DISCLAIMER: Ni Bones ni sus personajes me pertenecen.
Situado en el 9x01, justo antes de la escena final.
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Booth
-Booth, tenemos que hablar.
El agente levantó sus ojos del escritorio para fijarse en la mujer que acababa de irrumpir en su oficina. A fuera todo era silencio, no había nadie. Las luces del pasillo aún estaban encendidas solo porque él seguía allí.
-Son las diez de la noche, pasadas –le recriminó ella-. ¿Por qué no estás en casa?
Booth suspiró.
-Ángela, ya lo sabes, tengo trabajo. ¿Por qué no estás tú?
-Pues para comprobar si tu excusa es cierta.
Él la miró con confusión en la cara.
-¿Cierta? ¿Por qué no debería serlo? Estoy trabajando.
La artista le miró de tal forma que por un momento pensó si le habría salido un tercer ojo. Suspirando, dejó el bolso en la silla del fondo y se sentó delante de él.
-¿Trabajo? Esa es la excusa más vieja del mundo –murmuró, casi ofendida.
Él rodó los ojos.
-Ángela, no estarás insinuando que yo...
-No lo estoy insinuando, te lo estoy diciendo y bien claro. ¿Le estás poniendo los cuernos a Bren?
El agente se levantó de su silla como si quemara.
-¡¿Qué?! ¡No! –gritó enfadado-. ¡Por supuesto que no! ¡Yo la quiero!
-¿Y cómo lo demuestras? –le gritó ella, también de pie-. ¿Rechazándola y rompiéndole el corazón? ¡Tú siempre has querido casarte! ¿Qué crees que habrá pensado ella? ¡Que quieres casarte, pero no con ella!
Booth se sentó, aturdido como si le hubieran dado un puñetazo. Sabía que eso era verdad, tan sólo necesitaba alguien que se lo dijera a la cara para aceptarlo.
-Es fácil pensar que hay otra –dijo la artista sin mirarle a la cara-. Hasta Brennan se da cuenta de eso.
Él se quedó callado. Su amiga tenía razón. Dos pares de ojos oscuros se encontraron.
-¿No crees que ya le has roto el corazón suficientes veces?
En los ojos de Ángela había una seriedad y dolor que nunca le había visto antes. Abrió la boca para contestar, pero la cerró cuando vio la mano de la artista alzarse.
-¿Sabes? Mejor... no contestes.
-Ángela, tú no lo entiendes –dijo él tristemente.
Un bufido sarcástico se escapó de los labios de la artista.
-Eso espero –susurró, colgándose el bolso del hombro-. Buenas noches, Booth.
En silencio, tal y como había llegado, la artista salió de la habitación, dejando a su amigo con más preocupaciones en la cabeza de las que ya tenía.
Ángela tenía razón. Huesos merecía saber la verdad, tenía que saber que él no estaba allí para jugar con sus sentimientos.
Y lo decidió. Se levantó y se puso su chaqueta, dispuesto a conducir lo más rápido posible a casa y decirle la verdad.
Le diría que él quería casarse, pero que no podían. Le diría la verdad más grande de todas: que la amaba.
Y, cuando salió el último agente restante, las luces del pasillo se apagaron.
