Bueno psss.. este es mi primer fic que escribo de verdad.. habia empezado uno de Harry Potter pero no lo termine.

pero este si lo escribire

y lo voy a acabar

ESTE FIC ES DEDICADO A MI MEJOR AMIGA

es una de las mejores personas qee conosco. ERES LA MEJOR AMIGA!.. tu sabes muy bien qe te quieroo

tambien el primer capi va para ella (:

aaii te va por fin!!..

Capitulo 1 "Forks"

*Bella*

Acababa de llegar a Forks y ya estaba aburrida. Me encontraba flojamente acomodando mis cosas en mi vieja recamara. Seguía exactamente igual a como la recordaba, no habían movido nada.

–Bella, baja. ¡Tenemos compañía! –dijo Charlie, mi padre. No estaba muy acostumbrada a decirle "papa". Siempre, simplemente, lo llamaba Charlie.

–Ya voy Charlie– respondí quejumbrosa. Ahora lo único que quería era encerrarme en mi cuarto y tratar de no correr devuelta a Phoenix.

Baje las escaleras a paso de tortuga. Cuando llegue a la sala me encontré con una cara vagamente familiar. No logre recordar nada acerca de él.

–Bella, ¿recuerdas a Billy Black?- me preguntó Charlie.

– Hola- ah, si ya lo recuerdo. Billy Black es un muy buen amigo de Charlie. Solíamos visitarlo siempre, cuando venia –hace mucho que no te veía–dije cortésmente y trate de dibujar una sonrisa en mi rostro. No logre mucho.

– ¡Hola! – oí decir a una segunda voz. Cuando volteé para ver de quien provenía, me tope con un rostro un tanto familiar, pero obviamente ya crecido. Era un joven de piel morena clara (una gran diferencia si lo comparabas con el hombre que tenia a su derecha). Tenía los ojos de un color verde claro y su cara tenía las facciones definidas. Su nariz no era muy grande y era recta, salvo una pequeñísima levadura en el medio. Tenía mirada dulce.

–Supongo que te acuerdas de Edward– el tono de Charlie era entusiasmado pero no le agradó que Edward se le adelantara.

–Si, si te recuerdo. Eras el niño que siempre estaba enyesado, enfermo, o teniendo que reposar por "x" o por "y", ¿verdad? – dije dirigiéndome hacia él recordando mis viajes a su casa, arrastrada por mi padre. Detrás de Edward, Charlie y Billy se dirigían a la cocina.

–Si. Exactamente, siempre he sido muy inquieto– me contestó él esbozando una ancha sonrisa.

– ¿Y como te ha ido? ¿Ya no has tenido ningún accidente?

–No, gracias a Dios, ya me he perfeccionado.

–Según él…– contestó Billy hablando desde la cocina. Incrédulo.

–Es verdad– habló indignado Edward– ya no he tenido ni un solo accidente. Aunque nunca falla el hecho de que me puedo caer o algo, pero solo cuentan los accidentes de gravedad– me guiñó el ojo.

Se veía increíblemente lindo cuando guiñaba el ojo así. De seguro lo tenía más que practicado con las chicas.

–Yo también he dejado de contarlas. Es mejor contar las que realmente son graves o peligrosas. De otro modo parecería que mi vida es un accidente– me reí. El tenia una especie de aura que me generaba buen humor y, por consecuente, mi simpatía hacia él.

–Entonces…Isabella Swan vuelve a la tierra de los diluvios. Será un honor tenerla aquí– pronunció estas palabras imitando a un anciano refinado pero parecía que esto le causaba un gran placer. Cosa que a mi no.

–Ya ves. Al parecer tienen razón en decir que todo se puede en esta vida. Ah, y dime Bella, por favor.

–Esta bien, Bella. A mi puedes llamarme simplemente Edward.

– ¿Tu crees que llegue a acostumbrarme a vivir aquí, Edward?

–Si – afirmó rápido y con ligereza– yo podría apostar a que te va a encantar. Te prometo que te ayudaré en eso – tenia una sonrisa muy cálida plasmada en su rostro. Me hacia pensar que sus palabras eran ciertas. Quería que así fuera, por mi bien.

–No sabes lo que dices – conteste muy segura de mis palabras. Forks, no era precisamente el lugar más soleado y paradisiaco del mundo. Tal vez si solo pudiera hacer realidad el primer adjetivo…

Esa tarde nos la pasamos recordando viejos aspectos de nuestra niñez. El me contaba de sus múltiples accidentes, con lujo de detalles. Los míos ya no parecían tan impresionantes a un lado de los de él. Esto me reconfortaba bastante. A veces parecía que yo al destino no le caía bien y me ponía en cada situación, que ¡hay Dios! No siempre era cosa mía, pero había llegado a creer que mi naturaleza era algo torpe. Aunque una vez que me encontré sola en mi cuarto, me puse a reflexionar sobre ello. La verdad es que había conocido a gente en mucho peores situaciones que yo. Yo era capaz de hacer deportes, pero he de admitir que no siempre salía ilesa. Bailaba, mínimamente, pero lo hacía. Además, si algo me lo proponía de verdad, tenía posibilidades de cumplirlo.

Billy y Edward se habían ido deprisa porque en la reservación los esperaban. Billy era un hombre muy bueno y me gustaba que fuera amigo de Charlie. Billy se veía como un hombre muy fuerte a pesar de su situación física. Estaba inválido, andaba en silla de ruedas. Edward siempre le ayudaba a tirar de su silla y al parecer a Billy no le importaba. Se veía que tenían una muy estrecha relación.

Antes de irse, Edward me dijo que Billy iba a volver mañana para ver el football con Charlie y me prometió que el también vendría, no sin antes preguntarme si no me molestaría.

La verdad es que no me molestaba en absoluto, disfrutaba mucho de su compañía. Desde el primer momento en que lo traté supe que sería un muy buen amigo. Él me daba muy buena espina y a Charlie también.

– ¿Que te ha parecido Edward? – preguntó Charlie al cerrar la puerta. Billy y Edward se acaban de marchar –los he visto platicar muy animadamente – me sonrió.

–Si papa, es muy agradable, además de gracioso – me reí recordando uno de los accidentes de los que me hablo. Él, resbalando en una pista de hielo y estampándose contra un árbol.

–Que bueno, me parece muy bien que ya hayas hecho un amigo – me dijo con un brillo en los ojos. Estaba preocupado por mi. Charlie era un hombre muy serio y solitario, pero se le notaba que me quería. Me gustaba sentir que me amaba, aunque no fuera de muchas palabras.

Volví a mi cuarto más animada. Si así es él, porque no podría pensar que las demás personas aquí, fueran amigables. Tal vez no sería tan feo como pensé.

Al día siguiente, en la tarde, Billy y Edward aparecieron. Yo los recibí sonriente.

– ¡Hola! – dije al cabo abrí la puerta.

– ¡Hola Bella! –dijo Edward.

– Hola Bella ¿y Charlie? – preguntó Billy antes de que Edward continuara.

– Esta en la sala, ya listo para ver el partido – dije sin borrar la sonrisa de mi cara, yo creo que se debe al hecho de tener compañía lo que me hacía sonreír. Me gustaba como se sentía después de haber pasado la noche pensando en la vida que he dejado atrás.

Edward comenzó a empujar la silla de Billy hacia la sala en cuanto mencioné que allí se encontraba Charlie, pero volvió muy rápido. Él al parecer no venía a ver el partido.

– ¿No te sentaras a observar el partido? – me preguntó justo cuando yo lo iba a hacer.

– No, pero ve tú. No soy muy amante de ver partidos en la televisión – me gustaba ver la televisión de vez en cuando, pero definitivamente no me llamaba la atención los partidos por televisión.

– Ese partido no es tan bueno –dijo como quien no quiere la cosa, dudando un poco. Creo… – mejor vamos a tomar un poco de aire fresco, o algo.

–Esta bien, así podremos platicar más.

Salimos a mi pequeño patio que colindaba con el bosque. Allí nos sentamos en el césped, uno en frente de otro.

–Y… no me has dicho, ¿Por qué te mudaste a Forks si dices que no te gusta para nada? – esa era una pregunta que yo no le había respondido, pero de repente sentí como si pudiera confiarle hasta mi vida.

–Bueno, es que, no podía interferir en la felicidad de mi madre. Ella no podía irse con Phil mientras yo la necesitara en Phoenix, así que supuse que lo mejor sería venir con Charlie.

– ¿No se te hace que estas dejando mucho por tu madre? – preguntó como comprendiendo todo a la perfección.

– Ella se lo merece. Yo sé que algún día yo también lo seré, si ahora sufro me servirá para que mañana sepa distinguir la felicidad ¿No crees? – dije recordando a mi madre diciéndome que debía ser positiva.

–Es un modo muy bello de verlo – Edward volteó a verme con unos ojos que no supe describir. Pero me gustó como me miró. Me sonrojé – oye, que bonito te sonrojas – se rió.

– ¡No te burles! Me cae gordo que mi cara no aguante las emociones – dije entre resignada y entre puchero, me oí extraña pero esto solo intensificó sus risas. Tenía una sonrisa muy bonita. Todos sus dientes eran blancos y alineados, perecía que no tenía ni si quiera que ir al dentista. Abría su boca de modo que dejaba ver la mayoría de sus dientes. Su risa también era bella. Era un sonido muy agradable pero un tanto disparejo. Además era pegajosa, de pronto yo me encontraba riendo con él.

–Eres muy graciosa, me agradas mucho – dijo él aun con risas entre dientes.

El resto del día se nos paso volando, entre risas, preguntas y memorias. ¿Por qué Edward no iba a la misma escuela que yo? Nos estábamos volviendo tan buenos amigos que me pesaba tener que dejar de verle mientras iba a la escuela. Sin contar el hecho de que no conocía a nadie.

En lo que restó de mis vacaciones no pude ver a Edward pero él me habló por teléfono el domingo en la noche.

–Hola Bella – le oí decir. Me sorprendió que me llamara. Esta era la primera vez.

–Hola Edward, ¿Qué pasó?

– Pues, quería un par de cosas. Mmm… Que te parecería si vienes mañana junto con tu padre. Es que es el cumpleaños de Harry Clearwater, un amigo de Charlie y él vendrá. Pero no sabía si vendrías tu también.

–Charlie aun no me ha dicho nada, pero yo creo que si iré – sonreí aunque Edward no pudiera verme.

–Que bueno. Ah. Y casi se me olvida, suerte mañana en tu primer día.

–Gracias, Edward. En verdad lo aprecio mucho. Eres genial.

–Si, suelen decirme eso. –dijo haciéndose de presumido.

–Uy, si. ¿Sabes lo que significa humildad? – me reí.

– Me han dicho que debería de buscarlo en el diccionario, pero en el mío no viene esa palabra – se rió junto conmigo.

– Bueno, yo creo que ya tengo que dormir. No queremos que en mi primer día me caiga innecesariamente a causa del cansancio ¿o si? – seguimos riendo melodiosamente.

–Cierto, cierto. Tienes razón. Te dejaré dormir – su voz tenía un tono resignado – Que descanses, Bella.

– Tu también, Edward.