LOS PERSONAJES NO ME PERTENECEN A MÍ, SINO A LA FABULOSA STEPHANIE MEYER. SOLO LA TRAMA ME PERTENECE.

BELLA POV

Te odio Rosalie Hale.

Te odio Alice Brandon.

- Bella, se lo que estás pensando: que nos odias –dijo Alice mientras Rose ponía los ojos en blanco- ¡Pero tienes que enfrentar tus temores!

- Ya, claro. Enfrentar mis temores quiere decir que me dé un infarto –me crucé de brazos e hice un puchero como una niña pequeña.

- Mira, también nosotras vamos a enfrentar nuestros temores. Yo me subiré a la Montaña Rusa –Rose se estremeció mientras hablaba- Y Alice subirá a la Rueda de la Fortuna.

Ella torció el gesto.

- ¿Y por qué yo tengo que ir primero? –gemí.

- Porque nosotras lo decimos. ¡Ahora ve! –dijo Alice mientras me empujaba ligeramente hacia la entrada. Les dirigía una mirada aterrada antes de unirme a la cola.

EDWARD POV

Yo no odiaba la Casa Embrujada. Lo que odiaba era tener que sentir las burlas de mis hermanos.

Me explico: Jazz, Emm y yo hicimos una apuesta. Quien lograra invitar a salir a una de las 3 chicas más populares de nuestra escuela (digo populares porque son… como lo dice su nombre: populares, pero por acostarse con media escuela, e incluso más) recibiría 30 dólares de cada uno. Y si no lo lograba, pagaría 30 dólares a cada uno y se metería al juego que menos le gusta. Como yo no quise invitar a salir a Tanya, puesto que no me agrada que una mujer sea… como ellas lo son, tuve que pagarles 30 dólares y meterme a la Casa Embrujada. Y, bueno. Emmett invitó a Irina, y Jasper a Kate, así que tuve que perder 60 dólares.

- Hermanito, si hubieras solo invitado a Tanya, o sea, sin acostarte con ella ni nada, no estarías aquí parado –dijo Emm mientras Jazz me miraba con una sonrisa burlona. Rodé los ojos y me despedí secamente de ellos antes de unirme a la cola. Delante de mí había una chica de pelo marrón y lacio que jugaba con sus manos nerviosamente. Aguanté las ganas de reír. ¿Cómo una persona tendría miedo de esta atracción para niños? Vi que ella lanzó una mirada airada en dirección a un par de chicas sentadas en una de las bancas, quienes le daban muestras de ánimo.

Se entraba en grupos de 10 personas, y justo me tocó con la castaña. Ella miraba a todos lados horrorizada y yo casi no pude aguantar la risa. Apareció un muñeco de una rata que se colaba entre sus pies y ella se sobresaltó y saltó hacia atrás, chocándose conmigo.

- Lo siento –se disculpó. Yo le sonreí.

- No importa.

Seguimos caminando, esta vez uno al lado del otro detrás de todo el grupo, mientras ella lanzaba miradas asustadas a su alrededor, así que decidí hacerle plática.

BELLA POV

- ¿Cómo te llamas? –me preguntó aquél extraño de pelo cobrizo y ojos verdes. ¡Cómo se atrevía a hacerme conversación! ¿Que no veía que si me descuidaba un segundo, podría tropezar o empezar a gritar sólo por una mosca?

- B-bella –respondí sin dejar de mirar a mi alrededor.

- Mucho gusto –dijo con voz aterciopelada mientras asentía una vez- Yo soy Edward.

Le miré y sonreí, pero luego seguí mirando al frente. No me di cuenta de que había una grieta y tropecé, pero antes de caerme, Edward me agarró de la cintura y me paró.

- Cuidado –rió suavemente- ¿Estás bien?

- Sí, gracias –respondí seca. ¿Me pareció o se burló de mí?

Ahora sí que se rió, y yo le fulminé con la mirada.

- ¿De qué te ríes? –ladré.

- No, nada –carraspeó y se puso serio- ¿Por qué te da tanto miedo la Casa Embrujada? –un grito desgarrador resonó por todas partes y yo me sobresalté tanto, que abracé fuertemente lo primero que tenía a la mano- Tranquila… -susurró con voz aterciopelada lo que yo estaba abrazando mientras me acariciaba la cabeza. Me separé rápidamente toda roja (agradecía que la oscuridad no le permitiera ver mi rostro) y seguí caminando abrazándome a mí misma.

- Desde pequeña he tenido un trauma –respondí para que olvidara el pequeño incidente.

- Ya veo… pero, ahora ya eres mayor. ¿No deberías haberle perdido el miedo? –me lanzó una mirada cálida y me perdía por un segundo en esos ojos que relucían ligeramente en la oscuridad.

- Es… complicado.

El grupo empezó a cuchichear y uno rubio que se encontraba primero gritó:

- ¡Un monstruo! ¡Un monstruo! –salió corriendo por una de las puertas de emergencia y una pequeña risa cubrió todo el ambiente. Pero de lo que no habíamos recapacitado era que de verdad había una persona con capucha negra y una hoz que arrastraba los pies hacia nosotros. Todos se dispersaron, menos yo, que me quedé en estado de shock. Ese es… pensó mi subconsciente. La muerte se acercó corriendo hacia mí blandiendo su espada, hasta que unas manos fuertes me sacaron de allí.

- ¡Bella, corre! –me tomó de la mano y me dirigió al otro lado de la reja que separaba dos habitaciones. Cuando corrimos lo suficiente, empezamos a caminar y yo no le solté la mano. Pasamos al lado de una mampara que mostraba una enfermería. El paciente se encontraba pálido en la camilla, mientras que la enfermera se encontraba mirando en nuestra dirección pero sin ver nada en especial, con el cuello desgarrado. Hundí el rostro en el brazo de Edward- Tranquila… -susurró, y yo me calmé… este juego no estaba siendo tan malo.

EDWARD POV

Bella siguió con el rostro escondido en mi brazo y susurrándole palabras de aliento, terminamos el recorrido. Después de pasar por un par de lugares que supe que no le gustarían, así que la estreché contra mí.

Cuando salimos a la luz (puesto que están como las 5 de la tarde) miró a su alrededor confusa.

- ¿Terminó? –parecía aliviada.

- Sí, ya todo acabó.

Ella suspiró largamente y me miró con infinito agradecimiento.

- Gracias, Edward -¡qué bien sonaba mi nombre por entre sus labios! No pude resistirme y le acaricié la mejilla con el dorso de la mano. Ella cerró los ojos .

- No hay de qué –la solté y miré a mi alrededor.

- ¿A quién buscas? –preguntó con un matiz pequeño de enojo. Me pregunté por qué- ¿A tu novia? –Ah… estaba celosa. Eso me gustó.

- No –reí- A mis hermanos.

- Ah –ella también miró a su alrededor.

- ¿Y tú a quién buscas?

- A mis hermanas.

- ¿Te refieres a la rubia y a la pequeña? –me miró extrañada- Te vi fulminándoles con la mirada antes de entrar.

- Oh –dijo mientras jugaba con sus pies- Bueno, creo que debo irme.

- Si, yo también –suspiré con tristeza- ¿Nos vemos? –pregunté esperanzado.

- Ya lo creo que sí –sonrió abiertamente, y yo me quedé sin aliento por la hermosa imagen.

- De acuerdo, adiós –le besé en la mejilla y me demoré allí un tiempo para no separarnos.

- Si… Gracias de nuevo.

- No te preocupes –dije ya alejándome. Miré por sobre mi hombro y la vi aún mirándome, con melancolía. Le sonreí y me reuní con mis hermanos, quienes me sometieron a un interrogatorio puesto que me vieron con una sonrisa y no con la máscara de amargura que esperaban.

Si supieran… pensé.