Ashland, Oregon. 3 años después.
El pronóstico del clima era de lo más normal: Un tornado y una tormenta eléctrica. Ajá, un tornado y una tormenta eléctrica. Era tan exageradamente normal que Wybie quitó la vista de su videojuego para mirar la televisora y reírse. La mujer del clima parecía una mandarina con ese traje completamente naranja, lo que hizo que se riera aún más y esta vez provocara que Coraline dejara de pintar en el lienzo y lo mirara de una manera divertida. Se había dejado crecer un poco el cabello, le llegaba hasta por debajo de sus hombros, por lo que tenía que agarrárselo en una pequeña cola de caballo. A sus catorce años no había cambiado mucho, lo único nuevo era esa extraña y repentina fascinación por el arte (y la Literatura, aunque solo escribiera cuando se quedaba literalmente sin nada mejor qué hacer) pero, fuera de eso, su apariencia física seguía siendo la misma, si acaso tenía algunas curvas femeninas y unos centímetros más.
-Deja de reírte de esa mujer, me desconcentras-, Dijo Coraline, aunque también estuviera aguantando la risa por el ridículo traje color naranja gigante.
-Tienes razón, esto es serio-, Dijo Wybie incorporándose en el sillón. –Nos atacará un tornado y una tormenta eléctrica, todos vamos a morir-, la última parte de su oración la dijo con un tono dramático tan ridículo que hizo que por fin la peliazul se rindiera y se echara a reír. Casi arruinó el dibujo en el que llevaba toda la tarde trabajando cuando el pincel con pintura verde pasó peligrosamente por él, pero afortunadamente se dio cuenta antes de cometer semejante error y alejó su mano.
-Totalmente serio. Todos nos iremos a Oz de vacaciones-, se rió Coraline mientras lavaba el pincel para posteriormente sumergirlo en el recipiente con pintura azul (si quería ser sincera, no terminaba de entender qué Dios le ordenó que lo metiera en el verde anteriormente).
Wybie soltó una risa.
-Tonterías-, dijo entre dientes después de tomar el control y cambiar la TV a un canal en el que estaban dando una película de terror.
-Ni yo lo hubiera dicho mejor-, coincidió Coraline sin quitar la vista del lienzo. Una gota de sudor le corrió por la frente y Wybie trató de convencerse que sucedió como consecuencia a que estaba demasiado cerca de una lámpara encendida.
Wybie esperó un rato, por lo menos hasta que Coraline dejara el pincel y le dedicara a su nueva "obra maestra" una sonrisa de satisfacción, para levantarse y preguntar si lo dejaría verla, a lo que la pecosa le rodó los ojos con una sonrisa divertida, tomó el lienzo con mucho cuidado debido a que la pintura seguía fresca y lo volteó hacia Wybie.
Si quería ser sincero, lo sorprendió. En lo que Coraline había trabajado toda la tarde era un ojo azul. Se veía el fragmento de rostro alrededor, pero en sí el dibujo era aquel ojo azul perfectamente dibujado y realista.
-Sería más interesante si supiera en quién te inspiraste-, dijo Wybie cruzándose de brazos. Le dijo solo la verdad, es decir, no recordaba a nadie con ojos azules.
Coraline miró el dibujo y arqueó la ceja. Lo analizó minuciosamente unos minutos, puso su cerebro a trabajar al cien…todo para volverse hacía Wybie, chasquear la lengua y dar una elegante respuesta.
-No sé, Wyborne…estoy cansada y tengo hambre-
-Siempre tienes hambre-, se rió Wybie.
-Es mi problema-, Coraline volvió a acomodar el lienzo para dejar que se secara. –Es noche de sushi, ¿te quedas?-
La noche de sushi significaba que los señores Jones no llegarían hasta tarde, así que Wybie se compadeció de su amiga y accedió a acompañarla con tal de que no tuviera la mesa para ella sola. No era como si estuviera muy grande, pero entendía lo mucho que Coraline detestaba encontrarse sola. Lo cierto era que Wybie detestaba el sushi.
La velada fue agradable. Acabaron tirándose con los rollos en vez de comerlos. El gato tuvo la generosidad de ayudarlos a limpiar el desastre…pero luego Coraline se molestó porque se dio cuenta de que no comió nada y seguía teniendo hambre, así que acabaron haciendo sándwiches de Nutella (y los panes casi se les quemaban en la tostadora. Así de inexpertos). Desafortunadamente, la Nutella les dio exceso de energía, por lo que acabaron corriendo por la sala pegándose con los cojines del sillón. Claro que la pelea se detuvo en cuanto se escuchó un estruendo que salió directamente del cielo. Wybie quedó con el cojín alzado, mientras que Coraline con el suyo como defensa propia. A ese punto, ambos tenían sus ojos posados en la ventana pero, por más que buscaron, no notaron nada inusual.
-Tal vez la Señora Mandarina no mentía-, Dijo Wybie. Coraline gruñó, rodó los ojos y soltó el cojín.
-No seas gallina, claro que no decía la verdad-, Dijo Coraline. –Tú sabes, es más fácil que un perro vuele-
-¿Discúlpame, Jonesy?-, se burló Wybie. Coraline tardó tres segundos en captar a qué venía la burla…y cuando lo hizo, levantó su cojín y le pegó con él como si su vida dependiera de ello.
Wybie salió de ahí casi a las nueve, obedeciendo el muy típico grito de su abuela. Coraline se quedó sola viendo la TV. Cada programa era más aburrido que el anterior y eso la estaba sacando de quicio, por lo que decidió subir a su cuarto, llevándose su pintura con ella.
Otra de las cosas que no habían cambiado de Coraline, era su cuarto. Lo habían pintado recientemente, pero no perdía ese algo que decía que era su habitación. Casi le dieron náuseas cuando se encontró a sí misma tratando de encontrar el tono de color que había en su habitación de El Otro Mundo aún después de que el mencionado la hizo traumarse dos veces. La segunda más que la primera, si hablábamos de una comparación con la programación pésima que había en la TV en esos momentos.
Se maldijo por haber recordado eso, puesto que al hacerlo, recordó la pintura y, sin más ni más, caminó hasta su mesa de noche, abrió el cajón y batió cosas hasta lograr encontrar la foto que Norman Babcock le había dejado. Uno de esos brillantes ojos de anormal color azul con iris raro era el que había pintado. No sabía a ciencia exacta si había sido el izquierdo o el derecho, pero un ojo así de azul solo podía pertenecer a Norman.
Coraline miró por la ventana cuando un rayo cayó, trató de convencerse de que seguía siendo más fácil que un perro volara a que la tormenta eléctrica realmente sucediera y después volvió a posar su vista en la foto. Coraline no sabía cómo sentirse al respecto de Norman. Entendía que cumplir promesas no era fácil, mucho menos cuando se trataba de una que implica cruzar el país pero, si quería ser sincera, le hubiera gustado que hubiera hecho al menos el intento de cumplirla.
Tres años hacía que Coraline no veía a Norman Babcock.
Ya hasta había olvidado cómo era su voz, eso porque ninguno de los dos tenía el tiempo necesario para hablar cibernéticamente y las llamadas de larga distancia no eran precisamente baratas. Así que no, no estaban en contacto. Wybie molestaba constantemente diciéndole que "lo de la falta de tiempo eran puros cuentos chinos" y que ambos eran demasiado tímidos como para tener las agallas para tomar la computadora y ponerse a hablar, pero Coraline sabía que eso estaba lejos de ser cierto, porque ella podría ser cualquier cosa, menos tímida…tal vez Norman, pero no ella. Y lo de la falta de tiempo no eran cuentos chinos, entre la escuela y las actividades extras, apenas y tenía tiempo para ella misma y Norman se encontraba en la misma situación. Aunque él, por lo que le dijo la primera y única –hasta ese momento- vez que habían hablado, su asunto era más bien que todo mundo estaba sobre él desde que se reveló el hecho de que en verdad era Médium y en el otro eje se encontraba la escuela.
Aún así, con la incomunicación y todo, Coraline seguía considerando a Norman como su amigo que era, no le guardaba ningún tipo de rencor. Era simplemente que a veces lo recordaba y sentía cierta inquietud que estaba bastante cerca a ser preocupación. A veces se quedaba pensando si lograría controlar esos poderes dementes que se le manifestaron sin previo aviso durante el pequeño incidente. A veces la pregunta de si habría superado todo lo que les pasó vagaba por su cabeza y no dejaba de hacerlo hasta que alguien le daba una distracción lo suficientemente fuerte. A veces Coraline simplemente se preguntaba qué fue de él.
Ehm...hola, creo que en la nota de autor dejé claro qué pretendo con esto XDDDD. En fin: Los que no me han leído antes y se preguntan por qué hay dos continuaciones de una misma historia mía, por favor vayan a la historia que solo se titula "Mystery Kids" y lean el cap 7, la nota de autor.
En fin, si alguien está leyendo: se los agradezco y ya saben, digan qué historia debe quedarse :).
