Hello there! Traigo más Maleval, pero esta vez es un Café AU.
Puede que los personajes esten algo OOC, pero es un AU y debía adaptarlo un poco.

Espero que sea de su agrado. Es puramente Fluff y con final feliz, por que ellos se lo merecen(?). En estos días subiré la segunda parte, que es Diaval POV.

Este fic es dedicado a KibumiWong y para tí, si estas leyendo esto.

Disclaimer: Los personajes no me perteneces. Ojala fuera así, pero no.


Le tocaba abrir temprano el café, usualmente tomaba el turno tarde porque prefería quedarse de madrugada disfrutando de sus libros y relajándose a la luz de la luna que iluminaba su ventana. Pero era sábado, y Steffan la había llamado la noche anterior pidiéndole si podía cubrirlo, ya que se sentía mal. ¡Ja! Seguro que el muy hipócrita se fue de fiesta y no quería ir a trabajar con resaca, y sabiendo que Maléfica no podía negarle nada, abusó de ese don tan peculiar que tenía sobre ella. Siempre lo hacía, pero ella simplemente no podía, y se maldecía por eso.

Desde que lo vio por primera vez cayó rendida ante él. Nunca le fue fácil socializar con la gente y Steffan fue su primer amigo, y tal vez su primer amor, él siempre lo supo a pesar de que nunca lo llegó a expresar en voz alta por miedo a perder su amistad, y el muy bastardo se abusaba de eso.

Sacudió su cabeza tratando de borrar esos pensamientos negativos, mientras se vestían con el uniforme.
Por la mañana había un solo barista trabajando, y por lo general los fines de semana nadie iba, lo cual agradeció poder tener un rato de soledad.

Por eso, cuando escuchó la puerta abrirse 15 minutos después, maldijo por lo bajo, no quería lidiar con nadie hasta que no se le pasara su malhumor matutino.

Sin siquiera mirarlo y menos sonreír, se terminó de atar el cabello mientras se dirigía al extraño del otro lado del mostrador.

-¿Puedo tomar su pedido?

El muchacho la examinó de arriba abajo, y esbozó una leve sonrisa.

-¿Siempre atiendes así a los clientes? Porque un "Buen día" no mata a nadie.

Maléfica levantó la mirada recelosa por las palabras del extraño, y sus ojos quedaron perdidos en los del muchacho por un instante. Eran negros, profundos y tenían una mirada penetrante. Lo observó bien, era un muchacho de tez clara, casi de su estatura y tenía el cabello tirado hacia atrás, con unos mechones salvajes, que adornaban su frente.

Alzó una ceja antes de responderle.

- Solo a los que quiero que se vayan rápido.- Dijo dándole su mejor sonrisa hipócrita, queriendo que la incomodidad haga que, el extraño, se vaya lo antes posible. En serio ¿era mucho pedir un poco de tranquilidad? Dios, como odiaba las mañanas.

El muchacho río ante sus palabras descolocándola un poco – Que interesante, diciendo eso me dieron más ganas de quedarme- Le sonrió aun más.

Si las miradas mataran, Maléfica hubiese ido presa en ese instante.

-Su pedido, por favor – Pensó que si no le seguía el juego, se terminaría cansado y la dejaría en paz. No entendía por qué la irritaba tanto.

-En serio, poniendo esa cara vas a espantar a todos tus clientes. En fin, quiero un café latte grande para llevar- Se resignó a no discutir.

-Ahora se lo traigo- Dijo siguiendo su plan de "Ignoremos al muchacho fastidioso".

Tomó uno de los vasos y fue esta la maquina a preparar el pedido. Sentía su espalda quemarse bajo la mirada escrutadora del morocho detrás de la barra. Dios, que dolor de cabeza le daba.

Terminó de preparar el café y se lo entregó: - Son $22-

-Mmm… ¿No vas a escribir el nombre en el envase? – inquirió el moreno.

Incrédula por las palabras, prácticamente le ladró cuando le habló – No es necesario ya que eres el único cliente en el local, a menos que no sepas contar. Son $22-

-Wow, que carácter- Volvió a reír, este chico sin duda era un suicida. – Aun así, me gusta que escriban mi nombre en el vaso-

Resignada a que probablemente no se fuera si no escribía el maldito nombre en el vaso, tomó un marcador y lo miró esperando.

-Diaval-

Era un chiste ¿No? ¿Quien le ponía a su hijo Diaval? Oh, esperen, ella se llamaba Maléfica, supongo que sus padres fueron igual de crueles al ponerle el nombre. Garabateo las letras en el dorso del vaso y se lo entregó.

El muchacho, Diaval, tomó el vaso, dejándole los $22 sobre el mostrador, giró y se sentó en una de las mesas.

-¿No te ibas?

-¿Eh? ¿Por qué me iría?, aun no tomé mi café- Le respondió Diaval, sabiendo que eso no era lo que ella preguntaba.

- ¿Y por qué me pides un café para llevar si no te vas a ir?- Sus niveles de tolerancia con ese chico estaban llegando a su límite.

- Mmm… Solo quería ilusionarte- Le sonrío luego de darle un sorbo al café.

Soltó un suspiro, decidiendo que no dejaría que este muchacho le sacara de quicio, y se dispuso a limpiar y acomodar la barra.

Pasó una hora, y nadie había pisado el local. Solo eran ella y Diaval que había sacado un libro, y lo estaba leyendo. Alegre un poco, de que la atención del morocho estuviera en el libro y no en ella, salió del mostrador y se puso a acomodar las mesas.

Sin poder evitarlo, sus ojos se posaron en la tapa del libro que Diaval sostenía entre sus manos. Eran los cuentos completos de Edgar Allan Poe.

Maléfica amaba a Poe, de chica su padre siempre le leí sus cuentos. Y sí, no eran para chicos, pero de grande la traía recuerdos con un dejo de nostalgia.

Luego su mirada se posó en el dueño del libro, que estaba concentrado en la lectura. Unos mechones caían sobre su rostro.
Maléfica analizó cada detalle de su rostro. No podía negarlo, era un chico arrogante, pero atractivo. Aun así no lo soportaba.
En serio.

Al notar que no despegaba su mirada de él, Diaval dirigió su atención a Maléfica – No creo que te este molestando que lea ¿O sí?

Saliendo de su sopor, se ruborizó un poco al ser descubierta mirándolo. No, no lo estaba mirando a él. Era solo al libro.

-No, me sorprendió un poco que este leyendo Poe. Bah…me sorprende que leas- Agregó para tratar de borrar ese momento de debilidad ante el muchacho.

Diaval cerró el libro y acarició su portada – Es un gran autor si sabes apreciar la buena literatura- Dijo mientras sus labio se curvaban en una sonrisa- Aunque me gustan más sus poemas, de hecho "El Cuervo" es mi favorito.

-Un poco clásico, ¿no crees?- Era su favorito, pero no quería darle la razón.

-Tal vez, pero que sea clásico no quiere decir que sea malo- Le dirigió una mirada que le costó descifrar- Creo que describe bien lo difícil que es el deseo de recordar y el deseo de olvidar, sin poder desligarse al sentimiento de pérdida cuando el cuervo repite sobre el umbral de la puerta "Nunca más".

Las profundidad de sus palabras la golpearon, y no pudo evitar sonreír con un poco de amargura – Es…es un buen análisis-

-Aww, debería haber tenido un grabador, me diste la razón en algo, me harás emocionar- Dijo en tono de broma.

-¿Tienes que ser un dolor de cabeza todo el tiempo?

-JAJA, nah, solo me gusta molestarte. Me gusta cuando te molestas-

Sinceridad, lisa y llana, ni ironía, ni soberbia, ni sobras de un tonó despectivo. Y ahora estaba ruborizada de pies a cabeza. ¿Qué le pasa a este chico? Primero era una piedra en el zapato y luego le salta con estas cosas. Ugh, la frustraba más.

-Okay, te propongo algo.

Maléfica lo miro expectante.

-Me retiro ahora dejándote en paz, si cuando termines tu turno te puedo invitar un café.

Maléfica lo siguió mirando, como si no entendiera sus palabras.

-¿Aceptas?- Dijo dándole un último sorbo a su café sin despegar la mirada de ella.

Dudo unos instantes, ¿Dudo? ¿Desde cuando dudaba tanto?. Y ¿por qué no podía despegar la mirada de este chico? Bueno, si aceptaba se iría, aunque luego tendría que volver a verlo… Maldijo por lo bajo.

-Mi turno termina a las 15- Soltó casi en un susurro.

Una sonrisa genuina se dibujo en el rostro de Diaval, que se levantó de la mesa guardando el libro en su bolso – A las 15 será - Y así se dirigió hacia la puerta.

-No te esperare ni un minuto ¿Esta claro?- Le gritó

-Como el agua, Mistress- Dijo sonriendo sin voltearse y saliendo del local.

¿Mistress? No sabía si reír ante las palabras del muchacho o qué. No podía negar, este chico era interesante.


Si llegaste hasta acá y no me odiaste, te debo un chocolate. Pero me lo tienes que pedir dejando un comentario.(? Critica, opinión, lo que sea, es bienvenido. :)

Gracias por leer. Y prometo pronta actualización.