerse, aumentando más el brillo, que en ese momento pareció fuego cayendo sobre su lomo azabache, dándole un aire mágico, como sacado de un cuento. Unos pasos más atrás, se detuvo el segundo caballo, tan grácil y estilizado como el primero, de un tono acaramelado que contrastaba con el verdor de su entorno.

En campo abierto el cielo era majestuoso, se aseguraba de dejar en claro que no tenía límites, ya que estaba cubierto de nubes alargadas que empequeñecían a medida que se alejaban. Se fusionaban con los tonos rojos y amarillos del atardecer, evitando así que las personas pudieran descubrir donde terminaban.

Draco Malfoy no pudo evitar contemplarlo, casi podía sentirse libre frente a ese espectáculo descarado y jactancioso que la naturaleza desplegaba con tanta facilidad. Le recordaba a sí mismo.

Respiró profundo para luego inclinarse sobre el animal, sus pálidas manos contrastaban dramáticamente con las mangas de su túnica negra y el pelaje aún más negro de Augusto, su caballo favorito, al cual acariciaba en ese momento. Ambos lucían demasiado perfectos como para ser reales.

Blaise Zabini lo observaba sonriendo, era agradable ver a Draco lejos de la realidad, lejos de las preocupaciones que los tenían a ambos sumergidos en una reprimida desesperación. Pero tuvo que interrumpir su ensueño porque se hacía tarde y era el único momento que tenían para hablar tranquilos.

- No puedo creer que la iniciación sea en dos semanas- dijo mientras se bajaba del caballo. No quería ver el cambio de expresión en la cara del rubio al tocar ese desagradable tema.

Malfoy dejó de acariciar al caballo por un segundo mientras se bajaba de éste, tomando el hilo de la conversación.

- Ya no podemos esperar más tiempo, lo único que nos queda es pedir a nuestros padres un poco más de plazo para prepararnos correctamente. A estas alturas no podremos hacer que cambien de parecer.

El plan de los chicos había sido negarse a ser mortífagos, hablar con sus padres y convencerlos poco a poco y sutilmente, pero hasta ahora no habían encontrado la forma ni el momento adecuado para hacerlo. Aunque se habían animado varias veces, las noticias de que algunos de sus compañeros murieron o desaparecieron al hacerlo les había quitado el impulso y obligado a desarrollar una mejor forma para plantearle el tema a sus padres. Pero aún no la encontraban, de esta manera, aplazaron el momento hasta llegar a este punto en donde ya no había nada más que hacer.

- No estoy seguro de poder convencerlo de eso. Manejo la mayoría de los hechizos oscuros, he asistido a un centenar de reuniones y he estudiado los códigos desde que tengo uso de razón- se tendió en la fresca hierba- Sin contar que manejo a la perfección las maldiciones imperdonables y aunque aún me cuesta trabajo rechazar imperius es suficiente para ser parte de las tropas de Voldemort.

Los chicos habían decidido llamarle por su nombre porque no se iban a someter a él llamándole AMO o cualquiera de esas formas rastreras que utilizaban sus padres al hablar de él.

- En la reunión del sábado pasado que hicieron en mi casa asistió Lestrange- Blaise miró a su compañero alzando las cejas- ¿lo conoces, has tenido el placer de pasar toda la tarde y parte de la noche con él?

Draco puso los ojos en blanco y asintió con desgano

- Cuando me saludó, me sonrió. Los ojos se le abrieron como platos y el tic en uno de ellos se hizo más evidente- Draco rió mientras se apartaba de su caballo para recostarse sobre el césped junto al chico- fue espeluznante. Luego me saludó con un apretón largo rato y cuando al fin me soltó, pasó lentamente sus dedos entre los míos, casi como haciéndome cariño mientras me miraba con cara de "quisiera desvestirte y chuparte la carne entrepiernosa" - Draco comenzó a carcajearse- Sin contar que tenía la varita empuñada y lista para atacar en cualquier momento.

- Si, lo sé. Siempre saluda así, pero solo con los de nuestra edad. A los viejos solamente les sonríe con un breve apretón de manos- al decir esto hizo una mueca de desprecio- La primera vez que lo vi fué el año pasado, casi vomito. Y como si su apretón de manos no fuera suficiente me besó cerca de la oreja. Quedé helado y solo sentí que mi padre me tomó por los hombros y me alejó de él.

Blaise no pudo evitar reírse, casi podía ver al estirado y siempre bien cuidado de su amigo acostumbrado a rechazar todo lo que no le agradaba, mordiéndose la lengua para no decirle nada. Un gran esfuerzo sin duda. Un golpe rápido pero certero fue el que lo dejó callado. Draco siguió tan tranquilo como hasta ahora:

- Cuando pasó hacia el salón, mi padre me dijo que él era el estratega más experimentado y calificado de todos. Además pertenecía al círculo más cercano de Voldemort. En pocas palabras, era intocable. Por eso me recomendó mantenerme alejado de él para no pasar malos ratos.

Estuve toda la noche pendiente de lo que hacía para mantenerme en el lugar contrario. Cuando no tenía su vista puesta sobre mí, entraba en una especie de trance y...

- ¿Murmuraba?- le preguntó Blaise con una sonrisa recordando el comportamiento ridículo del señor Lestrange.

- ¿También lo notaste?

- ¿Cómo no darse cuenta?, estuvo casi toda la reunión en un rincón mirando hacia todos lados y cuando cualquier bicho aparecía le lanzaba una maldición. Lo más extraño es que nadie parecía inmutarse por el ruido de los bichos al explotar.

- Están acostumbrados. Lo que me parece alarmante es que confíen en que ninguna de esas maldiciones le caerá a ellos por error....-miró hacia el cielo como buscando una respuesta- Pensándolo mejor, no creo que les importe. La mayoría tiene las tejas sueltas, no me extrañaría que disfrutaran los cruciatus. Ay Amo, hazme un cruciatus, te lo imploro!!!- dijo melosamenteDraco mientras se contoneaba en el piso, provocando un estallido de risa en Blaise.

- Te imaginas: si a Voldemort se le antoja premiar a Lestrange, Yo podría ser ese premio- agregó Malfoy- Y lo peor de todo es que mi padre aceptaría.

Ante este último comentario, Blaise dejó de reír y mirando al rubio dijo:

- Tenemos que salir de esto.

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La mansión Malfoy se erguía imponente y majestuosa en los extensos terrenos que habían pertenecido a la familia durante siglos. El día se había ido, dando paso a la luz azulina de la noche. El ambiente estaba más claro de lo normal por el efecto que provocaba la brillante y redonda luna... era noche de hombres lobos. Frente a la entrada principal se encontraban dos figuras elegantemente vestidas conversando muy diplomáticamente. Una de ellas tenía un cuerpo robusto y alto, movía sus manos firme y enérgicamente para remarcar sus palabras. El cabello era castaño, canoso y corto. Los rasgos angulosos, marcados por una quijada ancha, algo cuadrada. La tez blanca, medianamente tostada y ojos castaños, brillantes y vivos. La frente estaba arrugada y entre las espesas cejas una profunda marca del ceño le daba apariencia estricta, temible.

El otro hombre era rubio, de un rubio platinado largo y liso. Un cabello que podría haber sido muy angelical de no ser por la vestimenta negra y los rasgos afilados del rostro que describían una persona siniestra y oscura. Los ojos grises tenían una fuerza propia, eran intensos e inteligentes, en ocasiones una mirada de ellos era suficiente para hacer temblar al enemigo.

Los dos hombres esperaban a sus hijos que llegarían de un momento a otro.

Después de escuchar el galope de los caballos que traían a los jóvenes, comenzaron a bajar la ancha escalera hacia los jardines.

- Te he enseñado a ser puntual- dijo Lucius a Draco dirigiéndole una mirada no muy severa- llegan cinco minutos tarde.

Draco le lanzó una sonrisa mientras se bajaba del caballo

- Déjalos Lucius, es bueno que se distraigan un poco, aún son jóvenes.

Blaise entregó las riendas de su caballo a un elfo que se encargaría de llevarlo al establo. A diferencia de su padre, Blaise tenía el cabello negro y sus ojos más que castaños eran rojizos y alegres, aunque solo cuando estaban en confianza. Una persona que no lo conociera los encontraría agresivos, feroces tal vez.

Un coche tirado por otros dos caballos, pulcramente peinados, se acercaba para llevarlos hasta la salida.

- Es hora de que nos vayamos- diciendo esto el padre de Blaise se acercó a Draco para apretar su mano, luego hizo lo mismo con Lucius, quien le respondió cortésmente.

- Es un gusto hablar contigo George, espero que nos veamos la semana que viene- dijo mientras se acercaba a Blaise para despedirse.

- Chao Draco- el joven le sonrió mientras lo miraba directamente a los ojos, para recordarle que tenían una misión.

- Adiós, cuídate- Draco no pudo evitar pensar que quizás esta sería la última vez que lo vería, pero ocultó perfectamente su temor bajo una amable sonrisa.

El coche se alejó rápidamente dejando a padre e hijo solos en la entrada de la mansión. Cuando otro elfo se disponía a tomar las riendas del caballo y Lucius se giraba para entrar en la fastuosa casa Draco dijo:

- Aún no quiero entrar, preferiría salir a dar un paseo con Augusto antes de cenar.

Lucius asintió y siguió su camino, mientras el joven montaba nuevamente al animal y comenzaba a trotar en dirección contraria.

Ya llevaba un buen rato fuera de los terrenos inmediatos a la casona, los fabulosos jardines de rosas habían dado paso a los bosques de antiguos y firmes robles, que se levantaban majestuosos ajenos a la preocupación del chico que se paseaba aparentemente ocioso por entre ellos. Ese era uno de sus lugares preferidos, siempre que necesitaba estar solo para pensar, se refugiaba en aquellos tupidos parajes, le daban la seguridad que en esos momentos necesitaba. De vez en cuando, alguna ramita crujía bajo el peso del caballo, delatando su presencia.

La preocupación era apenas visible en el blanco rostro del jinete, aunque estaba ahí, permanente y molesta. Le preocupaba hablar con su padre sobre ese tema, definitivamente la reacción no sería favorable y tal vez las cosas se saldrían un poco de control, si tan solo estuviera su madre para mantener el orden de las cosas. Ella siempre había sido la que se encargaba de mantener una armonía en su hogar pero hacía un año aproximadamente, había muerto en extrañas circunstancias.

Fue en el verano de su sexto año, en las vacaciones estivales. Le habían dicho que unos aurores eran los responsables de su muerte, pero él siempre sospechó. Si hubiesen sido retractores de Voldemort, su padre hubiera reaccionado explosivamente, los responsables estarían muertos hace mucho tiempo y de la forma más dolorosa posible. Pero en vez de un estallido de rabia y una sed de venganza enfermiza, Lucius no había hecho más que matar a un par de aurores bastante mediocres (a parecer de Draco) y decir que ya no había nada más que hacer.

Otra cosa que jugaba en contra a la teoría "un auror la mató", era que su madre no participaba activamente de la causa de Voldemort. Si bien compartía los ideales de purificación de sangre, educación solo para los hijos de magos y el desprecio total de los muggles, nunca entró en batalla. Más bien, era de las que se sentaban cómodamente en su sillón y organizaban reuniones para charlar del tema y tal vez convencer a más gente para que se les uniera.

Draco sabía como trabajaban los aurores y a menos que fuera en defensa propia no atacaban a la gente. No, la única razón por la que Lucius le había mentido, era porque Voldemort la había matado. O algún mortífago al cual no se le podía tocar.

Apretó las riendas fuertemente, el solo recuerdo hacía que la rabia volviera, pero ya no de una forma violenta e irracional, el tiempo se había encargado de hacer que esa rabia pasase a ser un sentimiento más calmado, punzante. Una carga que había aprendido a querer, ya que lo impulsaba a realizar lo imposible. Cada vez que recordaba, sentía esa rabia dolorosa que desembocaba en el odio hacia Voldemort y la venganza, que mientras más tardaba más odio producía. Ennegreciendo sus días, y a la vez, iluminando nuevos caminos.

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Ya era la hora de cenar. Draco estaba sentado junto al puesto de su padre, sin muchos deseos de comer. La mesa era larga, para unas 10 personas, pero hoy no había visitas, por lo que provocaba una sensación desolada. Malfoy padre bajó a cenar e inmediatamente llegaron los elfos a servir una comida perfectamente adornada.

- ¿Cómo pasaste la tarde con tu amigo, Draco?- Lucius estiraba la servilleta sobre sus piernas.

- Bien- el chico comenzaba a jugar con su comida como de costumbre.

- Mañana iremos a casa de Crabbe para discutir la invasión al Boys Cler, es un punto crucial en nuestro avance para reunir tropas- se detuvo un segundo, tal vez pensando en lo que sería ese ataque. Una sonrisa fantasma apareció en sus labios- hay un par de personas importantes que quiero que conozcas.

- Claro- tomó aire y miró a su padre levantando una ceja- espero que no me comparen con Crabbe solo porque lo ven pegado a mí- y haciendo una mueca de desprecio bajó la cabeza para seguir jugando con su comida

- Tal vez puedas venir con nosotros a Boys Cler, será una experiencia interesante.

- Espero que así sea.

Y dejaron de hablar.

Antes de la muerte de Narcisa no era así, ella se aseguraba que los temas de mortífagos no invadieran la mesa, y los suplía con conversaciones agradables acerca de lo que sea, no importaba lo que fuera Narcisa podía hacerlo parecer interesante. Ahora las alternativas eran silencio o Mortífagos, esto último era lo único que a Lucius le importaba en este momento, y suponía que a Draco también.

Draco extrañaba cada día más a su madre, ella traía un calor especial a la casa; aunque se preocupaba mucho de ella misma y nunca se le veía haciendo labores como vestir a su hijo cuando era un niño o jugar con él, siempre se preocupaba de regalonearlo. Aunque así es como lo convirtió en un niño malcriado. De hecho, estaba preocupada siempre de que no le faltara nada, que no le pasara nada y que no sufriera. Mantenía a todo el mundo pendiente de él.

Aunque no tenía hambre, Draco comió de mala gana la mitad de su plato y dejó la otra a un lado, esperando que le sirvieran el postre. Miró a su padre, siempre impecable e intachable en los modales. En cada uno de sus gestos irradiaba el orgullo tan característico de los Malfoy. El mismo orgullo que perdía cada vez que su amo le ordenaba algo. ¿Por qué su padre había aceptado servir a ese brujo, olvidándose de sí mismo y de su familia? ¿ Cómo su padre, siendo un hombre poderoso e inteligente, terminó siendo un esclavo?

Los elfos aparecieron con el postre y se llevaron el plato medio vacío del chico. Lucius lo quedó mirando

- Deberías dejar de hacer eso- le dijo a su hijo señalando el plato que se estaban llevando

- Si los elfos cocinaran mejor me lo comería- y llenó su tenedor con el delicioso dulce que tenía frente a él.

- Tal vez si te alimentaras como corresponde serías más robusto e inspirarías algo de respeto- lo miró evaluativamente- te ves tan delicado como una niña.

El chico siguió comiendo. ¿y se supone que tenía que ser como él, robusto como él, imponente como él, lamebotas como él?. Si alguna vez Lucius fue su ejemplo a seguir, ese día había quedado lejos. Cada vez que se reflejaba en su padre sentía repulsión. Tragó el último pedazo de pastel que le quedaba y pidió permiso para ponerse de pie, luego se alejó con la rabia cotidiana que habitaba en él.

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Habían pasado dos angustiosos días en los que Draco solo intentó ver la forma de cómo decirle a su padre que necesitaba más tiempo para, supuestamente, prepararse para ser un excelente mortífago. No encontraba las palabras precisas ni la ocasión adecuada y cuando se imaginaba los posibles escenarios, siempre terminaba colgado en algún calabozo. Pero ya no podía esperar más, tenía que hacerlo pronto y esa misma noche encontró el mejor momento.

Estaban solos en la amplia biblioteca. En casi toda la planta de esta, se elevaban gigantescas estanterías de gruesa y reluciente madera, que contenían los más diversos tipos de libros; de pociones, artes tenebrosas, hechizos y encantamientos varios, formando un verdadero laberinto. Todo ahí parecía tener su lugar, desde las minúsculas letras grabadas en placas para clasificar los libros según autor, fecha y título hasta las luces que parecían flotar libremente por entre los pasadizos que formaban los libreros. En el centro del cuarto, se encontraban un par de mesas con unas pequeñas lamparitas adornadas con serpientes plateadas, butacas a tono y una gran mesa central con sus correspondientes sillas. Y en el techo, una lámpara que se elevaba majestuosamente dando al lugar una apariencia lujosa, un tipo de lujo sublime que hablaba del poder de la familia Malfoy.

Lucius estaba más entusiasmado que de costumbre revisando el plano de una casa perteneciente a un auror. Planeaban la mejor forma de invadirla sin que el auror se percatara para poder ponerlo bajo la maldición imperio, cuando Draco comenzó:

- Para poder pasar esta barrera- señaló un punto en el plano- tendríamos que utilizar un hechizo revelador, pero que sea imposible de detectar y además lanzar otro para destruirla. Leí sobre algo así en uno de tus libros- Se acercó a uno de los estantes más alejados y tomó un par de textos, comenzó a ojearlos- ya debería manejar esto. Creo que no estoy en condiciones de convertirme en mortífago. Tendría que prepararme mejor, tener más tiempo...- mientras lo decía, sentía que su ritmo cardiaco se aceleraba. Lo había dicho tan rápido y tan brusco que temía que su padre sospechara de sus intenciones escapistas.

- Pero que dices, eres el novato mejor preparado- lo cortó Lucius- Entrarás siendo el mejor, te lo aseguro.

Sintió que su plan fracasaba, ya no tenía como escaparse de forma sutil y su única opción sería huir antes de la ceremonia. Se enojó consigo mismo por la inútil excusa que se le había ocurrido y se desesperó, entonces decidió seguir intentando, pero su autocontrol ya no era óptimo.

- ¿Cómo puedo estar seguro de ser el mejor?, ¿Qué clase de jueces me evaluarán?. Tengo entendido que los mejores.

- Yo soy uno de los jueces, y sé que estás perfectamente capacitado- le contestó Lucius con un tono frío

- Pero en realidad no importa quien evalúe, finalmente el Señor Oscuro decide quien es merecedor de la marca oscura y quien no- dijo fingiendo estar distraído revisando el libro, conciente de que se había dejado llevar por su frustración y rogando por que la frase pasara inadvertida.

Se aventuró a levantar la vista por un segundo y se encontró con la gélida mirada de su padre que le quitó todas las esperanzas. Bajó los ojos al instante.

- ¿Qué quieres decir?- se le acercó un poco.

- Que tengo que prepararme más para ser digno- Draco había levantado la vista una vez más y sostenía heroicamente la de Lucius.

El señor Malfoy caminó hacia su hijo sin apartar la vista, hasta quedar a un paso de distancia. Draco aún permanecía en la posición aparentemente relajada con el libro en sus manos, pero no pudo hacer que sus ojos dejaran de desafiar a Lucius.

- SÍ estás preparado- sentenció ásperamente.

Draco, envalentonado por la adrenalina que le provocaba estar enfrentándose a su progenitor, tentó su suerte e intentó hablar. Pero en el acto el bastón de Lucius lo empujó por el mentón obligándolo a cerrar la boca.

- Vete a tu cuarto.

La voz de Lucius sonaba descontrolada, quebrada por la ofuscación. Su hijo acababa de decir que su autoridad no valía nada frente a la de Voldemort, lo había desafiado y para colmo daba muestras de estar dudando de ser un mortífago, de lo contrario no hubiera dicho todo eso para convencerlo de no estar preparado.

Draco ni siquiera dudó. Dejó, aún fingiendo estar calmado, el libro sobre la mesa y se fue con paso firme de la biblioteca, sabiendo que su plan había fracasado.

Pronto llegó a su pieza, cerró la puerta y al fin se sintió en libertad de temblar. Miró alrededor. Nunca se había sentido asustado dentro de ella, pero ahora estaba viendo los objetos que lo rodeaban desde una perspectiva muy diferente. Altas paredes sólidas y frías lo encerraban, la iluminación provenía de varias velas que flotaban apoyadas en ellas y que respondían a las órdenes de Draco para seguirlo o cambiar de posición. Un enorme ventanal a un costado era su conexión con el mundo, pero generalmente lo mantenía cerrado, impidiendo que la luz entrara para que el sol no afectara las pociones e ingredientes que tenía en un estante cercano al ropero. Le había costado mucho convencer a su padre de que lo dejara tenerlos en su pieza pues Lucius creía que no era un lugar adecuado para experimentar pociones, para eso había habitaciones de sobra, pero finalmente había logrado entrar hasta los calderos para jugar a ser Snape. La débil iluminación en ese momento producía sombras alargadas y destacaban el tallado de los pilares de la cama, rostros contorsionados envueltos en serpientes... cada mueble ornamentado con serpientes, bellas serpientes que le daban a la habitación un toque demasiado adulto, como si viviera en un museo de magos tenebrosos, rodeado de objetos valiosos, y había sido así desde que tenía memoria.

Se dejó caer en la cama. Su respiración se aceleró junto con su corazón y sus pensamientos, que ahora trabajaban a mil por hora imaginando diferentes situaciones que reemplazaran la anterior, a la vez que trataba de encontrar soluciones a su problema. También imaginaba los pensamientos que debían estar pasando por la mente de su padre ahora, los posibles castigos y qué pasaría si Voldemort se enteraba de este pequeño arranque rebelde que acababa de protagonizar.

Pasó una mano por su frente que sudaba (cosa inusual en él), y trató de respirar hondo para calmarse.

No podía entender como se dejó llevar por las ideas impuestas e ignorado por completo su sentido común, el que desde hacía varios años le venía diciendo que Voldemort estaba loco y que ser su seguidor no podía traer nada bueno.

Pero si sus padres lo apoyaban no podía ser tan malo

¿Verdad?

Fue solo hasta que murió su madre que abrió los ojos y escuchó a su razón, entonces dejó de lado los juegos en que dejaba claro a todos los que lo quisieran escuchar (también a los que no) que era un ferviente seguidor del señor oscuro y se dedicó a cuestionar todo lo que había estado guiando su vida hasta ahora... pero parecía ser demasiado tarde para salir.

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Habían pasado dos días desde que los Malfoy se habían peleado. La casa estaba más silenciosa de lo habitual ya que casi no se dirigían la palabra y las horas en que estaban juntos (vale decir las comidas) se respiraba un profundo aire de tensión.

Ya se acercaba la hora de la cena y ambos estaban sentados en la sala de estar, sin siquiera mirarse. Draco, que en ese momento leía distraídamente un pequeño y antiguo libro, solo quería huir del desagradable ambiente, tal vez si decía que se encontraba enfermo podría ir a su habitación... pero mientras el chico buscaba escapatorias, un elfo entró al cuarto.

- Kinity viene a decirle que el señor Zabini y su hijo están aquí señor- y se inclinó más de lo que ya estaba en señal de respeto.

- Muy bien, hazlos pasar- le dijo Lucius con la mueca de desprecio habitual que tenía cada vez que un elfo le dirigía la palabra.

Draco se puso de pie, feliz con la visita de su amigo. Al fin podría contarle del enfrentamiento con su padre y saber también si él había tenido mejor suerte.

Se le iluminó la cara al verlo cruzar la puerta y se encaminó hacia él. Lo saludó y luego miró a su padre

- ¿podemos cabalgar un poco antes de cenar?

Pero antes de que Lucius abriera la boca apareció nuevamente el elfo

- Kinity viene a decirle que el señor Crabbe y el señor Goyle y el señor Crabbe junior y el señor Goyle junior están aquí señor.

Blaise y Draco se miraron aterrorizados un instante, estaba claro que esto no era una simple reunión social.

Lucius, que había estado atento a todo lo que hacía su hijo, pudo ver la complicidad de ambos chicos y entendió porqué el señor Zabini había estado de acuerdo en adelantar la ceremonia de iniciación.

Los dos enormes amigos de Draco entraron seguidos de sus padres. Se saludaron cortésmente y Lucius hizo un gesto de satisfacción.

- Bien, si son tan amables de pasar a la sala de reuniones- levantó una mano para indicar el camino y esperó a que todos se adelantaran, de esa forma se aseguró de que Draco estuviera delante de él para vigilarlo.

El salón era un lugar amplio, con alfombra color verde oscuro y varios sillones de diferentes formas ordenados de manera que miraban hacia el centro. Cerca de ellos, varias mesas pequeñas con farolitos en forma de serpiente. Los colores predominantes en todo el lugar son verde y negro. En el fondo, el escudo de la familia Malfoy y bajo éste, un tapiz con la línea ascendente de la familia. El techo y las ventanas eran altos, chimenea en el fondo con decoraciones talladas a mano y varios cuadros de antepasados de la familia.

En una mesa habían cuatro cajas pequeñas, rectangulares y negras. Draco supuso que contenían el uniforme de mortífago. Se empezó a preocupar, pero tuvo cuidado de no demostrarlo.

Lucius antes de entrar, ordenó a un elfo que les llevara algo para beber y cerró la puerta.

Todos tomaron sus lugares. Lucius se sentó en un gran sillón, el que estaba ubicado de forma tal que podía ver a todos los otros.

- Supongo que ya imaginan porqué están acá- Lucius sonrió y miró a los padres de los futuros mortífagos, que le devolvían la sonrisa con satisfacción- Debido al creciente poder que están adquiriendo los retractores del señor oscuro, hemos decidido adelantar la ceremonia de iniciación- sonrió a los chicos- para que unan sus fuerzas a nosotros definitivamente para ser más poderosos que ellos. Juntos obtendremos el triunfo.

Vincent y Gregory sonreían orgullosos junto a sus padres. La sonrisa de Draco y de Balise era casi igual a la de ellos, pero nadie puede actuar tan bien.

- El amo ha aceptado venir hoy y honrarnos con su presencia para darles la bienvenida. Pronto estará aquí- y diciendo esto el dueño de casa se puso de pie para acercarse a la mesa con las cajas.

- Como no hay tiempo que perder, les entregaremos sus uniformes para que estén listos cuando llegue Nuestro Señor- Lucius miró a su hijo con expresión triunfadora.

La discusión de hacía dos días lo había prevenido. Si a Draco se le había pasado por la cabeza revelarse (como otros hijos de mortífagos lo habían estado haciendo) ya no podría. Con la marca oscura no sería bien recibido en ninguna parte (menos con su reputación) y el lazo creado con Voldemort sería definitivo. No iba a delatar a su hijo, pero tampoco podía dejarlo abandonar la causa.

Los chicos tomaron las cajas que estaban previamente designadas, y antes que Draco se acercara a Blaise , Lucius habló fuerte y claro:

- Draco, tú ve con Crabbe. Cámbiense en tu habitación. Zabini puede ir con Goyle a la de junto.

En ese momento el señor Zabini confirmó sus sospechas y el apuro de Lucius, seguramente Draco también estaba dudando, tal vez era él quien había lavado el cerebro de su hijo.

Todos salieron de la sala para ver a sus retoños dirigirse a las habitaciones, claro que dos de ellos no lo hacían por orgullo, sino que se aseguraban que hicieran lo que debían.

Mientras Draco subía la escalera con las tripas revolviéndose, intentaba desesperadamente demorarse lo que más podía en subir los peldaños, tratando encontrar una forma de escapar. Casi al llegar arriba escuchó las voces de más mortífagos que venían a presenciar su iniciación.

Con todos ellos sería imposible huir. Su padre aún lo miraba de reojo.

Llegaron al pasillo en donde estaba su pieza. Era muy largo y, aunque estaba fuera de la vista de los demás, no podría salir corriendo porque Crabbe estaba a su lado. Seguramente habían elfos vigilándolo y además ¿cómo podía escapar con la mansión llena de mortífagos?. Blaise giró el pomo de su puerta para entrar junto a Goyle.

- Espera- Dijo Malfoy y se dirigió a Crabbe- ¿por qué no vas con Goyle?, yo me cambio con Zabini- y le lanzó su mirada de "y no hay discusión".

Crabbe lo pensó un instante y miró a Goyle quien no parecía tener objeción, después de todo, Draco era su líder, lo respetaban y admiraban. Y claro, estaban acostumbrados a que les dijera qué hacer.

- Bien- y abrió la puerta de su habitación.

Draco y Blaise se apresuraron a entrar a la suya.

- Debemos cambiarnos inmediatamente, si mi padre viene a ver porqué nos separamos de ellos que al menos nos vea vestidos.

- ¿Qué vamos a hacer?, no hay forma de salir- Blaise ya se había puesto su túnica negra y la estiraba con las manos intentando ordenarla un poco.

Draco miró hacia todos lados hasta que vio su saeta de fuego apoyada en la pared, su padre no le había comprado una mejor porque nunca venció a Potter.

Blaise, que olímpicamente ya se había puesto los zapatos y la máscara, pudo ver hacia donde se dirigía la mirada de su amigo.

- Nos matarán antes de que crucemos los terrenos.

- Nos matarán de todas formas, es la única oportunidad que tenemos, si esperamos a que se nos ocurra algo mejor ya habrá llegado Voldemorty será nuestro fin.

Se puso la máscara, aún pensando en que si su padre entraba podía aparentar estar preparándose y sacó una pequeña llave que escondía en un hueco en la pared, se la colgó al cuello y se detuvo para asegurarse que nadie fuera a abrir la puerta.

Blaise abrió la ventana, se subieron a la escoba y sin pensarlo más salieron volando.

Justo en ese momento, un elfo se había reunido con Lucius en un lugar privado para informarle del cambio de parejas. Asustado, se apresuró para llegar a la habitación de su hijo. En el trayecto vio por una ventana un pequeño brillo plateado surcando el cielo, que reconoció como el cabello de Draco, volando a gran velocidad. En un reflejo, tomó su varita y apuntó hacia los chicos, lanzándoles un hechizo que partió la escoba en dos.

Al oír el conjuro, los invitados se dieron cuenta de lo que ocurría y con varitas en mano salieron a la caza de los fugitivos, encontrándose antes con Gregory y Vincent que bajaban apurados a medio vestir para ver lo que ocurría. Gracias a esto y a la expresión de Lucius, todos supieron la identidad de los que escapaban.

Fuera de los terrenos de la Mansión, los prófugos recuperaban sus facultades que habían sido aturdidas por la caída. Sus máscaras estaban rotas y las túnicas a medio rasgar por el golpe contra los árboles. Blaise sangraba debido a varios cortes que tenía por todo el cuerpo. Draco también sangraba, pero no sentía el dolor de sus heridas porque el brazo roto las opacaba a todas.

Lejos de ellos se encontraba la escoba que no servía para nada. Pero ya no importaba, porque estando fuera de los límites de la casona, podían aparecerse. Lentamente se pusieron de pie y, después de asegurarse que sus varitas estaban intactas, desaparecieron.

Dentro de la mansión, junto a una ventana y solo, Lucius intentaba pensar en una manera de encontrar a su hijo antes que los demás. El escape ya se había informado a todos los mortífagos y si lo encontraban no dudarían en matarlo. Pero aunque estaba seguro de que si llegara a capturarlo podría convencer a Lord Voldemort de que le diera una segunda oportunidad, no creía que Draco cambiara de opinión, lo había visto en sus ojos cuando discutieron en la biblioteca. Él ya había tomado su decisión. A pesar de que le doliera mucho, su hijo lo había traicionado.

Apretó su bastón con fuerza y golpeó un elfo. Luego giró sobre sus talones produciendo un frufrú con su túnica.

- Maldito traidor- masculló entre dientes y caminó con paso firme hacia la puerta. Ahora eran enemigos y se aseguraría de matarlo él mismo.

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Llegaron a una oscura calle, rodeada de casas antiguas. Caminaron sigilosamente con las varitas empuñadas. Al estar vestidos de mortífagos podían ser atacados tanto por aurores como por sus perseguidores.

Un rayo de luz los hizo ponerse en posición de pelea, los estaban atacando y muy pronto los mortífagos se hicieron ver. Los rasgos tan peculiares de los Malfoy jugaban en su contra delatándolos incluso en la oscuridad y así sería sin importar a donde fueran. Lanzaron unos hechizos para defenderse pero pronto llegaron más enemigos y decidieron correr para ocultarse.

Se metieron a una callejuela y conjuraron algunas barreras invisibles para que algunos de sus enemigos cayeran y así tener algo de ventaja. Retrocedieron hasta la pared más alejada y se quedaron agachados en la oscuridad esperando ser atacados.

Blaise miró a Draco y sacó un bolsa de un tarro de basura cercano que entregó al rubio.

- Tápate la cabeza

- ¿Qué?- le miró dudoso y con expresión de asco

- Estoy seguro de que nos vieron por culpa de tu estúpido cabello- Blaise no estaba de humor para que al chico le diera "asco"

Draco la tomó con sus finos dedos intentando no tocarla, la dobló y se la colocó suavemente sobre la parte superior de su cabeza.

Uno de los hechizos atrapó un mortífago haciéndolo volar en un humo verde, alertando a los chicos. Pronto llegaron más, un par de ellos salió volando con parte de su piel derretida al toparse con la pared conjurada. Esto fue suficiente para que los otros dos mortífagos entendieran que el lugar estaba hechizado. Pero como eran conjuros improvisados no podían ser tan fuertes. El más alto comenzó a lanzar varios hechizos que hacían que las trampas se desarmaran, el otro permanecía detrás de él esperando impaciente. Aguzaba la vista intentando ubicar entre los posibles escondites algún rastro de los jóvenes.

Aún acurrucados, los prófugos empezaron a sudar frío. Ya no podían seguir ocultos. Draco besó en el cuello a Blaise para luego ponerse de pie, el otro chico también se levantó y se lanzaron al ataque.

En el momento en que la última barrera fue eliminada, los jóvenes lanzaron sus hechizos, tomando a los dos mortífagos por sorpresa y derribándolos. Por un segundo, habían dejado de respirar, seguros de que su hora había llegado, pero la suerte los había favorecido y recuperaban el aliento. Cuando sus corazones habían vuelto a latir, aparecieron tres mortífagos más. En el mismo momento en que los vieron, Draco gritó:

- Bracchium reducio

El mortífago recibió de lleno el hechizo, que lo empujó hacia atrás. Los brazos se le comenzaron a reducir rápidamente hasta que ya no se veían por debajo de la manga de la túnica. Su varita cayó a su lado haciendo un pequeño ruido al estrellarse contra la piedra, pero que no fue posible escuchar gracias a los alaridos de dolor que lanzaba el hombre, que se desmayó poco después.

Mientras, el otro mortífago alzó su varita para lanzar un hechizo, pero Blaise se adelantó y con un veloz movimiento, logró hechizarlo haciendo que su boca desapareciera.

- Crucio

El conjuro alcanzó a Blaise, quien comenzó a experimentar el dolor de la maldición ya no pudiendo pensar en nada más que sujetar su varita. Pero de pronto el dolor cesó, Draco había mandado a volar al mortífago lejos. Zabini se incorporó lo más rápido que pudo y empezaron a correr hacia la salida. Ya estaban a punto de salir, cuando un tronar de dedos hizo que unas especies de sogas salieran de la nada y atraparan a Draco contra la pared, su varita cayó al suelo. Malfoy se vio envuelto en una especie de serpiente, pero que en vez de tener escamas, tenía una capa viscosa.

Blaise se giró y vio que el culpable era el mortífago al cual le había borrado la boca, le lanzó un hechizo que lo dejó inconsciente e intentó liberar a Draco.

- Finite Incantatem

Nada. Repitió el hechizo pero no surtió efecto. Las "cuerdas" que sujetaban a Malfoy se habían estado deslizando por su cuerpo, apretándolo con fuerza y poco a poco se dirigían hasta la cabeza.

- ¡No puedo deshacerlo!

Draco ni siquiera podía hablar, la cosa babosa lo había amordazado y rodeaba su cuello.

Los chicos escucharon pasos apresurados que venían hacia ellos. Supusieron que eran más mortífagos.

- rumpo- tampoco dio resultado.-incendio - un fuego verde apareció en la punta de la varita, la acercó para ver si tenía algún efecto pero nada ocurrió.

Draco casi no podía respirar.

Desde el techo del edificio salieron varios rayos de luz rojiza, a esto siguió el sonido de varios cuerpos cayendo justo al lado de la pared en donde estaba Malfoy.

Blaise miró hacia el lado asegurándose que no aparecía nadie a atacarlos. Desesperado se volvió hacia Draco. Nunca había oído siquiera de esa clase de hechizo. Ya sin saber qué hacer se arriesgó y tocó la planta con el fuego, tal vez si la quemaba... pero no pasó nada. Finalmente se lanzó hacia una de las cuerdas y la apretó, golpeó y mordió, pero lo único que consiguió fue que esta levantara la cabeza del chico rubio estrangulando su cuello y haciendo que

adquiriera un desagradable color violeta. Cuando estaba a punto de caer inconsciente, un hombre se apareció detrás de Blaise. Draco abrió los ojos en señal de sorpresa haciendo que el otro chico volteara con la varita empuñada, pero un accio se la quitó de la mano.

- veneno- las ramas se tornaron de un color rojizo y empezaron a caer en pedazos liberando al chico, que cayó al suelo casi desmayado.

Lupin tenía las varitas de ambos adolescentes en su mano izquierda y se las enseñó para darles a entender que no tenían como defenderse.

Blaise estaba junto a Malfoy en el suelo, intentando ponerlo de pie.

- No confío en ustedes- les dijo su ex-profesor- por eso se las he quitado. Si quieren que los ayude, no intenten atacarme para que se las devuelva- Como siempre, el tono de Remus era calmado pero aun así, firme.

Aunque ninguno de los dos se sentía a gusto con lo que les estaba ofreciendo, no tenían otra salida. Draco ya no estaba en condiciones de pelear, la planta se había encargado de separar su brazo roto en dos y aún no recuperaba totalmente el aliento, sin hablar de que estaba muy mareado. Le hizo un gesto a Blaise para que aceptara la ayuda.

Con un conjuro levitador hizo que Draco prácticamente no pesara y lo amarró a la espalda de Blaise como mochila.

- ¿conocen la calle Forest?

- sí -dijeron ambos

- Hay un almacén de regalos llamado Bon Ami- les dijo esperando a ver si lo conocían

- ¿Si?- dijo Blaise

- Nos apareceremos en la entrada. ¿Está bien?

Ambos chicos asintieron con la cabeza.

Inmediatamente estaban de pie junto a la puerta de la tienda.

- Sígueme- le dijo a Blaise- mantente agachado y junto a mí.

Iba a partir cuando miró a Draco- ese pelo tuyo...- tomó su varita y golpeó las cabezas de ambos chicos. Sintieron que agua fría caía por sus espaldas.

Remus los miró apreciativamente, como comprobando algo - Bien..., ahora si nos vamos- y se giró. Lo que el licántropo hizo fue hacer que sus cuerpos "desaparecieran", que se camuflaran con el entorno, adoptando las texturas y colores del lugar en el que se encontraban.

Nadie los siguió. Lupin se aseguraba, antes de dar vuelta una esquina, de que no hubiera nadie para luego avanzar rápido y sin hacer ruido, como si fueran gatos. Caminaban por calles muggles hasta llegar a Grimmaul Place. A Draco le dió la impresión de un basural... supuso que Lupin vivía ahí. Caminaron directo hacia un pequeño espacio entre dos casas, allí Lupin les dijo que la casa, específicamente los cuarteles de la orden, estaban en la número doce. Los chicos le miraron por un momento, querían preguntar pero Remus les hizo callar. Miraron hacia ambos lados, podían ver la número once y la trece, pero de la doce no había ningún rastro.

- Aquí no hay...-empezó Malfoy.

- Miren atentamente-le interrumpió Lupin.

Los jóvenes miraron hacia donde debía estar el número doce, ahí vieron aparecer una puerta de color rojo, luego unas paredes a tono y una ventanas con cortinas también a juego. El ex-profesor de defensa los empujó para que entraran rápido, sacó su varita y tocó la puerta una vez. Se escuchó el ruido de varios pestillos al abrirse y finalmente entraron.

Los chicos estaban a punto de cenar, Harry Ron y Hermione ponían los vasos e individuales mientras Ginny y los gemelos buscaban los cubiertos y las servilletas. A un lado, Molly revolvía con su varita una espesa y cremosa salsa y cuidaba que el estofado no se quemara. Junto a ella, Moody levantaba las tapas de las ollas de vez en cuando , inspeccionando los alimentos.

- ¡Alastor!!, ¡deja eso ya. Nada está envenenado!- gritó la señora Weasley al notar que Moody levantaba por enésima vez la tapa de una sartén.

Ojoloco le obedeció al instante arrimándose a la mesa que estaba justo detrás, chocando en el camino con Fred, quien dejó caer algunas cucharas. Molly iba a comenzar a retar a todos cuando un grito la interrumpió:

- SÁCALOS!!!! ¡¡¡NO ME IMPORTA LA EDAD QUE TENGAN!!

Todos se quedaron quietos escuchando la discusión que venía de lejos.

- Voy a ver que pasa.

Ojoloco salió corriendo de la cocina hacia el comedor, en donde se llevaría a cabo una de las numerosas reuniones de aurores.

-¡Ni se les ocurra salir de aquí!

Molly salió tras el mago. Cuando la puerta se estaba cerrando, alcanzaron a oir a McGonagall (que había ido por la reunión) exigir silencio.

- ¡¡¡¡CÓRRETE REMUS!!!- Sirius apuntaba a los chicos con su varita. Tonks y Michael sujetaban a Black para impedir que derribara a Lupin.

Draco y Blaise estaban parados pegados a la pared detrás de Remus, petrificados por el pánico. Cuando Lupin los rescató se habían sentido desconfiados pero aún así creyeron que lo peor había pasado. Ahora estaban en una casa llena de aurores. Probablemente esto era peor que estar en la calle con los mortífagos siguiéndolos. Al menos ahí podían luchar.

Lupin tenía los brazos extendidos delante de los recién llegados, intentando protegerlos del inminente ataque de Sirius.

- ¡¡¡YA BASTA BLACK, SI REMUS LOS TRAJO DEBE SER POR ALGO!!!!- gritó Tonks. McGonagall estaba hecha una furia. En un principio todos se habían mostrado hostiles y habían intentado echar a los mortífagos, pero al darse cuenta que eran sólo adolescentes y que eran traídos por Lupin se habían calmado. A excepción de Black, quien reconoció inmediatamente a Malfoy. Sabiendo la reputación del padre le parecía inaudito que los demás se mostraran tan piadosos y confiaran en él.

En ese momento llegó Moody, que al ver a los jóvenes vestidos de mortífago opinó igual que Sirius e intentó atacarlos. Pero fue oportunamente detenido por Arthur y Percy ( que también se encontraban allí).

McGonagall se puso entre Lupin y los demás aurores esperando que al menos eso calmara los ánimos. La señora Weasley observaba desde el comedor intentando ver qué ocurría y al mismo tiempo vigilar que sus hijos no intentaran escabullirse, al notar que uno de los chicos era Malfoy había encendido una radio para hacer ruido y evitar que los chicos escucharan algo de la discusión y terminaran atacándolo aumentando el caos.

- ¡¡¡PERO EN QUÉ ESTÁN PENSANDO!!!- Ojoloco gritaba histérico, su ojo mágico giraba a gran velocidad- ¡¡¡ES OBVIO QUE HAN PUESTO A LUPIN BAJO LA MALDICIÓN IMPERIUS!!!

- Todos estamos confundidos Alastor, pero si no te calmas, Remus nunca nos podrá explicar porqué el señor Zabini y el señor Malfoy están aquí.

Mientras tanto en la cocina, Fred y George estaban pegados a la pared con unos audífonos que habían inventado, intentando escuchar. Harry tenía el ojo junto al agujero de la cerradura para tratar de ver algo. Hermione y Ginny habían apoyado unos vasos en la puerta y Ron estaba acostado en el piso con la oreja puesta en la puerta, también en busca de información.

- No puedo oír nada- dijo Ron harto de escuchar la música proveniente del comedor.

- yo tampoco- Hermione se alejó de la puerta, Ginny la siguió ya que tampoco tenía resultados- que tal ustedes- miró a Fred que parecía estar muy concentrado.

- hay una discusión, la única palabra que he podido distinguir es imperius.

Todos se voltearon a ver a Fred con los ojos abiertos.

- ¡No puede ser!- Harry estaba helado- el único que faltaba por llegar antes de los gritos era Lupin.

Respiró agitado e intentó con más ahínco ver algo, pero todo lo que distinguía era una masa de gente que se encontraba en el recibidor.

- ¡¡NO VEO NADA!!- Harry los miraba desesperado, todos estaban muy asustados a excepción de Hermione, que con el ceño fruncido intentaba buscar una respuesta razonable. Iba a decir algo cuando la puerta de la cocina se abrió, arrojando a Harry lejos. Los gemelos se apartaron de la pared rápidamente.

- ¡¿PORQUÉ TIENEN QUE SER TAN ENTROMETIDOS?!- Molly había sido atraída por los gritos suponiendo que estaban espiando- ¡ahora sírvanse la cena y coman!. No quiero que se metan en este asunto, ya les informaremos que ocurre- Y de muy mal humor, cerró la puerta de un golpe, sin dar tiempo a preguntas.

- No se preocupen, Lupin es muy fuerte como para caer bajo el imperius- les dijo Hermione absolutamente convencida de sus palabras.

Sirius y Moody se habían calmado, al menos ya no tenían arranques agresivos. Todos estaban alrededor de Lupin y de los chicos, recibiendo al fin la explicación que necesitaban.

- ...entonces vi a los chicos aparecerse en medio de la calle, evidentemente maltrechos. Pronto se les acercaron varios mortífagos y comenzaron a atacarlos, me acerqué para asegurarme de lo que veía...

Mientras, Michael (un auror que se les había unido hacía unos meses y vivía con ellos) curaba el brazo de Draco que aún permanecía junto a la puerta. El chico se tragaba los gemidos de dolor, demasiado asustado como para quejarse, seguro de que el menor ruido sería ocupado como excusa para atacarlo. Blaise estaba a su lado, ambos observaban la situación, evaluando las posibilidades de salir vivos. Al menos habían dos profesores que parecían apoyarlos, pero por otro lado, un ex-prófugo de la justicia que sobrevivió a Azkaban y un auror paranoico deseaban verlos empalados.

- Ya estás listo- le dijo el auror soltando el brazo del rubio con un tono serio y frío, para luego alejarse de ellos y ponerse frente a Lupin.

Blaise podía ver a Black con la mirada inquieta pasando desde Lupin hasta Draco, como esperando a que terminara para sacar su varita y mandar al joven a criar malvas.

- ... luego de "desilusionarlos" desaté a Malfoy, y mientras le devolvía su peso, Sirius llegó y el resto ya lo saben.

Se hizo un silencio, McGonagall miraba a sus alumnos con una clara expresión afligida. Conocía a Draco desde que tenía once años y también estaba al tanto de la mala fama que arrastraba desde ese entonces. Personalmente, jamás había escuchado una de sus proclamas pro-mortífagos pero sabía que siempre estuvo en ese bando. Con respecto a Blaise, bueno, de él no había escuchado nada para sospechar, excepto que se juntaba con Malfoy.

Estaba haciendo grandes esfuerzos para ser imparcial. Aunque sospechaba de ellos, también eran sus alumnos y debía confiar en la educación que les había entregado. Miró hacia los lados para saber qué pensaban los demás.

- Sigo creyendo que Lupin está bajo la maldición imperius- dijo Ojoloco con su varita señalando al licántropo.

- Tu olfato va en decaída- Sirius reía amargamente- nadie podría controlar a Remus. Seguramente está actuando así porque se acerca la luna llena -se dirigió a Lupin con desprecio -¿Te tomaste tu poción?, porque estás actuando como animal...Tal vez es cierto que los licántropos no son confiables, Dumbledore nunca debió cederte el puesto de guardián de esta casa -Lupin apretaba los puños intentando mantener el control - ...aunque él no imaginaría que recogerías cualquier cosa que te encontraras en la calle.

Lupin dió un paso al frente, Malfoy estuvo a punto de decir algo, pero Blaise le apretó el brazo.

- Caballeros, no son necesarios los insultos- McGonagall aún no sabía si confiar en los chicos o no, pero no iba a permitir que empezaran a pelearse por culpa de ellos.

- ¿Por qué crees que el escape no fue una trampa para que un auror idiota los acogiera en su guarida?- McGonagall miró a Sirius en forma desaprobatoria

- Pues veo difícil que supieran el lugar en donde yo estaba- Lupin había dejado su usual tono amable y miraba a Sirius sin una gota de cariño.

- Debiste avisarnos antes de traerlos, o dejarlos en otro lugar ¿y si hubiesen visto cuando entraban aquí?- Tonks había hablado con el tono más calmado que encontró

- Es cierto, nos estás arriesgando y arriesgas a los niños por este par que ni siquiera sabes si son realmente inocentes- Michael se había unido a la discución.

- Pero nosotros debemos proteger a quien lo necesite. Estaban siendo atacados por nuestro enemigo, y por la forma en que aparecían y la desesperación con que los seguían, tengo la certeza que todos los mortífagos de Inglaterra los están buscando, no tenía otro lugar al que llevarlos. Y además estoy seguro de que no me siguieron. Sé perfectamente como entrar sin que me vean.

- ¿Ves? ¿Si realmente los mortífagos desearan matarlos crees que no lo hubieran hecho?

¿A cuantos dijiste que se enfrentaron, ocho?- Sirius estaba rojo de rabia, sin entender como Lupin podía estar haciendo esto- Ocho, ellos dos solos, uno con un brazo roto...

- Hemos sabido de varios casos de hijos de mortífagos que se han estado revelando, la mayoría no logra escapar- Mc Gonagall había hablado al fin- estos chicos pueden haber estado escapando por eso.

- O podrían haber hecho algo realmente malo y ahora Lupin les está dando la oportunidad de entregarnos para que puedan enmendar su error ante Voldemort- Alastor recobró las ganas de hablar después del insulto de Sirius.

- Deberían dejar que los niños cuenten porqué los seguían- Molly estaba de pie detrás de todos. Había escuchado la discusión y no podía creer que nadie preguntara la versión de los chicos que, después de todo, eran los protagonistas de este asunto.

Nadie habló hasta que Sirius se volteó para mirar a Molly y dijo:

- No puedo creer lo que dices. ¿Confiarías en la palabra de esa rata?- apuntó a Malfoy- ¿Nunca te han hablado tus hijos de él?- Tomó aire como si se hubiera estado ahogando- pues a mí Harry y Ron me han contado bastante.

En ese momento Malfoy dejó de percibir la realidad tal cual y la vio bajo un manto rojizo, un rojizo Gryffindor. Le pasaba cada vez que escuchaba hablar de Potter. Había visto a los familiares de Ron, así que supuso que Ron estaba viviendo ahí, pero si estaban hablando también de Harry... entonces ¿los niños que acababa de nombrar Michael eran Harry y Ron? De pronto deseaba que lo mataran de una vez, antes de tener que ver la cara rajada de Potter humilllándolo por las condiciones en las que se encontraba.

En la cocina, los chicos ya habían terminado de comer. Estaban aburridos de intentar enterarse de algo sin resultados, así que permanecían sentados en la mesa sin hablarse, esperando a que les llegaran noticias. El tiempo pasaba y nadie se aparecía. Los gemelos, fastidiados, prendían y apagaban las luces diciendo que habían fantasmas, sin ningún ánimo. Ron miraba como una fila de hormigas pasaba detrás de la despensa. Hermione jugaba con un tenedor a aplastar miguitas de pan. Ginny contaba las baldosas del piso y Harry pateaba el suelo sin una gota de ritmo.

- YA NO DOY MÁS!, voy a ver que pasa- Harry se levantó y caminó rumbo a la escalera.

- ¿A dónde vas?- Ron se había apartado de las hormigas.

- Intentaré escuchar desde el segundo piso por la escalera que da al comedor. Si no me asomo, no me verán.

- Creo que todos hemos pensado hacer eso Harry- dijo Hermione en tono de sermón- pero nadie lo ha hecho porque si la mamá de Ron entra...

- Le diré que fui al baño, ¿puedo ir al baño verdad?

Aunque todos sabían que la señora Weasly no se creería el cuento, nadie lo detuvo porque Harry ya había subido y se había perdido de vista.

- ¿Lo ves? Te dije que debíamos ir- le dijo Fred a George.

Harry caminó por el corredor, las habitaciones a las que daba estaban desocupadas, dobló una esquina y llegó al pasillo en el que se encontraba la pieza que compartía con Ron. había estado viviendo ahí durante las vacaciones, debido al estallido de la guerra. En esa casa estaba mucho más seguro que en Privet Drive. En ese mismo pasillo estaban las piezas de todos lo que vivían ahí: la Familia Weasley (menos Bill y Charlie) y los aurores Michael Coxon, Nymphadora Tonks, Remus Lupin, Alastor Moody y Sirius Black. Hermione también vivía con ellos. No tanto por seguridad ya que su casa estaba bajo el hechizo Fidelio, sino que ahí, además de cuidar a los chicos, los estaban preparando para la guerra. A veces los dejaban participar de las reuniones, los mantenían informados de lo que pasaba y de vez en cuando les daban tareas.

Potter caminó despacio intentando no hacer crujir el viejo piso de madera y se apoyó en la pared cerca de la escalera, desde ahí veía el comedor y parte del recibidor. Se concentró al máximo para escuchar la conversación.

- ¿... y aún lo crees tan inocente?- Black miraba con expresión triunfante a Molly.

Sirius había hablado de los deseos de muerte hacia Hermione Granger, del apoyo incondicional que daba a todo lo que pudiera sacar a Dumbledore de Hogwarts, de como le hacía imposible la vida a Harry, de como se jactaba de pertenecer al bando de Voldemort y finalmente, de las humillaciones a Ron y su familia por ser pobres, siempre procurando dar a este último punto una gran relevancia.

- Era un niño con ideas erradas. Si lo están siguiendo, tal vez sea porque al fin abrió los ojos- Molly intentaba justificar a Malfoy porque todo lo que ella veía en ese instante, era un pobre chico indefenso y maltratado, que había tenido la mala suerte de nacer en una familia de mortífagos que lo malcrió.

Harry no entendía nada, aparentemente hablaban sobre alguien que no era de mucha confianza. Se asomó un poco para intentar ver algo, pero se encontró con la espalda de la señora Weasley. Inmediatamente se devolvió a su lugar.

Todos se inclinaban más por escuchar la versión de los chicos que juzgarlos sólo por lo que estaban viendo. Sirius no tuvo otra opción que mantenerse callado.

- Y bien- se apresuró a decir Lupin antes de que alguien cambiara de opinión- ¿pueden decirnos qué ocurrió antes de que los encontrara?

- Preferiría hablar de ese tema con alguien de confianza- Dijo Draco arrastrando las palabras, con la cabeza erguida y mirada desafiante. Aún estaba enojado por haber escuchado el nombre de Harry, y él no estaba dispuesto a ventilar sus problemas familiares frente a toda esa gente que le informaría a Potter. Primero muerto.

Harry se quedó helado al reconocer aquella desagradable voz. No podía creer que el bastardo de Malfoy se encontrara en su casa. Instintivamente trató de ver a Draco desde la escalera asomándose más de la cuenta y casi cayendo por ellas, alcanzó a sujetarse de la barandilla y maldijo su mala suerte. Nuevamente volvió a su lugar, pero esta vez, con un creciente enojo.

Luego de la respuesta de Malfoy, todos se le quedaron mirando perplejos. Antes de que alguien reaccionara, Blaise se adelantó y empezó a relatar lo que les había pasado. Contó como se habían escapado en una escoba y los habían derribado, y luego sin pensarlo se habían aparecido en esa calle. Que seguramente habían dado la alarma de su fuga y que por eso, tal y como había dicho Lupin, no importaba a donde fueran, cualquier mortífago que los viera intentaría matarlos y avisaría al resto en donde estaban.

- Y ustedes se revelaron porque Voldemort es muy malo ¿verdad?- se burló Sirius

- No les creo una sola palabra, la información es muy vaga y pueden haberla inventado perfectamente- Moody no quitaba la vista de Blaise.

- Me parece que al menos podemos intentar averiguar si lo que dicen es cierto- dijo Tonks que ahora parecía apoyar más a Lupin.

- Sirius- Remus estaba más calmado y volvía a tener una mirada amable- Tú menos que nadie debería juzgar a las personas sin tener pruebas. No cometas el error de acusar a alguien injustamente por basarte en supuestas evidencias- Sirius lo miró con intensidad.

- Creo que el único que podría saber si los muchachos dicen la verdad es Dumbledore- McGonagall miró severamente a todos los que estaban presentes- hablaré con él para que venga,

aunque no creo que pueda hacerlo antes de tres días, hasta entonces les sugiero que los alojen acá.

Al escuchar esto último, Harry se indignó. ¿Cómo era posible que siquiera pensasen que Malfoy era inocente? Estaba más que claro que el chico era un mortífago. Debían sacarlos de la casa lo antes posible o podrían tener la oportunidad de matarlos a todos.

Moddy se paró indignado y caminó hacia la cocina, sin escuchar nada más. Harry lo vio desde su escondite y salió corriendo hacia la cocina.

- Pero se quedarán en el sótano. No arriesgaré a nadie de esta casa por estar haciendo favores a mortífagos- Sirius no cedería más que eso.

El resto pareció estar de acuerdo, a excepción de Molly que había sugerido dejarlos en una pieza bajo llave. Lupin también se sentía mal por mandar a los chicos ahí, pero era el mejor lugar que podía ofrecerles.

- Les traeré un par de camas para que duerman- Arthur se encaminó hacia las habitaciones.

- ¿Para qué?, pueden dormir en el suelo.

Todos fingieron que no lo escuchaban, menos Draco, que parecía atravesar a Sirius con la mirada. El animago se la devolvió y estuvieron así un rato hasta que Michael se acercó a los jóvenes y les extendió un vaso lleno de un líquido rojo.

- Tomen la mitad cada uno, para mañana sus heridas se habrán cerrado.

En esos momentos, Alastor entraba en la cocina empujando la puerta con rabia.

- ¿Que pasó?

- ¿Qué fueron todos esos gritos?

- ¿Por qué no nos dejaron oir?

Los chicos acribillaron con sus preguntas al auror, quien les dijo la verdad:

- Malfoy y un tal Zabini llegaron de mortífagos, traídos por Lupin, y se van a quedar hasta que Dumbledore decida que hacer- Tomó un pan y se lo llevó a la boca bruscamente.

- ¡¡¡¿QUÉ?!!!!- gritaron al unísono.

Harry llegó justo en ese momento y solo al verles los rostros en blanco, supo que ya les habían dicho lo ocurrido. Todos comenzaron a quejarse en voz alta, insultando a Malfoy de paso, y dejando bien en claro que no querían que el rubio estuviera ahí.

- ¡¡¿LES DIJISTE?!!- otro grito. La señora Weasley miraba con furia a Moody desde el umbral de la puerta, y parecía que en cualquier momento fuera a sacar su varita para atacarlo. Ojoloco tomó otro trozo de pan y salió de la cocina velozmente sin siquiera despedirse.

Los chicos iban a lanzarle sus quejas a Molly, pero ella se les adelantó y los mandó a sus piezas a dormir. Todos subieron rápidamente, nadie quería experimentar su enojo.

Luego de armar las camas de los "huéspedes", Lupin los llevó hasta el subterráneo, cerrando la puerta para que nadie bajara con ellos.

El sótano era muy amplio, probablemente ocupaba toda la planta de la casa. Claro que ellos no podían notarlo porque más allá de dos metros de la pequeña luz proveniente de la varita de Remus, estaba completamente oscuro. Solo distinguían varios escombros, posibles muebles viejos y artefactos extraños, algunos cubiertos con mantas que alguna vez fueron blancas. Una escalera angosta, apegada a la pared y sin baranda era lo único que los conectaba con el exterior. Bajaron alumbrados solamente por la luz de la varita, el auror los guió hasta sus camas, que estaban cerca de la escalera puestas una junto a la otra entre todos los cachureos. Probablemente habían hecho un espacio sólo para ellos y suponían que el resto del sótano estaba igual de ocupado.

- Bueno, es todo lo que puedo hacer por ahora. Para que estén más tranquilos me quedaré esta noche en la cocina, me aseguraré que no los molesten.

Lupin los miró por un momento, los rostros de los chicos reflejaban el agotamiento y confusión producto del momento que estaban viviendo. Completamente desanimados, sabían que todo lo que les quedaba por hacer era esperar. Probablemente recién estaban asimilando lo que habían pasado. Se sentía culpable por no poder hacer nada más.

- Les dejaré una luz- de su varita salio una chispa que se agrandó y flotó quedando entre las dos camas- cuando quieran dormir sóplenla. Buenas noches- y subió la escalera.

Escucharon el cerrojo de la puerta y luego los murmullos provenientes de los aurores que quedaron en la cocina.

Blaise miró a Draco.

- ¡¿Como se te ocurrió decir semejante idiotez allá arriba?!- estaba casi tiritando de furia y hacía enormes esfuerzos por no gritar para que no los escucharan - ¡¿Te parece que estábamos en posición de negarnos a hablar?!.

Se alejó un paso para evitar la cercanía con el rubio, para no dejarse llevar por las ganas que tenía de ahorcarlo.

Draco suspiró y levantó ambas cejas en señal de desinterés.

- No sé si pusiste atención a la discusión, pero dieron a entender que Potter y Weasley viven aquí, y como ningún humano puede vivir sin cerebro, probablemente trajeron a Granger también.

Creyendo que había dado todas las explicaciones, Draco miró la cama con asco, no le parecía que estuviera limpia pero de todas formas se veía mejor que el piso. Como estaba concentrado en eso no pudo ver a la expresión de interrogación de Blaise.

- ¿Y? -El moreno estaba plantado en el suelo esperando una explicación real.

Malfoy levantó la cabeza para mirarlo extrañado por la pregunta.

- Que no pienso ventilar los problemas con mi padre para que Potter me humille- lo dijo en tono de "es obvio"- se sentirá muy valiente por estar entre los suyos y no le voy a dar el gusto.

Blaise no podía creer lo que oía. Draco siempre tenía ataques de niño malcriado y él por lo general lo aguantaba, después de todo era Draco. Pero esto no era un simple berrinche. Alguien tenía que golpear a Malfoy y si no dejaba de dar respuestas estúpidas, él se aseguraría que así fuera. Trató de quitarse las ideas homicidas hacia su postulante a ex-amigo y prosiguió:

- ¿Te parece que vale la pena, después de todo lo que pasamos hoy, morir por lo que Harry Potter piense o diga de ti?.

- Es una cuestión de honor.

Blaise intentó ignorar eso último para poder continuar.

- Y para colmo ni siquiera pensaste en mí, me hubieran muerto solo porque lo único que tienes en la cabeza es a Potter.

- Si te diste cuenta nadie te atacó directamente. Odian a mi padre y me odian a mí, justamente porque Potter- el nombre prácticamente lo escupió- me detesta. Si hubieras llegado solo, te hubieran incluso invitado a cenar. Yo-no-te-arriesgué. Black me hubiera asesinado y todos se hubieran calmado. Tal vez debió hacerlo, así mi honor no te molestaría y tal vez te dejarían dormir cómodamente junto al cararrajada y en una de esas se dignaría a ser tu nuevo amigo.

Draco apenas había respirado al decir esto, ¿cómo Blaise era tan tonto para no entender?

- No es tu honor el que me molesta. Tu fijación por Potter no tiene nada que ver con el honor. Es una obsesión- Blaise estaba hablando lento y claro, como intentando meter algo de sentido común en la platinada cabeza de su amigo; que para variar, había empezado a creer que era una pobre víctima y que todos estaban en su contra. Poco faltaba para que comenzara a decir que lo envidiaban por ser bonito y la verdad es que su ánimo no le permitiría soportarlo.

- No es una obsesión, no digas estupideces. A mi...- paró en seco cuando vio que Blaise ya estaba acostándose en su incómoda cama, dándole la espalda. Se acercó a él y lo remeció violentamente- ¿No querías una explicación? Agradece que te la estoy dando- le trató de sacar la frazada con la que su amigo se había envuelto- Mírame!

- No te quiero seguir escuchando, o te voy a sacar la cresta- Blaise seguía bajo la manta, intentando olvidar la presencia de Draco.

Para Malfoy, como no tenía varita, iba a ser imposible defenderse si se agarraban a golpes. Sin duda, el moreno era mucho más fuerte que él. Frustrado, le mandó un puñetazo antes de ir a su propia cama.

Ya llevaban un par de horas en la pieza de Harry y Ron discutiendo lo mismo y siempre llegaban a la misma conclusión: Malfoy no podía quedarse ahí. Era totalmente ilógico dejar a ese mocoso, sabiendo que era un mortífago, en la casa porque lo más probable es que los delataría y el mismo se divertiría torturándolos. Ninguno podía entender como es que Lupin, siendo tan inteligente, había caído en una trampa tan burdamente obvia (porque según ellos, todo era una trampa) y que molestaran a Dumbledore, sabiendo lo ocupado que estaba, con esta bobería. La única que no aseguraba total y absolutamente que los slytherins fueran mortífagos era Hermione, quien mantenía espacio para la duda e intentaba, infructuosamente, hacer que los demás dejaran sus rencores y pensaran lo más objetivamente posible.

- Sabes Hermione- Harry estaba aburrido de escucharla- aunque fuera inocente no permitiría que se quedara en esta casa.

Después de que Hermione se hartó de intentar convencerlos y se fue a un rincón alejado, los chicos comenzaron a idear una forma de entrar en la pieza de las serpientes.

- ... mientras, tú estarás vigilando la escalera del comedor y Ginny la puerta de la cocina- explicaba Ron como si se tratara de una estrategia de quidditch- de ese modo si Harry ve a alguien acercarse te avisará y tú podrás ponernos en alerta.

Ginny había estado muy nerviosa desde que se enteró de la llegada de los mortífagos; aunque no se convencía mucho de participar en la "expedición", prefería eso a quedarse sentada sin hacer nada. Además necesitaba asegurarse de que la identidad de los presos fuera realmente la que les habían dicho.

George buscaba entre sus cosas una corneta silenciadora, para apagar cualquier queja o grito que pudieran dar los cautivos en el sótano, cuando Molly entró en la pieza.

- ¿Qué hacen todos ustedes aquí?- mirando a los que no eran de ese cuarto, sabiendo perfectamente que ahí se urdía una conspiración- ¡Vayan a su pieza inmediatamente!- viendo a los gemelos muy enojada y golpeando las palmas los mandó a dormir.

Todos se miraron con expresión abatida y empezaron a moverse lentamente para acostarse.

- ¡Apúrense!- Molly los miraba enfadada- y más les vale que no intenten nada, Lúpin está vigilando la entrada del subterráneo y yo a ustedes.

Ese fue el fin del plan.

Eran las cuatro de la mañana. Lupin preparaba una poción quitadora de sueño para poder permanecer todo el tiempo que fuera necesario despierto. No hacía mucho rato que los demás se habían ido a sus camas, la última en acostarse fue Molly que no quería dejar a Lupin solito.

Remus echaba los últimos ingredientes al caldero en forma automática ya que su mente estaba aún repasando los eventos del día, sentía el peso del enojo de sus compañeros y aunque no había visto la reacción de Harry y el resto de los niños, suponía que estarían alegando durante semanas. Pero lo que realmente le molestaba era la situación general del mundo mágico de la que se sentía responsable, en realidad todos los adultos eran responsables por lo que ocurría. Una prueba de ello estaba justo ahora durmiendo en condiciones inhumanas debajo de sus pies. Si tan solo hubiera sido su profesor de defensa durante más tiempo... tal vez los hubiera ayudado a alejarse de Voldemort de una forma más fácil en que no tuvieran que arriesgar su vida. Tal vez hubiera evitado la muerte de muchos otros que como ellos se habían negado a la marca oscura; o también podría haber guiado lejos de Voldemort a los ex-alumnos de Hogwarts que ahora estaban en el bando enemigo.

- ¿En verdad te quedarás cuidándolos hasta que llegue Dumbledore?- Tonks acababa de bajar las escaleras con una bata de levantarse violeta. Tomó una silla y se sentó cerca de Lupin.

- No quiero que los molesten- "si no los pude ayudar antes, al menos me aseguraré que no los amenacen cada cinco minutos"

Tonks se sirvió un café, le ofreció uno al auror pero este negó con la cabeza.

- ¿Crees que Malfoy tenga información relevante?

Lupin no dijo nada.

FIN DEL CAPÍTULO.

Esperamos que les haya gustado y que dejen reviews. En el próximo se encontrarán Draco y Harry, no se lo pierdan.

Se despiden Diox y catzeruf.