Soberbia

Los tacones de Walburga resuenan en el pasillo, a esta hora del día solo puede significar que la comida está servida, no es necesario que llame a las puertas, dieciséis años de convivencia con mi madre son suficientes para darse a entender. Mi hermano debe estar terminando de peinarse, en adecuada vestimenta debe salir precisamente ahora de su cuarto. Detesto estas reglas, no demora el grito de mi madre sacarme de mi fascinante lectura, será mejor que baje antes de que queme mi ejemplar.

Es necesaria toda esta procesión para una simple cena, es ridículo, mi familia ni siquiera se habla durante la estancia en el comedor, pero aun así mi madre exige presencia. Son un trio de descarados, negando las fortalezas de aquellos que no son de su agrado, recluyéndolos a su desprecio prejuicioso. No tienen derecho a hacerse llamar nobles, pues noble no es el que destierra, sino el generoso. No son nada bueno.

Me desprecian, a su propia sangre. Niegan que mis argumentos sean válidos, nunca van a ser lo suficientemente buenos para ellos, nunca voy a ser el hijo que ellos quisieron. Al menos tienen a Regulus, pero él nunca va a ser tan listo como yo, tan inteligente y tan sagaz; él no es más que un lacayo del imaginario de mis padres, es inútil siendo él mismo. Yo, por otro lado, soy mejor que él pues aprendí desde muy pequeño la palabra, que al ser usada en contra de ella, mi madre detesta por sobre todas las otras: No.

- Al llegar al comedor, los miro a cada uno y sin pensarlo dos veces abrió la puerta principal y salió a la calle.


Muchas gracias por leer la primera entrega. Comentar solo quitara un minuto de tu tiempo, pero para mí significa la oportunidad de mejorar (: