Ok… pausados todos los fanfics y cree uno nuevo que tengo meses que quería escribir y no tenía la historia ^^"

Pero ahora aquí está.

Aquellos que estén esperando la actualización de los otros fanfics, no esperán mucho más. Lo prometo (:

A leer


Danae

Arriba de la atalaya más alta de Masyaf se encuentraba el líder de los Assassin, el legendario Assassin, ejemplo de las nuevas generaciones. Altaïr Ibn-La'Ahad. Pero para el líder del clan ni toda Tierra Santa era suficiente. Ni para mí tampoco. Siempre vigilando, viajando y conociendo nuevos lugares, llevando a cabo diferentes y peligrosas misiones. Desde pequeña me atraía todo ese misterio de otras ciudades, otros países, complejos, distintos al nuestro, llenos de extravagancia y belleza.

-Sería un honor llevarte conmigo, pequeña, pero no puedo ir cuidando de ti además de cuidarme la espalda- me decía con una ternura casi imperceptible.

-¡Entonces entréneme!- le exigía

-¡Danaé!- Exclamaban mis padres o mis abuelos al oír a la pequeña de 6 años alzarle la voz al gran maestro.

-Jaja. No, no déjala. Ella tiene razón. ¿Cómo podrá cuidarse si no tiene el conocimiento de defensa necesario?- les contestaba tranquilamente.

Un día,el gran Altaïr llegó con una noticia que a mi familia y a mí nos tomó por sorpresa.

-Pequeña, serás la primera-

-¿La primera? ¿La primera qué?- pregunté confundida.

-La primera Assassin que no sea un hombre, sino una mujer- Contestó con una gran sonrisa en sus labios.

Las reacciones de mi familia fueron extrañas. Mi padre se quedó boquiabierto. Mi madre se desmayó. Mi abuelo comenzó a reírse a carcajadas.

-¿De veras?- apenas pude formular la pregunta.

-Claro que sí. He recorrido el mundo, y está cambiando. Las cosas son tan diferentes de cuando era joven. Entre esas cosas, he visto un cambio en la forma de ser de las mujeres. En Europa, son más atrevidas y tienen mayor presencia en los lugares donde frecuentaba.- explicó mientras tomaba asiento, pues supuso, desde antes, que no era tan fácil convencer de este cambio tan importante a las primeras personas que serían parte de este.

-¡Pero solo es una niña!- reclamó mi abuelo –Una niña no tiene la fuerza de un hombre, mucho menos la inteligencia- este último comentario me hizo enfurecer. Por supuesto que no podía decir ni hacer nada en contra de mi abuelo, era una falta gravísima de respeto. No tengo la necesidad de decir que me castigarían duramente para que aprendiera mi lección, así como habían hecho con mis hermanos mayores cuando no obedecían las antiguas reglas y modales que nos enseñaron nuestros padres.

-¿Eso crees? Mírala, mira sus puños. Sus nudillos ya están blancos. –No noté que había apretado mis manos en ese momento- Se nota que quiere lanzarte un golpe –El gran maestro me sorprendió, fue como si hubiera leído mi mente.

-¡Lo siento mucho, señor! No volverá a pasar- me disculpe lo más rápido que pude pero no podía evitar pensar que me castigarían más tarde.

-Jaja tranquila, niña- dijo Altaïr, mientras se agachaba para quedar a mi altura- Quiero mostrarle a tu abuelo, que estos pequeños puños tuyos –tomó mis manos entre las suyas- son iguales que los de cualquier otro Assassin. ¡Incluso podrías ser mejor!-

Estoy segura que al oír esto mis ojos brillaron como jamás lo habían hecho. ¡Yo! ¡La mejor Assassin! ¡Yo Assassin! ¡Oh, Alá! Esto era demasiado bello para ser verdad.

Pero dicho y hecho. Altaïr, el gran y legendario maestro, me entrenó durante los siguientes diez años. Me enseñó a moverme, a utilizar la espada, las cuchillas, me enseño a apuntar y dar en el blanco sin fallar alguna vez. El entrenamiento fue difícil, pero pude con ello. Pude soportar como cualquier niño todas las pruebas físicas que me imponía. Terminaba exhausta, pero siempre amanecía con ganas de más.

Me enseñó todo. Desmintió y confirmó todo aquello que se contaba sobre él: las leyendas, sus habilidades, sus acciones. Todo quedó guardado en mi memoria

-Danae, te recuerdo que las historias que te cuente, no puedes decírselas a nadie- me advertía siempre que comenzaba a contar alguna de sus maravillosas anécdotas – ¿Prometes guardar estos secretos con tu vida?-

-Lo prometo, señor- juraba obedientemente.

Cuando cumplí 16, mi entrenamiento comenzó a ser práctico. Me encomendaba misiones, asesinatos discretos, en otras ciudades, escapar sin ser detectada. Todo era posible para mí. No había una sola misión que no realizara (o no pidiera). Los demás Assassins, los jóvenes y los no tan jóvenes, me miraban con desprecio muchas veces. Era ya una mujer y además era tan peligrosa como ellos. O eso creían.

-Danae, querida, has hecho bien todo lo aquí mandado. Has servido bien al clan y a tus hermanos. Ahora, te enseñaré una nueva técnica. Algo que te será tan útil como la fuerza en tus brazos y piernas- Altaïr casi siempre era misterioso cuando se trataba de una nueva enseñanza.

-Estoy lista, señor- afirmé orgullosa.

-Muy bien, sígueme-

Subimos a la terraza del castillo. Hay no había nada, solo el horizonte y unas cuantas aves. Sin embargo, seguí a mi maestro hasta la orilla de piedra que bordeaba el límite del suelo de piedra. Subió al merlón más próximo y le imité. (N/A: si yo sé, ¿qué es esto? Si dibujan como yo los castillos, siempre ponen una serie de _-_-_-_ o algo así en las torrecitas, bueno, lo que no es hoyo, eso es el merlón)

-Dime, querida ¿qué ves allá abajo?- preguntó con la verdadera intención de escuchar mi respuesta.

Debajo de nosotros se encontraba el patio de armas, donde se encontraba otro maestro enseñando a los discípulos a blandir sus espadas, además de otras cosas.

-Veo a un maestro y a mis hermanos, señor- le respondí aún sin saber el propósito de la pregunta

-Exactamente. Esos son tus hermanos. Pero ahora quiero que cierres los ojos un momento.- obedecí y cerré los párpados- Ahora quiero que te concentres, piensa en tu alma y en quiénes están allá abajo- en ese momento su voz era el mar en calma, sentí un calor en mi interior, pero lo ignoré- Ahora… quiero que abras los ojos rápidamente- me ordenó

Al abrirlos, mi visión era borrosa, veía manchas luminosas y humanoides en lo que debía ser el patio, abajo, moviéndose…

-¿Qué es esto?- sorprendida, cerré los ojos un instante y los volví a abrir. Las manchas habían desaparecido. Volvía a ver con claridad.

-Esto, querida, es lo que se llama vista de águila. Creo que esto es lo último que te enseñaré. Tu entrenamiento terminará cuando domines está técnica que ha pasado de generación en generación.- dijo Altaïr – oh… y otra cosa.- Bajó del merlón y volvió adentro. Caminé tras él y frente al escritorio, en medio de papiros, libros, y otras cosas, había una caja de madera oscura de tamaño medio.

-Abréla- dijo al depositar la caja en mis manos. No estaba demasiado pesada. No sabía que podía ser.

Sentí que el corazón me subía a la garganta. Sentí una emoción fuerte recorrer mi cuerpo, de arriba abajo. Eran las cuchillas ocultas que usó el gran maestro hace tantos años, pero más nuevas, más finas, ligerísimas como una pluma, cada hoja grabada con un diseño de finas ramas y hojas a lo largo del filo de la navaja.

-¡Son preciosas!- exclamé

-Considéralas un regalo, las mandé hacer especialmente para ti-

-Gracias, maestro- hice una pequeña reverencia para mostrar mi respeto y gratitud.

-Creo que ahora que estamos solos puedes llamarme abuelo, pequeña- al terminar la petición, Altaïr, mi abuelo, me abrazó.

-Gracias, abuelo- le dije devolviendo el abrazo

-Feliz cumpleaños. Ahora que tienes 18 años, eres una mujer. Y toda una Assassin ejemplar-


Bueno, ¿qué les pareció?

Como verán, el fanfic no tiene nombre aún…

no se me ocurre qué ponerle de nombre .

¿Alguna sugerencia, a pesar de que no tienen tanta información?

¿Review?