Cosas de la vida

.

.

.

Micro―relatos

.

.

.

Vidas diferentes, enlazadas únicamente por el dolor de sus protagonistas.

Ellas están rotas, a pesar de las sonrisas de sus labios cereza. No importa que puedas verlas desnudas o tocar su cuerpo de la manera que lo deseas. Ellas ya no sienten algo.

Ni calor, ni frío. Ni amor, ni dolor.

Ellas son solo otras muñecas que llenarán tu stand de colección.

.

.

.

Hinata

.

.

.

Un día intenté escribir versos de felicidad
y noté que no podía relatar
de algo que jamás había conocido.

.

.

.

Hinata ya ni llora, ni gime. Ni dice algo.

Se queda allí, acostada en la cama, con su brazo velludo rodeándole la cintura y su miembro, completamente flácido, entre sus nalgas.

El único ruido que se escucha es el tic tac del reloj. Hinata sabe que apenas la manecilla de la hora marque las cinco, su tío se machará de la cama y entonces, solo entonces, Hinata se permitirá llorar.

Llorar por la jodida vida que lleva.

Llorar por su maldita cobardía.

Llorar por no ser capaz de pedir ayuda.

.

.

.

¿Comentarios?