FEEL BETTER LOVE

Summary: Todo se había caído a pedazos. La esperanza ya no existía para ella. La vida había dejado de tener sentido en el momento en que ellos dejaron de existir. Y ahora tenía la oportunidad de volver. De cambiar la historia para todos. Y lo haría. Hermione Granger salvaría a todos aunque le costara su último aliento. Pero cuando algo sale mal, cuando un error ocurre, ¿qué se debe hacer? ¿El plan debe continuar? R: MA. SB/HG/RL TRIAD.

Disclaimer: Nop. HP no me pertenece. Ni siquiera el sexy hombrelobo que todas amamos.


Capítulo I

Ardía. Todo a su alrededor ardía. Giros. Todo giraba como en los interminables rulos de las montañas rusas en el mundo muggle. Y ella odiaba la sensación de no tener el control en esos mareos. Odiaba tan solo el hecho de saber que nadie la atraparía si esos mareos la hacían caer. Odiaba saber que se había quedado completamente sola. Que la última persona que entendía su dolor ya no existía junto a ella. Le había fallado. Como a tantas otras personas. Y personas que ella había amado con todo su ser.

A medida que iba sintiendo el peso de todo su cuerpo otra vez también sentía cómo ese incesante ardor se expandía desde los dedos de sus pies, subía por sus piernas hasta llegar a sus caderas y volver a subir hasta su pecho, y sus brazos, y sus hombros. Todo malditamente ardía.

Pero el costado derecho de su espalda era la peor parte. El dolor en allí sólo hacía que Hermione Granger deseara morir de una vez y por todas.

Intentó mover su cuerpo, y allí fue cuando sintió su conciencia llenarla de golpe. Los recuerdos y los sentimientos que los acompañaban la colmaron como si la Maldición Cruciatus le hubiera golpeado una vez más. Ella gimió del dolor físico y sentimental. Su corazón dolía más que cualquier otra parte de su cuerpo, y Hermione quiso llorar.

"Shh, tranquila..." Ella se paralizó al sentir una mano acariciar con delicadeza su mejilla.

Esa voz, pensó al oír aquel masculino pero suave sonido. Era tan sutil y estaba tan lleno de conmoción que se sentía como si un ángel le hubiera hablado. Ella luchó enormemente contra sus pesados párpados para intentar abrirlos.

"Tranquila." Dijo la voz más firme, y esta vez sí la reconoció. Y luchó con más fuerza para poder ver al dueño de esa voz. Quería hacerlo, necesitaba verlo. Ella sintió otra vez esa mano posarse gentilmente en su frente mientras lograba abrir un poco sus ojos.

Y vio que había acertado. Esa voz era inconfundible para Hermione. Al igual que esos ojos verdes llenos de sabiduría y las cicatrices que adornaban ese precioso rostro masculino y esa mirada llena de pura y verdadera compasión. Una felicidad inmensa llenó cada parte de su cuerpo a pesar del dolor que la hacía ir y venir de la oscuridad de la inconsciencia. Veía su rostro de manera nebulosa, pero aun así ella reconocería a ese hombre hasta con los ojos cerrados. "R-Remus…" Carraspeó ella sonriendo ligeramente.

Vio como el susodicho frunció el ceño confundido antes de que ella cerrara los ojos a medida que se relajaba en los brazos del cobrizo. "Estas a salvo."

"Lo sé." Logró susurrar ella antes de sentir el peso de su cuerpo volver a irse por completo y todo volverse oscuro.

.

Hermione volvió en sí nuevamente cuando una luz comenzó a molestarle los ojos, y cuando los abrió, se encontró acostada en una cama enorme, con sábanas que parecían de la seda más fina y delicada de color negra. Un ventanal grande con las cortinas abiertas daba paso a la luz solar del atardecer más lindo que ella recordaba. O que hacía mucho no veía. Ella miró a su alrededor y reconoció la habitación al instante.

La habitación de Sirius, pensó mientras un sentimiento de nostalgia comenzó a llenarla, y no pudo evitar acercar su rostro a la almohada negra que tenía a su izquierda y olerla. La colonia que Sirius usaba estaba impregnada en ella y Hermione no pudo evitar sonreír con felicidad. Había extrañado tanto ese perfume tan característico de él con el ligero aroma a lavanda, que era la loción que él usaba en el cabello. Todo parecía un sueño tan vívido, y tan hermoso, que ella no quería despertar jamás. No quería que nunca nadie la alejara de esa cama y ese aroma otra vez.

Pero en ese momento, los recuerdos volvieron a ella como un balde de agua fría.

"Esta es nuestra última oportunidad, Mione. Tienes que hacerlo." La mujer le rogó con un poco de impaciencia.

"¿Tienes idea de lo que estas pidiéndome, Andy?" Ella no podía creer lo que sus oídos escuchaban, mientras miraba con miedo aquel objeto en las manos de la pelinegra. No quería ni siquiera mirarlo, mucho menos tocarlo. No entendía cómo Andy se lo ofrecía casi con desesperación.

"Hermione, ¿acaso quieres que la historia siga repitiéndose, y de esta manera? ¿Con este trágico final? ¿Eso quieres?" Andrómeda Tonks estaba perdiendo la paciencia, pero entendía el miedo de su más querida amiga. Pero tenía que hacerlo, tenía que ser cruda en sus palabras. Era la última oportunidad. "¿Quieres que la historia se escriba así? ¿Que en tú historia los pierdas a ellos una y otra vez?"

Hermione levantó la mirada con algo de desdén hacia la mujer que tenía en frente. Andy vio el dolor una vez más en los ojos de la castaña. La miró con compasión y entendimiento mientras colocaba una mano en la mejilla de Hermione.

"Cariño, esta es una única oportunidad. Minerva confiaba en ti; ella creía solo en ti, Hermione. No es solo la oportunidad de que los vuelvas a ver, sino para todos. Es una oportunidad de una vida más larga para todos, mi cielo. Es una oportunidad para que los niños puedan crecer con sus padres, y que jamás tengan que verlos morir a tan corta edad. Para que Harry y Ginny tengan su tan merecida y tranquila vida. Para que Ron cumpla sus sueños. Para que Neville y Luna puedan comenzar una familia como tanto lo habían planeado, hasta que la explosión ocurrió… Para yo no tener que ver morir a mi hija y mi nieto e-en ese incendio…" Las lágrimas corrían el rostro de las dos brujas mientras las explosiones continuaban escuchándose en el exterior de la cueva en la que estaban ocultas. "Hermione, es una oportunidad para que puedas ser feliz de una vez y por todas. Ya has sufrido demasiado, cariño. Quiero ver esa sonrisa que desapareció el día que los perdiste. Quiero ver a esa mujer alegre que eras, y no esta coraza llena de odio que creaste. Hermione, es tiempo que la dejes ir y vuelvas a ser feliz." Andy colocó el objeto en las manos de su amiga, quien lloraba con tanto sentimiento al igual que ella. Se acercó a darle un último abrazo, ella sabía que en el momento en que la castaña aceptó el objeto en sus manos, había aceptado la idea y el plan. Hermione había aceptado el viaje al pasado para enmendar todo ese caos y sufrimiento en el que se encontraban.

"Prométeme que lo dejaras ir, Hermione. Prométeme que serás feliz…" Andrómeda sabía perfectamente lo que tenía que hacer. Comenzó a alejarse de su tan amada amiga, la hechicera más inteligente de su edad sin dudas, mirándola con súplica y los ojos llenos de lágrimas.

Sus ojos destilaban una esperanza que la castaña no pudo ignorar ni negarse. Hermione no pudo más que asentir aun sollozando y tomando el objeto en ambas manos lo llevó a su pecho. "Lo prometo, Andy. Voy a salvarlos a todos…"

La mujer pelinegra sonrió asintiendo, antes de apuntar su varita al objeto. Pronunció unas palabras que Hermione no logró entender ni oír, a medida que un muro se creaba entre ellas y el objeto comenzó a brillar en sus manos.

En el momento exacto en que el muro invisible se creó desde arriba hacia abajo y tocó el suelo asentándose firme entre ellas, Mortífagos lograron entrar en la cueva, tomando a Andy por sorpresa de espaldas. Hermione corrió hacia el muro, comenzó a gritar y a golpearlo queriendo pasar para salvarla. Pero era imposible. Ella reconocía ese impenetrable muro, y por segunda vez, vio a alguien a quien apreciaba con toda su alma morir frente a ella sin poder hacer absolutamente. Y a medida que se dejaba caer de rodillas al suelo llorando y maldiciones golpeaban contra el muro sin siquiera rasguñarlo, sintió el tirón que se producía cuando alguien se Aparecía, solo que mucho más potente, y todo se volvió negro.

Hermione dejó salir un sollozo al recordarlo todo. ¿Cómo era posible tanto sufrimiento? Merlín, ¿por qué ella tenía que pasar por todo eso? No era justo. No era nada justo. Y todo dolía. Dolía tanto, que era imposible creer que una persona pudiera vivir con tanto dolor en su ser.

"Oh, cielos… ¿Cariño, estas bien? ¿Dónde es que te duele?"

Hermione levantó la vista a una viva y saludable Sra. Pomfrey que la miraba con preocupación. Ella sacudió la cabeza secándose las lágrimas y sentándose en la cama, mientras la enfermera la ayudaba como si estuviera herida.

"Estoy bien, Poppy." La mujer se tensó un poco cuando oyó su nombre. Hermione la miró un tanto tímida, pero sin poder quitar la sonrisa ligera de su rostro al ver a su querida maestra de Sanación Mágica.

"Así que es cierto. Sí vienes del futuro…"

Hermione asintió poniéndose un poco tensa. "¿Encontraron la carta?"

Poppy asintió. "No llegué a tiempo, pero escuché que Minerva la leyó frente a todos en una nueva reunión de la Orden." Hermione bajó la mirada y volvió a asentir.

"Debió haber sido un tanto absurdo e inconcebible para algunos, especialmente para mí misma…" Dijo soltando una risa seca. Hermione se conocía a sí misma, y sabía que seguramente tendría que enfrentarse a la Hermione de este tiempo. Ya podía imaginarse la desconfianza en las miradas de ella.

"¿Para ti misma?" Poppy la miró con confusión. "Cariño, esta es la primera vez que te veo… Bueno, no. La primera vez fue hace dos días cuando apareciste en medio de un duelo entre Mortífagos y Aurores y los señores Lupin y Potter te llevaron a Hogwarts, donde yo generalmente siempre estoy. Estabas inconsciente y muy malherida." La mujer comentó mientras buscaba las pociones que le tocaba beber a la castaña. Hermione frunció el ceño sintiéndose completamente perpleja. "Cuando ellos te trajeron y afirmaron no conocerte, tuve que hacer una diagnosis con pociones para saber si eras bruja o muggle. Por suerte, dio que eras bruja."

"¿Dos días? ¿Por suerte?" Dijo Hermione alarmada.

"Tranquila, cielo. Si hubieras sido muggle, simplemente hubiera sido… ¿cómo es que le dicen?... como anestesia en tu cuerpo. Nada por qué alarmarse." Poppy palmeó la mejilla de Hermione de manera despreocupada, a lo que la joven sonrió divertida.

Pero la sonrisa se fue tan pronto apareció. Todo era tan extraño. ¿Cómo era posible que esa hubiera sido la primera vez que Poppy la había visto, si Hermione recordaba muy bien conocer a Poppy Pomfrey a la edad de quince años? No tenía sentido. Y en ese momento comprendió lo que Poppy había dicho. 'Ellos afirmaron no conocerte'. Ni Harry, ni Minerva, ni… Remus. Hermione sintió su respiración acelerarse y su pecho contraerse. Si Remus no la reconocía, eso quería decir que Sirius… él tampoco sabía quién era ella.

El nombre Hermione Granger no significaba nada para ninguno.

"Poppy, ¿q-qué fue lo que la profesora Mcgonagall dijo?" Hermione volvió a preguntar un tanto alarmada y con lágrimas llenándole los ojos. Si nunca la habían visto antes, ¿por qué estaba en una cama –más bien en la cama de Sirius, en el número 12 de Grimmauld Place? Ella conocía a Sirius a la perfección. Él la tendría encerrada en el sótano y no la dejaría salir hasta no interrogarla personalmente; y si él no creía ninguna de sus palabras, probablemente Hermione jamás vería la luz del sol fuera de ese sótano. Y estaba segura que Minerva Mcgonagall apoyaría esa moción.

La enfermera suspiró tendiéndole un frasco pequeño con una poción. Pero no habló hasta que Hermione no tomó el contenido y se lo regresó. "Minerva estaba bastante sorprendida, pero creyó cada una de las palabras allí escritas."

"¿De verdad?"

La Sra. Pomfrey asintió. "Al parecer, hubo una palabra clave, como algo puntual que solo Minerva y nadie más sabía. Eso la hizo confiar y creer al cien por ciento. No es complicado creer cuando algo así ocurre, aún más en el mundo mágico, querida. Aquí son normales las anormalidades." Poppy le guiñó un ojo, animando un poco a la bruja que se veía tan desesperanzada. Hermione asintió agradecida. "Bueno, al parecer estas mucho mejor. No del todo, pero creo que podrías ponerte en pie con cuidado."

La castaña no tuvo tiempo a mover del todo las sábanas de sus piernas cuando un carraspeo llamó la atención desde la puerta de la habitación.

"Hola, Srta. Granger. Veo que se encuentra mejor."

Hermione levantó la mirada y se encontró con una elegante, pulcra y muy viva Minerva Mcgonagall. Recuerdos de ella entrenando con Minerva, de esa mujer enseñándole todo lo que tenía que saber sobre el mundo mágico en la biblioteca de esa misma casa en la que se encontraba; recuerdos de risas, regaños, bromas y abrazos la llenaron. Y esta vez, no pudo evitar soltar el llanto acumulado en su garganta. Esa mujer que se había convertido tanto en su mentora como en una figura de madre para ella, estaba viva y a unos pasos de ella. No pudo contenerse.

Al instante escuchó movimiento, un peso hundirse a su lado en la cama y unos brazos que tanto había extrañado rodearla en un fuerte abrazo confortante. Y ella no dudó en abrazarla de vuelta.

Minerva no podía imaginarse el dolor que sentía la muchacha que tenía en sus brazos. La carta había sido explícita, pero no lo suficiente. Ahora que tenía a esa increíble mujer que la carta describía frente a ella, verla quebrarse de una manera tan dolorosa, ella no podía ni pensar –ni quería imaginarse, por todo lo que esa valiente mujer había pasado.

"Shh, cariño, todo está bien." La consoló acariciando su cabeza. "Todo va a estar bien." La joven solo la abrazó más fuerte.

Luego de unos minutos en que Hermione logró calmarse, la castaña se percató de que estaban solas. No sabía en qué momento la Sra. Pomfrey se había retirado de la habitación.

"¿Cómo te sientes?" Preguntó Minerva observándola.

"Bien. Un tanto desconcertada, pero estaré bien." Admitió con sinceridad la castaña.

Minerva asintió. "¿Los has visto?" Hermione levantó la vista sorprendida hacia la mujer que tenía al lado. Ella volvió a asentir, dándole a entender a la muchacha que sabía de lo que estaba hablando.

"N-no. B-bueno, sí. C-creo que recuerdo haber visto a R-Remus cuando Aparecí aquí, pero no lo recuerdo con claridad."

"¿No recuerdas nada de cuando Apareciste aquí?" Minerva preguntó confundida.

Hermione negó. "Poppy dijo que Aparecí en medio de una batalla entre Mortífagos y Aurores, y que Harry y R-Remus me llevaron a la enfermería de Hogwarts inconsciente. Eso obviamente no lo recuerdo. Mi último recuerdo es… otro."

Minerva volvió asentir. Claramente la muchacha no quería hablar de su último recuerdo, y ella no la presionaría. "¿No recuerdas nada de lo ocurrió cuando Apareciste? ¿Absolutamente nada?" Hermione frunció el ceño negando. ¿Por qué insistía? ¿Acaso había ocurrido algo?

La actual directora del colegio Hogwarts suspiró antes de ponerse en pie y acercarse a un armario pequeño que había en la habitación. Lo abrió y de allí sacó un Pensadero, el cual acercó a la bruja que estaba aún recostada en la cama.

"Va a ser más fácil que te lo muestre a que te lo cuente." Dijo Minerva sacando dos pequeñísimos frascos en forma de cilindro llenos de un fino líquido adentro que Hermione sabía debían ser los recuerdos de alguien. Luego los introdujo a ambos al mismo tiempo en el Pensadero. Hermione la miró confundida. "Tranquila, es el mismo momento, solo que desde dos perspectivas diferentes."

Hermione asintió tragando un tanto en seco antes de acercarse al Pensadero y ver los recuerdos.

Hermione vio desde un costado del enorme lugar donde estaban como ella aparecía literalmente en medio de toda la conmoción de esa batalla. Ella estaba arrodillada y levantó la cabeza confundida, su rostro lleno de lágrimas y completamente desorientada. Hechizos y maldiciones volaban por doquier y muy cerca, pero ella ni siquiera se inmutaba por su alrededor –como si su mente realmente no estuviera allí en su cuerpo. Hermione no entendía como ella misma no reaccionaba. Le dieron ganas de ir hasta allí y abofetearla -abofetearse a ella misma. ¿Qué tan raro se oía eso? Pero cuando se observó a si misma con más claridad, Hermione vio lo mal que estaba. Heridas de batallas tanto recientes como viejas, cicatrices, mucho más delgada de lo que alguna vez estuvo –aunque no es que hubiera sido de contextura delgada, ella tenía sus curvas y siempre las portó con mucho orgullo. Pero esa joven, allí arrodillada, con un semblante completamente depresivo y lúgubre, como si ya nada importara, ya nada valiera la pena –esa muchacha era una extraña para Hermione Granger.

No podía creer que esa persona era ella misma.

"¡Hey! ¡Quítate de allí!"

La Hermione verdadera se giró al reconocer esa voz. Sirius luchaba contra dos mortífagos como si fuera la actividad más simple que podía existir. Hermione no podía creer lo bien que estaba, lo hermoso que ese hombre le resultaba aún después de tanto tiempo. Sus rizos negros –un tanto sucios por todo el disturbio del momento, sus ojos grises –que parecían negros cada vez que se enojaba o se concentraba en un duelo, la mano que sostenía su varita de manera casual pero firme al mismo y su otra mano claramente emitiendo magia no-verbal con la que mantenía a un Mortífago en el suelo; todo completamente él. Hermione había olvidado lo mucho que amaba y deseaba a ese hombre.

Y allí lo comprendió. Estaba viendo los recuerdos de Sirius Black.

Antes de que la Hermione del recuerdo reaccionara, una maldición fue lanzada de la nada hacia Sirius, haciéndolo caer a pocos metros gritando del dolor.

'La maldición cruciatus', pensó la verdadera Hermione mientras corría desesperada a su lado. "¡Sirius!" Gritó aunque sabía que no podía hacer nada. Todo esto ya había pasado. Y ella realmente no estaba allí.

Cuando Sirius dejó de gemir del dolor por la maldición, que gracias a Merlín fue solo por unos segundos, una enorme luz blanca deslumbró a todos, haciendo que los más cercanos tuvieran que cubrirse los ojos, como Hermione y Sirius tuvieron que hacerlo. Cuando la luz comenzó a extinguirse, Hermione se vio a sí misma de espaldas a un par de metros cerca de Sirius en modo de protección, varita en mano y a los dos mortífagos con los que él había estado luchando al igual que casi más de la mitad de todos ellos que estaban en el lugar, tendidos en el suelo inconscientes.

La Hermione del recuerdo giró un poco la cabeza hacia Sirius detrás de ella. Y la Hermione verdadera vio como ella misma le sonrió de lado y le guiñó un ojo a uno de los hombres más importantes de su vida. La situación le parecía demasiado cómica como para no reír. Ella misma podía ser tan dramática cuando quería… Y cuando vio la expresión sorprendida y completamente desconcertada de Sirius no pudo evitar soltar una leve carcajada.

Pero como algunos dicen, la calma dura poco. En ese momento, la Hermione del recuerdo vio como un Mortífago se colocaba cerca de la espalda de Remus y apuntaba su varita hacia él.

"¡Remus!" Gritó ella corriendo hacia él justo cuando Remus derrotaba al Mortífago con el que luchaba y se giraba, comprendiendo lo que estaba a punto de ocurrir.

Dos luces de hechizos. Uno azul y el otro violeta. Uno que silenciaba y otro que era de una maldición que nadie reconoció. La primera silenció al Mortífago quien aun así lanzó la maldición. La segunda, la maldición que nadie reconoció, dio en el costado derecho de la espalda de la Hermione del recuerdo quien había corrido hacia el cobrizo y cayó en los brazos del hombre lobo inconsciente y comenzando a sangrar.

La Hermione verdadera no podía creer lo que sus ojos veían. Sirius se levantó, lanzó un Desmayo hacia el Mortífago y corrió a una velocidad increíble hacia su amigo y a la chica en sus brazos.

"¡Remus! ¿Estás bien?" Sirius preguntó mientras se arrodillaba a su lado. El cobrizo asintió. "¿La conoces?"

Remus negó con la cabeza. Estaba demasiado atónito como para emitir palabras. Había estado a punto de morir. Y esta chica que había aparecido de la nada le había salvado la vida. Y ahora ella estaba muriendo en sus brazos.

"Gritó tu nombre." Afirmó Sirius.

"El tuyo también, Pads. Cuando la maldición te golpeó ella gritó tu nombre y te salvó. N-no sé qué hizo, pero todo se volvió blanco y cuando pude ver tenía Mortífagos adelante y…" Remus hablaba casi con desesperación. La Hermione verdadera podía sentir esa desesperación. Y lo entendió. Ahora veía los recuerdos de Remus Lupin.

"Hey, tranquilo..." Lo calmó el pelinegro con un apretón en su hombro. En ese momento, Sirius se paralizó. El olor que percibió era inconfundible. "Ella está sangrando. Tenemos que sacarla de aquí. ¡Harry!"

La Hermione verdadera sintió ligeramente cómo Harry pasaba corriendo a través de ella y se dirigía hacia su padrino. Una rara nostalgia la invadió cuando los vio allí, a los tres juntos.

"¡Oh, Merlín! ¿Qué le pasó? ¿Quién es?" Preguntó el chico arrodillándose junto a ellos y a la Hermione del recuerdo.

"No lo sé, hijo. Pero nos salvó, a ambos. Tenemos que llevarla a un lugar seguro." Harry asintió sin necesitar más explicación.

"Hogwarts, con Poppy." Opinó Harry, a lo que Remus y Sirius concordaron inmediatamente.

"Remus, ve con Harry. Yo limpio lo que aquí queda."

La Hermione verdadera vio como los tres hombres más importantes para ella se ponían en pie a medida que todo se volvía borroso y se dirigían a sus respectivas misiones.

Cuando Hermione sacó su cabeza del Pensadero, se encontró con una Minerva Mcgonagall que la mira expectante y paciente, con una leve sonrisa apareciendo por la comisura de sus labios. La castaña dejó salir el aire que no se percató que había contenido en sus pulmones.

"Vaya entrada…" Opinó Hermione aún sin poder creer todo lo que había visto.

Minerva sonrió. "Díselo a ellos que no han parado de hablar de ti desde que llegaste."

Ella sonrió ligeramente por eso. Pero luego bajó la mirada a sus manos un tanto seria.

"Minerva, ¿q-qué tanto sabes de eso?" Ella no necesitaba explicarse, Minerva entendía a la perfección. La mujer suspiró antes de acercarse a la muchacha, colocar el Pensadero sobre la mesa a un lado de la cama y sentarse junto a ella.

"La yo de tu tiempo escribió una carta específicamente hacia mí. Allí, ella me explica muchas cuestiones, situaciones, acontecimientos que solo yo sé y que no están en la carta que leí en la reunión. Eso, que solo tú y yo sabemos, es exclusivamente tuyo, cariño. Si decides contarlo, tienes mi apoyo. Pero si no deseas contarlo, tienes mi apoyo también."

Hermione asintió agradecida. No se sentía lista para contarlo. Mucho menos en ese momento. Recién llegaba a ese tiempo, y todavía tenía que averiguar por qué nadie la conocía.

"Minerva, tu… ¿Tu no recuerdas nada sobre mí?" La mujer volvió a suspirar bajando la mirada.

"Tengo una teoría acerca de eso. Las cartas afirman que te conocemos, y piden en cierta forma que contengamos a la Hermione de 'este tiempo'. Eres bastante terca y desconfiada al parecer…"

"Si estoy en el año que creo que estoy, entonces sí. Demasiado." Bromeó la castaña.

"He allí otra cuestión y mi teoría. Tú no estás en el tiempo que crees estar."

Hermione la miró confundida. "¿Qué quieres decir?"

"¿Puedo llamarte Hermione?" La castaña asintió, dándose cuenta en ese momento que ella titubeaba a la profesora como una vieja amiga, cuando ella aún ni la conocía, y se sintió un tanto apenada por ello. "Hermione, la Segunda Guerra Mágica terminó hace tres años." La susodicha emitió un sonido de sorpresa llevándose las manos a la boca. "Según la carta, deberías haber llegado cerca de la última batalla en Hogwarts, ¿no es así?" Ella asintió en contestación. "Mi teoría es que quien realizó el hechizo que te llevaría a ese tiempo y ese momento, lo pronunció mal. No sólo haciendo que 'cayeras' en un tiempo distinto, sino también… en una dimensión distinta."

"¡¿Qué!?" Hermione se levantó de la cama de golpe, sin darse cuenta que sus piernas aún no respondían de manera normal y cayó de costado al suelo. Ella gimió del dolor por haber caído justo sobre donde la maldición le había golpeado.

Casi inmediatamente sintió unos brazos rodearla, y un olor familiar llenó tanto sus sentidos que lograron hacerla olvidar del dolor de la reciente caída. Esos brazos la ayudaron a levantarse con cuidado hasta sentarla sobre la cama, y cuando ella levantó la mirada, unos hermosos y tan reconocidos ojos grises la miraban con preocupación.

"¿Te encuentras bien?"


¿Aló? :B

Sip, volví. :)

Y sí, no me olvido de las demas historias que ya debería haber actualizado.

En esta semana, a más tardar el domingo, habrá actualización de Frozen Memories. No se preocupen que esa historia sigue en pie.

Para el resto de mis fics, lo siento, pero perdí inspiración. Entre el poco tiempo que tengo para escribir, el hecho de que no tengo pc propia para hacerlo tampoco, me deprime un poco y por ende, no hay inspiración para escribir. Otra vez, lo siento. En tanto surga algo, no duden que actualizaré. Por lo pronto, tenganme un poquito de amor y paciencia, porfis.

Hace un tiempo que estoy bastante... mmm, ¿cómo describirlo? CEGADA -sí, esa es la palabra *inserte emoticon de monito tapándose los ojitos*- con el triad de Sirius/Hermione/Remus. Y hace un tiempo, despues de tantos fics leídos acerca de ellos, tuve un sueño. Sip, soñé con ellos tres y una historia detrás sobre viajes en el tiempo, batallas, acción y amor trágico -pero con final feliz, I suck for finales felices- que hace tiempo -meses practicamente- vengo planeando, pensando e ideando. Y aquí está. Espero que sea de su agrado, Sr./Sr.a Lector/a.

Tengo muchas ganas de escibirla también en Inglés, así que si alguien de por aquí me quiere ayudar a traducirla, por favor, MD me. :) Thank you!

Peace. Out.

Ally C-B.