Este es un reto inspirado en el capitulo 4 del fanfic "Accidente con el muerdago" de rox siniestra.
Pareja: Yu Tendo y Kenta Yumiya. (Sobre aviso, no hay engaño; para que sepan a lo que atenerse una vez que han comenzado a leer *guiño* *risas*).
Disclaimer: Ni la serie de Metal Fight Beyblade ni sus personajes me pertenecen.
Como cualquier perro
Por Blue-Salamon.
—¿Qué debería hacer?
El perrito ladró alegremente, como en respuesta a aquella pregunta, mientras restregaba su cabeza contra la palma de la mano del niño.
Yu Tendo, no hizo más que lanzar una carcajada entre alegre y sarcástica. Después de todo, los perros siempre le habían gustado… el problema era entenderles.
—Si tan solo supiera lo que dices… —murmuró Yu aún acariciando al cachorro, quien sólo meneaba su cola alegremente y en un patrón repetitivo.
Raro.
Se estaba comportando raro.
Su mirada usualmente alegre y llena de vida, se perdió en ningún punto en especifico y, por un segundo, pareció oscurecerse.
El perro dejó de agitar su cola sin perder de vista al chico. Como analizándolo.
—Guaf.
El de ojos esmeralda pareció volver a la realidad, miró al perro de pelaje café chocolate.
—Guaf, guaf —casi era como si le estuviera hablando y… ¿acaso le estaba viendo con reproche?
De acuerdo... quizás ya había comenzado a alucinar.
—Guaf, guaf, guaf ¡Guaf! —el perro cada vez elevaba más el volumen de sus ladridos.
Yu se sintió amenazado, por lo que retrocedió, alejándose del perro.
—¡Ya te dije que no te entiendo! —Exclamó lloriqueando cómicamente.
—¿Guaf? —el perro bajo el volumen de sus ladridos drásticamente, pareció confundirse, ladeo la cabeza. —Guaf —fue como un murmullo y le miró inocentemente… como cualquier perro haría.
Yu le miró muy extrañado por todas sus acciones.
¿Estaría imaginándose aquellas acciones o de verdad el perro estaba comportándose mucho como un humano?
El perrito de pronto saltó en su lugar y comenzó a agitar su colita. —Guaf, guaf, guaf, guaf… —y ladrando alegremente, volvió a restregar su cabeza con la mano del muchacho.
—Eres raro, cachorro —susurró Yu mirándole aprensivamente.
El perrito bajo las orejas e hizo sus, ya mundialmente conocidos, ojos de cachorro abandonado bajo la lluvia. Luego comenzó a hacer sonidos con la garganta… como gemidos lastimeros que indicaban en el can un especie de llanto.
—Ya, ya… no te pongas a llorar —le dijo sonriendo apenado, mientras ahora empleaba ambas manos para acariciarle el lomo y la cabeza a la vez.
Y el perro, gustoso, volvió a su alegre actitud de hace unos momentos.
—Qué lindo.
—¿Eh? —Yu se volvió a ver a quién hablo...
... Y no pudo evitar desviar rápidamente su mirada de vuelta al perro con las mejillas ruborizadas.
Frente a él, un chico de cabellera verde, soltó una risita, entre soñadora y nerviosa.
—Por cierto… —dijo agachándose a la altura del otro blader, de tal forma que a Yu se le complicó no verlo directamente. —¡Feliz Navidad, Yu! —exclamó sonriendo alegremente su mejor amigo.
Kenta Yumiya. Un chico de cabellos verdes y de ojos chocolate, lindos, hermosos (en palabras mentales que últimamente no podía evitar pensar cierto amante de los perros y la comida).
—Gr-gracias… Kenchi —fue la nerviosa respuesta del chico en un susurro, sus mejillas se encendieron aún más y su mirada nerviosa no permanecía en un punto fijo más de medio segundo. —Igual tú… —soltó una risita nerviosa. —¡Feliz navidad! —dijo en un tono más alto y sonrió con los ojos cerrados.
Kenta le observó algo extrañado… y era algo, porque el tipo de sonrisas nerviosas y tensas se habían vuelto algo normal de ver cada que hablaba con Yu en la última semana.
—¿Qué tal te la has pasado? —preguntó Kenta para continuar con la conversación.
—Ah… ¡bien, bien! —dijo Yu… como últimamente, estaba tan nervioso que hasta comenzaba a sentirse otra persona. Su motivo era muy sencillo, y todo gracias a aquel objeto. Todo era culpa de esa cosa de dudosa procedencia.
Por un muérdago.
Sí, todo por un tonto y estúpido muérdago del cual ni se habían enterado.
Del cual no se habría enterado de no ser por Madoka y Hikaru. Según las chicas había aparecido sin ningún motivo aparente. Salido como de la nada (en realidad de un paquete...).
El punto, es que había sido única y exclusivamente la culpa de aquella ramita con frutos.
Bueno… también de su helado especial navideño… pero ese no contaba, si algo le había enseñado la vida (y su orgullo-ocio) era a jamás culpar a la comida… mucho menos al helado, además… al final este último pagó las consecuencias.
Oh. Pero qué trágica era la vida...
... Volviendo al tema. Sí. El muérdago era el único y exclusivamente responsable de su nueva actitud nerviosa.
"Bien hecho, muérdago." Hasta se había atrevido a exclamar con cierto sarcasmo en la voz, al sacar sus propias conclusiones en cuanto a horarios y momentos de coincidencia entre el muérdago y aquel "suceso".
Entre el muérdago y aquel beso.
—¡Auu! —el perrito aulló al sentir un apretón que le dolió.
Ambos chicos pegaron un brinco al oír el "grito" del animal.
—Ay, ay, ay…— exclamó Yu sobresaltándose. Se agachó de inmediato sintiéndose culpable. —¡Ay! Lo siento, pequeño —dijo acariciándole con más entusiasmo que antes, en un intento de compensar lo anterior.
Kenta sólo le observaba. De un momento a otro sintió un calorcito subir a su rostro al ver como el perro respondía a las caricias juguetón (ignorando el que le hubiera lastimado), logrando sacarle una bella sonrisa a Yu junto con pequeñas carcajadas alegres, no nerviosas como las que él actualmente lograba...
—Yu...
Sin darse cuenta, había dejado escapar su nombre con voz… tal vez demasiado melosa como para tratarse de sólo el nombre de su mejor amigo.
El mencionado sintió como su corazón dio un vuelco por la forma en que había sido pronunciado su nombre.
Raro. Extraño.
¿Qué le sucedía a Yu?
¿Qué le sucedía a Kenta?
¿Qué les sucedía a ambos?
La respuesta era obvia para externos, e indeterminable para los involucrados.
Yu decidió dejar pasar por alto aquello, tragando saliva y deseando por sus preciados dulces ocultos en la cajonera de su cuarto que la sacudida ligera que estremeció todo su cuerpo no hubiera sido percibida por Kenchi.
Kenta, por sumarte, siguió sin haberse enterado.
—¿Y este perrito? —cuestionó Kenta con curiosidad, agachándose justo al lado de Yu, acariciando también al pequeño y tierno animal.
Volvió a tragar saliva antes de hablar. —... No lo sé —Yu intentó parecer relajado encogiéndose de hombros. —Se me ha pegado desde la mañana.
Sonrío divertido al recordar que desde hace tiempo que el animal le había estado siguiendo y al final, después de notarlo, se había acercado a él para mimarlo un rato.
—¿Te gustan los perros? —preguntó Yu, esta vez mirando al chico, ignorando olímpicamente aquella sensación de vértigo en su estomago.
—Me parecen bonitos —dijo Kenta sinceramente, acariciando al cachorro.
Entre sus movimientos y los del perro, de vez en cuando, no podían evitar el que sus manos se rozaran momentáneamente.
El cachorro, orgulloso, sólo se encargaba de agitar su cola y moverse mucho. Un brillo de picardía en sus ojos negruzcos se resaltaba cada que ambos niños rozaban sus manos por "accidente".
Como cualquier perro normal.
—A mi igual —respondió Yu fingiendo no ponerse nervioso e intentando poner una sonrisa de esas suyas normales, sin ninguna mala intensión. —Me gustas mucho.
—... ¿Eh?
Yu se dio una palmada en la frente (mentalmente, claro).
—¡Los perros! —saltó Yu de inmediato. —¡Me gustan mucho los perros! —exclamó con el rostro como un tomate.
Kenta pareció soltar todo el aire que había retenido al momento de haber creído oír una confesión de parte de su amigo.
—Guaf —el perro saltó de pronto, cosa que hizo a Kenta alejarse en un auto-reflejo de él, mientras que Yu solo detuvo sus caricias. —Guaf.
Volvió a ladrar un par de veces más, viendo a Yu con determinación, y un instante después, salió corriendo de ahí, desapareciendo de la vista de ambos bladers al doblar una esquina.
—¿Qué fue eso? —preguntó Kenta sorprendido, parándose.
Yu suspiró mientras se ponía de pie, algo le estaba intentando decir aquel animal y él no lograba captar lo que quería... —No lo sé —dijo algo frustrado, se cruzó de brazos sobre el pecho y puso una expresión de infantil enojo.
Kenta soltó una risa, que llamó la atención del peli naranjo.
—¿Qué? ¿De que te ríes? —preguntó con desconcierto.
El de ojos marrones, le miro un instante y luego continuo riéndose.
—¡Oye! ¡Que no entiendo el chiste! —se quejó infantilmente, agitando sus brazos de forma exagerada.
Había una segunda intensión debajo de esta acción. Y esa podría tomarse como un gesto muy… lindo.
Kenta siguió riendo por un rato mas, y su amigo, de pronto, se vio contagiado por aquella risa alegre.
Ambos se estuvieron riendo un rato.
Sin notarlo, el perro sigilosamente regresó… con un sospechoso trozo de cuerda vieja en la boca.
Los chicos una vez dejaron de reír, se miraron. Ambos estaban con la mejillas chapeadas por reírse tanto.
Kenta suspiró y le sonrío a su amigo. —Nada Yu, sólo… me pareció divertido —respondió encogiéndose de hombros.
—Ok... aún no entiendo, pero: no importa —le devolvió la sonrisa. —Con tal de verte sonreír… —detuvo sus palabras abruptamente al darse cuenta de lo que estaba diciendo (de nuevo se golpeo mentalmente) —b-bueno… —se sonrojó más y volteó su cara hacia otro lado.
El cachorro dio unas cuantas vueltas alrededor de ambos chicos, sujetando un único extremo de la cuerda.
Kenta también se sonrojó un poco.
"Esta sensación..." pensaba Kenta, con una mano en su pecho.
Pero le sonrío tiernamente.
—Eres un gran amigo, Yu —fue lo único que atino a decir.
Sí. Amigo.
Seria el pensamiento sarcásticamente empleado.
Una sonrisa, primero lastimera y forzada, luego alegre y carismática, se dibujó en las facciones del dueño de libra.
—Tú también eres un buen amigo, Kenchi —pudo articular Yu.
El perro pasó aquel extremo de la cuerda por debajo del cuerpo de esta, y después tomo ambos extremos del lazo con sus mandíbulas. Preparándose, esperando el momento adecuado para actuar, se sentó, justo al lado de las piernas de ambos chicos, entre los dos.
—Guaf.
—¿Eh?
Los chicos voltearon a ver abajo, donde el "inocente" animal, sentado de forma tierna, movía su colita.
—Guaf —acercó su nariz al peli verde señalando su bolsillo. —Guaf —luego señaló a Yu, con la cabeza, mirando a Kenta a los ojos.
—¿Qué tienes ahora? —le preguntó Yu al cachorro, frunciendo el ceño confundido. —¿Qué intentas decirme? —al ver que le apuntaba con el hocico.
"¿Yo? Nada. Él si"
Le pareció haber escuchado Yu cuando el cachorro le miró.
—¿Eh…? —Yu miró con curiosidad a Kenta, quien se había sonrojado de nuevo y ahora parecía apretar algo que tenia en su bolsillo. —Kenchi… —llamó su atención. —¿Qué traes ahí? —preguntó curioso, dando un pequeño paso al frente, acercándose al otro.
El perrito, se levanto y tiro de la cuerda, jalando exactamente el pequeño espacio que había recorrido Yu. El chico se extraño al sentir algo rozándole los tobillos.
—Ah… na-nada —respondió de inmediato Kenta, nerviosamente, hizo el ademan de hacerse para atrás y sintió como su tobillo chocaba con algo...
En ese preciso momento, el perro volvió a tirar de la cuerda, esta vez saliendo con más fuerza para atrás.
La cuerda se ciñó en torno a los tobillos de ambos chicos y un poco mas arriba.
El perro había jalado la cuerda, por lo tanto, lo siguiente ocurrió de este modo:
Yu y Kenta gritaron al verse atrapados y desequilibrados en un instante, ambos cerraron los ojos esperando el golpe.
Kenta fue el que cayó primero. Con Yu sobre él.
El perro soltó la cuerda y por un momento pareció sonreír.
—Au —se quejo Yu, medio levantándose. Kenta, sin embargo, pareció quedarse mudo.
En cuanto Yu abrió los ojos, se encontró directamente con los de Kenta… muy… cerca.
—Yu...
"Lo logré."
El perro agitaba su cola esponjada de alegre forma.
—Ah… esto… l-lo siento, Kenchi —ambos estaban sonrojados.
Yu intentaba moverse, pero algo se lo impedia, sus pies no se podían mover. Después de un momento de estarlo intentando suspiró rendido.
Aun así, sostenía con sus brazos el peso de su propio cuerpo, para evitar que le cayera totalmente a su amigo…
(Y de paso intentaba poner algo de distancia entre ambos rostros.)
—Creo que… estamos amarrados —dijo Kenta mirando por encima del hombro del otro sus pies atados con una cuerda.
—Guaf, guaf —ladró el perro.
¿Era idea suya o el perro sonaba orgulloso al ladrar?
Yu vio que el perro tenia una ramita, enredada entre su pelaje en torno al cuello.
—Bueno… mientras que no haya muérdagos… —habló distraídamente el chico, con los ojos cerrados. Kenta se extrañó por ello.
Pobre. No debió de haber dicho eso.
Los ojos del animal adquirieron un brillo malicioso.
"Pues no lo habrán, pero… estoy yo."
Yu abrió los ojos. De nuevo aquella voz…
Y no le dio más tiempo de pensar, pues en ese instante, el perro se había movido y, "jugando", le había montado las patas delanteras en su cabeza, cerca de su nuca, provocando que su cabeza cayera y que él y Kenta volvieran a besarse.
—¡Guaf!
Kenta abrió los ojos sorprendido. Sus mejillas, ya antes sonrosadas de una adorable forma, adquirieron un rojo vivo. Yu adquirió el mismo color que Kenta; incluso tal vez, algo más llamativo.
El perro comenzó a ladrar escandalosamente, como si estuviera festejando, cosa que fue confirmada al vérsele saltando alrededor de la parejita. Luego jaló la cuerda aflojándola y liberando los tobillos de lo chicos.
"Creo que necesitan un momento a solas."
El perro se escabulló por debajo de unos arbustos cercanos, desapareciendo sin ser tomado en cuenta.
Después de pasada la sorpresa, ambos se separaron, sin dejar de mirarse a los ojos.
—Y-Yu…
Kenta se sentía su corazón golpetearle en el pecho.
Un incomodo silencio les envolvió. Luego de unos segundos de quedarse prendados de este, Yu se levantó y tomó de la mano a Kenta para ayudarle a levantarse… cosa que, no esta de más decir, a Kenta le hizo sentir un cosquilleo en su estómago.
—E-esto… Kenchi… —dijo Yu sin soltarle la mano, sin embargo, antes de que pudiera terminar Kenta le interrumpió.
—Espera, Yu… —le dijo Kenta, apretando su mano.
Descargas eléctricas recorrieron los cuerpos de ambos. Era una sensación… agradable.
—Yo... tengo… algo para ti... —y, para disgusto de ambos, tuvo que separar sus manos.
Yu observó con ojos un poco desilusionados y, otro tanto, intrigados, como Kenta sacaba de la bolsa de su pantalon un perrito de peluche, adorable, de color café.
—T-ten —Llevaba atado con una cinta al cuello una tarjeta que decía "Feliz Navidad, Yu" hecha a mano por el niño.
—Kenchi —Yu sonrió antes de dedicarle una mirada cariñosa al regalo que le había hecho, luego miró a Kenta con una sonrisa alegre, pero este ahora tenia la mirada puesta en el suelo. —Muchas gracias.
—Vo… Voltéala... —murmuró un Kenta nervioso, con su rostro rojo, haciendo con su dedo índice una señal de que girara.
—¿Eh?
Yu ladeo la cabeza.
—L-la tarjeta… voltéala.
"Te quiero…"
Yu se sonrojo al leer esta frase, sin embargo ahí no se acababa lo que decía la tarjeta.
"…más que como a un amigo."
—Kenta…
Qué curioso. Ya hacia un tiempo desde la primera vez que lo llamó por su nombre. Y bueno… digamos que en esa ocasión no había sucedido algo muy bueno.
Kenta obviamente se sintió mal al oírlo.
—Y-Yu… p-perdona, pero y-yo…
Sin embargo antes de que pudiera decir algo más, se vio a sí mismo callado por Yu. De la única forma en que se hacia bonito el ser callado por alguien.
Por un beso.
Una vez sus labios se sellaron, Yu se sintió la persona mas feliz del mundo, al igual que Kenta. Tomó la mano de Kenchi y entrelazó sus dedos.
Fue con ese simple roce que Kenta supo la respuesta y correspondió sin dudarlo, cerrando los ojos.
—Yu...
—… tenias que decirlo —interrumpió Yu sonriendo cariñosamente. —Lo sé —dijo esta vez haciéndose muchos aires de alarde (Tono de: "yo lo se todo".)
Kenta se rió bajito, dulce.
Yu no tardó en unírsele, aún sosteniendo su mano.
—También te quiero, Kenchi.
Kenta se enredó en el brazo de Yu, haciendo que este le abrazara por los hombros, sin soltar sus manos.
—¿Más que como amigos? —preguntó con inocente carita Kenta sonriéndole dulcemente a su amigo.
Yu hizo como que pensaba, con un gesto exagerado en el que ponía su mano libre en su barbilla. —No lo sé...
Kenta parpadeó. —¡Yu! —se quejó ruborizándose, sabiendo que estaba sobre actuando.
Yu de inmediato soltó una carcajada. —Estoy bromeando, Kenchi… por supuesto que más que como amigos —le sonrió dulcemente antes de darle un beso en la mejilla a Kenta, provocándole un adorable sonrojo. —Aunque, eso necesita una afirmación.
Kenta se confundió —¿Qué afirmación?
—¿Quieres ser más que mi amigo? —pregunto Yu mirándole a los ojos.
Kenta soltó una carcajada. Yu se rió con él y en un momento las risas se alargaron más.
—¿Y? —insistió Yu una vez dejaron de reírse.
Kenta se quedo pensativo unos momentos, luego sonrío cuando termino de pensar en ello.
—Te lo digo a fin de año —le sonrió burlonamente, mientras se soltaba del abrazo y salía corriendo hacia un parque cerca de ahí.
—¡¿Qué?! —exclamó Yu mientras le iba a seguir, pero antes de poder alcanzarle, tuvo que esperar un momento ya que los carros volvieron a transitar normalmente.
—Guaf.
Entonces el perro salió de abajo de los arbustos.
—¿Tú otra vez?
Yu miró al perro y se agacho al darse cuenta de algo.
A la ramilla que tenia en el cuello le adornaban unas cuantas de frutillas rojas. Yu abrió los ojos sorprendido.
—Muérdago.
—Guaf.
"De nada."
El perro agitó su cola peluda. —Guaf —Y desapareció.
El semáforo volvió a estar en rojo, Kenta al otro lado de la calle le esperaba, mientras él solamente seguía mirando el lugar donde antes había estado el perro.
—¡Yu! —le llamó su más que amigo.
Después de todo, la respuesta era más que obvia.
—¿Eh? —salió de su trance, miro a Kenta del otro lado de la calle. —¡Kenchi!
Y una vez del otro lado de la calle, volteo a ver de nuevo la acera contraria, el perro le regreso la mirada, antes de que los carros volvieran a avanzar.
Yu se volvió de nuevo a Kenta, algo intrigado por todo lo que había pasado. Y antes de abrazar al menor, no pudo evitar preguntarse:
¿Había sido idea suya o el perro le había guiñado un ojo?
