Disclaimer: Los personajes mencionados en esta obra no son míos (¡lástima!). Todo es propiedad de Marvel, Disney y asociados; yo sólo vengo a jugar con ellos un ratito y a darle un bonito regalo a una personita súper especial.
¡Hola! Pues nada, este fic fue creado con mucho cariño para Trici (Nochedeinvierno13-Frki) para el Amigo Invisible: ¡Feliz año nuevo! del dulce y esponjoso foro "La Torre Stark".
Pues nada, vengo a dejar mi regalo en el arbolito de la Torre, me basé en la segunda petición de Trici, la cual se centraba en escribir sobre la infancia de alguno de los personajes. Me emocioné e hice tres viñetas, de personajes diferentes.
Y para ti, Trici querida, espero que mi regalo sea de tu agrado, se hizo con todo el corazón.
Soundtrack recomendado: La última noche del mundo - Austin TV
La última noche del mundo
La desgracia de la familia Romanova llegó un frío día de diciembre. Tocaron la puerta de su hogar, diciendo que era amigos de su padre. Claramente no lo eran. Después de discutir un par de minutos, uno de ellos sacó una navaja y comenzó a apuñalar a su padre. Natalia no pudo contar cuantas veces le asestaron con el arma, sólo se quedó ahí, acurrucada debajo de la mesa, cuando el cuerpo del papá cayó al suelo, dejando un reguero de sangre tan roja como su cabello. Luego, a rastras, se llevaron a su madre al despacho y pudo escuchar gritos desgarradores que emanaban de las paredes.
Nat no hacía ruido. Sus padres se lo habían dicho: "Escúchame bien, Natalia. Escucha bien, cariño mío. Si alguna vez, hombres malos llegan a entrar a casa; si ves, o escuchas que nos hacen daño a tu padre o a mí, escóndete, y por más que gritemos, por más horrible que te parezca, nunca, ¡nunca! emitas sonido alguno. Sé invisible. Nosotros ya no importaremos para ese momento, pero tú sí."
Hacía algunas semanas que lo repetían con asiduidad. Tuvieron que pasar muchos años antes de que la pequeña Natalia lo entendiera.
El paso del tiempo parecía haberse detenido en el escondite de la pelirroja. Parte de la sangre de su padre se había regado hasta donde ella estaba, y podía sentir su textura, caliente y espesa que le ensuciaba la ropa y las manos. Después de un minuto, o veinte mil años, cesaron los gritos y se oyeron pasos en la estancia. Iban alejándose lentamente, y Natalia pudo escuchar que los hombres malos salían uno a uno de su casa profanada. Cuando dieron un portazo, señal que se habían marchado, la niña salió lentamente de debajo de la mesa y pudo ver el pesado cuerpo de su padre, aquél que ella siempre consideró invencible, lleno de agujeros coronados por una jalea escarlata, fileteado. Natalia rodeó el torso de su padre con sus brazos, sin importarle cubrirse la cara y el cuerpo de sangre y comenzó a llorar. Pasado unos minutos, se puso de pie y se encaminó al despacho, quería ver a su mamá.
Un segundo portazo le anunció a la pelirroja que dos de los asesinos de sus padres habían vuelto. Se le había olvidado su revólver a uno en la mesa. Por más rápida que fuese para volver a su escondite, los hombres ya la habían visto. Uno la tomó de la cintura, forcejeando con la pequeña fierecilla para que no escapara, mientras que el otro iba a por otros, a saber para qué. Después de unos minutos, un gorilón rubio con aspecto de su líder entraba por el umbral de la puerta, seguido de aquél que dio el pitazo. El mastodonte se acercó lentamente y fijó sus glaciales ojos en la pequeña pelirroja cuyo rostro estaba cubierto de sangre.
— ¿Y ahora qué hacemos con esta?— espetó quien estaba sujetado a Natalia— ¿Trata de órganos? La mocosa ya me está exasperando.
El rubio la miró detenidamente y esbozó una sonrisa, la sonrisa más espeluznante que Natalia todavía recuerda.
—No, eso no. Eso sería demasiado poco para la hija de Drakov. Llévala a La Habitación Roja.
