Recomendación: Lean mientras escuchan "No ha parado de llover" de Maná.

Un Lugar Soleado

Capitulo Uno

Tristeza

-"Sakura-chan"-murmuró quedamente, como si un tono de voz demasiado elevado la hiciera desaparecer. Ahí estaba ella, con su sonrisa blanca, sus ojos verdes completamente fijos en él, por primera vez desde que se habían conocido. Ella, Sakura Haruno, estaba esperando la confesión que ya era secreto a voces entre los del curso.

-"Dime, Naruto"-lo animó quedamente, sintiendo enrojecer sus mejillas, dejando entrever melancolía en su delicada voz. Tenía que decirle de frente la verdad. Sus manos bailaron un nervioso compás, detrás de su espalda, como ocultando su miedo.

"No lo digas, no lo hagas" pidió internamente, como quien pide que no llueva, aun sabiendo que sus plegarias no serán escuchadas.

-"Yo…"-tembló. Tragó. Dudó.-"Sabes… yo…"-

Los ojos claros, puros, de Naruto se clavaron en el suelo brevemente, después se cerraron. Cuando se volvieron a abrir, enfocaron el rostro confuso y melancólico de su compañera de equipo. Inspiró y abrió la boca.

-"Sakura-chan, tu me gustas. Te quiero."-dijo atropelladamente casi sin tomar aire. El miedo se había disuelto en medio de todas las emociones que le brotaban después de pronunciar cada silaba que conformaba la frase que tanto había practicado. Había cerrado el espacio que existía entre ambos y estaba mirando fijamente a Sakura, quien se sentía intimidada ante tal reacción-"Se que lo sabes, pero quiero que me digas que es de dos, que no estoy loco…"-La tenía sujeta de los hombros. Esperaba una respuesta. La respuesta correcta, no otra.

Azul contra Verde. Eran dos fuerzas que se encontraban en un duelo realmente innecesario pero la existencia de una petición por parte del rubio, había generado tal colisión.

Sakura cerró los ojos, declarándose silenciosamente como perdedora, apenada de no poder hacer nada, ni en contra, ni mucho menos a favor con respecto a la fiereza de los sentimientos de su amigo. Porque ciertamente ya eran tan tangibles que incluso dolía al fijar la mirada en su vivaz rostro, en el cual todo se contrastaba con un inocente y angelical sonrojo de esperanza.

Sorprendentemente, rodeó el cuello de Naruto, aferrándose a él con la fuerza de su implacable dolor que estaba próximo a manifestarse en imparables lágrimas. Él, le correspondió el abrazo con excesiva fuerza, pasando sus brazos por su delicada espalda, temeroso, sin saber que era lo que le esperaba, aguardando impacientemente.

-"Lo siento Naruto, tú eres como un hermano para mi"-soltó tristemente, apretando sus brazos alrededor del cuello del rubio, deseando que no la viera a los ojos, deseaba que no supiera de su propio dolor al no poder corresponderle.

Él, bruscamente, la soltó. Fijó por unos instantes sus ojos en Sakura, en la persona a quien quería.

-"No te preocupes, Sakura-chan"-

Usó el tono más agradable que pudo, pero la pena se coló entre sus palabras y Sakura tembló.

Culpable. Homicida. A sangre fría le había partido el alma, sin siquiera prepararlo para desgarrarle el corazón con palabras, que pese a ciertas, seguían helando el siempre cálido humor de su compañero. Era una desgraciada. Eso era, así se sentía y nadie le quitaría de la cabeza que acababa de asesinarlo. A él, a su mejor amigo y confidente.

Sakura llora porque le ha asesinado. Naruto (aunque no quiera admitirlo porque le daría pena que alguien supiera que tiene el corazón roto) también llora, quizá de dolor, pero de una clase completamente diferente. La chica de ojos esmeralda quizá (sólo quizá) lo entiende porque ya lo vivió cuando Sasuke se fue.

-"Naruto…"-dice tratando de tomar su manga, como si con eso pudiera detener la hemorragia que sufre el corazón del ninja. Él se da la media vuelta y se aleja, lentamente al principio, para después aumentar el ritmo de un leve trote a una carrera que no tiene meta.

Sakura, la homicida, cae sobre sus rodillas, quebrada por romper y llorando por matarle, por considerar que es lo correcto, aún cuando a simple vista sea lo más incoherente que se le pudo haber ocurrido. Ella, termina creyendo que él lo superará, porque aunque no posea el ego más grande del mundo, tiene la fortaleza para mirar al pasado y darse cuenta que pudo superarlo. Sus ojos de esmeralda, que él tanto ama, miran al cielo nublado y pide, encarecidamente, que el sol brille para Naruto. Para su mente y su corazón.


El chico de pelo de sol y ojos de cielo corre bajo la lluvia, mientras en sus ojos también se muestra una tormenta que tiene pinta de ser permanente. El agua recorre todo su cuerpo, besando con fiereza casi dolorosa, la piel que la chamarra naranja no cubre. Llueve afuera porque adentro de Naruto Uzumaki también ocurre el mismo fenómeno meteorológico.

Corre hasta perderse en el horizonte de Sakura, como si con eso fuera a alejarla de su corazón, de sus pensamientos tristes y depresivos. Es demasiado dulce como para querer destruirla, jamás podría desearle el mal a alguien que ama tanto. El amor no se empaña de odio de la noche a la mañana, se dice a si mismo mientras se da cuenta de su propio engaño. La veía tan suya, tan lejana a Sasuke que la creía casi de su propiedad. Disfrutaba de los momentos junto a ella, porque no eran eternos, y aunque no lo quisiera admitir en ese momento, lo sabía. Lo tenía presente en la mente, lo olvidaba con la facilidad que uno omite una daga clavada hasta el fondo del corazón. Y tampoco era que no supiera que no era debidamente correspondido, porque ella, con la mirada apagada y dolorosamente sincera, siempre le decía que extrañaba demasiado a Sasuke.

En esas veces, que él le insinuaba quererla más que como amiga, ella, Sakura Haruno, le rechazaba silenciosamente, aún cuando él ni se había confesado. No era como que necesitara hacerlo.

Sonrió. Una lágrima cruzó su rostro, luego dos. Pasó su manga por su cara y desapareció cualquier indicio de dolor, pero después volvieron a aparecer las marcas de sal y tristeza, sin querer marcharse. Antes de darse cuenta, estaba llorando plenamente, sin ningún tapujo, libre e infeliz, cual bebé abandonado en un río frío. Ella era lo que más quería. Sakura era pregunta no formulada, y al mismo tiempo respuesta sin sombra de duda. Pensamiento sano (e insano, también). Lo primero que cruzaba en su mente cuando abría sus ilusionados ojos azules, lo que él siempre ha estado esperado.


Hinata, que todo ve y que todo siente (muy a su propio pesar) esta tumbada bajo un árbol que parece estar llorando con la lluvia que cae. Esta triste porque se ha enterado, sin querer, gracias a los del Ichiraku, que Naruto Uzumaki esta (¿o estaba?) hablando en privado con Sakura Haruno. No había podido soportarlo y salió corriendo, dejando a Kurenai-sensei, Kiba-kun y Shino-kun solos. Se ha metido en el bosque porque había intentado entrenar para olvidar y realmente termino olvidando entrenar. Esta hecha bolita debajo del árbol, cuyas ramas lloran su pena interna, y abraza sus piernas como si quisiera abrazarse a si misma. No llora porque lo ha hecho antes, cuando esos ojos de perla visualizaron con tristeza como Naruto miraba a Sakura.

"Como si fuera una diosa" pensó Hinata en esa ocasión; y en está, también.

Hinata es un amanecer que nadie más ha visto y que solo quiere (o necesita) ser contemplada por los ojos de cielo del chico zorro. Sabe que los demás son chicos, que existen para ella, que son de su mundo, pero le son insuficientes, ni siquiera los voltea a ver. Se ha fijado una meta extraña, basada en una admiración que jamás será maligna pero si duele y vaya que es algo casi infernal.

Sobre ella no ha llovido, pues se ha protegido justo a tiempo, pero sobre todo el demás paisaje si ha caído un diluvio. Suspira tímida y cansinamente.

La chica se acomoda el cabello detrás de las orejas y sonríe pensando en que Naruto podrá ser feliz en brazos de quien él realmente quiere. Con ese pensamiento que la hace sentir ligeramente mejor (aunque no es la mejor anestesia para su corazón) se pone de pie y decide salir corriendo con destino a casa, antes de que el clima empeorase. De momento, solo hay una leve llovizna que quizá no sea tan dañina.


Se ha arrastrado hasta quedar debajo de un árbol lo suficientemente grande como para cubrirlo. Hace frío, pero no le importa. Ya nada tiene importancia. Quizá cuando se levante, al otro día podrá pensar con más claridad, la cual le será proporcionada por una buena fiebre y un resfriado bien merecido. Quizá al otro día, el optimismo vuelva. No tiene nada de malo sentirse triste, se consuela.

Naruto ha cerrado los ojos, porque no tiene ganas de seguir sufriendo y decide que lo mejor es intentar dormirse, yéndose a un inframundo sin descanso, pero sin dolor emocional. Se ha quedado tumbado en el suelo, en posición fetal, como niño pequeño. Esperando a morir, esperando a vivir.


Mientras corre, sus ojos se clavan en la mancha naranja y negra que se ve borrosa a causa de las pocas gotas de lluvia que aún intentan mojar lo ya húmedo. Hinata, curiosa, se acerca y descubre que el cuerpo que es bañado en la lluvia no es otro que Naruto, que duerme con los ojos cubiertos de agua. Al primer roce de su mano blanca contra la piel del rubio, siente una descarga de tristeza que la recorre y se cuela en su mente. Los ojos se le empañan por las lágrimas. Cuidadosamente, se sienta junto a él, olvidando la lluvia que cae sobre los dos, coloca su cabeza sobre sus piernas y, sonrojada al ver tan de cerca su rostro, desliza sus manos por su cabello, tratando de alejar las partículas de agua que se entretejen en los mechones de sol.

Tocó, con las yemas de sus blancos dedos, la mejilla del chico zorro, solo para darse cuenta que, efectivamente estaba con él, bajo un árbol. Él, esta completamente empapado y ella se mantiene lo más seca que el clima le permitió. Sin pensarlo dos veces, se quita la enorme chamarra que siempre usa y lo cubre con ella.

Naruto, entre sueños, siente como una leve ola de tibieza le recorre el cuerpo, e inconscientemente sonríe. Hinata sabe que en el momento que él abra los ojos y la enfoque, ella se desmayara, así que deberá irse antes de que él pueda siquiera verla.

-"Na… Naruto-kun"-dice deslizando su mano derecha por el rostro de él. Su mano es tibia, cálida al contacto con la piel mojada y fría del rubio.

Una segunda confesión ocupa el silencio del lugar. La Hyuuga lo dice con acciones, porque las palabras siempre se le quedan atoradas en la garganta y no salen por más que ella intenta que se hagan oíbles. Pero se ha confesado, le ha dicho que lo quiere por el simple hecho de estar con él en su sufrimiento, aunque él no lo sepa.

Adentro sigue lloviendo. Afuera también. Pero el amanecer, por primera vez, es divisable.

Continuará…

Notas de la Autora: Waaaaaaaaaaaaaaa ¡Por fin tengo un el primer capitulo de un Naruhina! ¿Verdad que esos dos son lindos X3? Siempre me ha gustado esta pareja, porque Hinata es genial y Naruto también (y la gente genial hacen hijos juntos XD!), pero me ha costado sacarlo porque me gusta que Hinata quede dentro del personaje (espero haberlo logrado, créanme que me he partido la cabeza en intentarlo). Si, yo se que algunos odiaran a Sakura, pero ¡No lo hagan! La pobrecita no tiene la culpa de no querer a Naruto de esta manera (¡dattebayo!) y he intentado hacer esa escena lo mejor que he podido, porque si bien la mujer no es mi santo de devoción, si me cae lo suficientemente bien como para que le duela hacerle el feo a Naruto XD.

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