Esta es mi primera historia sobre Edmund, dudo mucho que se prolongue. Cuando esta historia esté terminada, os aviso que habrá otra de Caspian y Susan. Besitos de parte de Futboelra.

Lyruc

Los Pevensie habían decidido definitivamente quedarse en Narnia, lo primero porque Susan así lo deseaba, lo segundo porque ellos estaban muy a gusto allí, lo tercero porque les encantaba estar con sus sobrinas y lo cuarto y último, porque todos estaban pensando en reconstruir Cair Paravel para pasar allí las navidades y los veranos.

Caspian y Peter hablaban de la reconstrucción muy a menudo, parecía que por fin estaban teniendo nuevamente una buena relación, algo que a todos les gustaba, pues eso suponía que ya no habría más peleas estúpidas.

Marilia, el ojito derecho de Caspian, además de hacer todo lo que hacía siempre, tenía nuevas tareas, ayudar a Susan a cuidar de sus hermanas recién nacidas y de la pequeña gatita que su padre le había regalado por su séptimo cumpleaños, gatita que recibió el nombre de Pomposa.

Cuatro años después del nacimiento de Nea y Su, ocurrieron varias cosas en el castillo.

La reconstrucción de Cair Paravel ya se había terminado y Susan había dado a luz dos veces más, nuevamente la reina fue madre de dos niñas. Nodik nació al año siguiente de haber tenido a Nea y a Su. Iria nació dos años después.

Después del primer cumpleaños de la pequeña Iria, Peter, Edmund y Lucy, se fueron a vivir a Cair Paravel, todos argumentaron que ya era hora de dejar a la gran familia real a sus anchas. Todos acordaron que las navidades y los veranos se pasarían allí, pues a todos les gustaba pasar esas fechas con sus seres queridos, por no hablar de lo mucho que les gustaba a Marilia, Nea, Su, Nodik e Iria, estar en la playa en los meses de verano.

Un día, el sumo monarca Peter, salió a dar un paseo montado en su caballo por los bosques cercanos a Cair Paravel, quería salir del ajetreo del castillo. Paseaba tranquilamente cuando, de pronto, comenzó a escuchar ruidos, ruidos que cada vez eran más cercanos.

"Serán los animales que hay en el bosque."—pensó Peter.

Siguió su camino tranquilamente y con ese pensamiento pero, no le duró mucho, pues, sin darse cuenta, cayó en una emboscada.

Peter sacó su espada y comenzó a pelear con uñas y dientes, pero le superaban en número, eran demasiados para él solo.

La pelea se prolongó varios minutos y, finalmente, el sumo monarca acabó tendido en el suelo con la espada de su atacante puesta en el cuello.

¿Últimas palabras antes de morir, sumo monarca Peter?—le preguntó riendo el atacante.

Peter se disponía a contestarle de muy malas maneras a aquel desalmado pero, no pudo hacerlo, pues de la nada había salido una flecha que se había clavado justo en el cuello del que parecía ser el líder, lo cual le produjo la muerte instantánea.

Los compañeros de aquel hombre salieron corriendo rápidamente al ver que su líder había caído.

Peter aún estaba asombrado por lo que acababa de pasar, no entendía nada.

¿Os encontráis bien, majestad?

Una chica se había acercado hasta él y le tendía una mano para que se levantara.

Sí, ¿has sido tú quien ha tirado la flecha que ha matado a ese energúmeno?

Así es majestad, pasaba por aquí y escuché mucho jaleo, decidí pasar a ver que era lo que ocurría y os vi en apuros.

Muchas gracias, de no ser por ti puede que ahora estuviese muerto.

No ha sido nada majestad—dijo la chica sonriendo.

El sumo monarca reparó en los preciosos rasgos físicos de la joven.

Aparentaba tener unos quince años; tenía un cabello largo, liso y de color castaño claro con reflejos rubio oscuro; sus ojos eran de color azul oscuro; sus labios no eran ni muy gruesos ni muy finos, se encontraban en un punto intermedio; era un poco más alta que el resto de las chicas de su edad, y llevaba un vestido de color rojo con detalles en dorado.

¿Puedo saber cual es el nombre de la joven que me ha salvado la vida?—preguntó Peter galantemente, pues la chica le había gustado nada más verla.

Mi nombre es Liryc.

¿Y puedo saber que hace una joven tan hermosa como tú sola por estos bosques?

Voy de viaje, busco un nuevo sitio donde poder instalarme.

¿Y de dónde vienes exactamente?

Desde Beruna majestad.

Por favor, llámame Peter y no me tutees.

Como quieras Peter—dijo ella sonriendo.

Me gustaría agradecerte el que me hayas salvado la vida.

No tienes porqué hacerlo, para mí no ha sido ninguna molestia.

De todos modos me gustaría poder hacer algo por ti.

No creo que haya algo que puedas hacer por mí.

Yo creo que sí. Vienes desde Beruna, tierra bastante alejada de aquí, territorio de Cair Paravel, estarás cansada y tendrás hambre, ¿por qué no vienes al castillo y cenas conmigo y con mis hermanos?

Oh, gracias, la verdad es que me vendrá bien comer algo y descansar, pero después, volveré a montar en mi caballo y seguiré mi viaje, aún me queda mucho por recorrer.

Como quieras.

Liryc dejó solo a Peter durante unos segundos, la chica había ido a por su caballo.

¿Lista para marchar?—preguntó dirigiéndole una seductora mirada.

Sí, claro.

Ambos comenzaron a cabalgar al compás, Peter sonriendo de forma triunfal, Liryc iba un tanto incómoda, pues no era tonta y sabía que le había gustado al sumo monarca, algo que a ella no le parecía nada bien, lo primero porque él le sacaba bastantes años, y lo segundo, porque él no le gustaba para nada.

Minutos después ambos se encontraban ya en Cair Paravel, habían dejado a sus caballos en las cuadras y se habían metido dentro del castillo.

Peter le enseñó a Liryc un montón de cosas interesantes del castillo, y cada vez que a ella se le escapaba una admiración, él volvía a sonreír de manera triunfal.

Supongo que Peter estará en el salón de los cuatro tronos, donde está su tapiz, ese que un día borrará si no deja de mirarlo tan a menudo—dijo Lucy.

Aunque Lucy había crecido, seguía siendo llamada por sus hermanos pequeña Lu. Ella iba buscando a Peter, tenía que hablar con él, había sucedido algo importante para ella y quería que él fuese el primero en saberlo.

Peter se encontraba, efectivamente, en el sitio que había dicho Lucy, mostrándole a Liryc los maravillosos tapices que allí había.

Como ya habrás podido observar, hay muchos tapices en Cair Paravel, pero el mejor…

¡Peter, Peter, tengo que…! Oh, lo siento, no sabía que tenías compañía.

No pasa nada Lucy, ven, acércate, así podré presentarte a esta hermosa joven.

"Cuando Peter empieza a portarse de forma tan galante es porque le gusta alguna chica."—pensó Lucy para sus adentros mientras comenzaba a acercarse a su hermano y a la chica que estaba a su lado.

Lucy, ella es Liryc, la chica que me ha salvado la vida en el bosque.

Oh vaya, no sabía que ahora tenían que salvarte las chicas, ¿desde cuando eres tan enclenque?—dijo Lucy sonriéndole a su hermano y a Liryc.

Que graciosa eres hermanita, que graciosa eres.

Tu hermano cayó en una emboscada sin darse cuenta, casualmente yo pasaba por allí y le ayudé.

Muchas gracias Liryc, si Peter hubiese muerto, Cair Paravel habría dejado de ser tan divertido.

¿Qué quieres decir con eso pequeña Lu?—le preguntó su hermano receloso.

Si tú te murieses, ¿quién sería el que se pondría a hacer el imbécil por todo el castillo?—dijo Lucy riendo.

Eso provocó que Liryc también riera, algo que molestó a Peter, pues él no lo había conseguido aún.

¿Se va a quedar a cenar con nosotros?—preguntó Lucy aún riendo.

Sí, espero que no te moleste—dijo Peter un pelín enfadado.

¿Molestarme? Que va, al contrario, me gusta que se vaya a quedar a cenar, va a ser una cena muy divertida.

¿Por qué dices eso, pequeña Lu?—le volvió a preguntar recelosamente su hermano.

Oh, ya lo verás cuando llegue el momento.

Lucy salió del salón de los cuatro tronos y se fue a buscar a Edmund, a quien encontró en las cuadras tocando una tiorba.

¿Tan desdichado te sientes que tienes que tocar algo tan triste?—le preguntó Lucy a su hermano acercándose lentamente hacia él.

Lucy, quiero estar solo, ¿para que crees que me he venido aquí?

¿Se puede saber que es lo que te pasa? Llevas unos días en los que estás insoportable, te enfadas hasta por tonterías.

Tienes toda la razón del mundo Lucy, pero, dado que es mi problema y no el tuyo, ¡no te metas!

Necesitas encontrar a una buena chica.

¿Y a qué viene eso ahora?

A que es la verdad, desde que te dejó Nidia estás siempre enfadado, triste y deprimido.

Déjame en paz.

Cómo quieras.

Lucy salió de las cuadras y cuando ya iba camino de las puertas del castillo, recordó algo.

Edmund.

¿¡Qué quieres ahora!

Decirte que no te retrases hoy para cenar, tenemos una invitada.

¿Una invitada?—preguntó Edmund extrañado.

Sí, una invitada, la ha traído Peter.

Así que por fin ha decidido sentar la cabeza, vaya, esto si que es sorprendente pero, para todo hay una primera vez.

Lucy salió nuevamente de las cuadras y se fue al castillo.

A la hora de la cena, todos, excepto Peter y Liryc, se retrasaron.

Mira que saben que detesto que no sean puntuales a la hora de la cena, aunque a Edmund se lo paso, nunca llega a tiempo a ningún sitio—dijo Peter.

Supongo que si tardan, sus motivos tendrán—dijo Liryc.

Edmund bajó las escaleras y se dirigió hacia el comedor, sabía que ya llegaba tarde y que Peter le echaría el mismo sermón de siempre.

Peter y Liryc estaban hablando cuando de repente las puertas del comedor se abrieron. Por ellas entró Edmund.

Siento haber tardado Peter, de verdad que lo siento, me he entretenido haciendo una cosa en mis aposentos.

No sé como lo haces pero, siempre tienes una excusa que contar.

Ya te he dicho que lo siento.

Bueno, eso ahora no es lo más importante. Edmund, quiero presentarte a Liryc, ella es nuestra invitada.

Edmund se fijó por primera vez en la chica y, cuando lo hizo, notó como el color de su cara comenzaba a cambiar ligeramente.

De haber sabido que íbamos a tener a semejante belleza en el castillo, me habría puesto más elegante pero, creo que ni con mi mejor traje llegaría a alcanzar la hermosura que irradia esta preciosa joven.

Después de ese comentario sucedieron dos cosas: a Liryc el color del rostro le cambió al instante y dio entrecortadamente las gracias a Edmund por dedicarle ese hermoso halago; a Peter el color del rostro también le cambió pero en él, el cambio se debía a la ira que le producía ver como su hermano cortejaba a la chica que le gustaba.

Por lo que me ha contado Lucy, ella ha venido contigo, ¿puedo saber como has conocido a esta bella flor?—dijo Edmund mirando a Peter y sentándose en la silla que había enfrente de Liryc, quien todavía no había recuperado el color original de su rostro.

Caí en una emboscada en el bosque y ella, que afortunadamente pasaba cerca de donde yo estaba, me ayudó.

Nada más terminar de decir eso, Lucy entró por la puerta, saludó a todos y se sentó en su silla. Edmund, al contrario que su hermana, se levantó y se arrodilló delante de Liryc a la misma vez que le cogía una mano. Ella se quedó muy sorprendida al ver lo que él hacía.

Liryc, te agradezco muchísimo que le hayas salvado la vida a mi hermano, te juro que te estaré eternamente agradecido—dijo él galantemente.

Después de decirle eso, le dio un suave beso en la mano, se puso en pie y volvió a sentarse.

"Edmund ya ha encontrado a una buena chica."—pensó Lucy para sus adentros.

Peter, tengo que contarte una cosa y es muy urgente, no puedo esperar más, necesito contártelo ya—dijo Lucy.

Pero es que ahora mismo vamos a cenar Lu.

Peter, de verdad que no puedo esperar, necesito contártelo.

Pues tendrás que esperar a que hayamos terminado de cenar.

¿¡Te niegas a escucharme a mí, a tu hermanita pequeña! Jamás habría esperado esto de ti, Peter.

Está bien, vamos fuera para que me cuentes eso que ya no puede esperar más.

¡Muchas gracias Peter!—dijo Lucy dándole disimuladamente una patada suave en la pierna por debajo de la mesa a Edmund.

Peter y Lucy se levantaron y salieron del comedor.

Pareces un poco incómoda—le dijo Edmund a Liryc.

De hecho, lo estoy, es la primera vez que me pasa algo así.

¿A qué te refieres exactamente?

Pues a que no es muy normal que esté en un castillo y que vaya a cenar con dos reyes y una reina.

Reconozco que en eso tienes razón pero, yo me atrevería a decir que hay algo más que te incómoda, ¿me equivoco?

No, Peter me incómoda un poco.

¿Ah sí?—preguntó Edmund un poco receloso.

Sí, no quisiera decir que lo que pienso es cierto pero, es que me ha dado ya tantas señales que no me queda otro remedio que hacerlo.

¿Peter te ha estado cortejando?

Más o menos.

Oh, es normal, eres una preciosidad. Todas las chicas se mueren por estar con él, como es rubio y de ojos azules pues—Edmund dio un suspiro—… Harías bien en responderle, cuando quiere es una de las mejores personas del mundo, por no hablar de que tiene un buen físico, eso es lo que hace que tenga tantas admiradoras—dijo Edmund con fastidio.

Parece que vives bajo la sombra de tu hermano.

Técnicamente, así es—dijo Edmund mirando su plato aún vacío.

Pues conmigo no va a conseguir nada, me saca un montón de años y, no me gusta.

Edmund miró a Liryc nuevamente a la cara.

No sabes lo raro que se me hace escuchar a una chica decir que no quiere estar con Peter—le dijo sonriendo.

Ya te he contado mis motivos pero, hay algo de todo lo que has dicho en lo que no estoy de acuerdo contigo.

¿En qué preciosa?

Las mejillas de Liryc se volvieron a teñir de color rojo.

En que tiene un buen físico, es cierto que lo tiene pero, lo has dicho como si eso fuera lo único en lo que nos fijamos las chicas.

No digo que sea lo único en lo que os fijáis pero, es lo que suele ocurrir en el noventa y nueve por ciento de los casos.

Yo prefiero tener a alguien que sea cariñoso y no a alguien que sea idiota y que tenga un buen cuerpo.

Edmund le sonrió, a cada palabra que salía de la boca de Liryc, más se daba cuenta de que le gustaba.

Al instante, la puerta del comedor se abrió y por ella entraron Peter y Lucy.

Después de cenar, los Pevensie insistieron en enseñarle a Liryc todo Cair Paravel y ella aceptó, no todos los días le ofrecían enseñarle un castillo entero.

Pasadas más de tres horas, terminaron de recorrer Cair Paravel.

Peter—llamó Liryc.

Peter se dio la vuelta para mirarla.

Dime preciosa—dijo mirándola nuevamente de forma seductora.

Liryc, que ya se había cansado del trato que le estaba dando Peter, decidió actuar.

Dado que es muy tarde como para que coja el caballo y siga mi viaje, ¿podría quedarme a dormir aquí?

Por supuesto que sí preciosa.

Gracias pero, no vuelvas a decirme ningún tipo de halago, no eres mi tipo Peter, no tienes nada que hacer conmigo—dijo ella en un tono que intentaba no ofender.

Peter se quedó sorprendido por lo que Liryc le acaba de decir, eso no era lo normal. Edmund esbozó una sonrisa que a Lucy no le pasó desapercibida.

Lucy, ¿por qué no llevas a Liryc hasta uno de los mejores aposentos para invitados que tenemos en el castillo?—le propuso Edmund a su hermana.

No es necesario que sea gran cosa, yo con poco me conformo—dijo ella.

Mañana tienes que seguir con tu viaje, debes descansar bien—dijo Edmund.

Pero…

Nada de peros Liryc, Edmund es un rey y debes obedecerle—dijo Lucy sonriendo y cogiéndola de la mano.

Nada más doblar el pasillo las chicas se perdieron de vista.

¿Se puede saber que te propones Ed?—le preguntó Peter a su hermano un poco molesto.

Yo no me propongo nada.

¿Ah no? ¿Acaso crees que soy tonto o que? Te has pasado con Liryc.

Yo creo que no.

Edmund por favor, si lo único que te ha faltado ha sido pedirle matrimonio.

Puede que lo haga.

No serás capaz.

Pierdes el tiempo con ella, te lo ha dejado bien claro Peter, no eres su tipo.

Si vas a intentar conquistar su corazón, te puedo asegurar que esto es la guerra Edmund.

Pues entonces pelearé lo mejor que sé para ganar, esa chica me gusta de verdad y, por si no lo habías notado, a mi aún no me ha dicho que deje de decirle halagos.

Y diciendo esto, se fue a sus aposentos. Cuando llegó, se sentó en la cama y comenzó a pensar.

Es increíble, esta tarde aún estaba fatal por lo de Nidia y, ahora tengo que pelear con Peter para conseguir el corazón de Liryc, no me creo que haya sido capaz de olvidar tan pronto.

Edmund se acostó en su cama y esbozó una sonrisa al imaginar que besaba los perfectos labios de Liryc.

Pasadas dos horas, Edmund todavía no se había dormido, tenía por costumbre dar un paseo por el castillo antes de irse a dormir y, aquella noche, al haberlo hecho con compañía, no fue lo mismo, no se sentía cansado como le había pasado todas las veces anteriores.

Creo que será mejor que de mi paseo rutinario, sé que no voy a poder dormir sino lo hago.

Se levantó de la cama y salió de sus aposentos. Bajó a la planta baja del castillo, que era por donde más le gustaba pasear, pues allí no se oía a Peter hablar en sueños.

Al pasar por delante de la sala de los cuatro tronos reparó en algo, la puerta estaba abierta.

Qué raro, esta puerta siempre está cerrada de noche y, no creo que Peter esté a estas horas admirando su "maravilloso" tapiz—dijo Edmund tan bajo que apenas se escuchó a sí mimo.

Entró sigilosamente en la sala y descubrió que allí estaba la última persona en la que él habría pensado.