Saludos para quien lea esto.
Primero que nada me gustaría expresar lo nerviosa que estoy porque esta es mi primera historia. No es como si fuera la primera vez que escribo algo, pero sí que es la primera vez que lo publico, y la verdad es que esto es algo diferente de lo que suelo hacer, o he hecho hasta ahora. Así que espero que os guste tanto como a mí me gustó escribir este primer capítulo. Son dulces deseos que tiene una escritora novata.
Ahora si, os dejo leer.
Capítulo 1: La encontraremos
Edward POV
La tenía fuertemente agarrada, no lo bastante como para hacerle daño pero lo suficiente como para que su minúsculo cuerpecito no se cayera. Era tan pequeña y frágil, su piel blanca como la cal era casi traslucida, era increíble como casi se podía percibir el latido de su corazón con sólo mirarla. Tenía los ojos de un color marrón chocolate tan agradable que tenía el don de hipnotizarte con solo parpadear. Y era tan lista, con sus escasos dos años de edad ya era capaz de hablar casi sin errores, y ya caminaba también. Iba corriendo de un lado a otro de la casa con un energía vigorizan te, yo solía bromear con que solo paraba cuando se le acababa la cuerda. Le gustaba sobre todo la planta superior de la casa, donde solíamos jugar al escondite muy a menudo. Mas en concreto, amaba la enorme biblioteca llena de cuadros que una vez había sido el despacho de mi padre, mas de una vez la había encontrado sentada en el suelo observando, absorta, las imágenes de cuadros llenos de colores que sin explicación llamaban su atención o acariciando la cubierta de los viejos libros que quedaban al alcance de sus pequeñas manitas.
Recuerdo especialmente una tarde. Ella estaba a punto de cumplir los dos años y acababa de aprender a andar, así que iba corriendo de un lado a otro descubriendo las cosas poco a poco. Fuera estaba lloviendo por lo que nos quedamos en el interior de la casa leyendo el libro de historias infantiles que le había comprado hace poco.
–¿Jugamos? – me había dicho cuando se cansó de la historia que le estaba contando.
Sonreí.
–¿Quieres jugar al escondite? – le pregunté al tiempo que la bajaba suavemente de mi regazo, donde se instalaba siempre que quería que le leyera algo.
–Si – dijo ella saltando de la alegría.
–Vamos princesa, ves a esconderte que yo cuento hasta 10 – le dije yo mientras observaba como abría la puerta de mi habitación y la cerraba con algo de dificultad para luego echar a correr por el pasillo.
Me preocupé, como siempre hacía cuando la perdía de vista, de que decidiera bajar por la escalera o asomarse a una ventana...
No, ella no hacía esas cosas, era lo bastante lista como para saber que eso estaba mal y ella nunca hacía lo que estaba mal. Así que empecé a contar.
–Preparada o no, allá voy – grité y salí de mi habitación.
Comencé a buscarla con la mirada, pero era obvio que no estaba en el pasillo, por lo que abrí la puerta del cuarto contiguo al mío y allí no estaba. Así que me dirigí al siguiente dormitorio y tampoco.
Estaba empezando a preocuparme, normalmente la encontraba enseguida. Aunque siempre hacía que no la veía hasta que ella se cansaba y salía sola, era entonces cuando yo la abrazaba y le decía que me había asustado al pensar que se escondía tan bien que nunca mas la encontraría... Además ella no podía correr tan rápido ni tan lejos en el tiempo que yo tardaba en contar hasta 10.
Miré en la siguiente habitación, la que una vez le perteneció a mi hermana favorita, pero nada. Así que corrí a las puertas dobles del vestidor y las abrí, esperando verla allí sentada, riendo. Pero allí no estaba.
Volví al pasillo y desesperado abrí la puerta del siguiente cuarto.
–¿Princesa? – la llamé preocupado. – Vamos preciosa, no me asustes. Tu ganas, pero sal mi amor.
Intenté no gritar para no asustarla, pero fue casi imposible. La planta superior de la casa era enorme y quien sabe donde se había escondido. Intenté en vano obtener respuesta de su mente, pero fue imposible, ella seguía estando muda mentalmente para mí. Mis miedos sobre la peligrosa escalera de caracol o las ventas demasiado bajas para ser seguro volvieron a inundarme.
Llegué al despacho de Carlisle y lo abrí desesperado.
Ahogué un suspiro de alivio cuando la vi sentada en la gran alfombra de pelo marrón situada en el centro de la habitación. Pero ella no me miraba a mí.
Estaba absorta en una de las pinturas que adornaban las paredes de la estancia. Era grande, con un marco de madera nacarada que cubría el lienzo elegantemente. Los trazos de la pintura, finos y bien definidos, plasmaban a la perfección el juego de luces que se podía observar en Nueva Orleans al atardecer.
La niña lo miraba atentamente, intentando descubrir las formas que lo componían para entender así su significado. Estaba tan absorta y maravillada que me quitó de golpe las ganas de cualquier tipo de reprimenda ocasionada por el susto.
–¿Te gusta? – le pregunté intentando ocultar mi frustración por no saber que pensamientos pasaban por su cabeza.
Se llevó las manos a la boca y abrió un poco los ojos cuando mi voz la asustó.
–Te pillé – le recordé cogiendo la en brazos.
Ella se enganchó en mi cuello fuertemente.
–Me habías asustado – susurré mientras le depositaba un dulce beso en su frente.
Ella se sonrojó
–Pero me has encontrado – dijo entre susurros con su cantarina voz.
–Siempre te encontraré. No importa lo bien que te escondas, siempre iré a buscarte y no pararé hasta encontrarte – le prometí
Y ahora había faltado a mi promesa.
Volví al presente. El sol se filtraba por las cortinas del hotel en el que estaba encerrado. Era frustrante tener que esperar hasta que el sol se pusiera para poder salir a buscarla.
Faltaba media hora para que anocheciera, y yo, como cada noche, recorriera la ciudad en busca de algún rastro, alguna pista de su paradero.
–Debes relajarte Edward – dijo Alice a mi espalda.
Mi querida hermana, a quien no veía en años y a quien había llamado cuando ella desapareció.
–Eso no te ayuda, Edward. Debes dejar la mente despejada antes de salir está noche, o tus recuerdos pueden jugarte una mala pasada... – me aconsejó.
Yo le gruñí. Era el problema de cada tarde. Siempre acabábamos discutiendo por lo mismo.
–No lo entiendes, ¿verdad? ¡Tengo que salir a buscarla! Ella esta sola, en algún lugar de este despreciable mundo, probablemente preguntándose porque no voy a salvarla. Y yo sólo puedo salir unas pocas horas al día y volver a casa sin nada. Ni una pista. Ni rastro de que ella este... – mi voz, que empezó siendo un rugido, estaba perdiendo fuerza hasta que al final se desvaneció. No quería decirlo. Me negaba a considerar siquiera la posibilidad de que ella estuviera...
–Edward – dijo mi hermana tratando de consolarme. – Ella no está sola, sabe que la estas buscando y que tarde o temprano darás con ella.
–Es tan pequeña, Alice... – sollocé sin lágrimas.
–No, Edward, ella tiene 16 años. Es casi la edad que tenía su madre cuando la conocimos – dijo con una sonrisa triste en su rostro, para después añadir – Es increíble como has cambiado, hermanito. Esa niña saca tu lado más humano. Mas de lo que su madre fue capaz de hacer.
Y ahí estaba Alice, proporcionándome recuerdos claros en su mente. Momentos felices, otros no tanto. Los momentos que creía olvidados en estos años ella los tenía muy presentes. Juliet era para Alice una persona muy importante, era mas que una amiga. Era la persona a la que podía acudir cuando todo se le venía encima. Y también era la persona a la que no pudo ayudar.
Nunca antes había sentido la culpabilidad de mi hermana. Había pocas cosas que le quitaran el entusiasmo tan característico de su personalidad, pero una de esas cosas era la culpabilidad que sentía por no haber podido ayudar a su amiga cuando esta más la necesitaba.
Estuvimos un rato abrazados. Consolándonos mutuamente. Había extrañado tanto a mi querida Alice, solo después de casi 18 años volvíamos a encontrarnos.
–La encontraremos – me prometió
Momento explicaciones:
Esta historia en concreto se trata de algo extraño que revoloteaba por mi imaginación desde hace tiempo, algo que al final acabé escribiendo. La historia en si trata sobre mi forma de ver la imprimación.
Sé que ahora mismo parece algo raro pero en los siguientes capítulos se irá definiendo un poco mas. Así que espero que le deis una oportunidad.
Y finalmente espero vuestra opinión: sea buena, mala o como sea. Será bien recibida.
Muchos besos, Pao.
