Hay personas en nuestras vidas, tan elocuentes que poseen voces melifluas y simulan el arrebol de la tarde. Ese instante eterno y efímero antes del anochecer. Sin embargo, en los mares de iridiscente memoria, esa voz nos parece inmarcesible, etérea, y pensamos que es una serendipia. Pero al final nos damos cuenta que sólo fue un mero espejismo, producto de la limerencia.
CAMBIADAS AL NACER
Sumarry: Son tan diferentes como el agua y el aceite. Están destinadas a conocerse, tal vez en una fiesta, tal vez en la escuela, tal vez en alguna tienda. Tal vez en un sueño etéreo. Pero no saben ni por asomo la conexión que comparten. Porque sus vidas son como son pues fueron cambiadas al nacer.
Advertencias: Crack!Parings (DaringXRaven, AshlynnXHopper, AppleXOC, HunterXMaddie, y muchas más), drogas, depresión, psicopatías, sexo, alcohol y rock & roll. OC, OoC, etc. Jijijiji…
Rated: M.
Prólogo: El Cambio.
Elvira estaba entre la multitud furiosa. Su querida hermana le había advertido. Le había dicho que para la familia Queen no existían los finales felices. Y vaya que había tenido razón. No había podido enamorar al príncipe del reino, quien termino casado con la bella descendiente de Blanca Nieves, Sarah White. El noble al que había engatusado, le engañaba con una mujer mucho más de su linaje. Pero aquello no era lo peor.
Observo con enojo incontenible como el carruaje dorado se detenía frente a la gran puerta del recinto. Del hermoso carruaje descendió la princesa Sarah y el príncipe Edgar. La pareja número uno del reino. La princesa estaba a punto de tener a su primera hija, y sin duda era la muchachita más hermosa del mundo. Se había especulado mucho sobre el día del nacimiento de la próxima princesa de Ever After. Sin embargo, nunca nadie imaginaria lo que sucedería ese día.
Elvira bufo molesta mientras que se tallaba el vientre abultado. Sabía muy bien que estaba siendo una egoísta de lo peor. Pero le dolía que su hija, su bella hija, se viese opacada siempre por el cumpleaños de la princesa. Por el cumpleaños de la hija de Sarah White. ¡Dios! Como odiaba a Sarah White. Esa mujer nunca se había esforzado en su vida y recibía más elogios que ella, quien había pasado toda su vida trabajando entre los establos mal oliente de su padre.
Aunque ahora no podía quejarse. Su esposo la mantenía bien vestida y feliz. Al menos por fuera. Pero él nunca la amaría, nunca la vería con los mismos ojos con los que el príncipe observaba a la descendiente de Blanca Nieves. Eso la enfurecía. Tanto fue su enojo en ese momento que pudo sentir un terrible estirón en el vientre. Eso solo podía significar una cosa. Su bebe estaba por nacer. Trato de contener su dolor cuando una nueva contracción la retorció.
Sin más cayó al suelo.
Mientras la llevaban con urgencia dentro del hospital. Por la puerta trasera y sin ninguna clase de elogios, no pudo evitar odiarse a i misma. Acaba de condenar a su hija a vivir bajo la sombra de una princesa. Justo como ella había vivido desde que acepto la copiosa pero miserable ayuda de quien decía pensaba hacer los pases con la familia Queen.
A lo largo del pasillo de maternidad un grito se escuchó sonoro. Elvira podía entender perfectamente bien lo que decía, es más, sabía bien quien lo decía. Le provocaba cierto placer saber que la mujer que gritaba tan desesperadamente en esos momentos no era otra que la princesa Sarah. Rio.
—Le es muy incontrolable el dolor — pregunto una de las enfermeras.
— ¿Quién es la otra persona que da a luz? — pregunto la mujer aunque sabía perfectamente quien era.
—La princesa Sarah White — contesto un poco preocupada.
La mujer Queen bufo, mientras dejaba que el anestesista la pusiera en un estado de inconsciencia. Debido a los desvelos Elvira estaba muy desnutrida. Cuando el doctor la vio dictamino que era mejor una cesaría pues su cuerpo no aguantaría el dolor del nacimiento. Incluso si aún existían muchos riesgos.
En un principio, le hacía mucha ilusión tener a su esposo a su lado cuando su hija naciera. Pero su esposo había salido de viaje con su supuesta secretaria que es en realidad su amante. Elvira cerró los ojos esa noche, mientras lloraba por lo miserable que era su vida.
En el otro lado del pasillo de maternidad, un grito se apagaba lentamente. Sarah adoraba su vida. Estaba decidida a darle la misma clase de vida a su hija. Les había pedido a las aves que escogieran su nombre cuando la vieran por primera vez. Pero en esos momentos, no le importaba su nombre, ni su linaje, ni lo mucho menos su propia vida. Su bebe tenía una complicación. Sarah no entendió lo que su distinguido ginecólogo le estaba diciendo. Solo sabía que entraría a operación.
El doctor fue a pedir una sala de operación con urgencia. Sabía que la que estaba mejor preparada para una operación complicada era la numero uno. Una cesaría no era tan complicada, pero la princesa necesitaba lo mejor y era más preventivo estar preparados. Para cuando llego a la sala la encontró lista para iniciar una cesaría distinta. Se extrañó, no sabía que había una programada para ese mismo día. Pero no le importo. Tomo otra sala para la princesa y listo.
Ambas operaciones se realizaron en salas continuas y ambos bebes nacieron con unos segundos de diferencia. Era un milagro. Las enfermeras salieron con los bebes para llevarlos a los cuneros. Y ese pequeño encuentro, capricho del destino, determino sus vidas.
— ¿Puedes creer mi suerte? — pregunto una de las enfermeras.
—No estoy de ánimo para esto — contesto la otra mientras se recargaba en la pared — no he dormido en más de sesenta horas, o más.
— ¿Por qué no me acompañas a dejar a la hija de la princesa y platicamos? — dijo la otra mientras tomaba uno de los cuneros y se lo pasaba a la otra.
De lo que no se dieron cuenta, fue que habían tomado el cunero equivocado. Una de las enfermeras dejo a una bella muchachita con sangre real en el cunero que firmaba familia Queen. La otra había dejado una bebe de ojos violetas en el cunero de rezaba familia White.
Continuara…
En el siguiente capítulo:
Raven se observó en el espejo por quinta vez esa mañana. La corona con un moño rojo no le sentaba nada bien. De hecho, no se sentía muy bien. Volvió a tomar un poco de agua antes de querer ir a vomitar. No iba a ser su semana. Desde la mañana sentía que su corazón iba más rápido y que sus poderes se salían de control. Ojala Sarah pudiese hacer algo por ella. Pero su madre no sabía nada sobre magia.
En ocasiones, como esta, no se sentía una White como su madre aclamaba que era.
…
Bajo con la cuerda desde su cuarto. Su madre aun dormía así que no había ningún problema. Al menos tendría una hora para ir a ver el amanecer sobre la colina. Se dirigió a los establos, esperando que su padre no hubiese guardado el estúpido caballo la tarde anterior. Se había enojado mucho con su madre y con ella. Aunque ya estaba acostumbrada. Al ver que el establo estaba abierto y que "Ópalo" estaba ahí se sintió feliz. Tomo la silla, la ajusto y salió del lugar.
Cada mañana, cada día, solo cuando podía ver el amanecer era cuando Apple Queen se sentía feliz.
