Bleach y sus personajes no me pertenecen.
Situado en el episodio 90 del anime. El título significa égida (escudo, protección, defensa).
Aegis
—¡Renji!
Yumichika toma un puñado de tu shihakusho y te detiene. Te vuelves para observarle y él te habla sobre la Undécima División y su orgullo, y el hecho de que Renji ha estado bajo el mando de Zaraki Kenpachi. Sin embargo, no puedes evitarlo; quieres ir tras Renji y luchar junto a él, incluso protegerlo. Sabes que es más que capaz de cuidarse solo, pero tu naturaleza protectora e impulsiva te reclama a gritos que le socorras, que no dejes que lo lastimen.
Sometiéndote a tu parte racional y a sabiendas de que sólo lograrás manchar el orgullo de tu camarada, decides observar el combate desde afuera, y silenciosamente agradeces que Yumichika no te haya soltado pues, de no ser así, estarías al lado del pelirrojo en menos de lo que toma un parpadeo.
No sabes cómo ni cuándo comenzó, pero no puedes evitar el remolino de preocupación que se forma en tu estómago cada vez que Renji está en peligro. Nunca lo aceptarás, y mucho menos en voz alta, pero le quieres más de la cuenta. Por eso, con un nudo en la garganta, intentas ir a salvarle cuando una pila de escombros cae sobre él.
Como es de esperarse, Yumichika te retiene.
—Adelántate, Ichigo —te ordena el Segador—. Yo me encargaré de Abarai.
Tú, alterado, intentas zafarte de su agarre.
—¡Pero, Yumichika...!
—Hazlo, Ichigo. Después de todo, parece que le debo una a Abarai.
Y sin más, te empuja hacia el lado contrario, salvándote de las rocas que caen sin merced.
—¡Ey! —le llamas, alarmado— ¡Ey!
Yumichika. Renji. Tu alma grita sus nombres sin descanso, crispándote los nervios, y el nudo en tu garganta te impide emitir sonido por unos momentos. Renji, Renji, Renji. Los remolinos en tu estómago crecen junto a tu preocupación, y sin darte cuenta comienzas a gritar sus nombres.
—¡Renji! ¡Yumichika!
No reconoces la voz llena de pánico que sale de tus labios, tampoco los desbocados latidos de tu corazón. Lo único que sabes con certeza es que necesitas encontrarlos.
—¡Renji! ¡Yumichika!
Una voz a tus espaldas interrumpe tu búsqueda, y al mirar sobre tu hombro caes en la cuenta de que no puedes seguir preocupándote por ellos en un momento como ese. Con el ceño fruncido, te das la vuelta, y al ir acercándote a los Bount ruegas en tu fuero interno por que ambos estén bien y puedan arreglárselas solos.
