Nota 1: Ninguno de los personas me pertenecen estos son creación de Arthur Conan Doyle y en su maravillosa adaptación moderna de Steven Moffat, Mark Gatiss y BBC.
Nota 2: Este fanfic está formado por un grupo de drabbles que participan en la actividad "¡Escribe si puedes!" para el 4to. Aniversario del foro I am Sherlocked".
Nota 3: Para ésta actividad había que elegir una o varias palabras de una lista de cinco, las elegidas por mi fueron gimnasio y la frase "si tú lo dices"
Nota 4: Teen!lock, amistad, enemistad, celos, John/Mary, Sherlock/Victor, Sherlock/John
Resumen: Sherlock y John han sido amigos de toda la vida, hasta su último año de preparatoria en donde todo cambiará.
Amigos, enemigos o algo más
En el gimnasio
Violet Vernet y Ella Mackenzie fueron las mejores amigas desde la preparatoria. Un año antes de entrar a la universidad Ella conoció en una fiesta a Henry Watson, la chispa nació desde el primer instante, no así con Violet y su futuro esposo, ellos se conocieron durante el segundo año de la carrera en una conferencia de física cuántica, ambos pensaron que el otro era arrogante y ególatra, pero con el paso del tiempo terminaron enamorándose.
Para fortuna de Ella y Violet sus respectivas parejas se entendieron de maravilla. Desde entonces los Holmes y los Watson eran grandes amigos y esperaban que sus hijos se llevaran tan bien como ellos lo hacían.
Mycroft y Harriet, los hijos mayores de ambas parejas, difícilmente congeniaban, no se llevaban mal pero eran muy diferentes, John y Sherlock por el contrario eran inseparables, asistían a las mismas escuelas y realizaban las mismas actividades.
Sherlock era menor que John pero debido a su alto coeficiente lo habían adelantado dos años, por lo que desde cuarto grado estaban en el mismo grupo. A los ocho años ambos entraron a los boy scout, Sherlock no iba de muy buena gana pero John había insistido y no podía negarle nada a su mejor amigo.
En algunas ocasiones John pasaba los fines de semana en casa de los Holmes, en otras Sherlock en casa de los Watson, Ella y Violet estaban encantadas de ver lo unidos que eran sus hijos.
Lamentablemente las cosas cambiaron durante el último año de preparatoria.
Sherlock era muy apuesto y sumamente inteligente, alguien a quien difícilmente pasabas por alto, hacía suspirar a chicas y a algunos chicos también pese a sus aires de grandeza, de hecho esos desplantes que lo hacían parecer como alguien inalcanzable eran muy posiblemente uno de los motivos por los que se sentían aún más atraídos hacia su persona. John era uno de los jugadores estrella del equipo de rugby de la escuela, amable y atractivo, debido a ello contaba con un gran número de admiradoras.
John sabía perfectamente el efecto que causaba en algunas de sus compañera por lo que no perdía oportunidad en coquetear con algunas de ellas, cosa que sin saber porque, a Sherlock le parecía exasperante, tal vez debido a que estaba acostumbrado a tener toda la atención de su amigo y ahora debía compartirlo con un grupo de adolescentes hormonales que solo tenían una embarrada de sesos por cerebro, palabras textuales del pelinegro que arrancaron una carcajada de Mycroft la vez que se le ocurrió desahogarse con él.
Sherlock llevaba media hora esperando a su amigo en el lugar acostumbrado, siempre se iban juntos a sus casa ya que vivía a solo una cuadra de distancia el uno del otro, le había marcado a su celular pero éste no le contestaba, así que decidió ir a buscarlo al gimnasio, cuando entró se encontró con un John sonriente, demasiado sonriente a gusto de Sherlock, platicando con una de las porristas, notó que tenía el celular en la mano, entonces ¿por qué no había contestado ninguna de sus llamadas?, John no se había percatado de la presencia de Sherlock, éste salió rápidamente y espió desde la entrada, volvió a marcar el número de John para ver que hacía, su amigo vio la pantalla y de forma inmediata declinó la llamada sin dejar de sonreírle a la chica rubia, tal acto hizo que Sherlock montara en cólera, estaba a punto de irse cuando vio como John se acercaba a Mary y la besaba en los labios mientras ella llevaba los brazos alrededor de su cuello.
Sherlock nunca antes se había sentido tan furioso, primero John había rechazado su llamada como si se tratara de cualquier persona y después estaba besando a la odiosa de Mary Morstan. El pelinegro se fue a su casa sin avisarle a John.
Treinta minutos más tarde Sherlock recibió un mensaje de su mejor amigo.
"Sherlock ¿dónde estás? llevo media hora esperándote" JW
"En casa, me dolía mucho la cabeza –mintió, no iba a decirle el verdadero motivo por el que se había ido–, te estuve marcando para avisarte pero jamás contestaste" SH
"Lo siento no escuche el celular" JW
"Si tú lo dices" SH
A John le descolocó la respuesta del pelinegro, pero no preguntó nada al respecto, tal vez porque se sentía culpable por no haber contestado o al menos mandarle un mensaje diciéndole que estaba ocupado. A partir de ese día las cosas no volvieron a ser igual.
