Disclaimer: Harry Potter no me pertenece, es obra de J. K. Rowling.
Esta historia participa en el reto Más de 1.000 historias del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black. El reto elegido ha sido Olores de la Amortentia.
El tercer olor.
Fred Weasley siempre ha deseado dos cosas en la vida. Dos únicas cosas. O, al menos, eso es lo que él cree hasta que huele la Amortentia por primera vez. Solo entonces se dará cuenta de que es el tercer olor el que representa su más profundo anhelo.
1
Madera.
La luz de la luna se filtra a través del cristal, inundando la estancia con un delicado resplandor plateado. Sus dulces rayos caen directamente sobre la cama, alumbrando apenas a la pareja.
Ella duerme placenteramente, él abraza su cuerpo desnudo. La respiración de la mujer es profunda, su pecho sube y baja tranquilamente bajo la sábana.
Fred la observa en silencio; después de tantos años la suavidad de su piel todavía le hace perder el control, su sonrisa todavía lo cautiva. Su mirada, su voz, cada uno de sus gestos. Ama todo en ella, hasta el más mínimo detalle. Y sus manos…
Sus manos quizá sean lo más especial. Sonríe, consciente de que de no haber sido por ellas las cosas podrían haber sido muy distintas entre ambos.
Siguiendo un impulso se incorpora, quedando apoyado sobre el codo. Entrelaza los dedos con los de su pareja y, muy lentamente, cuidando de no despertarla, alza su mano unos centímetros del colchón. Sus labios se posan sobre la palma de ella, apenas un roce, una caricia casi imperceptible. El olor de sus manos lo estremece.
Once años. Once años han pasado desde la primera vez que reparó en esa fragancia. Once años desde que se dio cuenta de lo mucho que la deseaba, de lo mucho que la necesitaba.
Se deja caer sobre la cama de nuevo. La sonrisa permanece inmutable en su rostro; todavía recuerda aquel momento con claridad, prácticamente a la perfección. Nunca podrá olvidarlo.
Estaba en sexto curso, ese día tenían Pociones a última hora. Como siempre George y él se sentaban al final de la clase, completamente ajenos a las explicaciones del profesor Snape. Sus mentes estaban ocupadas en el diseño de un nuevo producto para enriquecer sus Surtidos Saltaclases. Por más que lo intentaran eran incapaces de controlar por completo su entusiasmo.
—¿Le importaría decirnos qué huele usted, señor Weasley? —La voz del profesor interrumpió abruptamente sus cuchicheos. Los gemelos alzaron la vista con brusquedad, completamente perdidos.
—Creo que te lo dice a ti… —susurró George tratando de librarse de la ardua tarea. Después de haber hecho caso omiso de Snape durante la primera media hora de clase preferiría no tener que atender ninguna de sus demandas.
Fred se levantó torpemente, mascullando maldiciones contra su hermano. Avanzó hasta la parte delantera de la clase, sin saber muy bien qué debía hacer. Snape pareció darse cuenta de ello.
—La Amortentia, señor Weasley, el filtro de amor más poderoso del mundo —siseó el hombre. La mueca de desprecio en su rostro era más que evidente. No le gustaba ser ignorado—. Decíamos que tiene un aroma diferente dependiendo de quién lo huela, recordando así las tres cosas que cada uno más desea.
El muchacho miró la poción con curiosidad. Tenía un brillo nacarado y despedía unas finas espirales de vapor ascendente que se arremolinaban sobre la superficie del caldero.
—¿Podría decirnos qué huele usted? —repitió una vez más Snape. Empezaba a perder la paciencia.
Fred se apresuró a inclinarse sobre el espeso líquido. Inspiró hondo y el olor de la poción lo abrumó por unos instantes. Reconoció los dos primeros elementos de inmediato.
—Madera y fuego —explicó con una mueca de satisfacción. Tenía muy claro lo que significaban.
No obstante, el tercero… El tercero era distinto; ni siquiera era capaz de identificarlo. Tomó aire una vez más. Sí, indudablemente ahí estaba. Era muy ligero, nada ostentoso. En ciertos momentos parecía camuflarse bajo los otros dos, siendo entonces apenas perceptible. Pese a todo, a pesar de su delicadeza, era el que más lo fascinaba. ¿Qué era…? ¿Qué demonios era…?
Otra inhalación. ¿Podía ser…?
Sí, eso era. Estaba seguro. Pero ¿por qué su poción olía así? No tenía ningún sentido.
Abrió la boca para completar la respuesta pero, en el último momento, algo lo detuvo. Un impulso egoísta, quizá. Quiso guardárselo para sí mismo. Así que mintió.
—Galletas de chocolate —añadió al fin sin siquiera saber muy bien por qué. Las comisuras de los labios del profesor se curvaron en una mueca despectiva. Fred supuso que su respuesta no le parecía lo suficientemente interesante. Cómo si le importara.
—Y, ¿podría decirnos qué significa, por ejemplo, la madera?
El chico carraspeó molesto. No soportaba a Snape. Y, por supuesto, el sentimiento era mutuo.
—Es madera de fresno, barnizada. También hay pino. —Fred hizo una pausa—. Es el olor de mi Barredora 5. Me gusta volar y jugar al Qudditch. De pequeño quería ser jugador profesional. —Risas de un grupo de Slytherins. Él prefirió ignorarlas—. Supongo que por eso la poción huele así.
El profesor asintió lentamente, dándose por satisfecho.
—Bien, puede sentarse —El joven obedeció, sin dedicar ni una sola mirada más ni a Snape ni a la poción. No obstante, la voz del hombre lo detuvo justo antes de que tomara asiento—. Por cierto, serán diez puntos menos para la casa Gryffindor. Puede que así aprendan a respetar y a apreciar mis clases.
A su lado George soltó un resoplido; Fred apenas fue consciente de ello. Su mente seguía ocupada tratando de descubrir el significado de la última de las fragancias.
El tercer olor, ese que no había sido capaz de poner en palabras. Ese que había sentido la imperiosa necesidad de guardar para él. Ese que se había convertido en su secreto.
¿Qué diablos significaba?
Continuará…
Espero que podáis ignorar ciertas incoherencias, por ejemplo que los gemelos nunca superaran (creo recordar) su TIMO de Pociones. Por lo tanto, no deberían estar en sexto año… Pero, en fin, para eso tenemos FanFiction. Ya veréis que no es lo único (además de la obvia no-muerte de Fred) que he cambiado de los libros.
Decir solo que según mi Word la viñeta tiene 888 palabras.
Ojalá lo disfrutéis. Nos leemos pronto.
