Hola a todos. Este es el primer fic que escribo, no solo de SNK sino en general. SNK es probablemente mi manga favorito en estos momentos, y tras ver el capítulo 84, que en mi opinión está escrito magníficamente, decidí que quería escribir algo relacionado con los posibles acontecimientos que podían transcurrir tras la batalla. Esta historia probablemente os parezca que lleva un ritmo algo lento, pero es porque me gusta detallar hasta cierto punto las situaciones que redacto. Aunque pueda no parecerlo en los primeros capítulos, estará principalmente centrada en el trío Armin-Mikasa-Eren, (algo más en Armin). Sin embargo intentaré que los demás personajes importantes aparezcan con frecuencia para no enfocarme exclusivamente en los tres protagonistas y dar un poco mas de detalle a la historia. Puede que haya emparejamiento. Y puede que sea Armin y Mikasa. Aunque también puede ser Mikasa y Eren. O un triángulo amoroso alrededor de Mikasa. No garantizo nada.

La historia tendrá rating M por si acaso, aunque el comienzo perfectamente podría ser para todos los públicos.

Dicho esto, os dejo con el primer capítulo. Espero que os guste.


Levi contemplaba el cuerpo, ya sin vida, de su comandante. Su expresión era la de un hombre al que la vida le había proporcionado una crueldad tras otra, siendo esta una más de su lista. Algo para lo que su cerebro parecía haber adquirido una cierta inmunidad, o, en todo caso, era capaz de guardarlo en un rincón muy profundo de su mente. Sin embargo, contemplando atentamente su rostro, se podía observar un atisbo de la inmensa tristeza de haber perdido a la persona más importante que le quedaba, aquella que lo había salvado de una vida aún más oscura que la que vivía en esos momentos.

Hanji podía ver dicha tristeza. Ella misma la sentía por el hombre que fue su mentor, y por quien sentía un gran aprecio. Aun así, podía imaginar que para Levi significó incluso más que para ella. Esto se sumaba a la perdida reciente de otros compañeros por los que también sentía tristeza. Como Moblit, su leal subordinado, a quien debía la vida después de que éste la pusiera a cubierto en los últimos instantes antes de la explosión, sacrificando la suya propia.

Cuando volvió a dirigir su mirada a su fallecido comandante, pudo ver algo que ni siquiera recordaba haber visto en el rostro de aquél hombre... Paz. En ese momento se dio cuenta de que le tocaba a ella seguir sus pasos. Ella era su sucesora. Así pues, trató de enfocarse en lo que había que hacer y tomó las riendas de la situación.

-Levi... Deberíamos bajar al comandante al suelo. -Dijo, dirigiéndole al chico una mirada de compasión y comprensión por el dolor que este trataba de ocultar.

-Soldado, ¿cuál es tu nombre? -Preguntó Hanji dirigiéndose al chico que había sido, casi por azar, testigo y partícipe de la dramática escena que había acontecido anteriormente.

-Flocke Heinkel, mi señora. -Contestó sin siquiera molestarse en realizar el saludo oficial, aunque no era algo a lo que Hanji le diera importancia, y menos en ese momento.

-Muy bien, Flocke. Ve a buscar los caballos que hayan sobrevivido al otro lado del muro. Prioriza los carruajes, necesitaremos los suministros que cargan. Llévate a Jean y a Connie contigo para que te ayuden. -Por supuesto no iba a decirle que se llevara a Eren o a Mikasa, después de la fricción que se había producido entre estos dos y el joven Flocke por la decisión de quién debía recibir el suero. -Nos reuniremos con vosotros en cuanto podamos. Quizás nos lleve unas cuantas horas.

-¡Si, mi señora! -Obedeció el soldado, dirigiéndose hacia donde estaban los otros chicos.

Hanji echó una mirada hacia el grupo al que se dirigía el soldado raso, sin poder evitar apreciar el contraste entre tristeza y alegría que había entre los respectivos grupos.

Levi interrumpió su tren de pensamiento.

-Hanji... ¿Crees que he tomado la decisión correcta? -Dijo el capitán, sin dejar de mirar el rostro de su fallecido comandante.

Hanji sabía que lo que le contestara entonces podía ser determinante para el estado de ánimo del chico en adelante, así que eligió cuidadosamente sus palabras.

-Levi... Si me estás preguntando si la decisión que tomaste fue la correcta para la humanidad... Sigo pensando que Erwin era más importante que Armin para la guerra que aún tenemos por delante. Pero si me estas preguntando si la decisión fue la correcta para Erwin, entonces creo honestamente que sí. Erwin merecía descansar al fin... Descansar del ciclo de sufrimiento en que se había convertido su vida, empujada tan solo por un sueño que lo había esclavizado. Tú te diste cuenta de ello, y decidiste liberarlo de este infierno. Estoy segura de que Erwin te está agradecido por ello.

Levi tan solo pudo asentir lentamente ante la respuesta de su compañera, con una pequeña sonrisa amarga adornándole el rostro.

-Yo cargaré a Erwin. Vamos. -Dijo Levi.

Tras esto se dirigieron a reunirse con el resto de los supervivientes.


Al otro lado de la ruinosa calle, la situación que acontecía era diametralmente opuesta. Allí, entre la columna de vapor formada al recuperar Armin su forma humana, se palpaba el alivio y la alegría de sus amigos al ver que este se encontraba con vida y en perfecto estado. Particularmente Eren y Mikasa, quienes no podían dejar de derramar lágrimas mientras sostenían a su mejor amigo. A penas se percataron cuando Flocke se acercó.

-¿Jean y Connie? -Preguntó Flocke dirigiéndose hacia quien asumía eran los propietarios de dichos nombres. Estos desviaron la mirada hacia él. -La capitana Hanji nos ordena buscar las monturas que queden con vida al otro lado del muro. Allí esperaremos a que los demás se reúnan con nosotros.

-De acuerdo. Connie, dejemos a Sasha aquí mientras tanto. -Dijo Jean colocándole una mano sobre el hombro, a lo que este asintió. Con cuidado, tumbaron a Sasha en el suelo.

-Connie: Eren, Mikasa, os dejamos a Sasha al cargo mientras estamos en el otro lado. -Dijo Connie alzando un poco la voz para que los susodichos le escucharan.

-Eren: Claro Connie, no te preocupes. -Contestó Eren dirigiéndole una rápida mirada.

Tras contemplar una vez más a su renacido amigo, los dos miembros del escuadrón 104 se alejaron en busca de los caballos con una sonrisa en sus rostros, lo cual contrastaba con la seria expresión que portaba el único superviviente del ataque suicida.

Eren y Mikasa siguieron unos cuantos segundos en un agradable silencio admirando a su mejor amigo, cuando Eren lo interrumpió.

-Eren: Venga Mikasa, tumbemos a Armin junto a Sasha. -Le dijo a su hermana adoptiva.

-Si. -Contestó con una sonrisa que no parecía poder borrar y los ojos aún llorosos.

Tumbaron a Armin al lado de la cariñosamente apodada "chica de la patata". Tanto Eren como Mikasa se sentaron de piernas cruzadas al lado del rubio, con la compostura en parte recuperada. Eren volvió a romper el silencio.

-¿Recuerdas cuando éramos pequeños? Los abusones siempre se metían con Armin...

Mikasa asintió, recordando, en efecto, aquellos momentos en los que tanto ella como Eren acudían a salvar a su amigo de aquellos niños que tan mal lo trataban.

-¿Te diste cuenta de que... él nunca huía? -Eren pareció hacer la pregunta al aire, con la vista perdida en alguna memoria concreta.

Mikasa repasó brevemente aquellos momentos y, efectivamente, se dio cuenta de que aunque Armin nunca se defendía de esos abusones, tampoco huía. Siempre se mantenía en su sitio. Como indicando que, aún si no podía hacerles frente físicamente, no iban a conseguir que se rindiera en aquello que pretendían.

-Siempre ha sido así. Aún después de la destrucción de nuestro hogar, después de entrenar y entrar en la Legión de Reconocimiento, él sabía que no era tan habilidoso como los demás en combate, ni mucho menos como tú, y que tampoco contaba con el poder de un titán como yo. Y aun así... Aun así siempre ha luchado a nuestro lado. No se ha limitado a trazar planes alejado del peligro, no. Ha estado siempre a nuestro lado. ¿Quién sino el más valiente podría hacer eso?

Cuando Eren terminó, las lágrimas volvían a caer por las mejillas del joven cambiante, mientras que a Mikasa se le empañaron los ojos de nuevo ante las palabras de Eren, pero logró contener las lágrimas.

Por otra parte, esas palabras hicieron que una pregunta asaltase la mente de la chica, que antes no había podido plantearse debido a su estado de alteración. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué y cómo termino Armin así?

-Eren... ¿Cómo le ocurrió esto a Armin? -Preguntó la chica mientras lo miraba con intensidad.

Justo cuando Eren se disponía a explicarle lo sucedido en la batalla contra el titán colosal, se detuvo al escuchar unos pasos que se acercaban lentamente, casi arrastrándose. Eran Hanji y Levi, este último con el cuerpo sin vida de Erwin. Colocaron al difunto comandante en el suelo, a varios metros de los allí presentes, y se acercaron.

Eren y Mikasa se levantaron.

Nadie se atrevía a decir nada. Levi los estudiaba con la mirada. La chica medio asiática le sostuvo la mirada, mostrando un rostro impasible y dándole a entender que no se arrepentía en absoluto de cómo había actuado. Eren, en cambio, desvió la mirada a un lado, mostrando una expresión aprensiva. Aunque, por supuesto, no se arrepentía de haber defendido la vida de su mejor amigo, sabía que a costa de ello Levi había perdido a alguien muy importante, y en cierto modo se sentía mal por no haber pensado en lo más mínimo en cómo se sentía su capitán durante la discusión.

Hanji fue la que rompió el hielo.

-¿Cómo se encuentra? -Preguntó refiriéndose a Armin.

-Bien. Todas sus heridas parecen haberse curado. -Contestó Eren

-Vaya...Pues sí que es milagroso este suero... -Dijo Hanji con media sonrisa intentando aliviar un poco la tensión en el ambiente, sin apenas resultado.

Un pesado silencio volvió a caer sobre ellos durante unos minutos, hasta que Levi habló.

-Jaeger, Ackerman. -Dijo bruscamente para que centrasen su atención en él. Dejó que el silencio se prolongara unos segundos antes de seguir. -Habéis mostrado un comportamiento intolerable en una organización disciplinada como lo es la Legión de Reconocimiento. Insubordinación, así como agresión a un superior, en tu caso. -Dijo mirando a Mikasa.

Ninguno de los dos le miraba a los ojos ahora. Mikasa tenía la vista al frente, y Eren en el suelo.

-Normalmente me aseguraría de que no volvierais a llevar encima el emblema de las alas de la libertad que nos representa. -Dijo duramente. -Pero también es cierto que la Legión no se puede permitir en estos momentos perder a nadie, y mucho menos a vosotros dos. Por esto, y porque hasta ahora vuestro comportamiento ha sido correcto, pasaré por alto lo ocurrido.

En ese momento Eren y Mikasa relajaron un poco su expresión y soltaron el aire que estaban conteniendo sin darse cuenta.

-Además... Antes fui un hipócrita. -Esto sorprendió genuinamente a los presentes, sobre todo a los dos a los que se dirigía.

Guardaron silencio esperando a que continuara.

-A pesar de que os dije que dejarais a un lado vuestras emociones... Yo tampoco lo hice. -Reconoció el veterano. Esto era algo que Eren ya sospechaba, pero no dijo nada. -Quería salvarlo. Era alguien... Importante para mí.

Y a pesar de reconocer que quería salvar a Erwin por sus propios deseos, y no por la humanidad, quien estaba vivo era Armin. Por eso mismo Eren se disponía a agradecer al capitán lo que había hecho finalmente, pero alguien se le adelantó.

-Capitán. Gracias... Por salvar a Armin. -Dijo Mikasa mientras Eren asentía, dando a entender que él también le estaba agradecido.

-No os confundáis. La decisión que he tomado finalmente, ha sido igualmente pensando en Erwin. No lo he hecho por Arlert, así que no me agradezcáis nada.

Eren y Mikasa no lo comprendieron del todo, pero no dijeron nada. Aunque no lo hubiera hecho por Armin, su amigo estaba vivo, y por ello le estaban igualmente agradecidos.

Hanji suspiró pesadamente, lo cual enfocó la atención del resto en ella.

-Bueno... Aún nos quedan cosas por hacer. Vinimos hasta aquí para sellar el muro María y ver que secretos guardaba el padre de Eren en su sótano. Así que uno de vosotros dos tendrá que guiarnos a Levi y a mí hasta vuestro antiguo hogar. El otro se quedará aquí cuidando de estos dos. -Dijo esto último señalando a Sasha y Armin.

-Yo os acompañaré. Mikasa, te pondremos al tanto de lo que encontremos a la vuelta.

Eren quería ver qué había en el sótano, ya que su padre le dijo tiempo atrás que algún día se le enseñaría los secretos que había en él. Además, él tenía la llave.

Mikasa asintió.

-Nuestra antigua casa se encuentra cerca de la pradera que hay entre la muralla externa y la urbanización. Vamos. -Dijo Eren señalando hacia la zona aproximada en la que se encontraba su hogar y empezando a caminar en dicha dirección.

Sin embargo, cuando se disponían a irse, Mikasa los detuvo.

-Esperad. En esa plaza parecen haber casas en buen estado. Podríamos llevar a Armin y Sasha a alguna de ellas para que descansen en condiciones, antes de que os vayáis. -Dijo señalando hacia la pequeña plaza que había cerca de allí.

-De acuerdo. -Contestó Hanji.

Cargaron a Armin, Sasha y el cuerpo de Erwin y se dirigieron a la plaza. Una vez allí vieron que, de entre todas las casas, había una que parecía totalmente intacta, así que decidieron entrar en ella. La puerta estaba abierta.

-Cerrarla probablemente fue lo último en lo que sus dueños pensaron mientras huían de los titanes. –Pensó Eren con amargura mientras cruzaba la puerta.

Levi se quedó afuera tumbando en el suelo el cuerpo del comandante.

-¿Lo vas a dejar aquí afuera? -Preguntó Hanji con expresión interrogante.

-Si. Él ya descansa. No necesita una cama. -Contestó con solemnidad.

Entonces Hanji se acercó al cuerpo sin vida de Erwin, se quitó su capa de la Legión y se la colocó por encima a su comandante, asegurándola para que no se la llevara el viento. Tras esto, ambos veteranos esperaron en silencio a que Eren saliera para guiarlos al sótano de su antiguo hogar.

Dentro de la casa, Mikasa y Eren encontraron la habitación mayor con una cama de matrimonio. En ella posaron a Sasha y Armin. Mikasa arrastró el sillón que había en la esquina de la habitación para colocarlo junto a la cama, en el lado en el que se encontraba Armin.

-Mikasa... Cuando Armin despierte, es probable que no recuerde nada de lo que ha ocurrido las horas anteriores a que se transformara. Yo sigo sin recordar nada de cuando mi padre me inyectó el suero... Lo único que sé de esa noche es por fragmentos de las memorias de mi padre, no por las mías.

Mikasa asintió lentamente, y Eren continuó.

-Lo que quiero decir es que si despierta, no le cuentes lo que ocurrió. Ya decidiremos más adelante qué hacemos y cómo se lo decimos.

-Aunque quisiera no podría. Sigo sin saber que ocurrió... -Dijo la chica en un tono medio molesto.

-Oh... Es verdad... -Se dio cuenta que con la interrupción de antes de Levi y Hanji no había llegado a explicarle lo ocurrido a Mikasa. Se rascó la nuca avergonzado.

Y entonces recuperó el semblante serio.

-Verás... Cuando recuperé la consciencia después de que Bertoldt me lanzara contra el muro, Armin me dijo que tenía un plan. -Dijo mirando fijamente a la chica.

Mikasa asintió, recordando, de hecho, que Armin dio con un plan cuando casi perdían la esperanza, tras lo cual se fue en busca de Eren.

-El plan era...consistía... en que Armin distraería a Bertoldt manteniéndose enganchado a él de alguna manera. Mientras Bertoldt se trataba de quitar de encima a Armin expulsando vapor no podría moverse, con lo que yo subiría por detrás usando todo el gas disponible para sacar a Bertoldt del titán. -Paró unos segundos para tomar aire y continuó. -Para que Bertoldt pensara que me tenía en todo momento controlado, debía cristalizar mi titán de manera que él pensara que yo seguía en ese lugar en todo momento, cuando en realidad habría salido de él sin que se diera cuenta.

Volvió a detenerse unos segundos, y frunció el ceño en un gesto a medias entre frustración y tristeza.

-Armin me dijo... Me prometió que se alejaría en cuanto no pudiera aguantar más el calor. En ese momento tenía dudas, y él se dio cuenta, así que me dijo que él no era tan valiente como para dar su vida, y que no moriría sin ver el océano y el mundo exterior... Y yo, idiota, le creí. Creí de verdad que se descolgaría del Titán Colosal cuando no pudiera aguantar más... Pero no lo hizo. No se soltó hasta quedar inconsciente y casi carbonizado... Se sacrificó para capturar a Bertoldt.

Cuando terminó los puños le temblaban por la fuerza con que los estaba apretando, y Mikasa estaba con los ojos abiertos mientras una mezcla de emociones cruzaba su mente. Tristeza, frustración y rabia por no haber estado allí cuando sus amigos más la necesitaban (aun sabiendo que ella estuvo ocupada combatiendo a Reiner) y evitar que Armin cometiera esa locura, pero también admiración por la valentía del chico que, curiosamente, siempre decía que no era valiente.

Eren soltó un suspiro y se calmó, mientras Mikasa hacía lo propio. Al fin y al cabo, su amigo ya no corría peligro.

-Bueno, mejor me voy ya, antes de que Levi entre y me saque a patadas. -Dijo en tono divertido, arrancando una sonrisa a Mikasa. -Recuerda, de momento no debes contarle lo que ocurrió. Si despierta y pregunta, invéntate algo. -Terminó mientras salía por la puerta de la habitación.

-Vale, ya pensaré en algo.

Cuando Eren se marchó, Mikasa se quitó el equipo de maniobras y lo colocó en el suelo apoyándolo en la pared. También se quitó la capa y la chaqueta de la Legión, así como las botas, para estar más cómoda. Tras esto, se sentó pesadamente en el sillón y dio un largo suspiro.

Las últimas horas habían sido muy duras. El combate contra Reiner y, sobretodo, haber estado a punto de perder a Armin, le había causado un estrés y una fatiga física y emocional enorme. Casi sin darse cuenta, su mano derecha se movió hasta los cabellos rubios del chico para deslizarlos entre sus dedos. A su vez, sus ojos, que estaban fijos observando cómo subía y bajaba el pecho de Armin con su lenta respiración, empezaron a sentirse pesados.

Sin poder resistirlo, sus músculos se fueron relajando, lo que provocó que se inclinase lentamente hasta quedar apoyada en el pecho de su amigo. Mientras escuchaba su respiración y el latido de su corazón, sus ojos se cerraron, y finalmente la oscuridad del sueño la envolvió.


Jean, Connie y Flocke tuvieron que escalar los escombros que bloqueaban la entrada del muro María para pasar al otro lado. Una vez allí, el paisaje que les esperaba era el de una pequeña urbanización arrasada casi en su totalidad, con solo algunas paredes y casas en mal estado quedando en pie en la zona más cercana al muro. A lo lejos podía divisarse un rastro de cadáveres, de caballos y humanos por igual, que se extendía a lo largo de varios cientos de metros en una misma dirección.

-Dios... -Susurró Jean mientras contemplaba el desolador paisaje. Aunque sabía de boca de Flocke lo que había ocurrido ahí, era peor de lo que pensaba.

-Aun no entiendo como pude sobrevivir a esto... -Dijo Flocke con semblante serio.

Mientras Connie hacía un barrido visual del paisaje, observó a su izquierda, a una distancia de unos doscientos metros, varios caballos vivos así como un par de carros de suministros.

-¡Eh, mirad! -Exclamó señalando en dicha dirección. -Allí hay algunos caballos vivos.

-Vamos. -Dijo Jean emprendiendo el camino a paso ligero.

Pudieron observar que en la periferia del pequeño casco urbano la destrucción había sido ligeramente menor, probablemente debido a que el Titán Bestia enfocó sus lanzamientos en el centro. Los caballos se encontraban amarrados detrás de un edificio que seguía en pie.

Los dos carros de suministros, por suerte, estaban intactos, así como sus animales de tiro. Haciendo una rápida inspección de su contenido, Connie observó que uno de ellos cargaba con varias cajas de botellas de gas, así como hojas para las espadas y algún que otro equipo de maniobras. El otro contenía víveres.

-A ver. Patatas... Sacos de cereales... Quesos... Embutidos... Barriles de agua... -Enumeró haciendo una rápida lista de lo que veía. -Diría que hay comida y agua más que de sobra para la vuelta a Trost. Además son alimentos poco perecederos. Parece que estamos de suerte.

-Llevemos los carros a la puerta del muro, después volveremos a por los otros tres caballos. -Ordenó Jean.

Mientras volvían lentamente a la puerta del muro, Jean no pudo evitar ver el rostro de frustración de Flocke. Y podía imaginar cuál era el motivo.

-Escucha, Flocke. -Dijo, llamando la atención de éste y la de Connie.

-¿Si? -Respondió el susodicho, recuperando un semblante inexpresivo.

-Sé que no estás de acuerdo con que se le haya dado el suero a Armin, pero por alguna razón, fue el mismo capitán Levi quien finalmente tomó esa decisión. -Dijo mirando al frente.

-Eso no quiere decir que fuera la decisión correcta. -Replicó Flocke. Tras unos segundos continuó. -Mira, no dudo que el tal Armin sea un buen chico, ni que sea talentoso y brillante como estratega, pero la humanidad necesitaba a alguien como Erwin más que a él.

Jean se disponía a argumentar en contra de esa afirmación y defender los logros y la capacidad de su amigo, pero se dio cuenta de que no tenía sentido hacerlo. Lo que quería era eliminar cualquier rencilla que quedara después del enfrentamiento que había acontecido.

-Es posible... Pero lo hecho, hecho está. Lo que quiero decir es que no debemos permitir que esto cree divisiones entre nosotros. -Dijo, tras lo cual mantuvo unos segundos de silencio. -Y por cierto, respecto a Eren y Mikasa... No les guardes rencor por como actuaron. Armin es la persona más importante que les queda en sus vidas.

Flocke sopesó las palabras de Jean, imaginando como habría sido la sucedido todo si él hubiera estado en la situación de Eren y Mikasa, y en lugar de Armin se tratara de algún familiar suyo quien pudiera ser salvado de una muerte segura. Entonces suspiró.

-Tienes razón. En todo lo que me has dicho. No tiene sentido seguir dándole vueltas al asunto. Ahora más que nunca debemos permanecer unidos. Y por Eren y Mikasa no te preocupes, no les guardo rencor... No puedo guardárselo, y menos cuando seguramente habría actuado igual. Solo espero que ellos no me lo guarden a mí tampoco -Terminó con media sonrisa en los labios.

Entonces, Jean le extendió su mano libre para sellar el fin de cualquier división que pudiera haber. Flocke la aceptó de buen grado.

De repente, un brazo rodeó a Jean por el cuello. Era Connie.

-Ohhh... ¡Qué momento tan bonitooo! Jean, creo que me casaré contigo. ¡Dame un beso! -Dijo en tono divertido.

Tras esto, Connie, en un exagerado gesto de morros indicando que iba a besarle, acerco su cara lentamente hacia la de Jean mientras éste, horrorizado, intentaba zafarse del agarre de su amigo.

-¡Aggh...No! -Gritó.

Ante la cómica escena, Flocke no pudo evitar soltar una buena carcajada.


Mientras tanto, Eren, Levi y Hanji se dirigían a la casa de los Jaeger. Llegaron a una estrecha calle bien pavimentada. Eren reconocía ese recorrido por ser el último que hizo en Shiganshina cuando fue a buscar a su madre después de que el Titán Colosal rompiera el muro. Tras llegar a una pequeña plaza con una fuente en el centro medio destruida, siguieron por la calle que les quedaba a la derecha. Desde allí, Eren pudo ver los restos de su casa, en cuyo centro estaba la roca que había caído, destruyendo gran parte de la casa y condenando la vida de su madre. Eren no pudo evitar apretar los puños y contraer el rostro en un gesto de rabia mientras contenía las lágrimas al recordar sus últimos momentos de vida.

-Ahí está. -Dijo Eren señalando al frente.

Bajaron los escalones de piedra que había al comienzo de la calle, y caminando unos veinte metros se encontraron frente a la casa.

Entonces Eren cayó en la cuenta de algo que hizo que su rostro se tornara en una expresión de estupefacción.

-No puede ser... -Dijo mientras pasaba entre los escombros y se acercaba a la gran roca.

-¿Que ocurre Eren? -Preguntó Hanji ante la súbita actuación del chico.

-El sótano... Está justo debajo. -Paró unos segundos para asimilar sus propias palabras. -Jamás me había dado cuenta. Ni siquiera lo había pensado.

-Así que puede que todo esté destruido... -Dijo Levi tratando de disimular el fastidio que sentía.

-Aun así no perdemos nada por mirar. Eren, ¿podrás levantar esa roca en tu forma de titán?

Eren salió de su estupor ante la pregunta de Hanji.

-Creo que sí...

Hanji y Levi se alejaron un poco, tras lo cual Eren se mordió la mano, dando lugar al característico destello y estruendo resultado de su transformación.

Eren, ya en su forma de titán, consiguió, con bastante esfuerzo, levantar la roca y dejarla a un lado. Tras esto, salió del titán.

Los tres se deslizaron a la vez por el gran hueco que había donde presumiblemente estaba el sótano, y sus peores sospechas resultaron ser ciertas. Libros hechos pedazos imposibles de reconstruir, restos de cristal, posiblemente de frascos y probetas... En definitiva, nada que pudiera salvarse. Ni los secretos del mundo, ni sueros. Si en algún momento hubo algo de eso ahí, había quedado destruido.

Bueno, ¿que esperábamos encontrar de todos modos? ¿Un suero que milagrosamente volviera a los titanes a su estado humano? -Dijo con sarcasmo, aunque en el fondo bien sabía que algo así es precisamente lo que podrían haber hallado.

-En fin... No nos vengamos abajo. Recordad que la búsqueda del sótano era una misión secundaria. Lo principal hoy era sellar el muro María y el distrito de Shiganshima. Y lo hemos conseguido. -Dijo Hanji para intentar elevar los ánimos.

Y si bien las palabras de Hanji eran ciertas, no pudieron evitar el sabor amargo de saber que algo que podría haber sido de gran ayuda en esa larga guerra de supervivencia, o incluso podría haber terminado con ella, había quedado destruido.

-Bueno, pensándolo bien, podríamos llevarnos los restos de los libros. Puede que entre los pocos textos que queden reconocibles haya algo de interés. Quien sabe... -Propuso sin muchas esperanzas de que así fuese. -Eren, quítate la capa, la usaremos a modo de saco para cargar los papeles.

Eren obedeció, y se dispusieron a acumular todos los restos de libros que encontraron. Una vez hecho, Eren ató la capa sin dejar un hueco por el que pudieran caerse los papeles, y se la cargó a la espalda.

-Vayamos con Mikasa. -Ordenó la comandante con un cierto tono de resignación al no haber encontrado lo que deseaban.

Con Eren al frente, se dispusieron a deshacer el camino por el que habían llegado hasta allí.


Mikasa despertó, sintiendo algo cálido en el lado izquierdo de su cara. Abrió los ojos, y enseguida se dio cuenta del porqué. Se había dormido con la cabeza recostada sobre el pecho de Armin. Al incorporarse se dio cuente de que, para más inri, había babeado sobre él mientras dormía. Esto hizo que un leve sonrojo alcanzara sus mejillas. Se quitó los restos de saliva que tenía en los labios con el dorso de la mano y limpió la que había en el pecho del chico con el extremo de la colcha que cubría la cama.

Echando un vistazo rápido a Sasha y viendo que su respiración era normal, se levantó. Se acercó a la ventana y vio que el Sol todavía estaba alto en el cielo. Mikasa se preguntó si partirían en cuanto volvieran Eren, Hanji y Levi, o esperarían al anochecer, como hicieron en el viaje de ida. Dejando de lado esa duda, se dio un paseo por la casa.

En el salón principal pudo ver varios retratos de familia y cuadros de paisajes varios adornando las paredes. En el mueble decorativo que ocupaba una de las esquinas del salón habían colocados varios jarrones con adornos florales, así como algo que llamó la atención a Mikasa. Un ajedrez. Hacía tiempo que no veía uno. Se acercó para inspeccionarlo mejor y pudo ver que estaba hecho de lo que parecía ser mármol.

Recordó los días en que jugaba con su padre biológico a un sencillo ajedrez de madera que tenían en casa. Su padre tuvo que enseñarle a ella para poder jugar con alguien, ya que a su madre no le gustaba.

En casa de los Jaeger no tenían apenas juegos de mesa, más allá de una baraja de cartas que apenas usaban. Sin embargo, al abuelo de Armin le gustaba tallar madera y hacer todo tipo de cosas con ella. Así, cuando iban a jugar a casa de Armin, a menudo su abuelo les sacaba juguetes que había terminado de tallar y barnizar para ellos, como espadas, arcos y flechas que usaban para imaginar que combatían contra titanes, y también algunos juegos de mesa. Entre ellos, un ajedrez con unos acabados que Mikasa recordaba eran exquisitos. Desde que el abuelo terminó el ajedrez, siempre que iban a casa de Armin aprovechaban este y ella para jugar al menos una partida. Eren no jugaba, ya que decía que era un juego lento y aburrido.

Mikasa, con la vista puesta en el ajedrez, pero que en realidad parecía observar aquellas escenas en su mente, sonrió mientras recordaba aquellos tiempos.

Entonces escucho unos quejidos provenientes de la habitación. Rápidamente fue a ver qué ocurría y vio que Sasha se estaba despertando.

-¡Nghh! -Se quejó.

Abrió lentamente los ojos, mientras sus pupilas se acostumbraban a la luz.

-Au... -Volvió a quejarse mientras se masajeaba la sien y se intentaba incorporar.

Mikasa la ayudo a incorporarse.

-Sasha, ¿cómo te encuentras? -Preguntó con voz alta y nítida, para que la chica la entendiera.

-Uf... Me duele todo... Y estoy mareada... -Respondió lentamente, como si le costase hablar.

-Has sufrido bastantes heridas. Ninguna de gravedad, por lo que hemos visto, pero te han hecho perder bastante sangre. Hemos vendado las más profundas como hemos podido. Lo que más nos preocupaba eran los golpes que sufriste en la cabeza.

Sasha contestó con un sonido quejumbroso.

-¿Qué es lo último que recuerdas? -Preguntó Mikasa tras unos segundos.

-Hmm... Ahh... Estábamos... Íbamos a atacar a Reiner... Con las Thunderspear. -Se detuvo unos instantes y siguió. -Justo cuando yo iba a disparar la mía... Me golpearon un montón de escombros.

Mikasa suspiró aliviada. Su compañera lo recordaba todo, así que no parecía haber sufrido daños a nivel cerebral.

-Mikasa... ¿Podrías traerme algo de agua? Me muero de sed. -Dijo, ya un poco más centrada.

Mikasa no pudo evitar chasquear la lengua, debido a que no tenía consigo ni agua ni comida. Sobretodo agua, y más teniendo en cuenta que Sasha iba a necesitar hidratarse mucho.

-Lo siento Sasha. Aquí no hay agua. Tendrás que esperar a que vuelvan Eren, Hanji y Levi y nos reunamos con Jean y Connie. -Le dijo con mirada compasiva.

Sasha suspiró pesadamente y volvió a recostarse en la cama, colocándose su antebrazo derecho sobre los ojos, como si la luz aún le molestase, y extendiendo el brazo izquierdo a lo largo de la cama. Entonces se dio cuenta de que su brazo había golpeado algo con una textura que no era la del colchón.

Al girar la cara para ver qué había sido, fue cuando vio a Armin tumbado a su lado.

-¿Eh...? ¿Arm-?

No pudo terminar ya que fue interrumpida por una voz que venía desde la entrada de la casa.

-¡Mikasa, ya estamos de vuelta! -Exclamó Eren en voz alta para alertar de su presencia.

Cuando entró, seguido de Levi y Hanji, se sorprendió al ver a Sasha despierta.

-¡Oh...! ¡Sasha, has despertado! ¿Cómo estás?

-Bien... Creo. Aunque me duele todo... -Contestó con una sonrisa cansada.

-Supongo que debes estar sedienta, después de perder cierta cantidad de sangre es normal. -Conjeturó Hanji mientras Sasha asentía. -No te preocupes, enseguida iremos con los otros tres. Espero que hayan encontrado suministros... -Dijo esto último en voz baja.

-Por cierto chicos... ¿Qué le ha pasado a Armin? -Preguntó Sasha mirando a todos los presentes, esperando que alguien se lo explicara.

Eren miró a Mikasa, pensando que ya se lo habría explicado. Mikasa pareció entender la mirada de Eren.

-Se ha despertado hace unos minutos. Justo iba a explicárselo cuando llegasteis. -Dijo mirando a su hermano.

Entre todos pusieron al corriente a Sasha de lo que había sucedido a Armin, así como de la acalorada discusión que hubo por el suero, y ya de paso la huida de Reiner.

-Vaya... ¿El comandante ha muerto?... Aunque me alegro de que Armin siga vivo... Y Reiner... ¿Después de todo...? ¿¡Y entonces Armin es el nuevo Titán Colosal!? Increíble... -Balbuceó con los ojos como platos, tratando de asimilar toda la información.

-Bueno, eso último no es seguro. No sabemos bien que características se transfieren al comerse a un cambiante. Pero probablemente sea el nuevo Titán Colosal. -Comentó Hanji.

-Recuerda Sasha, de momento no debemos decirle nada sobre eso a Armin. -Dijo Eren.

Eren ya había explicado a Hanji y Levi que lo mejor sería no decirle nada a Armin sobre su nuevo poder y lo sucedido contra Bertoldt hasta que no discutieran calmadamente lo que debían hacer al respecto, ante lo cual se mostraron de acuerdo.

-¿Habéis encontrado algo en el sótano? -Preguntó Mikasa con curiosidad, percatándose de que Eren cargaba con algo a su espalda.

Ante la pregunta, Hanji suspiró mientras negaba con la cabeza, Eren miró a un lado con gesto de resignación y Levi contestó.

-Estaba todo destruido cuando llegamos. Al parecer una gran roca había caído justo encima de donde quedaba el sótano y lo hizo todo trizas. Solo hemos podido recoger pequeños pedazos de libros que difícilmente servirán de algo.

Mikasa recordó aquella roca que aplastó casi toda su casa. Nunca había pensado que pudiera haber caído encima del sótano. De hecho, ni siquiera sabía la importancia que tenía ese sótano hasta hacía unos días.

Al ver que estaban todos, se volvió a poner la chaqueta de la legión, la capa, las botas y se colocó el equipo de maniobras.

-Debemos reunirnos con Jean, Connie y Flocke al otro lado del muro. Sasha, ¿puedes andar? -Preguntó Hanji a la chica con serias dudas.

-Hmm... No sé.

Para determinar si podía o no, se levantó de la cama y se puso en pie, tras lo que inmediatamente perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer. Por suerte, Mikasa la sostuvo.

-Apóyate en mí. -Le dijo mientras se pasaba el brazo derecho de la chica alrededor de su hombro.

Eren le pasó la capa con los libros a Hanji para poder cargar con Armin a la espalda. Al salir de la casa, Levi hizo lo propio con Erwin.

-Vamos. -Dijo Levi tras colocarse a la espalda el cuerpo del comandante.

-¡Ah...! Esperad... -Exclamó Mikasa de repente.

Dejó que Sasha se apoyara en la pared de la casa y volvió entrar ante la mirada interrogante de los demás. Pasados unos segundos, salió de nuevo sujetando en su mano la capa de la legión, con la cual había envuelto algo que no sabían que era. Eren hizo la pregunta que todos tenían en mente.

-¿Que llevas ahí? -Preguntó en tono curioso.

Tras unos segundos, Mikasa respondió.

-Un ajedrez. -Dijo simplemente.

Nadie hizo más preguntas, pero Mikasa pudo ver una sonrisa burlona en el rostro de Eren.

Una vez volvió a apoyar a Sasha en su hombro, se pusieron en marcha hacia la entrada del muro María.


Cuando cruzaron el muro, se encontraron con que Jean, Connie y Flocke les esperaban sentados en el suelo con las espaldas apoyadas en una pared de una casa semi-destruida. Cerca había dos carros de suministros, cada uno tirado por dos caballos, junto con tres caballos más para montar.

Los tres chicos se levantaron y, al ver que Sasha estaba despierta y andando, aún con ayuda, jean y Connie se apresuraron a ir a su lado.

-¡Sasha! ¡Has despertado! ¿¡Cómo estás!? -Preguntó Connie a toda prisa con una mezcla de alegría y preocupación.

-Necesito agua... -Dijo la chica con una voz que denotaba claramente que necesitaba hidratarse.

-Tenemos unos cuantos barriles de agua. Ven, deja que te ayude.

Mikasa le pasó Sasha a Connie con cuidado y estos se dirigieron al carro de suministros para que bebiera la chica.

-¿Y Armin? -Preguntó Jean a Mikasa.

La chica hizo un gesto con la cabeza hacia donde estaba Eren, con Armin en su espalda.

-Sigue inconsciente. -Contestó.

-Ya veo...

Jean se quedó en silencio unos segundos y volvió a hablar, esta vez dirigiéndose a Eren.

-Eren, ¿cuánto tiempo tardaste tú en despertar después de tu primera transformación? Me refiero a la primera de todas, cuando eras pequeño.

-La verdad es que no lo sé. -Contestó con semblante reflexivo. -Shadis me contó que mi padre me saco casi al anochecer del refugio en el que estábamos tras la invasión y que después, cuando él me encontró en el bosque, me llevo de vuelta. Si ese día tardé más de la cuenta en despertar no creo que fuese por mucho tiempo, si no lo recordaría como algo anormal. Aunque, por otra parte, con todo el caos de aquellos días, tampoco es que recuerde muy bien los detalles...

Mientras Eren y Jean especulaban cuanto podía tardar Armin en despertar, Levi, que estaba junto a Hanji, le comentó algo a esta.

-No podremos transportar los cadáveres. Solo tenemos dos carros. -Dijo en tono de afirmación.

Hanji asintió.

-Cierto. Aun así seguro que podemos hacer un hueco para llevar a Erwin. O podríamos sujetarlo a una de las monturas.

Levi se mantuvo en silencio unos segundos, contemplando la posibilidad. Al final, vio claro lo que debían hacer.

-Erwin... Y todos aquellos soldados -Dijo señalando con la cabeza a lo lejos, donde podían verse los restos de la masacre -Se han sacrificado para recuperar todo el territorio que perdimos un día contra los titanes. Y lo hemos conseguido. ¿Qué mejor lugar para reposar que éste?

Hanji guardó silencio, y Levi suspiró.

-Tardaríamos mucho en enterrarlos a todos... Aun así dame un rato para que entierre a Erwin... -Dijo Levi con la mirada en el suelo.

-Te ayudaré. -Afirmó la comandante con determinación.

Se alejaron unos metros del grupo, colocándose a un lado de la entrada del muro, muy cerca del mismo. La tierra era dura, con lo que resultaba muy difícil excavar con las manos desnudas, pero esto no les detuvo. Cogieron un par de rocas, y con ellas se pusieron a golpear la tierra para levantarla con más facilidad. Tardarían un buen rato, pero enterrarían a su comandante.

El resto del grupo miraba con aire de tristeza como sus superiores excavaban la tumba de la persona más importante que habían tenido.

Tras unos minutos, Eren comenzó a caminar hacia ellos, y tras unos metros se mordió la mano. El destello y el estruendo pilló a todos por sorpresa, incluidos Hanji y Levi, que se detuvieron en su tarea.

Al ver a Eren en su forma de titán, parado junto a ellos, entendieron el motivo. Apartándose, permitieron que Eren se encargase de excavar la tumba del comandante. Tras ello, cogió cuidadosamente el cuerpo de Erwin y lo introdujo con delicadeza en el hueco, para finalmente cubrirlo con la tierra que había excavado.

-Gracias... -Pronunció Levi en voz baja, agradecido por el gesto de Eren.

Levi terminó clavando un tablón de madera en el montículo de tierra para indicar el lugar de descanso eterno. Se quitó la capa con las alas de la libertad, la colgó del tablón y la aseguró para que no se la llevara el viento. Finalmente se acercó al muro, que quedó a aproximadamente a un metro de la improvisada tumba y allí, con una piedra que cogió del suelo, grabó el nombre de su comandante.

Erwin Smith.


Hasta aquí el primer capítulo. Ya que se trata de la primera historia que publico, os agradecería enormemente cualquier comentario expresando vuestra opinión o críticas constructivas que me permitan mejorar la manera de escribir o de presentar la historia.

Con respecto a la subida de los próximos capítulos, no puedo prometer ningún intervalo de subidas ni ninguna fecha exacta, pero intentaré no demorarme demasiado.

Espero que hayáis disfrutado este capítulo.

Saludos.