Ellos
Diariamente despierta molesto por el sonido del despertador. Es tan agudo y alarmante que a sus oídos no le sienta nada bien.
Aludido, se levanta y se masajea las sienes con paciencia.
Él cepilla sus dientes con torpeza, revisa en su rostro las diminutas marcas de acné preocupado, para el no son diminutas. Cambia su ropa de dormir por el uniforme escolar, anuda su corbata, prepara su almuerzo; arroz, champiñones y patatas, cada día lo repite. Y como marca la rutina, sale de casa camino a la escuela.
En el fondo, él desea que la sorpresa lo encuentre, que la sorpresa los encuentre juntos.
Ella despierta de golpe, despegando con violencia su cabeza de la almohada.
Se destapa y limpia el sudor de su frente y mejillas, había tenido un mal sueño.
Cada día despierta distinta, no físicamente. No existe un orden en su humor, ni una secuencia en su animo, es impredecible.
Se toma un baño para relajar los pensamientos, esta mañana despertó con ganas de hacer que la tierra temblara y mientras talla sus brazos con especial cuidado, repasa en su mente una y otra vez las líneas de aquella novela que leyó la noche anterior, ''todos somos mortales hasta el primer beso'', las repite en voz alta mientras trata de borrar con el estropajo lleno de jabón el pequeño lunar que ocupa lugar bajo su ombligo, tratado de borrarlo, no le gusta que este ahí.
En el salón de clases todo es silencio. La voz del instructor se expande por todo el lugar, pero rebasa sus oídos. El mueve la pluma que se encuentra entre sus dedos en un ritmo irregular, logrando crear distintos tipos de figuras, lineales, curvas, en zigzag, garabatos nada mas.
Al terminar las clases, ella corre hasta el salón del club. Prende el monitor y se sumerge en la Web. Busca, tratando de encontrar la manera correcta de pedir lo que quiere, pero no la encuentra y esto la preocupa más.
Al final del día, en el pasaje de la plaza, están los dos. A ella le importa si lo dice mal y a el le hacen reír sus palabras. Ella habla como puede, no sabe decir lo que siente. Su cabello castaño se menea con el viento al ritmo que su corazón late.
El se siente ciego, ciego que puede ver, pero no mira. Pero tal vez ella le aclare la vista.
''Podríamos salir mañana, Haruhi'' Finalmente dice él.
''Sí'' Responde ella.
''Entonces vamos'' Propone, tomando su mano.
''Si, pero vamos despacio, porque vamos lejos'' Dice la chica.
Para el joven de ojos cafés el estar o no con ella es la medida de su tiempo, así que no le importa. Se acomoda dentro de su pijama y se dedica a soñar.
Él sueña con lo que vendrá mañana.
Ella sueña con soñar con el en la misma almohada.
