Día de cosecha; qué felicidad. Dos adolescentes más serán obligados a morir sin comprender del todo por qué. Genial.

- ¿Estás despierta, Cas?- pregunta mi hermana Diana tímidamente.

- Sí, ¿qué pasa, Di?

- No va a salir tu nombre hoy.- dice, esperanzada.

- No lo sé, Di.

- Ninguna de nosotras irá a los Juegos.- sostiene Diana.

Me siento en la cama y me estiro para tocar su cabello, pero no respondo. Claudia, melliza de Diana, ya no está en su cama; ella es la más madrugadora y tiene un corazón de piedra. Sé que si voy a los Juegos, ella será la hermana responsable.

Me pongo en pie con dificultad, y me visto rápidamente. Tenemos el día libre hasta el momento de la cosecha, será mejor que salga de casa si no quiero morir de aburrimiento.

Doy una vuelta, y me acerco al barrio central; la alcaldía ya está toda decorada con motivo de la cosecha, y en la plaza están terminando de armar el escenario y montar las pantallas. Las cámaras están listas, dispuestas a grabar todo lo interesante y transmitirlo a todo Panem. Las urnas con los nombres ya están allí, torturando mentalmente a todo el que pasa.

Normalmente me aterraría al saber que mi nombre ya figura 25 veces allí, considerando que pido teselas desde los 13 años, dado que, aunque mi familia no es pobre, lo que mi madre gana no alcanza, y mi padre, comerciante, no viene muy seguido.

Pero no esta vez, ahora todo es distinto, incluso mi apariencia es distinta; el año pasado no usaba maquillaje, que me consiguió Chaff cuando se dio cuenta de que eso era lo que necesitaba. Y,claro, antes yo vestía colores; ahora, sólo visto negro y distintas tonalidades de gris.

Voy caminando tranquila de vuelta a casa. La gente me mira extraño, no por mi aspecto, como de costumbre, sino porque estoy demasiado tranquila para ser una chica en edad elegible el día de la cosecha.

Entro a mi casa. Diana y Claudia estaban hablando animadamente, pero lo dejan en cuanto me ven.

- Chicas, me voy a ir a bañar solamente, pueden seguir hablando.

Claudia me observa y dice:

- En cuanto termines, queremos ayudarte con la ropa.

Diana asiente a la par de su hermana. Yo sonrío, les digo que está bien, y entro al baño.

Adoro la sensación del agua cálida contra mi piel, un lujo que sólo puedo darme en ocasiones especiales, justo como esta. Hay personas en el distrito que ni siquiera en ocasiones como esta pueden hacerlo, nos considero afortunadas.

Me envuelvo en una toalla y me dirijo a mi habitación, donde encuentro a las niñas revolviendo mi armario.

- ¿Encontraron algo?- les pregunto.

- Más o menos.- dice Claudia, algo desconcertada.

- Encontramos esto- aclara Diana, mostrándome una minifalda verde oliva grisáceo muy ajustada, -. Estoy buscando con qué lo podríamos combinar.

- ¿Te ayudo?

- No será necesario.- dice.

Me muestra una camisa de mangas cortas, con un estampado de camuflaje. Hace tiempo que no uso esa ropa, ni esos colores, pero soy capaz de hacerlo por las niñas.

Me cambio. Cuando termino de ponerme mis botas con cordones hasta las rodillas, me miro en el espejo. Luzco muy bien, Di sí que sabe de moda.

Las niñas, mi madre y yo nos dirigimos a la plaza principal.

La gente nos mira mal; simplemente no pueden creer que tenga que pedir teselas, no con la ropa que usamos. Lo que no entienden es que, cuando tu madre es maestra y tu padre comercia entre el distrito 8 y el Capitolio, te sobra ropa pasada de moda, y te falta comida.

Mi familia va a ubicarse en la zona común mientras yo me registro -algo parecido a dar el presente en la escuela-.

Un chico como de mi edad está riéndose de una niñita de 12, que está a punto de ponerse a llorar.

- ¡Sabes que te encantaría ser escogida!- se burla el chico.

Me acerco a ella y la rodeo con un brazo. Ambos parecen sorprendidos.

- ¡No le hables así, gran tonto, o me harás tomar medidas extremas!- le grito.

Él da un paso atrás, se encoge de hombros y se va corriendo. Lástima, quería una buena pelea.

- Gracias.- dice débilmente la niña.

- No hay de qué.

- Tengo mucho miedo.-dice sinceramente.

- ¿Qué edad tienes?

- 12.

- ¿Has pedido teselas?- Niega con la cabeza.-Tu nombre sólo está una vez, entonces, es muy improbable que te elijan. Y -agrego, en voz baja-, si lo hacen, me ofreceré voluntaria. Nada va a pasarte.

Después de registrarnos, la acompaño hasta su lugar y luego me ubico en el mío.

Ya se ha formado el ganado, listo para el matadero.